Relato erótico
Queria repetir
Gracias a un amigo suyo que le presentó a una amiga que era bisex, pudo experimentar el sexo con una mujer. Le gustó y le quedaron ganas de repetir. En esta ocasión fue una ex compañera de trabajo y su pareja.
Eugenia – Madrid
Yo tenía ganas de hacérmelo con una mujer aunque ya había probado el sabor de un coño gracias a mi amigo Ismael, que me presentó a su amiga Julia. Pero esta vez quería que únicamente intervinieran una o dos mujeres en la reunión.
No es que me haya cansado de las pollas, pues nunca me hartaré de ellas, sino que quería una intensa sesión de sexo solo con mujeres y como te digo, hace tres días tuve la gran oportunidad que no dejé escapar.
Estuve tanteando en varios sitios. En la disco que frecuento, entre mis amigas, las vecinas, pero fue con una ex-compañera de trabajo, con la que mantengo una buena relación. Se llama Vanesa, tiene 30 años, su pareja se llama Rebeca y tiene 25.
Un día recibí una llamada suya y después de charlar un rato, me dijo que si quería ir a cenar a su casa, que estaría Rebeca y nos lo pasaríamos bien. Era la oportunidad que yo esperaba y a pesar de que me había tirado los tejos en otras ocasiones, esta vez iba a dar pie a que disfrutaran las dos de mi afeitado coño, de mi agujerito anal y de mis hermosas tetas.
Me presenté en su casa con un top blanco, sin sujetador, y un pantalón, también blanco de lycra, muy ajustado y naturalmente, sin bragas. Vanesa y Rebeca iban, cada una, con una camiseta larga hasta medio muslo, señal de que se habían dado un buen revolcón. Cenamos y el vino que bebimos subió un poco.
Cuando acabamos, nos sentamos en el sofá las tres y mirándolas con ojos de vicio, me senté entre las dos, abriendo un poco las piernas y echándome hacia atrás, haciendo así resaltaran mis tetas, marcando, en el top, mis pezones, que tenía muy duros por lo excitada que estaba. Yo estaba muy lanzada y cogiéndoles, o mejor dicho, abrazándolas las dos por el cuello, les dije:
– ¿Sabéis una cosa…? Quiero que me comáis entera, mi coño, mi culo, mis tetas… son para vosotras, haced conmigo lo que queráis, queridas…
Se miraron sonriendo y mientras Rebeca me sacaba el top dándome suaves besos en los labios, Vanesa me sacaba el pantalón, dejándome desnuda y dispuesta a que me llenaran de placer y de gozo.
Tenía el chocho completamente mojado y Vanesa empezó a lamérmelo con ganas mientras su amiga estaba hechizada con mis pezones, duros como piedras, y que lamía como una perrita golosa. Aquellas lamidas en el coño y en las tetas, hicieron que me corriera como una guarra y Vanesa se encargó de sorber todos los jugos que destilaba mi coño.
Luego se cambiaron de sito y fue Rebeca la que disfrutó de mi afeitado chochito mientras la otra mordisqueaba suavemente mis pezones, haciendo que volviera a correrme otra vez. Me dejaron descansar un poco, pero aquellas dos viciosas no dejaban de sobarme las tetas y el chocho, poniéndome caliente otra vez. Pero ahora tomé yo la iniciativa.
Primero desnudé a Rebeca, descubriendo un cuerpo con unas hermosas tetas y un chochito con una pelambrera muy bien arreglada, y luego a Vanesa, que tiene un fenomenal par de tetas y, como yo, el chochito completamente rasurado. Allí metí mi lengua y empecé a lamer su clítoris, inflamado por la excitación, y mientras yo lamía el coño de Vanesa, Rebeca me abrió las nalgas y metió su lengua en el agujero de mi culo, lo que me hizo gemir como una gata en celo. Vanesa hizo que su amiga le ofreciera el coño y así completamos la rueda. Yo le comía el coño a Vanesa, ésta a Rebeca y ella me comía el culo a mí metiéndome a la vez los dedos en mi chochito. Nos corrimos las tres casi al mismo tiempo y nos dormimos abrazadas.
Cuando me desperté, ellas seguían desnudas y Rebeca me dijo que tenían algo para mí. Eran dos consoladores enormes con correas y poniéndose uno cada una, me dijo Vanesa:
– Cariño, no sabes lo que hemos soñado con ese momento, vas a disfrutar como jamás lo has hecho en tu vida así que, relájate que te vamos a follar.
Se sentó en el sofá y yo, sentándome de cara a ella, comencé a meterme todo aquel pollón en el coño. Cuando lo tuve todo dentro, me incliné un poco hacia adelante para permitir que Rebeca me preparara el culito para meterme el suyo, que también tenía un buen tamaño. Mientras Vanesa me follaba y me comía las tetas, Rebeca me lamía el ano y me iba metiendo, primero un dedo, luego dos y finalmente tres, abriéndome el culo para meterme aquella polla que llevaba puesta con las correas.
Me puso un poco de crema y apoyando el capullo, empezó a metérmela hasta que la tuve toda dentro. Mientras me follaban, Vanesa me comía las tetas y los pezones y Rebeca me metía los dedos en la boca, se los chupaba como si fueran pequeñas pollas.
No paraba de correrme y les pedía más y más. Ellas entraban y salían de mi culo y de mi coño, haciéndome gozar con la mezcla de aquellas grandes vergas y la dulzura femenina.
No sé las veces que me corrí y luego fueron ellas dos las que recibieron las pollas en sus agujeros. Me quedé a dormir con ellas y me despertaron por la mañana, poniéndome mermelada en las tetas, en el coño y también en el culo. Me lamieron toda, haciendo que me corriera unas cuantas veces más.
– Ya sabes, cuando quieras disfrutar, no tienes más que llamarme y nosotras haremos que goces de verdad – me dijo Vanesa cuando me fui
Y así lo he hecho en más de una ocasión.
Besos para todos.