Relato erótico
Queria follar y follé
Es madurita, guapa, independiente y le gusta follar. Desde hacía un tiempo iba a la farmacia asiduamente. Normalmente le atendía un señor mayor, pero los últimos días estaba su hijo. Era tímido, joven y en cuanto lo vio, supo que se lo follaría.
Magda – Barcelona
Me presentaré, me llamo Magda, tengo 43 años. Soy alta, 1,70, 75 kilos y muchas curvas. Un buen culo, duro como una piedra, gracias al ejercicio que hago cada día. Estoy divorciada desde hace unos 10 años, pero no es penséis que no follo. Suelo tener amigos esporádicos y de momento no tengo ningunas ganas de vivir en pareja. Me dedico a la moda, tengo tres tiendas de ropa y aunque trabajo muchas horas, vivo holgadamente.
Hace varias semanas que acudo a la Farmacia con más frecuencia. No me ocurre nada grave pero debo comprar el tratamiento cada 3 días. Al principio me atendía un señor mayor que supuse era el farmacéutico, pero ahora ha venido su hijo a sustituirle. Cada vez que paso por la farmacia a recoger mi medicina y él me atiende, noto cómo sus ojos van de la pantalla del ordenador a mi escote y desde mi escote vuelven a la pantalla para continuar con su trabajo.
Es un chico joven. Tiene aproximadamente unos 15 años menos que yo. Alto, delgado, moreno, de ojos oscuros y labios marcados. Poco hablador, aunque amable. Siempre me sonríe y en sus ojos veo lo que está pensando.
He tenido aventuras con chicos más jóvenes que yo, y la mayoría de ellas han sido satisfactorias, pero éste me atrae especialmente. No es por guapo, ni por buen conversador, tampoco por su atractivo o su timidez, pero hay algo en sus ojos, algo escondido, que me dice que hay un volcán en erupción dentro de él esperando a salir.
Un día lluvioso, voy a la Farmacia a la hora de cerrar. Él, está solo ya. Me atiende como siempre, amablemente. Tengo ganas de sexo y cuando me devuelve el cambio acaricio su mano y la llevo hacia mis pechos. No hace nada para retirarla. Fuera se oye llover. Hace un rato que anocheció y no hay nadie por la calle. Sigue detrás del mostrador. Le sonrío y le pregunto si tiene algún plan para esta noche. Niega con la cabeza, tímidamente. Estoy segura de mi poder y de lo que quiero esta noche. Le pido que cierre la puerta. Me gusta que obedezca. Hoy mando yo.
Me quito la chaqueta. Estoy muy excitada y me muerdo los labios. Noto cómo mi sexo se hincha y palpita. Él lleva una bata blanca sobre su ropa. Me acerco y le desabrocho el pantalón. Toco su polla bajo su bóxer negro y él también está excitado. Me gusta. Es tímido. Me agacho y meto su polla en mi boca. Lo noto algo tenso, nervioso, quizá aún impactado por la sorpresa. Sigo comiendo su rabo. Así, en esta postura, noto que se va relajando. Con su sexo en mi boca, presiono con mi lengua, le oigo gemir según varía el ritmo. Chupo sus huevos, los humedezco con mi saliva, y los acaricio. Los saboreo y lamo con fruición. Está depilado y eso me excita muchísimo más. Mientras chupo su polla me masturbo.
Sigo agachada, comiéndomelo, y él me mira mientras me toco. Mi coño está pidiendo más y me acaricio sin parar. Su polla es grande. Entra en mi boca una y otra vez, sin tregua. Agarro su culo mientras sigo comiéndole su sexo poderoso. Cómo me gusta tenerlo en mi boca. Paso la lengua por todos sus rincones y me deleito en chupar y morder suavemente. Mi coño está listo para correrse. Me corro mientras tengo toda su polla metida profundamente en mi boca, llegando hasta mi garganta. Mis gemidos se mezclan con los suyos. Sé que quiere correrse pero yo le ordeno que espere. Aún no es el momento. Aún tenemos que disfrutar más. Lo agarro de la polla y nos dirigimos al almacén.
Juego con su boca, la muerdo, nuestras lenguas se mezclan apasionadas, nuestros labios muerden y chupan. Le desabrocho la bata y la camisa. Me entretengo con sus pezones. Está completamente depilado y eso me encanta. Paso mi lengua húmeda y caliente desde su cuello hasta su ombligo. Todo su cuerpo es una fuente de placer bajo esa bata blanca. Le muerdo suavemente en el cuello y al notar que se excita sigo mordiendo con más intensidad. Muerdo sus pezones, sus ingles, muerdo sus orejas y sus labios. Lo oigo gemir de placer, lo veo estremecerse. Mi coño ya está listo para recibir su polla. Lo está deseando.
Me quito la camisa y la ropa interior. Está observando embelesado mis enormes pechos, mis pezones duros y grandes, y sus manos delicadas de farmacéutico intentan abarcarlos con ansia. Son las tetas que siempre miraba con deseo desde detrás del mostrador y ahora son sólo para él, agitadas, hermosas y deliciosas. Me pellizca los pezones, los endurece aún más, su boca los succiona como si quisiera extraerme el jugo mientras sus manos juegan con mi coño. Estoy muy húmedo, deseando recibirlo.
De pie, le ordeno que me penetre desde atrás. Noto cómo su polla entra suavemente en mi coño, caliente y mojado. Me agarra las tetas y empuja con fuerza. Me folla con ganas, sabiendo adaptarse a mi ritmo. Me agarra del pelo, los rizos de mi melena entre sus dedos, su polla dura entrando y saliendo de mi coño, y siento un placer intenso. Sigo de pie, apoyada en la estantería. Subo una de mis piernas hasta el segundo estante para que pueda penetrarme más profundamente. Lo siento muy dentro, lo deseo aún más profundo, me muevo para que entre hasta el fondo. En esa posición, él puede al mismo tiempo estimular mi clítoris con sus dedos. Mi coño está chorreando fluidos. Mete sus dedos en mi boca y me deleito en los sabores de mi cuerpo. Muerde mi cuello desde atrás, chupa los lóbulos de mis orejas, y todo ello sin dejar de follarme.
Cuando está listo para correrse, sale de mi cuerpo. Me arrodillo y mete su polla en mi boca, que lo espera ansiosa por probar su leche. Se corre dentro de mi boca, su semen ligeramente salado rebosa y cae en mis tetas. Lo chupamos juntos y nos chupamos el uno al otro. Me tumbo en el suelo del almacén y ahora chupa mi coño. La mezcla de fluidos es excitante para ambos. Me corro y mi coño estalla en un orgasmo incomparable mientras mete cuatro de sus dedos para notar mis contracciones.
Ha sido una experiencia única. Se tumba junto a mí, en el suelo del almacén y me besa los labios con delicadeza. Vuelve a ser el chico tímido que encontré el primer día detrás del mostrador. De repente me doy cuenta de que sigue lloviendo con fuerza y de la hora que es.
Debo marcharme. Salgo de la farmacia y lo miro al cerrar la puerta. Me sonríe como siempre. El mismo volcán sigue en sus ojos. Estoy segura de que no será la última vez que vaya a la farmacia a la hora de cerrar y tampoco la última vez que follemos en el almacén deseándonos y sintiéndonos como hoy.
Y es justo en ese preciso momento, al pisar la calle, cuando me doy cuenta de que he follado con un chico del que ni siquiera conozco su nombre. Pero sinceramente, no es algo que me importe.