Relato erótico
Quería desconectar, pero…
Tenía vacaciones y muchas ganas de desconectar y hacer algo diferente. Escogió la costa alicantina y se instaló en un buen hotel. Quería ir a la playa, tomar el sol y no pensar en nada.
Hugo – MADRID
Ante todo, amiga Charo, te voy a describir a la otra protagonista de esta historia que quiero contarte. Se llama Adela y es una mujer realmente bella, mide alrededor de 1,69, pelo rubio corto, ojos verdes, unos pechos grandes, redondos, con unos pezones largos que reaccionan al primer contacto, unas piernas fuertes y bien torneadas debido al ejercicio que realiza en un gimnasio de lunes a sábado sin faltar ningún día, y lo mejor de todo es que lleva su sexo completamente depilado.
Acostumbra vestir con blusas ceñidas que hacen resaltar su hermosa silueta, unas minifaldas que hace vistosas esas piernas y unos diminutos tangas tipo hilo dental que hace que sus hermosas nalgas surjan como dos rocas que se bambolean al caminar y por último comentar que es una persona casada de 47 años, pero que parece más joven, y muy liberal en cuestión al sexo, ya que es caliente por naturaleza.
Todo comenzó cuando me encontraba en una playa de la costa alicantina., había ido solo de vacaciones, ya que decidí alejarme un poco de todos los que me rodean para tomar nuevas energías y regresar con más entusiasmo a mi rutina diaria. Ese día me levanté temprano para poder disfrutar de un buen rato de esos amaneceres que solo se pueden ver en esos lugares y caminaba buscando algún sitio cómodo para poder disfrutar y descansar hasta que llegué a un lugar que estaba semidesierto en ese momento y me acomodé para disfrutar un poco de esa soledad.
Llevaba una media hora acostado cuando vi que se acercaba una pareja. Calculé que él tendría unos 49 años y ella más o menos unos 32 años, se situaron a unos cinco metros de mi, más cerca del mar, por lo que tenía la oportunidad de poder observarlos. De repente ella empezó a quitarse su vestido para dejarse un diminuto sujetador que me hizo poner más atención de lo normal y vaya del panorama que disfruté. Una mujer preciosa, un pequeño tanga de hilo dental que se perdía en esas enormes nalgas en proporción con esas piernotas bien torneadas y fuertes. Entonces se acostó para poder disfrutar de ese sol que comenzaba a salir y así, para mi mala suerte, dejé de tener esa preciosa visión.
Después de una hora aproximadamente, el que yo imaginé era su marido, recibió una llamada en su móvil, estuvo unos cinco minutos hablando y cuando vi que él hablaba con ella y empezaba a recoger sus cosas, supuse que era algo importante y tenía que irse. Al parecer eso a ella no le gustó mucho, pero para mi sorpresa ella decidió quedarse.
Pasaron algunos minutos y ella se giró boca abajo quedando su mirada frente a la mía. Yo tenía unas ganas inmensas de acercarme a ella para poder charlar un poco, pero no me animaba,
Después de media hora empecé a notar que ella me miraba de vez en cuando y eso me animaba un poco mas, cuando de pronto, no sé si fue mi imaginación o en verdad pasó, pero vi como al mirarme lanzaba una hermosa sonrisa que me cautivó. Entonces, sin perder el tiempo, decidí que era el momento justo para poder acercarme a ella, me levanté y me dirigí hacia ella diciéndole un tímido “¡hola!” Que ella respondió con un “¡hola que tal!”.
– ¿Te dejaron sola? – le pregunté entonces.
– Sí, mi marido ha tenido que regresar a nuestra ciudad para realizar un negocio que tenía pendiente – me contestó.
– ¿Puedo acompañarte un momento? – pregunté.
Con una sonrisa me contestó que sí y entonces le pregunté que si deseaba tomar algo y me dijo que sí, que la invitara a lo mismo que tomara yo. En el chiringuito cercano pedí una bebida para ella y me senté a su lado para conversar un poco mientras admiraba su hermoso cuerpo. Hablamos de trivialidades, como de donde éramos, en que trabajamos, etc. Se nos fue pasando el tiempo hasta que decidimos retirarnos de ahí cada cual a su hotel y la acompañé al suyo, que se encontraba al lado del que yo estaba, y cuando estaba a punto de despedirme le pregunté que si aceptaría una invitación por la noche ya que su marido no regresaría hasta dos días después. Ella, dudando unos segundos, aceptó mi invitación y quedé pasar a las diez de la noche para ir a bailar un poco.
Estando en mi habitación recordaba la silueta de su cuerpo y de solo pensarlo decidí masturbarme con esa imagen y así lo hice. Pasó el tiempo y me arreglé un poco, me puse un pantalón de mezclilla y una camisa de manga larga, un poco de perfume y salí a buscarla. Cuando llegué a su habitación, llamé a la puerta y cual fue mi sorpresa al ver que ella estaba realmente bella con una blusa ceñida a su cuerpo, supongo que sin la parte superior de su ropa interior ya que se lo notaban sus pezones rígidos como para comérmelos ahí mismo. Llevaba una falda blanca casi transparente ceñida también a su cuerpo, que hacía notar el diminuto tanga que se marcaba bajo esa pequeña faldita. Salimos de inmediato a buscar alguna disco y encontramos una que se veía que había buen ambiente y entramos.
Nos acomodamos en uno de los lugares más escondidos del lugar para poder hablar a gusto, pedimos unos whiskys que después me enteré que era su bebida favorita al igual que la mía, y ya un poco entrados en copas me empezó a hablar de su vida privada, de que su marido ya no la satisfacía como antes, que ella era adicta al sexo, que su relación era cada vez más monótona, comentarios que me hicieron pensar que tal vez esa noche podría pasar algo mas.
Dejamos las copas y la invité a bailar, nos metimos en medio de toda la gente y empezamos a bailar. Recuerdo como se movía, toda ella era muy sensual y así estuvimos un rato hasta que por toda la gente que había en el lugar quedamos más pegados el uno al otro, y eso a mi me dio mucho gusto ya que podía sentir esos pechos pegados a mi y notar que sus pezones estaban duros y desafiantes. Cuando se daba la vuelta, pegaba sus nalgas en mi paquete y me lo empezaba a restregar por todo mi miembro que a esa hora ya se encontraba suficientemente excitado y con su dureza a la máxima expresión. De pronto, yo la tenía cogida de la cintura, comencé a bajar mis manos hasta llegar a sus muslos, pero ella no me decía nada, solo recostaba su cabeza sobre mi hombro disfrutando de esas leves caricias que en ese momento yo le daba hasta que, súbitamente, se giró hacia mi y nos fundimos en un beso apasionado y yo diría que desesperado.
Aproveché el momento y decidí tomarla por sus gordas nalgas que manoseé a mi antojo sin ningún pudor, pero ella no se quedaba atrás ya que empezó a deslizar su mano hacia mi pantalón y a tocarme la polla que ya estaba que no podía más. En ese momento acercó su boca a mi oído y me dijo:
– ¡Que hermosa verga tienes! ¿Qué que te parece si nos vamos de aquí para seguir disfrutándonos?
No esperé más, fuimos a la mesa en la que estábamos, recogió sus cosas y nos retiramos. Una vez que íbamos en el coche, ella comenzó a tocar otra vez mi polla por encima del pantalón, diciéndome:
– ¡Ya veras lo que te espera!
Llegamos a mi hotel, nos dirigimos a mi habitación y una vez que cerré la puerta comenzamos a besarnos con toda esa pasión que sentíamos los dos, no besábamos con desesperación mientras empezaba a quitarle la blusa para ver como salían disparados esos hermosos y grandes pechos con los pezones que tanto imaginé, desafiantes y bien duros. Tomando esas tetas con mis manos los apretaba saciando mi sed con ellos, los besaba, los mordía y ella solo lanzaba gemidos de placer hasta que me quitó la camisa con desesperación, besándome y mordisqueando mis tetillas, cosa que me ponía mas caliente de lo que ya estaba.
Entonces se puso de rodillas, bajó la cremallera de mi pantalón y metió su mano dentro para liberar mi miembro de su prisión, saltando desafiante hacia su boca. Ella lo cogió y mirándome a los ojos lo comenzó a besar, primero la puntita y luego, con su lengua, empezó a recorrer todo mi palo a la vez que con su mano tocaba mis huevos, hasta que se lo metió toda a la boca, ya que mi polla es de un tamaño normal, haciéndome sentir como sus labios carnosos rodeaban toda mi verga y se la comía con un ritmo delicioso, sacándola y metiéndola. Yo solo apoyaba mi mano en su cabeza siguiendo su ritmo hasta que noté que me iba a correr, entonces la levante y me la llevé abrazada hasta la habitación, allí la recosté en el sillón y me puse de rodillas para levantarle su pequeña falda y quitarle el pequeño tanguita que llevaba y tuve la agradable sorpresa al ver que llevaba el coño totalmente rasurado, sin ningún vello encima, entonces, sin esperar más, acerqué mi boca a sus labios vaginales y comencé a pasar mi lengua poco a poco por toda su rajita, hasta que ella no aguantó más y me dijo:
– ¡Cómetelo ya, por favor!
Lo hice de inmediato y comencé por absorber todos esos jugos que ya tenía. Pasaba mi lengua de arriba abajo y luego la introducía lo más que podía dentro de ella, haciéndola retorcer de placer, cogiéndome con ambas manos la cabeza y me apretaba contra ella hasta que, de pronto, sentí como empezaba a contraerse su chocho para terminar con un enorme orgasmo gritando:
– ¡Aaaah… siiií… que gusto, mi amor… oooh…!.
Terminé bebiendo todos esos líquidos que ella derramaba y que parecían interminables. Una vez que terminó, me levanté y de un solo golpe metí mi polla dentro de su chocho sintiendo lo caliente que estaba y dijo:
– ¡Sí, métemela toda hasta el fondo!
Yo, como un desesperado, metía mi verga sin compasión, y no tardé mucho en correrme dentro de ella, sintiendo que no terminaba de lanzar chorros de leche calientita, hasta que terminé agotado encima de ella. Pasaron cinco minutos y ella se levantó, me tomó de la mano y me llevó a la habitación para tumbarme boca arriba sobre la cama y comenzar a besarme y tomando mi verga, que estaba encogida, la engulló y a los pocos segundos comenzó a levantarse, ya que Adela mamaba como una diosa, me lamía los huevos con maestría y ya mi verga estaba lista para otra sesión de sexo.
Entonces soltó mi verga y se subió encima de mí, cogió mi polla con una mano, la dirigió hacia su chocho y empezó a sentarse en ella comenzando a realizar movimientos lentos de arriba hacia abajo y luego en círculos y entonces a sentir como contraía su vagina y apretaba mi verga, como si me exprimiera y así comenzó a moverse cada vez más y más rápido, yo tomaba sus tetas entre mis manos y le pellizcaba sus duros pezones duros. Ella solo decía:
– ¡Así, cariño, tócame, soy toda tuya!
Comenzaba a retorcerse de placer al igual que yo y después de unos diez minutos de estar en esa posición, ella se apartó, se puso a cuatro patas y me preguntó:
– ¿Quieres metérmela por detrás? – yo puse cara de sorpresa pero le dije que me encantaría a lo que ella añadió – Entonces penétrame por detrás, quiero que me lo metas en mi culo ansioso de verga.
Se lo empecé a besar, recorriendo con mi lengua el agujerito apretado, luego bajaba a su raja, tomaba algunos jugos y con ellos lubricaba ese culo precioso. A continuación comencé a ensalivar mi verga para que pudiera penetrarla con más facilidad y coloqué la punta en ese agujero que se resistía a ser penetrado, pues ella me dijo:
– Con cuidado, amor, ya que nunca me la han metido por aquí.
Esa confesión hizo que ni verga se pusiera más dura de lo que estaba, ya que me estaba regalando la virginidad de ese pequeño e indefenso agujerito. Entonces comencé a presionar, entró el capullo y ella lanzó un grito de dolor. Me detuve unos instantes y volví a meterlo un poco mas hasta que por fin sentí como mis huevos chocaron contra su raja. Que sensación más agradable es la de tener enculada a una mujer, sentir como tus huevos pegan en la raja mojada y caliente de su coño y como su culo te aprieta como exprimiéndote. Una vez acostumbrado su ano a mi verga empecé un metisaca lento haciéndola disfrutar del placer anal diciéndome:
– ¡Aaah… que gusto, cariño, así, métela toda dentro de mi agujero, rómpeme el culo… aaah…!.
Comencé a metérsela cada vez con más fuerza, cada vez más rápido y ella también empujaba su nalgas hacia atrás para sentir mi verga dentro de su culo hasta que llevó su mano hasta el clítoris y se masturbó muy rápido hasta retorcerse de placer al obtener su segundo orgasmo, pero para mi sorpresa siguió masturbándose sin parar y otra vez tuvo otro orgasmo. Yo seguía dentro de su culo metiendo y sacando mi verga hasta que sentí que estaba a punto de acabar diciéndome ella:
– Córrete en mi boca, quiero comerme toda tu leche.
Me salí de su agujero, coloqué mi polla en su cara y ella, cogiéndomela con una mano, empezó a menearla de arriba abajo con su boca abierta hasta que no pude más y descargué mi chorros de leche, que fueron directos a su garganta. Cuando terminé de correrme, ella siguió lamiendo toda mi verga hasta dejarla limpia de semen.
Después de eso quedamos en vernos otra vez en algún otro lugar para seguir saciando nuestra sed de sexo.
Saludos y hasta otra.