Relato erótico
Quedé satisfecha
Su marido se fue de viaje por unos días. La llamó un compañero de trabajo de él y la invitaron a una fiesta que hacían en una casa. Ni se lo pensó, reconoce que es una golfa y tenía ganas de polla. Lo pasó genial.
Nuria – TARRAGONA
Aquel día fui a la fiesta de un compañero de trabajo, Alberto. Mi marido había salido de viaje a Córdoba y me apetecía “golfear” un poco. Me puse un vestido rojo ceñido al cuerpo y unos zapatos de taco alto que me hacían las piernas preciosas.
En cuanto llegué se me acercaron todos los tíos de la fiesta para decirme que estaba muy guapa y piropearme.
Ya entrada bien la noche miré a mí alrededor y solo quedábamos seis personas y la única mujer era yo, casi todos los hombres estaban un poquito pasados de copas incluyendo mi amigo Alberto, algunos oía que decían:
– A esa de rojo yo me la…
Alberto y yo les sonreíamos y después de servirnos otra copa, uno de ellos, Ernesto, me invitó a bailar y yo acepté, pues la verdad también llevaba unas copitas de más. Cuando estábamos bailando me dijo:
– Nuria, estás preciosa, y deseo tenerte junto a mí, me tienes muy caliente y con deseos de cumplir lo que he dicho sobre la de rojo.
Yo acepté sus cumplidos con una sonrisa y al final le di un pequeño beso en la mejilla, pero como él se dio cuenta de mis intenciones comenzó a acariciarme la espalda y luego bajó sus manos hasta agarrarme las nalgas como para abonar terreno. Yo le sonreí aceptando la situación, mientras comenzó a besarme el cuello y a frotarme la polla por mi cuerpo. Noté como su rabo crecía. Los demás con lo que estaban observando, se fueron poniendo cachondos.
Yo me derretía, no dije nada y me dejé hacer cerrando los ojos. Luego la música terminó pero él no me soltó y me siguió besando y apretándome contra él. De pronto sentí que alguien se me acercó por detrás.
– Hola, Nuria.
Era otro de ellos y también comenzó a tocarme y a restregar la polla contra mis nalgas. Eso me excitó tanto que me empecé a mover rítmicamente para sentir mejor la verga que tenía atrás y la que tenía adelante. Sentía sus panzas presionándome y sus vergas frotándose contra mis nalgas y mi pubis.
Mi acompañante Ernesto, me acariciaba los pechos y yo acariciaba su protuberancia sobre su pantalón, hasta que dejamos de frotarnos los tres y todos nos aplaudieron y me pidieron que les hiciera un striptease. Yo les dije que no sabía cómo, pero podía bailar para ellos, todos me motivaron y baile, quitándome el vestido, y así en ropa interior me moví lo más que pude delante de mis cinco galanes. Esto último termino de calentarlos y todos se tocaban las pollas.
Nuevamente se acercó Ernesto, quien creo que era el que más ganas tenia de hacerme dichosa, así que llevé mi mano sobre su gran verga, lo besé y arrodillándome cogí su polla y empecé a hacerle una buena mamada. Me la metía en la boca con tantas ganas que no me di cuenta que tres más de ellos estaban junto a mí y que ya me manoseaban, quitándome la ropa interior, así quedé sin nada, completamente desnuda y dispuesta para que manosearan mi cuerpo.
Mientras tanto, yo seguía mamando la verga de Ernesto y no podía ser más feliz con ese miembro en mi boca. Entonces logré oír que uno de ellos dijo:
– ¡Qué garganta tienes, que bien la chupas!
Todos se quitaron la ropa y se me acercaron. Aquello era una locura, ya que poco a poco iba mamándolas todas. Me besaron el coño, introdujeron sus lenguas chupando mi clítoris, mordisqueándolo hasta que me corrí y bañe sus bocas con mis jugos.
Entonces me giraron y empezaron a darme mordiditas en las nalgas y a chuparme el ano, metiendo su lengua en mi agujerito. Luego comenzaron a morderme los muslos, las pantorrillas, la espalda y eso me tenía loca, más cuando uno de ellos me metió sus dedos en el coño y comenzó a moverlos de maravilla.
Desde ese momento no dejé de tener una polla en la boca mientras me metían los dedos en el coño y me chupaban el ano, hasta que comencé a pedir que me follaran, pero uno dijo que no había condones. Yo les pedí que me follaran aunque fuera sin condón y así lo hicieron, poniéndose de acuerdo para ver quién era el primero.
Ernesto tuvo la suerte de ser el primero, me llevó hacia el sillón, se recostó y me dijo:
– Ahora sí, Nuria, voy a cumplir un deseo que tengo desde hace mucho.
Lo monté como una amazona, su polla entro de golpe y empecé a cabalgarlo. Mientras tanto, no sé quién era, pero me comían el culo de maravilla, hasta que creyeron que estaba a punto para meterme un buen rabo. Me sorprendí, pero estaba tan caliente que aquella doble penetración me estaba volviendo loca. Por supuesto los demás se pusieron detrás del sofá para que les mamara la polla. Era una orgía en toda regla.
Notaba como las vergas de esos hombres casi se tocaban dentro de mí y luego como entraba una mientras la otra salía rítmicamente… Mientras tanto, Alberto me tenía agarrada de la nuca y bombeaba su verga en mi boca, sintiendo que gemía previniendo su corrida y aceleré mi chupeteo en la verga que mamaba. Entonces Pedro sacó su verga de mi dolorido culo y bañó todas mis nalgas con su leche mientras Alberto eyaculaba en mi boca sin que yo dejara escapar una sola gota de semen.
Ernesto me extrajo el objeto de mis placeres, se tendió en el suelo, me tiró hacia él y yo dirigí su verga, que se encontraba toda erecta y mojada, a mi coño y con movimientos circulares me la metí, allí nuevamente, hasta quedar totalmente ensartada.
Los otros dos señores, que todavía no se corrían, se acercaron también y uno de ellos, Antonio, cogió mi cara y mostrándome su verga me la pasó sobre toda mi cara y me dijo:
– Chupa, úntame la verga de saliva que te voy a taladrar el culo.
Yo lamí su verga mientras cogía sus huevos con mis manos, y él, colocándose encima de mí, que estaba tendida en el suelo con la verga de Ernesto en mi coño, me dijo:
– Pon el culo que te voy a clavar.
Situándome de tal manera que no se saliera la verga de Ernesto de mi coño, me la clavó en el culo. De un empujón me la enchufó entrando fácil, pues ya estaba abierto y lubricado.
Al rato, Ernesto pidió intercambiar lugares, así que me separé y me giré para que él me diese por el culo y los dos señores, Antonio y el otro que no recuerdo como se llama, se alternaran con mi coño y mi boca.
Todos cogimos un ritmo adecuado y seguido, me besaban las tetas, la espalda, me tocaban y apretaban, me daban palmadas en mis nalgas y apretaban mis tetas, hasta que cogimos un ritmo delicioso que nos hizo llegar al placer. Todos nos corrimos casi al tiempo.
Entonces miré a mi lado y observé que Alberto y Pedro se estaban masturbando, me abalancé sobre esas grandes vergas y me metí la de Alberto. ¡Qué se encajaba en mi coño! Me bombeó durante un rato y después lo hizo Pedro, hasta que, finalmente, me arrodillé frente a ellos para tragarme la leche que inmediatamente empezó a salir de sus jugosas vergas. Me encanta tragar leche, para mi es una deliciosa lechita, una rica cremita… de hombre.
Cuando terminaron todos se acostaron en los sillones del salón. Todos estábamos desnudos y mientras me servían una cerveza, pues ya se había acabado todo el vino, me di cuenta que estaba siendo el juguete sexual de cinco hombres maduros, pero muy experimentados.
Tomé mi cerveza y me dirigí al baño para reponerme un poco y ponerme mi ropa. Así acabó esta inesperada pero maravillosa orgía.
Besos.