Relato erótico
¡Que peligro!
En cuanto vio a la nueva recepcionista pensó que le gustaba y que era un peligro para relación con su novia. Todo salió bien y su novia no se enteró de nada.
Carlos – Valladolid
Durante un tiempo, antes de tener mi negocio propio, trabajé en una compañía que se dedicaba a la reparación de ordenadores. Entonces yo era soltero a pesar de tener novia, en ocasiones salía con amigas a tomar café o una copa, nada mas allá de mantener conversación. Pero un día en mi trabajo, contrataron una recepcionista, vinieron las presentaciones de rigor y el que primero que ligó con ella fue mi jefe, el gerente de servicio. Los primeros días se iban a comer juntos; por la mañana la saludaba y en el transcurso del día hablábamos, pero solo cosas superficiales, hasta que un viernes, mi gran jefe tuvo una reunión y yo aproveché para invitar a comer a Marisa, no pensaba desaprovechar esa oportunidad, ya que verdaderamente me gustaba.
Era alta, de cabello negro hasta los hombros, piel canela, delgadita, se notaba que hacia ejercicio porque cuando usaba falda se le veían divinas las piernas, y lo mejor eran sus labios carnosos y sensuales. Como veréis no era una chica exuberante ni del tipo modelo de pasarela, pero la sensualidad le salía por los poros. Ella acepto mi invitación y a la hora de la comida hablamos de todo, en una hora hicimos resumen de nuestras vidas; ella era divorciada, a sus 29 años, y con un pequeño de 1 año. Le conté de mi novia. De regreso a la oficina, le pregunté que cuando la podía invitar a tomar un café, su respuesta me molestó un poco, ya que me dijo:
– El día que te de permiso tu novia.
Le respondí que le pediría permiso y después le avisaba. Durante toda la tarde me estuve diciendo mil veces idiota por decirle de mi novia, pero ya lo había hecho, ya no había cuenta atrás. Entonces, yo trabajaba también por mi cuenta y por la tarde tenía que visitar a un cliente, así que a la hora de la salida nos volvimos a ver y me preguntó a donde iba, le dije a donde y me pidió si la podía llevar, que a donde iba quedaba cerca de su casa. Subimos al coche y seguimos hablando. En un semáforo que nos toco en rojo, al girar para verla, me dijo que tenía cara de pícaro y coqueto, me sonrojé un poco y solo le respondí que no era cierto que porque lo decía, me respondió que por mi forma de mirar, le dije yo que solo miraba así cuando alguien me gustaba muchísimo, deje de mirarla cuando el semáforo se puso en verde.
En el camino seguimos hablando y me preguntó que si de verdad ella me gustaba, le respondí afirmativamente, saqué de mi bolsa unas pastillas de menta y le ofrecí una, pero no quiso. Yo me metí una a la boca. Al siguiente semáforo que nos detuvimos me dijo que había cambiado de idea, que quería una pastilla, le acerqué el paquetito, pero ella cogiéndome de la corbata me dijo que quería la que tenia en la boca, dicho esto unió su boca a la mía para sacarme la pastilla, la cual le di con gusto mientras saboreaba esos encantadores labios. Las bocinas de los coches de atrás nos forzaron a separarnos, reanudé la marcha y guardé silencio, no sabia que decir, hasta que ella fue la que hablo.
– Sabes, tú también me gustas y mucho, desde el primer día que te vi, por eso acepté la invitación a comer y quieres que te diga algo… No se a donde vas a ver a tu cliente, yo vivo en el centro, pero quería estar contigo un rato mas, además me moría de ganas de besarte, tienes una boca muy apetecible…
Me quedé sorprendido, nunca me habían dicho algo así (posiblemente porque todas mis vivencias habían sido con chiquillas inmaduras aunque no por eso menos calientes), su naturalidad para hablar respecto a sus antojos y gustos. Cuando acabé la visita con mi cliente, la invité a tomar un café. Ya en la cafetería seguimos hablando de mil cosas. Cuando me trajeron mi café también me pedí nata, le dije que me encantaba con él café pero que la forma en que me gustaba más era sobre el cuerpo de una preciosa mujer, se rió coquetamente y se coloco nata en los labios como retándome, así que me acerqué a ella y le retire la crema con mi lengua, se volvió a reír al tiempo que me decía que mi lengua era muy traviesa, yo le respondí que le faltaba ver lo mejor, que eso solo era un pequeño besito travieso.
Nos reímos juntos y continuamos charlando hasta muy tarde, pedí la cuenta y nos fuimos. En el camino a su casa, se estaba quedando dormida, le pregunte que si la había aburrido, me dijo que no pero que a esa hora ya tenía mucho sueño, le respondí que no se durmiera, porque yo solo sabia un modo de despertar a una mujer, me preguntó cual era ese modo, le respondí que haciéndole el amor. Decidí lanzarme de una buena vez, se sorprendió con mi respuesta pero la de ella me sorprendió aun más.
– Mejor hazme el amor antes de dormirme y después me despiertas haciéndomelo de nuevo.
Decidí llevarla a mí casa con su consentimiento. Llegamos y nos sentamos en el salón, puse algo de música. Estábamos sentados uno al lado del otro así que no fue difícil que empezáramos a besarnos, esta vez en forma más ardiente y pasional. Al tiempo que la besaba, mis manos recorrieron sus firmes piernas hasta donde su estrecha minifalda me lo permitía. No usaba medias; se levantó un poco y esto me permitió subir su falda. Mientras tanto, ella ya había desabrochado por completo mi camisa y continuaría con mi pantalón; me desnudó primero dejándome solo en ropa interior, para entonces mi polla estaba a mil y se asomaba fuera de mi slip. La levanté un poco para quitarle la falda, después le desabroché uno a uno los botones de su blusa.
Así en ropa interior nos seguimos besando, pero ahora le acariciaba la totalidad de sus piernas, al tiempo que besaba su cuello y ella acariciaba mi polla sobre la ropa. Bajé mi boca hasta sus pechos aun cubiertos con un pequeño sujetador de color negro, lo desabroché para poder besar sus calientes y puntiagudos pezones, ella empezaba a gemir y su respiración se hacia más rápida y audible a cada beso y caricia mía. Subí mi mano por sus muslos hasta llegar a sus braguitas, pude sentir lo mojado y el calor de su vagina en mi mano, retiré un poco su braguita para poder sentir los bellos de su pubis, bajé mi boca de sus pechos por su estómago y cadera hasta llegar a su vagina, retiré del todo su braguita y besé sus labios vaginales, para luego buscar con mi lengua su clítoris, ella gemía y gritaba que no me detuviera.
Después de un buen rato de darle lengua conseguí que tuviera dos orgasmos y estuviera completamente empapada y lubricada, el sabor de sus jugos era magnífico. Cuando sentí una tercera convulsión en su cuerpo, señal de un nuevo orgasmo, me cogió para que me recostara sobre ella y me besaba la boca de una forma muy lujuriosa. Estando así en esta posición, ella abrió sus piernas para invitarme a entrar, al tiempo que me decía:
– Quiero que me folles, ¡metérmela de una vez que me muero por sentirte!
No perdí el tiempo y coloqué la cabeza de mi polla en su entrada del placer. Por la buena lubricación y el calor, se la pude meter de un solo golpe, ella grito y poco a poco empezamos a movernos, parecía que habíamos follado desde hacia mucho tiempo, el ritmo que teníamos era muy acompasado al mismo tiempo y ritmo, ella me abrazaba con sus piernas y arañaba mi espalda al tiempo que me gritaba todo tipo de cosas. Después de un rato cambiamos de posición, me senté en el sillón y ella se sentó de frente a mí y fue ella misma quien se metió mi polla esta vez. Esta posición en especial me encanta porque podía besar sus tetas al mismo tiempo que la tenía sobre mi polla.
Ella se levantaba y bajaba de mi polla con gran rapidez; con este movimiento sus pechos se movían como en un baile de lujuria. Cuando le dije que estaba a punto, se levantó y se arrodilló frente a mi y al tiempo que jugaba con mi polla en su mano derecha y me lo chupaba, su mano izquierda se perdía en su vagina. Terminé en un gran chorro de semen, todo lo recibió dentro de su boca, algunas gotas se escurrían por la comisura de sus labios, pero ella con sus dedos recogía esas gotas y se las llevaba a la boca. Nos levantamos, pensé que se vestiría para que la fuera a dejar pero no fue así, me preguntó donde estaba la habitación, le indiqué el camino y mientras subíamos la escalera, me dijo:
– Recuerda que te dije que me hicieras el amor antes de dormir y después me despiertas haciéndome el amor, así que vámonos a dormir que al rato quiero ser despertada con una buena follada.
Acepté de buen gusto y nos acostamos a dormir. Me excitaba la idea de volver a follar con una hembra como Marisa al despertar. Por la mañana desperté alrededor de las 11, lo primero que vi fueron las tetas de Marisa y como buen caballero me dispuse a cumplir mi promesa de despertarla haciéndole el amor, así que mi boca se apoderó de sus pechos y mordisqueaba sus duros pezones, mi lengua recorrió todo su cuerpo y cuando iba subiendo por sus muslos hacia su chocho, fue cuando ella despertó gimiendo, diciendo que era un placer despertar así, rápidamente me acerqué a su vagina metiendo mi lengua dentro de ella, se revolcaba de placer y sus gritos se podían oír en toda la casa.
Después de un rato así como estaba ella acostada boca arriba, le levanté y abrí las piernas, pero esta vez no puse mi polla en su vagina, lo dirigí justo a la entrada de su ano. Ella al parecer nunca lo había probado porque pareció asustarse un poco, le dije que tuviera calma que no le haría daño. Aprovechando los jugos que escurrían de su coño, le lubriqué su ano y poco a poco fui metiéndosela, deteniéndome de vez en cuando para que su ano se acostumbrara a su inquilino. Después de casi 10 minutos por fin se la había metido toda, sentía mis pelotas chocar con sus nalgas, así quieto permanecí un momento más hasta que ella misma comenzó a moverse un poco y yo me dispuse a meter y sacar mi masa de carne en su ano.
Después de un tiempo mis metidas eran fuertes y rápidas, ella gritaba que la estaba partiendo en dos que era buenísimo ser follada por su culito. Fue tanta la excitación que tenía, que se metió dos dedos de su mano en la vagina. Estaba gozando muchísimo, hasta que sonó el timbre de la puerta. En ese momento recordé que había quedado con mi novia en ir de compras juntos y ella era quien llamaba a la puerta, pero yo no tenía pensado dejar a medias al portento de mujer que estaba disfrutando mi polla, así que únicamente me recosté sobre Marisa para besarla y apagar un poco sus gritos. Cuando ella alcanzó su cuarto orgasmo de la mañana, lo hicimos al mismo tiempo y mi chorro de leche le inundó el culo. Me recosté a un lado de ella y nos abrazamos, el timbre había dejado de sonar y fue cuando ella me preguntó que si esperaba a alguien, le comenté lo de mi cita y pareció causarle gracia, porque me dijo:
– Que bien, la pobre de tu novia tocando el timbre y tú aquí haciéndome gozar con tu deliciosa polla y tu leche.
Le respondí que no podía desperdiciar la oportunidad de hacerle el amor de nuevo, porque no sabia cuando se volvería a repetir nuestra velada, ella me miró fijamente y me dijo en tono muy serio:
– Pues estás en un grave problema, porque me ha encantado tu forma de follar y no dejaré que pase mucho tiempo para volver a entregarme a ti y volver a sentir tu caliente polla y que me hagas gozar de nuevo, de ser posible te quiero dentro de mi diario.
Al terminar de decir esto se levantó un poco y comenzó a chuparme la polla de nuevo hasta que estuvo dura y lista de nuevo. Era divino sentir su lengua recorrer cada centímetro de mi polla… En eso sonó el teléfono, era mi novia y decidí contestar a la llamada, mientras hablábamos, ella no dejaba de jugar con mi miembro, le expliqué que tuve que salir de urgencia por unos papeles.
Mientras Marisa se sacó mi polla de su boca y se subió sobre mí, metiéndose toda mi polla dentro de su vagina de un solo golpe, así que mientras yo trataba de explicarle a mi chica mi ausencia, estaba siendo follado por Marisa. Sus movimientos eran circulares y me estaba llevando a la locura, me costaba un enorme esfuerzo mantener la calma y seguir hablando con mi chica, me dijo esta última que en una hora pasaba de nuevo a por mí y colgó.
Me encontraba súper excitado por la situación que se me había presentado y sin avisar a Marisa me corrí en un mar semen que solté por completo en su chocho, ella lo sintió y se la sacó para chupármela y dejarla limpia. Nos dimos una ducha, nos vestimos, bajamos a desayunar y justo cuando la acompañaba a la puerta, tocó mi novia, yo no supe que hacer, más aun cuando Marisa abrió la puerta, pero ella misma me dio la solución, salió caminando y girándose hacia atrás a donde estaba yo diciéndome:
– Bueno Carlos, mañana paso por los papeles ya listos para entregarlos el lunes a primera hora a los clientes.
Se retiró y lógicamente mi chica me preguntó un tanto molesta quien era, le dije que era la secretaria del jefe que me había llevado unos documentos para presentar una propuesta que urgía para el lunes a primera hora y como yo tenia que ver otro cliente, pues me los trajo y ella misma los recogería para dárselos a mi jefe. Quedó convencida y nos fuimos de compras.
Un abrazo.