Relato erótico
¡Que ganas te tengo!
Hacía un mes que no veía a su novia y tenía ganas de follar con ella. Fueron a una fiesta popular con una amiga y como se pasó tomando copas les dijo que iba al coche a descansar…
Pepe – CÁDIZ
Hola Charo, esta es una historia que sucedió hace un tiempo en el que yo salía con una chica de Cádiz. Macarena, es rubia y con los ojos azules, de 1,60 de estatura, delgadita pero con los pechos muy grandes. Yo, por motivos laborales, viajaba a menudo y en esta fecha llevaba un mes sin verla.
Quedamos para ir a una fiesta popular que se celebra en septiembre y tiene lugar en un terreno situado en las afueras. En esta fiesta toda la gente bebe jerez y siempre está llena de gente a rebosar. Estuvimos allí un rato y después fuimos al centro a tomar algo.
Yo aquél día no bebí casi nada, aunque es extraño, porque en las fiestas le doy al whisky bastante bien, y a los demás alcoholes también, y estaba sereno. Pero mi novia Macarena iba bebida. Junto a nosotros iba una amiga suya que se llama Carmela y es también de Cádiz y precisamente aquel día estaba un poco deprimida porque su novio la había dejado. Esta amiga es la única, de las que tiene Macarena, que me caía bien, por que las otras son unas pijas de cuidado.
Estuvimos tomando unas cañas, luego fuimos a comer una pizza y al final volvimos a los bares. Hacía las 2 de la mañana Carmela quería ir a dormir a mi coche porque no quería irse a casa, ya que estaba bastante bebida y no quería que sus padres le pillasen, así que le dejé las llaves y le dije que luego pasaríamos por allí a ver como estaba.
Una hora después, más o menos, a Macarena y a mí nos empezó a entrar la calentura y fuimos al coche que lo tenía aparcado en un descampado bastante grande que está en el centro del pueblo. Es un lugar muy oscuro y por allí nunca pasa nadie.
Mientras nos dirigíamos al coche nos paramos en un callejón que había de camino y nos empezamos a magrear y a meter mano pues yo llevaba un montón sin mojar y ella iba totalmente desinhibida por el alcohol.
Comencé a acariciarle los grandes pechos y a meterle la mano dentro del pantalón para acariciarle el clítoris. Ella estaba que no aguantaba y, como hacía siempre, me abrió la camisa al tiempo que ella se levantaba la camiseta que llevaba pues le gustaba sentir sus pechos rozando contra mí.
La estuve acariciando y ella rodeaba mi cuello con los brazos para sujetarse hasta que el típico tembleque me indicó que estaba llegando al orgasmo. Cuando se tranquilizó un poco, ella me correspondió bajándome un poco los pantalones y sacando mi polla, se agachó y se la metió en la boca, dándole un par de chupadas. Luego se volvió a levantar y entonces empezó a masturbarme con una mano mientras con la otra me acariciaba los testículos y también a veces me acariciaba el ano con el dedo índice, prodigándome sus caricias hasta que me corrí en su vientre.
Después de esto y saciados, en principio, fuimos hasta el coche. Por el camino Macarena me contó que Carmela estaba así porque su novio la había desvirgado y justo después de acostarse con él la había dejado. Yo le conteste que se tranquilizara, que en cuanto le echaran un buen polvo se le pasaría. Nos estuvimos riendo hasta la puerta misma del coche. Al llegar allí, Macarena llamó a Carmela y le dijo:
– ¡Venga, despierta, que necesitamos el coche!
Pero como Carmela estaba cabreada y no tenía humor para aguantar bromas le dijo:
– Aquí podéis hacer lo que queráis que yo no os voy a molestar.
Carmela estaba tumbada en el asiento de atrás, el coche era un Opel Corsa y digo “era” porque días después lo estampé contra un muro. Estaba tapada con una cazadora y al momento se durmió de nuevo. Nosotros nos fuimos a los asientos delanteros y pusimos música, esperando a que Carmela le diera por despertarse. Pasados unos minutos comenzamos a besarnos y yo me pasé al asiento del copiloto y Macarena se sentó a horcajadas frente a mí. Volvimos a besarnos y a acariciarnos aunque ella estaba inquieta por si su amiga la veía pero yo le metía la mano por la parte de la espalda y sin quitarle los pantalones acariciaba su culo, le pasaba el dedo muy despacio por el clítoris, lo mojaba y subía despacito hacia su ano, hacía presión sobre él y vuelta a empezar. Ella no aguantaba más. Como os he dicho cuando se excitaba necesitaba sentir sus tetas rozando contra mí, además, a veces cogía mi mano y la llevaba a sus pechos y hacía presión, haciendo que yo se las apretase. Entonces acercó su boca a mi oreja y susurró:
– Que mire y sepa lo que es un buen polvo.
Se quitó la camiseta y se quedó con las inmensas tetorras al aire, pues casi nunca utilizaba sujetador. Yo le empecé a rodear la aureola del pezón con la lengua y cuando estaba ya excitada a tope, le mordisqueé el pezón. A esto yo tenía curiosidad en lo que hacía Carmela, así que sin que Macarena se diera cuenta, giré el espejo retrovisor para tener panorámica de lo que sucedía en el asiento de atrás, pero debido a que Macarena estaba erguida y había muy poca luz no tenía buena perspectiva.
Seguimos igual hasta que yo le bajé los pantalones y le dejé el culo al aire, se lo acariciaba y le metía un dedo en el coño y otro en el ano, ella se movía sin parar pero a mí no me tocaba, tenía una mano sujetando el reposa cabezas del asiento del piloto y la otra en la manilla de sujeción que suele haber encima de la puerta del acompañante. Los dedos se los iba metiendo y sacando despacito y, a veces, se los apretaba haciendo tenaza.
Ella no paraba de jadear y las ventanillas del coche estaban llenas de vaho. Siempre que follábamos ella me decía al oído cosas como:
– ¡Así mi semental, hazme sentir! – y cosas por el estilo, ella pensaba que me excitaba, pero lo que hacía era desconcentrarme, por lo que tardaba aún más en correrme y Macarena se volvía loca.
Ella se desabrochó los cordones de una bota, se la quitó y se sacó la pernera del pantalón, dejándose puesto un tanga de color violeta. Acto seguido me bajó la bragueta del pantalón y desabrochando el botón me dijo:
– ¡Levanta el culo!
Yo lo hice y me bajó los pantalones. Ella se colocó encima de mí y se apartó el tanga para que la empalase, pero yo quería putearla ya que no me había tocado ni siquiera la polla, así que no se la metí y seguí acariciándola con una mano en su culo y la otra en su vientre para mantenerla a una distancia prudente. Ella es reía y decía:
– ¡Eres un canalla, fóllame ya!
Macarena de vez en cuando me acariciaba la cabeza y desviaba la vista al asiento de detrás, y yo, aunque miraba por el espejo, no veía nada. Seguimos así unos minutos, yo mordiéndole las tetas y con un dedo en el culo, pero sin metérsela. A esto oímos la voz ronca de Carmela que decía:
– ¡Fóllatela ya de una vez! ¿No ves que ya no aguantamos?
Entonces recliné del todo el asiento del copiloto, le quité a Macarena la otra bota y le saqué el tanga, desnudándola por completo, Macarena se colocó mi polla en la entrada del coño y se dejó caer de golpe, haciéndome sentir su coño ardiendo y mojado. Pero ella hacía unas semanas que tomaba la píldora y nunca lo habíamos hecho a pelo. Empezó a moverse en círculos, subía y bajaba, cada vez más deprisa hasta que se corrió y cayó desfallecida encima de mí. No había tardado ni siquiera un minuto desde que se la había metido.
Yo, como no había acabado, le hacía indicaciones para que se moviera, pero ella estaba cansada y no seguía, pero como me vio así, se levantó y se la enfocó hacia el culo. Ella sabía que cuando se la metía por el culo me corría enseguida. Cuando se la empezó a meter miró hacia el asiento de atrás y le dijo a Carmela:
– ¡Ahora por el culo! – dejándose caer poco a poco.
Se la metió hasta el fondo, abriendo la boca como un pez y con la mandíbula desencajada. Se apoyó con una mano en el salpicadero y se empezó a acariciar el coño. Yo miraba como se tocaba y como se arqueaba hacia atrás, mostrándome sus pechos y su vello rubio y recortado. Comenzó a apretar y aflojar el culo, pero sin moverse en vertical hasta que notó en mi cara que estaba acabando, comenzando a decir:
– ¡Córrete para nosotras, así… así…!.
Entonces movió el culo arriba y abajo unas cuantas veces hasta que me corrí. De pronto, miró la hora, le entró la prisa, ya que su padre es muy severo y no le gusta que llegue a casa muy tarde y siempre antes de las 5. Yo me vestí y pasé al asiento del piloto, arranqué el coche y Macarena me dijo:
– Vete primero a casa de Carmela, porque no me fío de vosotros ni un pelo.
Mientras iba conduciendo hacia la casa de Carmela, pensaba en que nunca había visto así a mi novia, tan excitada y desnuda en medio de un descampado con una amiga mirándonos, ella que es tan celosa y que nunca se pone en top-less en la playa, con mi polla en su culo vibrando de placer y masturbándose frente a nosotros. Cuando llegamos a casa de Carmela ella se acercó a mi asiento y me dijo:
– Me ha gustado bastante la faena, si tienes un amigo que folle tan bien como tú me llamas y que pena que Macarena no te dejase mirar lo que yo hacía – puso una mano debajo de mis narices y añadió – Huele.
Su dedo olía a flujo y a sudor. La cerda se debió estar metiendo los dedos en el coño. Luego se bajó. Macarena se reía y me dijo:
– Seguro que de esta aprende que más de uno puede follar tan bien o mejor que su ex.
Cuando llegué a casa tuve que masturbarme para quedarme dormido, tal era el grado de excitación que el olor de Carmela me había hecho sentir. Nunca había pensado que pudiera ser así ya que es muy recatada y tenía unos valores morales bastante altos aunque comparados con los míos, altísimos
A mí solo se me pasaba por la cabeza como quedarme a solas con Carmela y darle una buena sesión. Pero la verdad, eso nunca sucedió y ahora que lo pienso, me gustaría encontrarla un día por la calle.
Besos.