Relato erótico
Problema solucionado
Estaba pasando unos días en Barcelona por motivos de trabajo. Había ido a la estación a tomar un café. En la mesa de al lado estaban dos chicas inglesas que estaban hablando muy preocupadas porque les habían robado la mochila.
Rafael – Córdoba
Estaba tomando un café en un bar de la estación del tren, en Sants, Barcelona, ciudad donde me encontraba por mi trabajo e iba a permanecer unos días. En la mesa vecina dos jovencitas, inglesas por su acento, hablaban muy nerviosas en medio de llantos y no pude evitar escuchar la charla. Resulta que mientras dormían en el tren les habían robado las billeteras con el dinero y las tarjetas de crédito y estaban ahora perdidas en la ciudad esperando encontrar una solución. No sabían que hacer primero, si ir al banco para anular las tarjetas, llamar a casa para que les manden un giro o denunciar el robo en la policía. ¿Como se arreglarían con no más de 10 euros en el bolsillo? Me acerqué y las saludé en inglés, lo cual les produjo la primera sonrisa del día. Me disculpé por haber escuchado la conversación pero no lo había podido evitar y me ofrecí a ayudarlas a pasar el mal momento y tratar de dar con una solución. Las invité a otro café y a un sándwich, pues no habían comido nada desde ayer.
Nos presentamos.
– Yo soy Rafael – les dije.
Ellas se presentaron como Alisson y Jenna, dos inglesitas que paseaban por Europa y Barcelona era la última ciudad, antes de volver a Londres la próxima semana.
– Chicas, tranquilas – les dije – yo os voy a ayudar. Primero vamos a ir a mi hotel a dejar las mochilas, luego iremos a la policía a denunciar el robo y con el papel de la denuncia, al banco a anular la tarjeta y pedir un poco de dinero para que os arregléis hasta que os manden dinero de casa. Podéis estar contentas que no os robaran los pasaportes.
Así fue, hicimos todo el recorrido de acuerdo al plan. El único problema era que el giro tardaría dos o tres días, lo mismo que nuevas tarjetas, y como el crédito de las chicas era muy pequeño, el banco solo les adelantaron 60 euros a cada una. Las dos chicas se habían tranquilizado, eran muy simpáticas y no sabían cómo agradecerme la ayuda que les brindé, pero no todo se había solucionado pues con aquel dinero no iban a llegar muy lejos, no que digamos.
Como ya era mediodía y fuimos a almorzar, les ofrecí quedarse en mi hotel por estos días hasta que les llegara el giro y las nuevas tarjetas. En mi habitación había una cama doble y un diván, con lo cual se podrían arreglar, así mismo les ofrecí que yo correría con los gastos de comidas y paseos hasta que llegara el giro y me devolverían el dinero. Aceptaron de inmediato y viendo que los problemas más o menos se habían solucionado, les cambió el humor y aparecieron dos hermosas jovencitas, alegres y dicharacheras que querían pasear y divertirse cuanto más mejor y olvidar el percance que habían tenido. Ahora voy a hacer un paréntesis para describirlas. Alisson tenía 23 años y era una morena de pelo largo y lacio, ojos oscuros, piel aceitunada, delgada, con tetas redonditas y tiesas, culo chiquito y salido, pero lo más llamativo eran sus labios, rojos y carnosos, con una dentadura blanca como marfil. Su sonrisa podía derretir a cualquiera.
Jenna era amiga de Alisson y tenía solo 20 años, era más baja, de cabello castaño, llena de rizos que le caían sobre los hombros, ojos color miel y labios finitos. Era más rellenita que su amiga pero no menos atractiva, sus tetas eran mucho más grandes y su culo carnoso, pero firme.
Esa tarde paseamos por las calles de Barcelona y nos comportamos como turistas típicos, visitando y caminando sin parar, pese al calor y a la humedad. Al dar ya las siete, sugerí que volviésemos al hotel para cambiarnos, bañarnos y salir a cenar. Pedí en recepción que transformasen mi habitación en una triple y nos trajeran toallas y sabanas para los tres. Tuve que pagar un pequeño suplemento pero no de importancia. Alisson y Jenna estaban muy cansadas y sugirieron que pidiésemos algo de comer en la habitación pues les dolían tanto los pies que no podían dar un paso más después del día que pasaron. No me importó. Solo quería bañarme y luego ya bajaría a comprar una pizza.
Me estaba bañando cuando, para mi sorpresa, las dos entraron al baño, se desnudaron y se metieron en la bañera conmigo. Reían mientras me enjabonaban todo el cuerpo. Pasados los primeros segundos de sorpresa no solo no me opuse sino que acepté el juego de mil amores. Los tres nos enjabonamos unos a los otros, culos, coños, polla, huevos y cada rincón de nuestros cuerpos. Mientras nos besábamos y reíamos, nos enjuagamos y luego nos secamos mutuamente.
Salimos del baño y nos tiramos en la cama. Me dijeron que todo aquello era un adelanto por el pago de la deuda que tenían conmigo. No lo he dicho antes, pero tengo 39 años y entre las dos chicas juntas llegaban casi a mi edad. Solo pensar en esos cuerpos jóvenes desnudos y ardientes, me produjo una erección como hacía mucho no tenía. Mi verga estaba dura como una piedra y tiesa de tal forma que hasta me dolía un poco. Mientras, Alisson me besaba ardientemente, Jenna me besaba los huevos y pasaba la lengua subiendo y bajando por mi verga endurecida.
Las tetas de Alisson se habían endurecido notablemente y sus pezones terminaban en dos puntas duras y tiesas que chupé y besé largos minutos mientras mis dedos masajeaban su coño húmeda y caliente. Jenna había pasado de las lamidas a chupármela fenomenalmente, metiéndose mi verga hasta la garganta. De pronto, Alisson se subió encima de mí y puso su coño rasurado, sin un pelo, en mi boca. Se lo chupé y besé al compás de sus gemidos de placer. Chupar y besar un chocho rasurado, sin un solo pelito, es dulce y excitante para mí. Chupé durante unos minutos su coño y su culo hasta que Alisson tuvo un hermoso orgasmo, llenándome la cara y la boca con sus jugos dulces y aromáticos.
No pude contenerme más y acabé lanzando un chorro de leche hirviente en la boca de Jenna, que seguía chupando sin parar. Alisson se acostó boca abajo a mi lado, subí sobre ella tratando de metérsela en el culo pero se negaba. Al darse cuenta, Jenna vino en mi ayuda y mientras le abría las nalgas con sus manos, le metí la punta de mi verga, que se había vuelto a endurecer con todas sus fuerzas, en la entrada de su culito dulce y chiquito. Alisson protestó, pero no le sirvió de mucho pues empujé con fuerza y le metí toda la verga hasta el fondo del culo, estrecho y caliente.
Gemía y suspiraba profundamente mientras mi verga se abría paso con dificultad en su interior, hasta que al final, cuando la tuvo toda dentro, ella era quien se movía rítmicamente disfrutando de la enculada que estaba recibiendo. No tardé mucho en acabar nuevamente y llené el culo de Alisson con mi leche que resbaló del agujero y chorreaba por su coño y sus piernas.
Jenna se lo chupó, limpiando hasta la última gota el culo de su amiga, que aún gemía agitada. Yo no daba para más, pero Jenna se quejó de que ella no había recibido nada hasta ahora. Y tenía razón. Pero por más que yo quería, no se me enderezó otra vez, así que comencé a masturbarla, primero con un par de dedos pero, lentamente, tenía toda mi mano dentro de su coño que hervía como un volcán.
Le metía dedos en el chocho, culo y clítoris mientras Alisson le chupaba y mordía las tetas. Jenna tuvo una serie de orgasmos que la dejaron tranquila por esa noche. Yo estaba realmente muerto, pues hacía muchos años que no tenía conmigo chicas tan jóvenes y con tanta energía y mucho más tiempo que no lo hacía con dos juntas. Fue una follada espectacular, lástima no tener 20 años menos para poder seguirlas. Cuando recuperé la respiración, bajé a comprar la pizza, que comimos junto con cervezas heladas, recuperando un poco las fuerzas. Ni siquiera usamos el diván y nos acostamos los tres en la cama, apretados pero sin protestar y así nos dormimos, desnudos y abrazados.
A la mañana siguiente me desperté con una erección de locos, lo cual no podía dejar pasar por alto, pese al dolor de verga que aún tenía. Desperté a las chicas para que se ocuparan de mí y fue Jenna quien, reaccionando con rapidez, se subió sobre mí, clavándose mi verga hasta los huevos y cabalgándome a un ritmo infernal. Terminé dentro de ella. En pocos minutos le lancé dos chorros de leche caliente. Cuando Alisson reaccionó, ya era tarde.
Desayunamos y nos fuimos de paseo. Barcelona tiene tantas cosas por ver que todo el día estuvimos muy ocupados. Mientras ellas dos visitaban el museo Picasso yo, como ya lo conocía, las dejé allí y me fui a comprar un par de “sorpresas”. En taxi, me fui un sex-shop y compré unos cuantos artículos. Aceite lubricante, una tira con pelotitas que se meten en el culo y/o en el coño y un vibrador en forma de verga, con 4 cabezas diferentes que se podían agregar para cambiarle la forma. Pedí que me envolvieran las cosas para regalo y volví al museo a esperar a Alisson y a Jenna. Esta noche mis amiguitas tendrían un par de sorpresas.
Cuando nos reencontramos, no dije nada de mis compras, volvimos al hotel a cambiarnos y bañarnos, esta vez cada uno por separado, y salimos a cenar. Paseamos un rato más después de la cena y volvimos al hotel a medianoche. Al llegar, pusimos en la televisión una película erótica y abrimos un par de cervezas del mini-bar.
Nos sentamos los tres en la cama y empecé acariciándoles las tetas un poco a cada una. Entre las cervezas y la película, nos fuimos poniendo a tono y al cabo de unos minutos estábamos los tres desnudos, besándonos y toqueteándonos. Entonces saqué de la bolsa el aceite lubricante y les unté el cuerpo con él, dándoles un aspecto brillante y perfumado a los ya hermosos cuerpos de las dos chicas. Tomé a Jenna y le unté bien el culo con el aceite y para sorpresa de las dos, saqué las bolitas de metal unidas por un hilo y fui metiéndole por el culo bolita tras bolita. Jenna gemía y emitía sonidos guturales con cada bolita que le metía en el ano.
Cuando las seis bolitas estuvieron dentro, le indiqué a Alisson, que seguía la operación con la boca abierta, que tirara suavemente del hilo, sacando las bolitas del interior del culo de Jenna que ahora gemía más excitada con la salida de cada bolita. Repetimos el procedimiento dos veces más hasta que Jenna explotó con un orgasmo tremendo, acompañado de temblores por todo el cuerpo. El ano de Jenna estaba dilatado, así que no me costó nada clavarle mi verga hasta el fondo de su carnoso culo, follándola rítmicamente hasta eyacular dentro de ella. Jenna estaba satisfecha así que le di descanso y me dediqué un poco a Alisson que se masturbaba con dos dedos dentro del coño. La besé en la boca y agregué a sus dos dedos, que seguían incrustados dentro de su chocho, dos dedos míos y juntos masajeamos su ardiente coño, hasta que acabó con un torrente de jugos acompañados por un temblequeo general de todo el cuerpo, en medio de gemidos y suspiros de placer.
Entonces saqué el vibrador de la bolsa y ahora la sorpresa fue festejada con grititos de alegría. Jenna me quitó la verga de goma de las manos, subiéndose sobre Alisson y con un rápido movimiento, se la metió en el coño, follándola entusiasmada, manejando el vibrador con mucha habilidad. Alisson se arqueaba en la cama, gozando como una loca. En tanto yo, como estaba libre, le metí mi verga en la boca a Alisson, que me la chupó bien chupada y mientras Jenna aumentaba el ritmo con el vibrador, yo aumentaba mi ritmo en la boca de Alisson que se acercaba rápidamente a otro orgasmo. Cuando sentí que ella acababa, yo lancé mi esperma en su boca, llenándole los labios de leche.
Estábamos los tres agotados y acostados boca abajo en la cama, cuando sentí que un par de manos me untaban con aceite, masajeando mi espalda y bajando hasta mi culo, que me llenaron de aceite aromático. Alisson estaba sentada sobre mi espalda y con sus manos me separaba los cachetes del culo. Jenna seguía untando mi culo de aceite y en un momento sentí que algo penetraba en mi ano. Era un dedo de Jenna que me follaba el culo. Fue una sensación extraña, pero placentera. Cerré mis esfínteres con todas mis fuerzas y el dedo de Jenna quedó atrapado dentro de mi culo.
Cuando vi que Jenna agarraba el vibrador e intuyendo sus intenciones, me di vuelta volcando a las dos chicas al suelo, en medio de un ataque de risa general.
Ahora sí que ya no podíamos más, nos metimos en la ducha y nos bañamos los tres juntos limpiando de nuestros cuerpos la mezcla exótica de aceite, jugos de coño y leche pegajosa. Cambiamos las sabanas y nos dormimos apretados los tres en la cama. Los días siguientes continuaron más o menos al mismo ritmo. El giro del dinero llegó, como también las nuevas tarjetas de crédito. De más está decir que no acepté recibir dinero. Alisson y Jenna habían pagado, sin duda y de sobras, su deuda.
Seguimos viviendo los tres en mi habitación, follábamos de noche y paseábamos de día. Fueron cinco días inolvidables. Nunca antes había tenido tantos dolores en la polla y en los huevos, dolores que estoy dispuesto a soportar nuevamente sin protestar.
Un saludo para todos los lectores.