Relato erótico
Probamos suerte y…
El pasado verano hicieron un intercambio de pareja con unos amigos y vecinos de la casa que tienen en un pueblo de montaña. Llegaba un puente de cuatro días y decidieron ir a la casa. No sabían si sus amigos estarían allí, pero…
Carlos – Zaragoza
Recordaré a los lectores que somos Rita y Carlos, de 58 años, y que el pasado verano, en la finca con piscina que tienen Lourdes y Javier, unos amigos y vecinos tuvimos unos intercambios de pareja que fueron fabulosos ya que yo tenía muchas ganas de ver como otro hombre se follaba a mi mujer y terminábamos nuestro relato cuando pregunté a nuestros amigos que si esto lo realizaban con otras parejas y ellos nos dijeron que sí, con una más joven, pero que no nos podían decir quienes eran hasta que no hablaran con ellos ya que son muy allegados a nosotros.
En este tiempo que ha transcurrido, cada vez que mi mujer y yo hacíamos el amor nos acordábamos de Lourdes y Javier.
Llegó un puente y fuimos al pueblo y en cuanto ellos vieron el coche parado en la puerta, vinieron a saludarnos.
– ¿Estáis solos? – preguntó Javier.
Al decir yo que sí, abrazó a Rita y la besó en la boca a la vez que le cogía una teta y le decía:
– ¡Que ganas tenía de volver a tocarte estas tetazas que tienes!
Yo hacía lo mismo con Lourdes, aunque yo le tocaba el coño por encima de la ropa. Luego nos dijeron que nos esperaban el día siete, invitándonos a comer una paella.
– Aceptamos esa paella y lo que sea – contestó mi mujer con un tono de picardía en la voz.
– Pero en esta ocasión no habrá piscina pero sí la presencia sorpresa que ya os dije de otra persona – añadió Javier.
El miércoles, sobre las doce llegamos a su casa. Habían preparado la chimenea del salón con tan buena lumbre que casi hacía calor, y allí se encontraba un hombre de 38 a 40 años que Javier nos presentó diciendo:
– Mirad, este es Emilio, un buen amigo nuestro y pareja de la persona que falta pero es que está trabajando y no llegará hasta las cuatro.
El tal Emilio me saludó atentamente y a Rita le dio dos besos en la mejilla a la vez que le decía lo guapa que estaba. Después de las presentaciones y charlar un rato de diversos temas, Lourdes dijo que era la hora del aperitivo. Mi mujer se levantó con ánimo de ayudarla, pero ella le dijo que no, que siguiera allí sentada por lo que, entonces, me levanté yo y ya en la cocina, la abracé y besándola le dije:
– Oye, este tío que tal es… ¿no será necesario tomar precauciones?
– Tranquilo – me contestó – sé positivamente que solo jode con su pareja y conmigo, así que puede follar con Rita sin ningún problema.
Después de oír esto, la besé de nuevo y le eché mano a su peludo coño notando que ya no llevaba las bragas.
Cuando servimos la cerveza y los aperitivos Rita estaba sentada en el tresillo en medio de los dos hombres y Javier ya tenía una mano metida en la blusa de mi mujer tocándole una teta, pero al verlo, su mujer le dijo:-
– Venga, tomemos el aperitivo, que tenemos tiempo para todo.
Entonces Lourdes se sentó en mis rodillas y así nos íbamos alternando tomando algo y tocando a las mujeres hasta que Javier desabrochó la blusa de mi mujer y le soltó el sujetador. Cuando saltaron sus tetas, le cogió una con la mano y le dijo a Emilio:
– ¡Mira que par de tetas más ricas tiene Rita!
Esa fue la señal para que Emilio se levantara a coger la otra teta de mi esposa. Yo estaba tope, ya que mientras besaba a Lourdes, tenía una mano metida en su coño. La cosa se estaba calentando por momentos y no por el fuego de la chimenea. Entonces vi como Javier se había bajado los pantalones y le pasaba a Rita su enorme polla por la cara a la vez que, con la otra mano, la abría de piernas al tiempo que Emilio, que ya estaba lanzado, le decía:
– Anda, sube un poco el culo para que te quite las bragas.
Ella así lo hizo y él empezó besándole los muslos cada vez más arriba hasta que cuando debió llegarle al coño mi mujer se estremeció y lanzó un hondo suspiro. Entonces él le cogió las piernas y se las puso en sus hombros a la vez que Javier le metía la polla en la boca. En ese momento Lourdes me cogió del brazo y me dijo:
– Venga, vámonos a otro sitio que estos ya están muy ocupados.
Nada más llegar al dormitorio nos quedamos totalmente desnudos y Pili me cogió la polla dándome lamiditas, empezando por los huevos y terminando en la capullo, hasta que se la metió en la boca. Al rato, yo ya a tope, la aparté y abriéndola de piernas metí mi boca en su peludo coño haciendo un fenomenal 69 y así se corrió llenándome la boca y la cara con sus ricos jugos vaginales, a la vez que escuchábamos los grititos y suspiros de placer que lanzaba Rita, como así mismo los comentarios que hacían tanto Emilio como Javier, como por ejemplo Emilio, en ese momento, le decía:
– Anda, aguanta un poquito y ya verás como entra.
– ¡No, por ahí no… aaah… no…! – contestó mi esposa, lanzando un grito.
– Por lo que se ve a tu mujer le pasa como a mi, que no deja entrar por la puerta trasera – me dijo entonces Lourdes.
– Ven, cariño, que te la voy a meter hasta los huevos, que oyendo a mi mujer me he puesto a tope – le dije yo entonces a Lourdes – Aunque me gustaría ver como le hacen un doblete a mi esposa y se la follan bien.
– Si eso te gustaría luego, cuando venga Inés… vaya ya he metido la pata, pero no se lo digas a Rita, sí, se trata de Inés, la prima de tu mujer y la compañera de Emilio.
Esta chica se quedó viuda muy joven y vive en un pueblo a unos 30 km del nuestro, por lo que no nos vemos con frecuencia.
– ¿Pero como haremos el doblete? – le pregunté a Lourdes.
– Inés y yo nos quedaremos contigo y mi marido y Emilio con tu mujer, así podrás disfrutar contemplando como los dos se follan y hacen disfrutar a Rita – me contestó.
Mientras me decía esto, me abracé a sus muslos y llené el coño con mi leche. Después de reposar del polvo, salimos al salón y allí vimos a nuestros amigos relajados, mi mujer con las piernas abiertas y los dedos de Javier dentro de su coño y Emilio besándola y que, cuando nos vio, me dijo:
– Te felicito, tienes una maravilla de mujer y hay que ver como disfruta chillando cada vez que se corre.
– Bueno, por ahora ya vale -dijo entonces Lourdes -luego seguimos que hay que preparar la cena.
Emilio fue a por más leña y Javier al servicio, aprovechando yo para besar a mi mujer y diciéndole que me contara como lo había pasado.
– Emilio me ha comido el coño, haciéndome correr dos veces y después intentó metérmela por el culo, pero como yo no le dejé, me la metió en el coño estilo perro mientras Javier me la metía en la boca llenándomela, junto con la cara, de leche, pero Emilio – añadió ella – tiene un aguante bestial ya que me he corridos dos veces más antes de que se corriera él.
Después de comer la paella, estábamos tomando café y una copita, cuando sonó el timbre de la puerta. Era la prima Inés de la que mi mujer no se había dado cuenta de su llegada por encontrarse en la cocina, pero cuando salió se quedó que no sabía qué decir y solo balbuceó:
– ¿Que haces tú aquí?
Inés la abrazó y riendo, le contestó:
– Ya ves, lo mismo que tú, a que me echen un buen polvo pues Javier ya me ha contado que el primo también tiene un buen rabo y sino que se lo digan a Lourdes quien es la que más nos ha animado a venir.
– Si no os importa – dijo entonces Lourdes – Inés y yo nos ponemos con Carlos y vosotros dos con Rita, que Carlos tiene ganas de ver como hacéis disfrutar a su mujer, y después ya nos cambiaremos.
– Eso está hecho – dijo Javier, añadiendo – Ven, cachonda, que te la voy a meter y te va a llegar al estómago, para que chilles de placer ya que esta mañana yo no te he follado.
Fue dicho y hecho. Pusimos en el suelo los cojines del salón y sobre ellos nos colocamos nosotros. Yo abracé a Inés, que solo tenía puesta la falda, aunque enseguida desapareció, y entonces pude ver como el coño de las tres mujeres era muy distinto. Lourdes tiene un peludo impresionante, mi mujer mucho menos e Inés totalmente depilado, con unos labios muy abultados.
– Túmbate en la colchoneta, que te voy a preparar a Inés – me dijo Lourdes.
Tras decirme eso, se abrazó a ella, besándola y metiéndole varios dedos en el coño haciendo que ella no dejara de suspirar de gusto y así estábamos cuando Rita lanzó un chillido impresionante a la vez que Javier me decía:
– Carlos, mira como se ha corrido la puta de tu mujer y ahora, anda haz que también se corran las dos putonas que tienes a tu lado.
Inés se puso encima de mi a la vez que Lourdes se abría de piernas en mi cara, de forma que me colocó su peludo coño en la boca y cuando noté su pipa no dejé de sujetarla con los dientes a la vez que tenía a Inés sujeta por las caderas y con un movimiento de riñones, se la metía todo lo que me era posible.
Entonces pude ver como Javier se salía del coño de mi mujer y su lugar lo ocupaba Emilio. Ella debía de estar muy cachonda ya que volvió a dar otro grito, señal de que se corría de nuevo. Entonces yo apreté con los labios la pipa de Pili a la vez que, con un golpe de riñones, inundaba el coño de Inés y ella caía derrotada sobre mi pecho.
– Yo no soy tan chillona como tu mujer – me dijo – pero me he corrido dos veces.
Después de un rato de relax, aunque las dos mujeres no paraban de meterse mano, Emilio se acopló con Pili y Javier con mi mujer diciéndole:
– Te voy a dejar satisfecha de polla hasta que nos volvamos a ver.
Yo, la verdad es que ya me costaba empinarme, decidí comerle el coño a Inés. Así llegó la hora de la merienda, momento en que todos expusimos como lo habíamos pasado y Rita comentó como se había quedado cuando vio aparecer a su prima.
Así acabó la primera parte de encuentro pero que, naturalmente continuó y esto es lo que contaré en una próxima carta.
Besos y hasta otra.