Relato erótico

Primera experiencia

Charo
27 de mayo del 2020

Estaban montando una fiesta para celebrar el final de estudios en el instituto y, cómo no, surgió el tema del sexo. Fueron a casa de unos amigos que estaban solos en casa y pusieron unas películas porno. Allí cogieron alguna idea para su primera sesión de sexo.

Silvia – Vitoria
Mi nombre es Silvia, actualmente tengo 23 años, pero lo que voy a contar me ocurrió hace cuatro años, en la última fiesta entre compañeros del instituto, en una casa la cual alquilaban para reuniones. Entonces yo tenía un novio llamado Eduardo.
Antes quiero describirme para que tengáis una idea de cómo soy. Mi piel es morena clara, pelo liso negro corto, ojos castaños y para ese entonces, ya tenía un cuerpo de mujer, aunque una característica de todas las mujeres de mi familia es que tenemos nalgas algo grandes, así como tetas muy gordas, pero era una chica con mucha suerte con los muchachos. En las fiestas siempre querían bailar conmigo, en los descansos siempre me buscaban, a parte de la características antes mencionadas, mis familiares y personas allegadas, decían que era bonita, aunque el ser muy popular me traía problemas con Eduardo, se ponía celoso a pesar que siempre le aclaraba que yo no era una chica fácil.
Ahora recuerdo y me da mucha risa lo que es la inocencia, entonces bailamos mucho y cabe destacar que bailamos muy pegados. Cuando bailaba con cualquiera de los chicos, sentía como su polla se comenzaba a endurecer, pero me quedaba tranquila porque me resultaba muy agradable. Hoy día entiendo que eso es normal a esa edad, sobre todo en los chicos, por eso Eduardo casi no me dejaba sentada en ninguna fiesta, para que nadie más bailara conmigo.
En una ocasión, a dos amigas mías y a mí, después de salir de clase, a eso de las tres de la tarde, Eduardo y dos amigos suyos, los cuales eran los novios de mis dos amigas, nos invitaron al apartamento donde vivía uno de los muchachos. A esa hora no había nadie en la casa ya que los padres y hermanos mayores estaban en otras actividades, bien fuese en el trabajo o la universidad.
Cuando llegamos, nos sentamos cerca del televisor y el dueño de la casa sacó una película, que eran varias historias relativamente cortas, pero ellos hicieron énfasis en una de las historias, donde la protagonista era virgen y el novio le pedía una prueba de amor. Ella le decía que no, pues quería llegar siendo virgen al matrimonio, el hecho es que el novio la convence de que existe una forma de hacer el amor sin perder la virginidad, y comienzan a mantener relaciones anales. Bueno, el resto de la película os lo podéis imaginar. Salimos del apartamento como a la cinco, mi mente estaba llena de preguntas y pensamientos extraños.
A partir de ese momento Eduardo comenzó a insinuar que mantuviéramos relaciones sexuales anales, pero siempre le dije que no hasta el día de la fiesta mencionada al principio. Después de bailar por largo rato, Eduardo me condujo a un sitio algo solitario para que nos besáramos. Allí habían tres puertas, una era un baño de señoras, otra un baño de caballeros y una tercera cerrada con un candado, pero después de muchos besos, y ciertas metidas de mano, Eduardo me acercó a la puerta cerrada con candado y que, para mi sorpresa, tenía la llave, aunque desconozco como la consiguió.

Era como una especie de almacén, había cajas vacías, mesas apiladas y sillas, y aunque de inmediato me imaginé sus intenciones, no me negué.
Hoy veo que energía suelen tener los chicos a esa edad, era la primera vez de ambos, y Eduardo no fue nada tierno, más bien me pareció desesperado, claro, no tenía ninguna experiencia, no nos dirigimos ni una palabra, ambos nos imaginábamos a donde nos llevaría todo. Yo me aflojé el cinturón del pantalón y me bajé la cremallera mientras él hacía lo mismo, nos bajamos los pantalones por debajo de las rodillas, el se puso a mi espalda por instinto y recordando algo del video me incliné hacia adelante, abrí las piernas lo que me permitió el pantalón, saqué las nalgas hacia fuera, y sin ningún tipo de lubricante artificial, Eduardo empujó su dura polla en mi culo, introduciéndomela completo. No recuerdo haber tenido otro dolor tan intenso en mi vida, pero al final fue hermoso. Eduardo se corrió dos veces seguidas, y ahora se que los muchachos a esa edad tienen esa facultad. Esa escena quedó grabada en mi mente para siempre, aun lo recuerdo como si fuese ayer, aunque en los días siguientes el dolor en mi culo fue fuerte y duró como una semana, pero luego vinieron otras experiencias.
Después de una semana de mi primera experiencia, Eduardo comenzó a insistir en mantener de nuevo relaciones, yo soy sincera, quería hacerlo más que nada, pero temía por el dolor que me causaría. Estábamos organizando la fiesta, buscábamos los fondos, y teníamos todo planificado. Entre otras cosas, nos pusimos de acuerdo para reunirnos una mañana, de esa manera, comenzaríamos los preparativos. Eso representaba alcanzar el primer escalón en nuestro desarrollo personal, nos graduaríamos y dejaríamos una etapa inolvidable en nuestras vidas.
La reunión comenzó a las nueve y media y término una hora después, cuando salimos, después de habernos despedido, Eduardo me invitó a su casa, diciéndome que sus padres no estaban en casa. Eso yo ya lo sabía, la madre trabajaba en un banco y salía muy temprano, el padre no tengo muy claro en qué trabajaba, pero era algo como vendedor, tenía cierta relación con artículos de ferretería. Hoy pienso que mi novio le comentó lo nuestro a alguien, me parece que lo aconsejaron o asesoraron, porque comenzó a prometerme hacerme cosas que aparentemente antes no sabía, por lo menos no demostró saber nada la primera vez, pero valga el comentario, la asesoría fue muy buena, jamás me dijo quien ni cuando le dio el “adiestramiento”.
Llegamos a su apartamento, él verifico que realmente no hubiese nadie en casa, hizo dos llamadas telefónicas, una a cada uno de sus padres, para estar seguro de que no llegarían más temprano de lo normal. Una vez seguros de que el terreno estaba libre, nos sentamos en el sofá y comenzamos a besarnos y cruzar palabra alguna, después de muchas caricias, Eduardo me invitó a irnos a la habitación de sus padres, alegando que su cama era muy pequeña. Acepté, tomamos las precauciones necesarias para no dejar ninguna marca, pusimos una sabana sobre la que ya estaba y procuramos no tocar nada para dejar todo tal cual estaba.

Recuerdo un poco de desesperación de mi novio al tratar de acariciarme, esto se debía a que llevaba unos vaqueros y las caricias eran muy superficiales, por lo que me propuso para una próxima ocasión el uso de una falda.
Me sentía que hervía, cuando comenzamos a quitarnos la ropa, cada prenda mía era como un premio para Eduardo y lo celebraba con caricias ardientes y cuando me quité el jersey, pasó sus manos sobre mi sujetador, me besó la parte de mis pechos que sobresalían, acariciaba mi cintura, y al quitarme el sujetador y quedar mis senos al aire, los besó con desesperación y los chupó con furia. Ahí lancé un gemido que nos sorprendió a ambos y comenzamos a reír, pero no paramos, él se quitó la camisa, nos abrazamos y nos besamos. Que gusto fue sentir su pecho apretándose contra el mío. En un determinado momento logré ver mi cara en el espejo del tocador y había un cambio en mis facciones que no sabía explicar. Hoy sé que era la cara de una mujer muy excitada.
Comenzamos a quitarnos los zapatos, nos separamos por un muy corto instante, acto seguido nos sacamos los pantalones, quedándonos en ropa interior, mi braga estaba totalmente mojada, y él tenía una erección muy fuerte que el calzoncillo no podía impedir. Nuevamente nos abrazamos, aumentando los gemidos y el ardor, hasta que decidimos desnudarnos totalmente, y la primera reacción fue ver y tocar nuestros órganos sexuales. Yo cogí y apreté su polla con mi mano derecha, él acarició mi coño, pero le dije que tuviera cuidado, pues aún era zona prohibida, y él aseguró que solo lo acariciaría. Entonces lo dejé, nos abrazamos de nuevo y nos besamos, mientras él en principio acariciaba mis nalgas, luego pasaba sus manos entre ellas, como si me diera un masaje. Todo esto me calentaba más, acto seguido, introdujo un dedo en el agujero de mi culo, yo ya estaba como loca cuando nos separamos, noté en el sitio donde su polla se rozaba conmigo, un líquido transparente, que parecía baba. Me acosté en la cama y él salió un momento, diciéndome que iba a orinar y buscar una cosa.
Cuando regresó traía un pote de vaselina, se acostó a mi lado, abrió el pote, tomo un poco de vaselina con su dedo y la untó en mi culo, luego introdujo su dedo mientras chupaba uno de mis senos, y cuando trató de colocarse sobre mí, el hecho de estar de frente me hizo pensar que trataría de penetrar mi coñito y le dije que no, pero él me aclaró que no era su intención, solo íbamos a probar sexo anal en esa posición. Me hizo levantar las piernas y echarlas un poco hacia atrás. Yo sentía que el corazón se me salía, por una parte por la excitación, por otra un poco de temor por el dolor que iba a sentir, aunque ya en ese momento a decir verdad no me importaba mucho.

Se puso en posición, como todo un experto y cuando colocó la cabeza de su polla en el agujero de mi culo, cerré los ojos esperando la parte dolorosa de ese bello acto, pero sorpresa, su polla se introdujo totalmente en mi ano, sin nada de dolor, cargado de mucho placer. Esta vez estuvimos mucho más rato que la primera vez, la sensación fue diferente, entramos casi junto al éxtasis, yo me corrí primero, gemí de placer, pero cuando él orgasmó, mi satisfacción fue doble al sentir aquel torrente de leche entrar en mis entrañas. Nos quedamos un rato en la misma posición, luego él me lo sacó, no dimos un beso, y nos quedamos acostados uno al lado de otro, descansando.
Pasado un rato comenzamos a hablar y volvieron los abrazos, los besos y un nuevo polvo anal, aunque esta vez, me coloco a cuatro patas, con mis codos apoyados en la cama, un nuevo ritual con la vaselina, y me lo empujó de nuevo. Fue muy placentero y quizás por haber tenido con anterioridad un orgasmo, este tardó algo más, pero igual de bueno y me encantó sentir el chorro de leche en mi culo a conciencia. Luego fui al baño me duché, me vestí sin ponerme las bragas ya que estaban aun húmedas, y Eduardo también se vistió y me acompañó a la parada del autobús. Muy satisfecha me fui a casa, pero antes de irme acordamos llamarnos telefónicamente, para montar otro encuentro.
Nos pusimos de acuerdo para irnos a la playa el viernes, nos fuimos tres parejas, todos compañeros del instituto y en esta ocasión viví otra experiencia muy grata. Cuando ya nos habíamos bañado un rato en el mar, salimos a tomar sol y como los otros compañeros se quedaron en el agua, Eduardo me propuso buscar un sitio donde hacer el amor. A mí no me parecía correcto, pero él insistió, comenzamos a caminar por la playa, vio un sitio que le pareció bueno, pero yo mantuve mi palabra de no hacerlo. Entonces me dijo que casi no aguantaba y me pidió que por lo menos lo ayudara a masturbarse. Acepté, me arrodillé delate de él y comencé a frotarle el rabo, hasta que él cogió mi cabeza y trató de acercar mi cara a su polla y como yo no puse resistencia, cuando me quise dar cuenta, ya la tenía en mi boca, y realmente Eduardo estaba que no aguantaba, pues apenas comencé a chupar y sentir ese rico saborcito salado, se corrió en mi boca y con la fuerza que salió la leche llegó a mi garganta y me hizo toser, pero fue una bonita experiencia.

Tengo mucho más que contar de mí, y de algunas amigas mías, pero será en otra oportunidad.
Os quiero mucho, abrazos y besos.

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