Relato erótico
Primera cita y…
Conoció a un chico por internet y después de un tiempo chateando, decidieron conocerse. La cita fue tan bien, que nos cuenta que actualmente son novios. Fue un encuentro divertido, pero sobre todo muy caliente.
Amelia – Alicante
Tengo 20 años, soy más bien bajita, delgadita, pero todo bien puesto, no me quejo. Me gusta vestir de forma sensual y atrevida, ropa apretada y escotes bien pronunciados.
Cierto día conocí a un chico muy guapo, con el cual comenzamos una bonita amistad virtual, conversábamos todos los días y poco a poco nuestro lazo se fue estrechando. Intercambiamos números de teléfono y así podíamos hablar no, tan solo por internet. Y llegó el día en que decidimos conocernos.
Sería la primera vez que nos veríamos en persona. Tenía los nervios a tope. Quedamos en un local conocido de nuestra ciudad y nos fuimos a beber unas cervezas. Era verano hacía calor y apetecía tomar algo fresquito.
Yo, como siempre, me había puesto un top con un escote “infartante”. Pude notar que cuando nos saludamos su mirada fue directamente a mis pechos, cosa que me fascino. Desde entonces comenzó el coqueteo.
En un momento dado, me coloqué delante de él y cuando me giré, vi que no apartaba la mirada de mi culo. Tengo que reconocer que procuré andar muy sensualmente precisamente para que se fijara en mi trasero.
Llegamos a un pub y comenzamos a conversar, a reírnos y a hacernos carantoñas. Todo era muy normal y agradable, parecía un sueño. Empezaron a pasar las horas y el efecto del alcohol ya hacía estragos en ambos, de pronto nuestras miradas se acercaron y surgió una complicidad única, algo que solamente él y yo entendíamos, fue en ese instante en que nos besamos de manera apasionada, tierna y muy caliente.
Nuestra cita dio un vuelco impensado, salimos rápidamente de aquel bar y comenzamos a caminar sin rumbo, riéndonos, besándonos, felices por la vida. No existía nada más que nosotros.
De pronto llegamos a una calle y decidimos doblar en aquella esquina, llegamos a un motel y nuevamente nuestras miradas cómplices se unieron y decidimos entrar a aquel lugar.
Era una habitación amplia, con poca luz y un espejo gigante en todo el techo y en la pared. Era el ambiente ideal para soltar aquella pasión que nos inundaba a los dos. Me recosté en la cama y él se abalanzó sobre mí, estábamos muy excitados.
Podía notar su polla a través de la ropa. Nuestra respiración era agitada y no parábamos de besarnos. Poco a poco descendió por mi cuello, hasta mis tetas las cuales acariciaba de manera frenética. Me sacó el top y la falda mientras acariciaba, ya no podía más. Entonces, de un brinco me senté en la cama, desabroche su cinturón y baje el pantalón.
Me metí su polla en la boca y comencé a chupársela y a acariciar sus huevos. Notaba que estaba muy caliente, su polla babeaba a chorro. Me gustaba mamarla, pero tenía ganas de que me follara.
Me tumbé en la cama y le dije que me la metiera. No se lo pensó ni por un momento. Fue a buscar un preservativo, se lo colocó y sin mediar palabra me la metió hasta el fondo.
Me follaba con rapidez y no tardé en gritarle que me corría. Por la velocidad con que me follaba y por sus convulsiones, entendí que también se estaba corriendo.
Nos relajamos, uno al lado del otro, pero sin darnos cuenta empezamos a acariciarnos de nuevo. Yo le tocaba la polla despacito y cual no fue mi sorpresa cuando vi que se le volvía a poner dura.
Entonces, me dijo que parara, me abrió las piernas y puso su cabeza entre mis muslos. En cuanto note su lengua en mi chocho, casi me corro. Era un experto comedor de chichis, lo chupaba, lo lamia y chupeteaba mi clítoris de tal forma que, inconscientemente, le agarré la cabeza y mientras movía mis caderas frenéticamente le grité que me corría.
Pensaba que se apartaría y que follariamos, pero el tío siguió lamiendo y chupando mi coño. Aquella noche descubrí que era capaz de correrme cuatro veces seguidas. Tuve que decirle que parara.
Se separó de mí sonriendo y me dijo:
-Hacia tiempo que no estaba con una chica que fuera capaz de correrse tantas veces. Me gusta mucho comer chochos y me molesta cuando al primer orgasmo me dicen que pare…
Sin pensármelo le contesté:
-Pues si te gusta comer coños, has encontrado a la chica ideal.
Dicho esto, y sin contestarme volvió a las andadas. Tenía el clítoris tan sensible que al segundo lametón volví a correrme. Siguió, hasta que le dije que quería chupársela.
Tal como estaba tumbada en la cama, se subió sobre mi cara y me metió la polla en la boca. De vez en cuando, la sacaba de mi boca y me ofrecía los huevos para que los chupara. Era una gozada.
Seguí chupando hasta que me dijo que iba a correrse. Lo sujeté por las nalgas y entendió que quería que se corriera en mi boca.
Me soltó un lecherazo que casi me ahoga. Esperé a que acabara y le limpié el rabo a fondo.
Nos quedamos un ratito descansando, nos dimos un baño en una enorme bañera redonda y nos fuimos. Me acompaño a mi casa y quedamos para vernos el fin de semana siguiente.
Esto ocurrió hace unos seis meses, seguimos saliendo, bueno de hecho nos hemos convertido en “novios”. Otro día os contaré algunos de nuestros encuentros.
Un besito.