Relato erótico
Por fin satisfecha
Después de quince años de matrimonio y, según ella, monótonos y aburridos ha dicho basta. De vez en cuando salía con sus amigas y un día se encontraron a un conocido y empezó una nueva vida y más placentera.
Marisa – Navarra
Creo que esa fue una de las principales razones por la cual hice lo que hice. Pero ante todo, quiero agradecer a un buen amigo, que sabe escuchar y que me aconsejó sabiamente diciéndome:
-Ojos que no ven corazón que no siente…
Diré que mi nombre puede ser Sara, y el de mi marido Jaime, para los efectos somos una pareja normal y corriente de clase media, ya tenemos quince años de feliz pero monótono matrimonio, es decir casi todo siempre es lo mismo. Si no fuera por mis hijos creo que me hubiera vuelto loca de aburrimiento, ya que en lo que se refiere a nuestra vida marital, desde que nos casamos en muy pocas ocasiones hemos tenido algún cambio significativo. Además Jaime no es lo que se puede llamar un hombre ardiente, es más puedo decir que mi marido es totalmente pre decible en cuanto a su manera de actuar en la cama.
Quizás por esa razón y otras que os contaré, puedo decir que decidí darle un pequeño cambio a mi vida. Los pequeños cambios fueron el compartir un tiempo extra con mis amigas, y para sorpresa mía a mi marido eso no le molestó en lo más mínimo, por lo que yo di por entendido que no le importaba que saliera una o dos veces a la semana con Julia y Laura, las dos están divorciadas y están al tanto de mi frustración.
Con ellas comencé a visitar un gimnasio hace algunos meses atrás, para esa época tenía algo en sobrepeso, no mucho pero si lo suficiente como para no usar mi tanga en la playa o la piscina, por lo que me sometí a un régimen a base de una dieta de productos vegetarianos y bastante ejercicio, gracias a lo que rápidamente perdí todo el peso extra que tenía de más en mi cuerpo.
¿Podéis creeros, que Jaime hasta el día de hoy no se ha dado cuenta de ello realmente? Incluso le hice un “pase de modelos” con varios tangas y se limitó a dejar de mirar el periódico y dijo:
-Te quedan bien.
Pero no dijo más nada, ese mismo domingo, estábamos viendo en TV. la entrega de los premios Óscar, cuando apareció en la pantalla, una tía con casi todos los senos por fuera, y el muy tonto se quedó boquiabierto viéndola, y eso pasó en repetidas ocasiones, en ese momento me conforté pensando que posiblemente tendríamos un buen encuentro en la cama, pero no fue así. Cuando salí completamente desnuda del baño, Jaime ya estaba completamente dormido, lo que me indignó.
Al día siguiente, un lunes me encontré con mis amigas y ellas me consolaron y abiertamente las dos me aconsejaron que me buscase un amante, lo único en que se diferenciaban era en el tipo de hombre que me podía convenir, yo al igual que ellas lo tomé a broma, y participé en lo que era sencillamente un juego entre nosotras, Julia por una parte me recomendaba que me buscase a un tipo joven y musculoso, como los que asistían al gimnasio, pero la mayoría de ellos se interesan más en su cuerpo que en sus compañeras, y francamente no me encuentro para competir con un hot body.
La recomendación de Laura era más práctica, en el sentido que ella me proponía que buscase a un hombre algo mayor que yo, que tuviera dinero y tanto que perder como yo, pero al decirlo me visualizaba como una prostituta, esperando a su cliente en una esquina, y realmente tampoco me agradó esa idea.
Tras charlar un rato, continuamos haciendo compras en el centro comercial, fue cuando me topé con José nuestro agente de seguros, al verme se deshizo en atenciones a nosotras tres, invitándonos a disfrutar de una suculenta comida, con vino y todo lo demás.
Mientras charlábamos en la mesa en distintas ocasiones me alagó por lo bien que me veía, haciéndome sonrojar. Mis amigas como que de repente entendieron que dos son pareja pero tres o más son una multitud, y rápidamente se despidieron dejándome en compañía de José.
Os diré José no es un adonis, es más, es un tipo hasta si se quiere ver es del montón, pero su forma de hablarme y de mirarme, me estaba haciendo sentir algo que hacía tiempo no sentía. Pero asumí que se debía a lo que previamente conversaba con mis amigas y nerviosamente me levanté de la mesa y me despedí de él.
Al llegar a mi casa, le comenté a mi marido la galantería que tuvo José para con nosotras, y él se limitó a decir:
-La próxima vez que lo veas dile que me debe un partido de golf.
Yo me quedé de una pieza, ya que le dije hasta los piropos que me había hecho a solas y Jaime ni se inmutó, o sencillamente no le puso atención a lo que yo le decía. Eso fue la gota que colmó la copa, de la rabia que tenía me dije a mi misma, que la próxima vez que un hombre me hiciera una proposición indecorosa la aceptaría.
Realmente, más tarde, en la ducha mientras me enjabonaba me puse a fantasear al respecto, y terminé teniendo un sabroso pero vergonzoso orgasmo, ya que me sentía algo culpable. Me acosté y no deje de soñar que follaba con cuantos hombres me lo proponían.
Pasé unos cuantos días sin salir, cuando mis amigas me fueron a buscar, nuevamente estábamos de compras en el mismo centro comercial, y estábamos por marcharnos, cuando apareció nuevamente José, y a diferencia de la vez anterior solo me invitó a mi sola a comer, mis amigas rápidamente se despidieron de nosotros, en ese momento me acordé de las cosas que había pensado, el día que le comenté a mi marido mi encuentro con José, y de lo molesta que yo estaba, por su forma de actuar. Pero contrario a lo que había pensado en esos momentos, decidí no hacerle caso al bueno de José. Pero no contaba con su particular manera de mirarme, y mucho menos de la forma en que me hacía sentir cuando me hablaba, tras conversar inocentemente un rato, se ofreció a llevarme a mi casa, pero haciendo la salvedad de que pasaríamos primero por la nueva propiedad que había adquirido para buscar algo que necesitaba. Yo acepté sin ningún tipo de reserva, ya que no tenía porque temerle a José, en fin era todo un caballero tan amable, y tan educado que no podía sospechar nada malo de él.
Al llegar a su nueva residencia, me invitó a entrar como eran casi las cuatro de la tarde no vi nada malo en ello, al traspasar la puerta, José me comenzó a tratar de manera algo diferente, sus elogios y piropos a mi persona fueron en aumento, me dijo lo bella que estaba en esos momentos, y de lo hermosa que me veía, su acoso discreto continuó y yo no tuve el valor de detenerlo, es más me encontraba como embriagada por sus palabras, de tal forma que a medida que me mostraba la casa pasamos por el lujoso dormitorio, me llevaba de la mano como un padre lleva a su hija, y a medida que me hablaba sentí un gran calor dentro de mí. José se disculpó ya que se dio cuenta de que me sentía algo incomoda por el calor ya que el sistema de aire acondicionado todavía no funcionaba, por lo que me propuso que me quitase la chaqueta del conjunto que estaba vistiendo, y yo casi de forma automática sin pensarlo mucho así lo hice.
José nuevamente me agarró la mano y continúo conduciéndome por su casa, hasta que llegamos al dormitorio, para esos momentos su manera de dirigirse a mi sus halagos y pequeñas indiscreciones fueron minando mi voluntad o sencillamente la fortalecieron, al punto que yo me encontraba algo desesperada por escuchar de su boca la pregunta que si me quería acostar con él, de haberlo hecho de forma tan corriente yo hubiese saltado sobre él, pero la manera de actuar de José era muy sutil, me tomaba de la mano a medida que caminábamos y en cierto momento yo tropecé con algo he inevitablemente fui a parar en sus brazos, y al hacerlo mi boca y la suya se toparon.
Al entrar nuestros labios en contacto, nuestras lenguas se encontraron, sus manos fueron recorriendo mi cuerpo y las mías el cuerpo de él, realmente no se cuanto tiempo permanecimos en ese ardiente beso, yo deseaba que me arrancase la ropa, por un breve instante pensé en Jaime, pero de inmediato lo vi sentado en la sala de la casa leyendo la prensa con más interés del que me ve a mi por lo regular y con tan solo pestañar su imagen se esfumó.
Cuando me di cuenta ya ambos nos encontrábamos casi sin ropa, él continuamente alagaba mi belleza, y yo deseosa de ser poseída por el inmediatamente, de momento dejó de besarme, y lentamente se fue arrodillando a medida que lo hacía fue bajando mis pantis, y su boca entraba en contacto directo con la piel de mi cuerpo, lo que hacía temblar todo mi cuerpo, cuando sentí su aliento sobre mi sexo casi me desmayo, su lengua lentamente comenzó a pasarla sobre los pliegues de mi piel y sus manos, amablemente, me hicieron abrir las piernas.
Era una sensación jamás disfrutada por mi hasta esos momentos, en un sin fin de veces me había imaginado eso, pero jamás y nunca pensé que me pasase realmente, un hombre que no era mi marido, besándome entre las piernas, su lengua me hacía temblar de placer.
Sus manos me fueron empujando hasta la cama, y cuando mi cuerpo se quedó por completo sobre la cama, José sin dejar de lamerme fue cambiando de posición hasta que vi su pene frente a mis ojos, de la manera más tierna que pude lo tomé entre mis manos, y lentamente comencé a besarlo para luego comenzar a introducirlo dentro de mi boca, tras encontrarnos en esa posición me hizo alcanzar un tremendo y sabroso orgasmo, sin complejo de culpa alguno. De pronto su polla comenzó a eyacular en mi boca, y lejos de sentir repulsión, dentro de mi habitaba un sentimiento de amor total por él, cuando terminamos nos mantuvimos en paz por un largo rato, cuando él se levantó me continúo hablando de forma tan bella que yo lo tomé por las manos y traje su cuerpo al mio, tras besarnos por un breve instante su miembro se encontraba listo para continuar, yo abrí mis piernas y fui sintiendo como lentamente, con cariño, me penetraba haciéndome sentir la mujer más feliz del mundo, en esos momentos. Nuestros cuerpos se hicieron uno, y sentí dentro de mí su torrente de vida.
Hoy en día por lo menos una vez a la semana me encuentro con José, como una pareja salimos cenamos o paseamos y la mayoría de las veces nos acostamos.
Aunque no os lo creáis, a veces mientras Jaime lee la prensa le he dicho que me acuesto con José, y sin levantar la vista del periódico me contesta:
-De acuerdo Sara, lo que quieras.
Increíble, ¿verdad?
Muchos besos para todos.