Relato erótico

¡Por fin me toco a mi!

Charo
15 de septiembre del 2018

Dicen que la vida te da sorpresas, pero nuestro amigo creia que a él, no le tocaba ni una. Estaban reformando un despacho del edificio en el que trabajaba, se oyó un estruendo y subió a ver que pasaba. Aquí empezó su “sorpresa”

José Luis – Valladolid
Con 32 años, estoy soltero, vivo solo en una ciudad que no es la mía y además lo mas que he llegado a salir por ahí, era por temas de trabajo.
Como veréis mi vida era muy aburrida. Cuando oía a mis compañeros de trabajo, no me creía que se divirtiesen tanto, ni que muchas de las cosas que contaban fuesen reales. Para rematar mis relaciones con los demás, sobra decir que de mujeres nada de nada. La última vez que había estado con una mujer fue cuando con 29 años, volví por vacaciones a mi ciudad. Allí pude echar un mal polvo. Rápido, sucio y casi no me enteré del ciego que llevábamos ambos.
Pero, como dicen por ahí. La vida está llena de sorpresas. En la planta de arriba del despacho donde trabajo, empezaron a montar una nueva oficina. La verdad que los golpes, suciedad y el ajetreo que producía la obra, nos estaba sacando a todos de nuestras casillas.
Una tarde, en la que se celebraba una importante reunión en nuestras oficinas, se oyó un fuerte golpe que provenía de la planta de arriba. Todos nos asustamos y mi jefe, me dijo que subiese a ver que es lo que había ocurrido, ya que ese golpe, no era normal. Cuando subí, me encontré con una nube de polvo y con los trabajadores recogiendo los restos de un andamio que se había caído con materiales de construcción. Cuando pregunté si alguien se había hecho daño, se oyó una voz de ángel decir que no, que todo estaba bien. Y allí apareció la más bella mujer que jamás había visto. Era morena de pelo corto, de piel clara. 175cm, unos 28-29 años, iba vestida con un pantalón y chaqueta gris, y transmitía una serenidad y fuerza increíble. Ni que decir que ella era la dueña de todo aquello.
Cuando volví en mi, me presenté y le dije que trabajaba abajo y que nos habíamos asustado, ya que se oyó un fuerte golpe. Ella me dijo que todo estaba bien, y que perdonásemos por las molestias ocasionadas. Yo le dije que no tenía importancia y me marché. Cuando alrededor de las 8 de la tarde me marchaba a casa en mi moto, me encontré a esta chica que se bajaba del coche en la plaza de garaje que le pertenecía, que estaba al lado de la mía (bueno la de mi jefe, pero cuando voy en moto me deja de utilizarla). Me preguntó si podía ayudarla, ya que el coche no arrancaba. Cuando intenté arrancar el coche me di cuenta que el problema debía de ser de la alarma, ya que cuando le pedí que pulsase el botón del mando de la alarma, el piloto de este no encendía. Le dije que probase a cambiar las pilas. Ella me dijo que lo haría. Me preguntó que si la podía llevar al centro de la ciudad, a lo que respondí que si no le importaba subir en moto, por mí no habría problemas.
Cuando salimos del edificio, cada vez que parábamos en los semáforos, ella me preguntaba acerca de mi trabajo y temas acerca del edificio. La verdad que se notaba que estaba acostumbrada a llevar el peso de la conversación. Cuando ya llegábamos al centro me preguntó si me apetecía tomar un café. Me quedé un poco cortado, sobre todo por que eso era salir de la rutina. Es más dudé de aceptar, ya que no me apetecía salir de mi “maravillosa rutina”, pero sin saber por qué, le dije que sí.

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Entramos en una cafetería cercana, nos sentamos en una pequeña mesa y empezamos a contarnos cosas acerca de nuestra vida. Ella me dijo que había terminado un Master en Empresariales, que el negocio que estaba montando era una asesoría financiera y fiscal y que estaba dispuesta a luchar para que saliera adelante, ya que ese era su sueño.
De mí le conté que era abogado, que trabajaba en el despacho que estaba debajo de su oficina y que llevaba cuatro años en él. Así pasamos cerca de una hora, hablando de nosotros, cuando ella me dijo que le encantaba hablar conmigo y que si no tenía planes, podíamos cenar algo. Mi nerviosismo antes esas palabras se hizo muy evidente, tanto que ella me preguntó que si me estaba esperando alguien, lo entendía. Yo le dije que no, tan solo que no estaba acostumbrado a cenar con una chica. Ella se rió y se lo tomo como una broma y me dijo que era evidente, que seguramente, yo no salía con chicas, que no tenía amigas y que sería virgen. Lo que ella no sabía es que había dado en el clavo, excepto en lo de ser virgen, pero casi acierta también. Así, entre risas nos levantamos y nos fuimos a cenar.
Cuando nos sentamos a cenar la conversación se hizo mas personal. Ella me dijo que no tenía novio, que ahora vivía con los padres, pero que buscaba piso, y que había estado un año en los EE.UU. haciendo el Master. De mí le dije que vivía solo, que no tenía novia y que encima no salía, que cuando ella comentó antes el tema de que no salía con chicas, le dije que acertó de pleno, que mi última aventura fue hace tres años y que por como fue, es como si hubiera sido hace diez.
Ella me miraba con cara de sorprendida y me dijo que no se lo creía. Yo le dije que era cierto, le conté que mi vida era monótona y que el momento de mayor emoción en los últimos dos años, fue cuando me quedé sin gasolina en la moto y tuve que caminar un rato. Ella reía y me decía que no me creía. Seguimos hablando y de repente se queda callada y pensativa y me dice: No te moleste con la pregunta que te voy a hacer, pero ¿Eres gay?. Yo le dije que no, y que no se preocupase por la pregunta que no era la primera persona que me lo preguntaba. Después de un silencio, bastante incomodo, me dijo que iba al servicio y se levantó y se marchó.
Yo me quedé pensativo, y la verdad es que me encontraba muy bien, es mas no quería que se acabase la cena, pero a la vez me sentía que ese no era mi lugar y que al final acabaría como cada día. Solo y sin importarme nada que no sea el trabajo. Cuando llegó, pedimos los postres. Pagamos y nos fuimos. Cuando estábamos en la puerta, ella se gira, sin decir nada, me da un beso en la boca, que casi me hace caer, me vuelve a besar y yo le respondo, ella entreabre la boca y mete su lengua en mi boca, ni que decir, que es dos segundos me empalme como un animal, y que de seguir así, creo que me hubiese corrido.
Ella me dice que si le puedo enseñar mi casa, que no se creía que viviese solo.

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El que no se cría lo que estaba oyendo era yo. El tío mas aburrido y solitario de la ciudad, estaba a punto de llevarse a casa una tía impresionante que además era ella la que lo proponía. Nos montamos en la moto, y en diez minutos estábamos en mi casa. Por suerte ese día era uno en los que venía una señora a limpiar y planchar. Mi apartamento, como el de todo buen soltero aburrido, es pequeño pero muy acogedor, debido a las largas horas que me paso en él, lo había conseguido adecuar a mis necesidades. Sofá amplio (ideal para siestas), cocina pequeña, pero funcional, dos dormitorios, el mío amplio con acceso directo al baño en un lado y en el otro un gran espejo que hacía las veces de puerta al vestidor. Cuando le pregunté si quería tomar algo, me dijo que lo único que quería era tomarme a mí. Se abalanzó a mi cuello, y me empezó a besar de forma frenética, yo al principio no sabía que hacer, así que me deje llevar y le devolví el beso, la fui guiando al sofá, pero ella no me dejaba, se separó y me empujo contra la puerta de entrada, se acercó a mí y me pregunto:
– ¿Es verdad que desde hace 3 años, no estas con nadie?.
Le dije que sí. Me besó y de repente se agachó y empezó a desabrochar los pantalones. Yo no sabía si dejarla hacer o pararla, estaba muy nervioso, así que la deje hacer, cuando ella sacó mi polla, me miró y me dijo que no me preocupase que ella trataría a mi polla como se merece y se la metió en la boca, yo creía morir, sabía que no aguantaría mucho así que me concentré e intenté no correrme pero ella sabía lo que hacía, así que cuando le dije que no aguantaría mas, empezó a chupar mas fuerte y con la mano me acariciaba los huevos. De repente un rayo cruzó desde mi nuca hasta los huevos y solté un gran chorro de semen; semen que ella tragó sin ninguna dificultad.
Se levantó y ahora sí me llevo al sofá.
Le dije que si nos íbamos a la cama y ella me dijo que habría tiempo de todo. Se tumbó en el sofá y se quitó los pantalones y la chaqueta, de forma que solo quedó con la camisa y la ropa interior. Me tumbé encima y empecé a besarla, le acariciaba los pechos por encima de la camisa, pero cada vez que intentaba quitársela, ella me paraba, me puso una mano en la cabeza y me empujo suavemente hacia abajo, fui bajando hasta quedar a la altura de sus muslos y empecé a acariciarlos, tenía una piel increíblemente suave, ella movía las caderas pero yo intentaba no pasar de los muslos, acerqué mi boca al tanga y le di un pequeño mordisco. Dio un pequeño gemido e intento quitarse el tanga, cosa que impedí, ya que yo quería quitárselo. Fui bajándoselo muy despacio y fue apareciendo su coño, muy bien depilado, solo tenía un pequeño hilo de vello. Cuando le quité el tanga, acerqué mi lengua y le recorrí la raja de abajo hacia arriba, muy despacio, cuando llegué al clítoris, me entretuve en él, mientras uno de mis dedos empezaba a hurgar en el interior de esa maravillosa y cálida cueva.

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Empezaba a subir la intensidad de sus gemidos, cuando tenía dos dedos dentro de ella, su respiración se aceleró y tuvo un orgasmo, que por la forma de suspirar debía de ser intenso. De nuevo me cogió de la cabeza y me besó y me dijo que si le enseñaba el dormitorio, nos levantamos y nos fuimos al dormitorio, cuando llegamos, ella entró primera, miro al espejo, me guiñó un ojo y sonrió. Me tumbó en la cama, encendió la luz de la lamparilla de mesa y apagó en resto, se puso a los pies de la cama y se empezó a quitar la camisa muy despacio. Cuando le vi las tetas quedé impresionado, no me parecieron tan grandes cuando llevaba la ropa puesta, cuando se quitó el sujetador, me pareció imposible que pudiese existir una diosa con ella y que estuviese desnuda en los pies de mi cama. Se tumbó encima de mí, me quitó la ropa y me dio un largo beso. Sin mas preámbulos, se fue metiendo la polla poco a poco, ella estaba encima de mí, pero con la polla metida hasta el fondo. Empezó un suave movimiento y se fue incorporando, con mis manos, le empecé a acariciar los pechos, ella no paraba de mirar al espejo y yo quería evitar correrme y no lo miraba.
Le advertí que estaba a punto, que lo sentía pero que me iba a correr, ella aceleró su cabalgada y yo acabé por explotar. Ella se abrazó y me dijo que me tranquilizase, que quedaba toda la noche, siguió besándome y mi polla empezó a reaccionar, esta vez ella se puso debajo, se colocó una almohada debajo de la cintura y la penetré, esta vez marcaba yo el ritmo y sabía que esta vez no me correría tan fácil.
Empezó a gemir y a gritar que le diese mas fuerte, que por favor no parase, con sus manos se pellizcaba los pezones y gemía cada vez mas fuerte, hasta que explotó en un terrible gemido acompañado de un profundo suspiro, mientras yo seguía con el mismo ritmo, eso hizo que a los dos minutos ella estuviese gimiendo de nuevo, con sus piernas rodeó mi cintura y con sus brazos mi cuello, de forma que se colgó a mí, yo aproveché y acelere mi ritmo, ella me suspiraba en la oreja que le diese mas fuerte, que la iba a partir, y así seguimos hasta que ella alcanzó un nuevo orgasmo.

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Se la saqué, me tumbé en la cama y ella empezó a chuparme la polla, hasta que terminé por correrme. Nos quedamos dormidos. Cuando desperté, ya no estaba ella, pero encontré una nota en la que decía: Eres encantador, lo he pasado muy bien esta noche. Hoy a las 8 en mi oficina. De esa noche, hace hoy dos años. Desde entonces, no he vuelto a pasar una noche solo. Mi vida a cambiado y en el terreno sexual, no paramos, follamos cada vez que podemos y en cualquier sitio. Ahora vivimos juntos.
Un beso.

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