Relato erótico
Por delante y por detrás
Lo reconoce, el sexo anal la vuelve loca. Acababa de salir del trabajo y estaba cansada y aburrida, pensó que sería buena idea llamar a un amigo con el que solía tener una buena conversación y buen sexo.
Elena – Zaragoza
Me encanta sentir el semen caliente cuando sale de mi culo y se desliza por mis nalgas y los labios de mi chocho y eso fue lo que experimenté cuando fui a casa de un buen amigo, para ver como estaba. Hacía tiempo que no lo veía y quería darle una sorpresa.
Fui a su casa sin avisarle y me encontré que estaba él y cuatro amigos conversando en la terraza. Eran sobre las seis de la tarde y yo acababa de salir de mi trabajo, me sentía extenuada y cansada. Soy morena, esbelta y mi cintura y nalgas son la envidia de muchas mujeres. Usualmente me pongo ropa bien provocativa para el trabajo. Aquel día llevaba una falda corta, abierta en la parte de atrás, que cuando caminaba casi se notaba donde comienzan los muslos y también una camisa de algodón pegada al cuerpo y una chaqueta por encima.
Tan pronto me vio mi amigo, me abrazó y me besó. Pude sentir su larga polla cuando me apretó contra su cuerpo. También noté como sus amigos me miraban. Comenzamos a bebernos unas cervezas y hablar sobre trabajo. Después de las nueve de la noche, estos hombres estaban medio cachondos y mi amigo comenzó a acercarse y hacerme insinuaciones diciendo a sus amigos lo bien que nos llevábamos. Mi amigo y yo hemos tenido varias experiencias sexuales. Todas bien satisfactorias. Tiene una polla larga, pero delgada y curvada. Me ha follado de todas maneras y formas. El sí sabe lo que es tener sexo.
Mi amigo se me acercó, me besó en la oreja y murmuró que si me atrevía tener relaciones con todos ellos. Le dije que tal vez, porque no me gustaban todos sus amigos. De los cuatros, solo dos me agradaban. Jorge que era un hombre mayor de unos 50 años, alto y se mantenía atractivo, con una cara interesante y Daniel que tenía como unos 24 años y era rubio, alto, delgado y con cuerpo fibroso y bello. Los otros dos, Juan era un hombre más bien feo, bajito y gordinflón, mientras que Jaime era un hombre grueso, pero muy grueso, que tenía que estar en los 120 kg.
Después de un rato, pusieron música y mi amigo y yo comenzamos a bailar y empezó a tocarme el culo y las tetas. Pronto vi como Daniel se acercaba por detrás y se pegó a mi trasero, me cogió por la cintura y los tres nos movíamos como una sola persona. Al cabo de unos segundos, sentía las pollas erectas rozándome las nalgas y el chocho. Entonces comenzaron a desnudarme y a quitarse la ropa también ellos. Cuando miré la polla de mi amigo, la tenía bien tiesa, bien venosa y morada. De pronto pensé que quería verlos desnudos a todos. Miré hacia atrás para ver la polla de Daniel, medía como unos 20 cm. Era una polla atractiva.
Jorge ya se estaba manoseando la verga y cuando se me acercó, vi que la tenía arqueada hacia arriba, de unos 18 cm y con unas bolas inmensas. Me sorprendí con esas bolas grandes y peludas. Los dos chicos aún no se habían desvestido. Yo estaba muy cachonda y le pedí a mi amigo que me pusiera su larga manguera en la boca.
Mientras le chupaba la verga, sentí el primer pinchazo en mi chocho húmedo. ¡Ah, que bueno era el ritmo de Daniel! me metía la polla con unos movimientos que me hacía sentir en las nubes mientras Jorge se acercó a mi cara y me dio su verga para que comenzara a mamársela.
Ya tenía una polla en el coño y dos en la cara, mamando como una becerra ambos rabos. Aunque eran feos, quería ver a Juan y Jaime, al menos pajeándose. Podía notar lo excitados que estaban ambos. Dejé de mamar y los llamé, diciéndoles que podían acercarse a mí y hacer lo que quisieran. Tímidamente, ambos comenzaron a quitarse la ropa y cuando Juan se quitó sus calzoncillos vi el aparato más insólito que había visto en mi vida. Era casi violeta, no era largo, ni gordo, pero tenía las venas bien marcadas y la cabeza era mucho más grande que el tronco. Eso me excitó mucho.
El único que quedaba sin desvestir era Jaime y cuando este se bajó el calzoncillo, fue todo lo contrario de lo que yo pensaba. Creía que a ese gordo no se le iba a ver la polla y que lo tenía pequeñito pero cuando sacó aquel monstruo, quedé como en un “shock” Era una polla inmensa, más o menos de unos 22 cm, pero era gordísima y rosada. La tenía algo blanda, como si no estuviese del todo erecta. Entonces le dije que me acercara la polla y que me podía meter el capullo en la boca. Pero más me sorprendió cuando sentí que se le estaba estirando el miembro. Le seguía creciendo hasta que se le puso duro y tieso como un palo. Aquel gordo feo tenía una polla de película, aquello media como unos 28 cm por lo menos y era extremadamente gordo.
Entonces nos fuimos a la cama y le dije a mi amigo que se acostara, me senté encima y mamé aquellas pollas como una verdadera puta. Jorge se colocó detrás de mí y también metió su verga en mi coño. ¡Que gusto estas dos vergas entrando y saliendo de mi chocho! Pero entonces Juan le dijo a Jorge que quería ponérmela también, este le cedió mi agujero pero lo que hizo fue metérmela en el ano.
Hacía tiempo que no me follaba nadie por el culo, sabía que sentiría dolor, pero me anticipé a esto y traté de relajarme. Bruscamente Juan me dijo:
– ¡Te voy a romper el culo y me vas a tener que suplicar que deje de follártelo de tanto que te va a doler!
Esas palabras me dieron miedo, pero él metió su dura daga en mi culo de un solo empujón.
– ¡Aaah…! – grité – ¡So cabrón, hazlo suave que me duele… para, para… aaaaayyyyyyy… que dolor!
Mi amigo metió su larga polla en mi boca. Así no podía gritar, solo me retorcía de dolor. Sentía un ardor inmenso, pero mi culo acabó acostumbrándose a ese nabo que entraba y salía con velocidad y furia.
– ¡Siiií… dame Juan! – decía ahora yo – ¡Si dame por el culo bien fuerte, más rápido!
Juan empezó gemir y a decir que se acercaba su corrida, pero yo le dije que no se corriera aún. Entonces se salió de mi culo y me permitió cabalgar encima de mi amigo con más facilidad, pero Daniel se colocó detrás de mí, metió su polla rápido por mi ano y comenzó a moverse mucho más rápido que Juan. Siguió así con el mismo ritmo que me había comenzado a follar como por 5 minutos. Luego abrió mis nalgas y sacó suavemente su polla, dejándome mi ano bien abierto y esperando por su otro visitante. Ahora le tocaba el turno a Jorge y este metió su miembro arqueado por mi culo y sentí una molestia grande. El pene se doblaba y tocaba algo dentro de mí que me molestaba, por lo que le pedí que me enculara suave pero él hizo caso omiso de esto. Me dio por el culo con mucha furia, diciéndome palabras obscenas.
Yo comencé a moverme y le decía entre gemidos de placer:
– ¡Sí, fóllame el culo! ¿Te gusta, te gusta mi culo, te gusta? ¡Ay, sí, dame fuerte!
Jorge sacó su polla antes de correrse pero yo quería más pollas por el culo y le dije a Jaime que quería sentir su verga. El estaba sentado, pajeándose y observándolo todo, pero mi amigo me dijo que lo dejara a él primero. Me levanté y lo dejé salir de debajo de mí, se colocó detrás y me dijo que me metería toda la verga hasta los huevos.
– Ahora vas a gozar con este aparato tan largo.
– ¡Sí, amor, mételo hasta el fondo… aaah… sí, ya lo noto… oooh…!
Mi amigo metió su larga polla y notaba como sus bolas chocaban en mi coño. Se me hizo fácil gozarlo por que mi amigo, a pesar de que lo tiene largo, lo tiene delgado. No molesta de ancho, más bien cuando se estira en el fondo es cuando molesta. Mi amigo comenzó a meter el miembro hasta el fondo y lo sacaba casi por completo. Sentía su pelvis dando golpes con mis nalgas, pero poco antes de que se corriera lo sacó y me dio par de golpes con el miembro en la cara. Entonces solo me faltaba el aparato del gordo Jaime. ¡Que clase de pájaro tiene, es inmenso!
Cuando este se levantó, vi que cuando caminaba hacia mi se le movía todo el estómago, caminaba con las piernas abiertas porque sus muslos chocaban entre sí. Pero también le prestaba atención a su majestuoso rabo. Gordo y largo, estaba como una estaca, bien tieso y venoso, duro, podía ver como ese gordo se pajeaba y le salían jugos de su hinchada cabeza comenzaba a babear. Todos querían ver “aquello” entraba en mi culo. Me relajé y abrí las piernas bastante. Abrí mis nalgas y le dije:
– ¡Quiero que me metas ese pollón hasta el fondo!
Jaime se colocó detrás de mí y puso la punta de su glande en la entrada de mi ano. Que para ese visitante, era sumamente estrecho. Comenzó a meterlo suavemente, al comienzo no sentía dolor alguno, pero de momento sentí en mi interior un tronco enorme tratando de estirar las paredes de mi recto, tratándolas de romper porque no había forma de entrarlo.
– ¡Aaaaay… aaauufff… oooh… por favor no te muevas! – grité.
Permanecí de esa manera y posición por unos minutos hasta que se me adaptara un poco el ano, pero cuando Jaime comenzó a sacar y a tratar de meter más su inmensa polla, unas inmensas ganas de ir al baño sentí en mi estomago. Jaime comenzó a bombearme fuerte y en tres ocasiones sentí su panza y bolas chocando mis nalgas y chocho. Sentía que algo rompía dentro de mí. De pronto Jaime sacó su verga de mi culo y me dijo que me sentase encima de él. Colocó la punta de su miembro y de un solo empujón me sembró la longitud de su polla en el culo.
– ¡Aaaaah… ya, ya… para, te lo voy a sacar, so cabrón, me duele horrores!
Cuando me lo iba a sacar, miré hacia los lados y vi a los demás pajeándose como locos y como comenzaron a tocarme. Me empezaron a tocar el coño y las tetas y pajeándose como frenéticos, me hicieron retomar mi posición y clavarme más ese inmenso poste. Entonces le dije a Jaime que me dejara mover a mí. Lo sacaba casi por completo y cuando estaba a punto de salirse, volvía a empujar centímetro a centímetro por mi culo.
Después de unos minutos, estaba quejándome como loca, como una perra, gritaba y les pedía a los muchachos que se corrieran en mi cara y tan pronto lo mencioné, sentí un espeso chorro de leche en mis nalgas. Jorge se había corrido en ellas. Otro chorro de esperma me cayó en la cara, ahora fue del duro miembro de Juan. Cuando Jaime vio que todos se corrían, me cogió por las caderas y me levantaba y me apretaba contra él, haciéndome gritar como si me estuvieran matando. Me levantaba y me tiraba hacia él con una fuerza increíble. No podía luchar con él, ni ninguno de los muchachos me ayudaría porque todos estaban excitados mirando el espectáculo del cabrón gordo rompiéndome el culo.
No tuve remedio, tuve que recostarme en su inmensa barriga y dejar que me follara como le diera la gana. Yo gritaba del dolor, sentía su polla que me llegaba al estomago, parecía como si me estuvieran quemando por dentro. Entonces Daniel se me acercó, me dijo que abriera la boca y me colocó la cabeza de la polla entre los labios y tan pronto los cerré sentí su espesa y caliente leche en mi garganta. Tragué y tragué, toda la leche que me tiró ese cabrón. Ahora yo solo quería que se corriera el gordo que me estaba jodiendo el culo.
De repente, el gordo empezó a gritar que se corría, me cogió por los hombros y me apretó bien fuerte penetrándome por completo y dejando su inmensa polla adentro de mi culo, sin moverse como por diez segundos, gritamos los dos.
Yo tenía el culo demasiado abierto y estirado, así que entre varios, me cogieron por la cintura y me tiraron hacia atrás para sacarme de aquel empalamiento, pero en el acto y libre de él, me insertaron otro bicho en el culo. Noté que era mi amigo y noté una corriente de leche bien caliente en mi culo. Terminó de correrse en las nalgas y la espalda.
Nos quedamos todos extenuados, me fui a la cocina para tomar algún refresco, pero cuando llegué me encontré con Daniel, que estaba completamente desnudo con el bello miembro semi erecto, tomándose un vaso de agua. El me miró, sonrió y me dijo:
– Me encantas, si fueras mi mujer nunca saldría de casa
Me sentí feliz con el comentario del chico y a la vez sentí como los labios de mi coño comenzaban a palpitar. Le contesté:
– Mira Daniel, eres un chico divino, y si estuviera sola… no dudes que un hombre como tú, sería la pareja perfecta.
Llevo año y medio con Paco, un hombre que no es nada fuera de lo normal. Pero me trata bien y me permite muchas libertades. Referente al sexo, me ha permitido estar con otros hombres y a él le gusta que le cuente como fue la relación y como me lo hicieron.
Me vestí y sin ropa interior me monté en un taxi, tratando de contener la leche hasta que llegara a casa, bañarme y ver como se deslizaba por los muslos, los pies… y así lo hice.
Besos a todos de una lectora muy caliente.