Relato erótico
Una buena “comisión”
Fue con su compañero de trabajo a ver un cliente para hacerle un seguro. Firmaron la póliza, pero además los dos… se follaron a su mujer.
Juancar – ZARAGOZA
Amiga Charo, mi nombre es Juancar, tengo 28 años y trabajo en una empresa de seguros en la que llevo poco tiempo. Un día un compañero de trabajo, llamado Juan y de 43 años, me pidió que le acompañara a ver a un cliente un sábado a las 8 de la tarde pues era una reunión muy importante que solo podía ser ese día y después nos iríamos a tomar algo por ahí. Yo estoy soltero y él divorciado por lo que no teníamos nada más importante que hacer.
Al llegar a la casa subimos al piso y al llamar nos abrió un hombre de unos 40 años, que era el cliente, y pasamos al salón, donde nos sentamos y comenzamos a hablar de negocios. Al poco rato apareció su mujer en el salón y nos la presentó. Mª del Rocío tenía 38 años, cosa que sé por la póliza, era muy guapa, morena de lindo pelo rizado y una cara preciosa. Llevaba un vestido corto de vuelo con la parte de arriba muy ceñida y abotonado en su parte delantera. Por lo corto del vestido se le veían unas piernas preciosas y unos muslos que daban ganas de tocar, todo enfundado en unas medias negras de red.
El vestido marcaba sus curvas y unas tetas no muy grandes pero redondas y que parecían muy duras. Además llevaba unos botines de punta con un alto tacón, cosa que me encanta ver en las mujeres. Mi amigo hablaba de negocios con el hombre y yo no podía dejar de mirar a Rocío que, frente a mí, me estaba poniendo muy cachondo. Rocío nos sirvió unas copas y al inclinarse para hacerlo la parte trasera del vestido se levantó dejándome ver el encaje de sus medias, unidas a un liguero, por lo que se me puso dura de inmediato.
Yo cogí mi móvil y con disimulo le hice una foto cuando, inclinándose un poco más, me enseñó su culo.
Bebimos varias copas hasta que todos, menos yo, estaban un poco bebidos y entonces vi algo que me llamó la atención. Juan apoyaba la mano en la rodilla de Rocío y la subía sobándole el muslo sin que ella dijese nada y su marido parecía no enterarse. Juan se estaba dando un lote tremendo sobando a Rocío y sin importarle que estuviese su marido e incluso vi que Juan tenía la mano entre los muslos de Rocío y le sobaba hasta el coño.
En un momento dado Rocío se levantó y se fue a la cocina y a los dos minutos Juan se levantó también y se fue al baño dejando al señor leyendo el contrato. Yo me levanté y le dije que tenía que llamar con mi móvil y me fui fuera del salón dirigiéndome a la cocina donde al llegar vi a Rocío apoyada de bruces sobre la mesa y a Juan follándosela. Sin hacer ruido les hice una foto sin que me viesen y me volví al salón. Al poco rato apareció Juan sonriente y minutos más tarde vino Rocío que besó a su marido y se fue a la cama. Entonces me acerqué a Juan, le enseñé la foto y él me dijo:
– ¡Vete con ella!
Sorprendido, esperé un poco y luego decidí ir a su habitación, la busqué y allí encontré a Rocío tirada sobre la cama, vestida y dormida. Me senté al borde de la cama y comencé a acariciar sus muslos hasta llega a la altura de su tanga, que tenía metido entre los labios de su coño. Aparté la prenda, con mis dedos le abrí el coño y me agaché para chupárselo comprobando que lo tenía empapado la muy guarra. Su sabor era delicioso, ya que era un sabor ácido pero no muy fuerte y estaba encharcándose cada vez más. Rocío gemía pero con los ojos cerrados por lo que no sabía quien le estaba metiendo mano, entonces saqué la boca de su coño y le fui abriendo el vestido encontrándome con sus tetas que me lancé a chupar como un poseso. Rocío, entonces abrió los ojos y al verme sonrió.
Le separé los muslos mientras sacaba mi polla muy tiesa y dura al aire y arrancándole el tanga se la apoyé a la entrada del coño y de un fuerte empujón se la clavé entera hasta los cojones y comencé a follármela mientras ella me rogaba que, por favor, no parase con los ojos húmedos. Mientras me la follaba comencé a morrearla, sobándole con mis manos las tetas y pellizcándole los pezones que comenzaban a ponerse duros. Rocío ya no protestaba sino que se le comenzaban a escapar algunos pequeños gemidos que hicieron calentarme aún más.
Al poco Rocío comenzó a gemir más fuerte y empezó a correrse gritando como una guarra por lo que tuve que taparle la boca para que no la oyese su marido, y seguí dándole mucha caña. La dejé descansar un poco y me salí de su coño, pero me tumbé en la cama boca arriba con la polla muy tiesa y le pedí que se echase sobre mí. Rocío se puso en cuclillas y me agarró la polla con una mano mientras con la otra se abría el coño. Poco a poco se fue bajando y se fue clavando la polla en el coño hasta tenerla dentro por completo y se quedó quieta unos segundos para amoldar la verga en su almeja.
Entonces se echó sobre mí y comenzó a mover su culo arriba y abajo follándome con ganas mientras comenzábamos a morrearnos. Yo le agarraba las nalgas con ambas manos y empecé a acariciarle el ano pasándole un dedo por su culo y metiéndoselo hasta la mitad en el agujero. Rocío no paraba de gemir. Y al momento me corrí en su coño llenándoselo de leche empezando ella a moverse más rápido para que toda mi leche entrase en su chocho hasta sus entrañas. Tuve el mejor orgasmo de mi vida, gimiendo como un cabrón ya que mi Rocío seguía botando sobre mi polla cada vez más rápido sacándome hasta la última gota de leche de mi rabo.
Rocío se bajó de mí y se tumbó en la cama boca arriba con las piernas abiertas y metiendo sus dedos en el coño, se restregó mi leche por su sexo y luego llevó los dedos mojados de semen a su boca, empezando a masturbarse con la otra mano y provocando que mi polla comenzase a endurecerse de nuevo. Entonces ella se puso a cuatro patas, se metió entre mis muslos y mientras seguía masturbándose comenzó a comerse mi polla. Rocío se volvió a correr como una guarra pero como tenía mi polla en la boca no podía gritar.
Ella me comía la polla como una guarra, metiéndosela entera en la boca, atragantándose y dándole arcadas pero enseguida se le amoldó la boca y se acostumbró a tenerla dentro comenzando a subir y bajar a lo largo de mi verga. Su lengua se entretuvo en mi glande y luego volvió a bajar la cabeza apretando más con sus labios hasta que mi capullo tocó su campanilla dándole una arcada que hizo intentase sacársela de la boca pero yo le agarré la cabeza y la apreté con fuerza sobre mi rabo empezando a follarle la boca pero como ella se atragantaba, se la saqué y la dejé respirar un poco.
Cuando ella vio que estaba a punto de correrme, se sacó mi polla de la boca y comenzó a soplarme el capullo muy suavemente a la vez que seguía meneándomela, luego abrió la boca y apoyó su lengua en mi capullo frotando la punta en mi polla a la vez que me la meneaba rápido con la mano. En ese momento la muy guarra me dijo:
– ¡Vamos, cabrón, llénamela boca, córrete en mi cara!
Mi polla estalló como nunca lo había hecho y un río de leche comenzó a salir cayendo primero en la lengua de aquella guarra que al notarla saltar a su boca, la abrió y se tragó mi polla hasta la garganta de modo que el resto de mi corrida acabó en su estómago directamente, pues se lo tragó todo, sin dejar una gota. Era muy buena mamando y siguió haciéndolo como si fuese un helado, hasta dejármela muy limpia. Luego, poniéndose de rodillas a mi lado abrió la boca y me enseñó parte de mi corrida que se fue tragando mientras, la muy puta, me sonreía.
Yo me vestí y salí de la habitación yéndome al baño pensando en que excusa le iba a dar a su marido por tardar tanto, pero al salir del baño oí gemidos y al pasar por la habitación abrí la puerta con cuidado y allí estaba Juan que tenía a Rocío a cuatro patas y ella le mamaba la polla como antes me lo había hecho a mí. Miopía se puso dura y volví a acercarme a Rocío, le subí el vestido, le apoyé la polla en el agujero del culo y se la clavé sin ninguna dificultad.
Mi amigo no tardó en correrse en su boca y en ese momento yo exploté en su culo. Juan le llenó la cara de leche y de la boca de Rocío caía un reguero de semen sobre sus tetas y así la dejamos, tumbada en la cama, mientras Juan me decía:
– Su marido se ha dormido, así que vámonos.
Nos vestimos y nos fuimos. Al día siguiente volvía a ver a Rocío y como su marido no estaba, me la volví a follar. Así llevamos casi seis meses y se ha convertido en mi amante viéndonos casi todos los días. Su marido no sabe nada y mi amigo lo sospecha aunque nos la follamos los dos juntos a veces.
Ahora, cuando quiero follar, voy a su casa y me la follo como quiero, Se ha convertido en mi esclava y me obedece en todo.
La muy puta quiere hacer una orgía con cinco o seis tíos y yo seré el encargado de buscarlos.
Saludos y ya contaré lo que ocurra.