Relato erótico
Planeando el futuro
Sabía que no podía satisfacer a su mujer sexualmente y la fue mentalizando para que se acostara con otros hombres. Como ella se negaba, fue preparando un plan.
María – ÁVILA
Después de que ha pasado un cierto tiempo desde que pasó lo que originó todo lo que voy a contar, aun se me hace difícil el creer que haya sucedido. Somos un matrimonio, nos llamamos Emilio y María y llevamos mucho más de veinte años de casados.
Hasta hace unos años atrás, más o menos unos cinco, mi marido y yo manteníamos lo que pensaba yo era una relación casi perfecta. Pero debido a un accidente de tránsito, nuestra actividad sexual desapareció casi del todo, cosa que comencé a resentir bastante y a la vez hizo que mi carácter se amargase. Mi marido con rapidez se dio cuenta de todos esos cambios en mi manera de ser y de actuar. Me volví toda una amargada, quejosa, peleaba con él casi sin motivo alguno real y nuestras dos hijas, por suerte ya se habían independizado.
Como digo, mi marido se dio cuenta de esos cambios y procuró hablar conmigo respecto a ese tema, pero yo no quería admitir que me encontraba bastante afectada por esa situación. Así estábamos cuando él llegó una noche a proponerme que debía buscar alguien con quien compartir mi cama. Yo no lo acepté diciéndole que mis firmes preceptos morales me impedían aceptar el tan solo pensar en esa idea. Pero él, en varias ocasione, me siguió proponiendo el tema hasta que yo, de la rabia, lo dejaba con la palabra en la boca.
El día de mi cumpleaños numero cuarenta y ocho, mi marido me propuso salir a cenar fuera de la casa y durante la comida pidió varias botellas de vino. La verdad es que nunca he sido buena bebedora y después de un buen rato me encontraba del todo ebria y sin idea de lo que estaba pasando a mi alrededor. Entonces mi marido me sacó del restaurante y luego me llevó al coche mientras yo, en medio de mi borrachera, no hacía otra cosa que reírme como una tonta.
Sé que se detuvo en un bar, se bajó del coche mientras yo lo esperaba y al regresar lo hizo acompañado de un hombre joven. Mi marido, al hacerlo subir a nuestro coche, me dijo que era su ahijado, al que hacía muchos años que no veía. Para mi bastaba que mi marido me lo dijera para que yo lo aceptase como tal. De ese lugar nos dirigimos a nuestro hogar y ya dentro de la casa, mi marido abrió otra botella de vino y personalmente me sirvió a mí, a su ahijado y desde luego que él también se tomó otra copa.
Durante un rato hablamos de todo un poco, pero me pareció muy raro que mi marido en un momento determinado, se sentase a mi lado y sin considerar la presencia de su ahijado, comenzara a tocarme las rodillas, subiendo su mano por mis muslos y dejándolos parcialmente descubiertos ante la mirada fija de ese chico. No contento con eso, comenzó a besarme como un loco mientras que yo no sabía que hacer. A todas estas su ahijado nos seguía mirando de manera fija, sin ninguna otra expresión en su rostro que no fuera esa rara mirada.
A pesar de mi estado de embriaguez, traté inútilmente de calmar a mi marido, pero peor se ponía hasta que con sus propias manos me agarró las bragas y con fuerza y rapidez, me las quitó.
Aunque estaba vestida me sentí desnuda ya que él me seguía besando y tocando todo mi cuerpo bajo la ropa. Sus dedos los fue enterrando deliciosamente dentro de mi vulva y en esos momentos dejé de resistirme a todos sus avances. A medida que continuaba tocándome yo misma, sin enterarme demasiado me fui despojando de la ropa que llevaba puesta, como si la presencia de ese chico no me importase. Llegué a pensar en mi borrachera, que algo había pasado y que mi marido volvería a funcionar conmigo.
Pero en cierto momento cuando abrí los ojos, me encontré al joven frente a mi completamente desnudo y para completar, con su miembro completamente erecto ante mis ojos. Mi marido no dijo nada, sencillamente se levantó del sofá donde los dos estábamos, le cedió su lugar al chico y este comenzó a colocarse sobre mi cuerpo. A diferencia de mi marido, el joven me comenzó a tocar de manera suave y gentil. La verdad es que yo me encontraba entre excitada y bastante asustada, por no saber como actuar, hasta que él abrió mis piernas con calma, acercó su agraciado rostro a mi coño y algo que en mi vida había sentido, lo sentí en ese instante cuando su gruesa y musculosa lengua comenzó a pasarla sobre mis labios vaginales y mi clítoris. Por un buen rato recibí las delicias de eso que me hacía con su boca y lengua. A cada pasada de su lengua por sobre mi piel sentía como sí una sabrosa corriente eléctrica atravesara todo mi cuerpo.
De la misma manera, suave y deliciosa, comenzó a penetrarme. El sentir otra vez esa agradable sensación de estar entre los brazos de un hombre y que a su vez me fuera introduciendo su miembro, creo que me volví como loca. Por unos segundos di rienda suelta a mis deseos de continuar siendo follada, pero al levantar la vista vi la figura de mi marido que nos observaba. Eso me paralizó hasta que se acercó a mi rostro y con pasión y ternura me dio un suave beso en la boca. Eso bastó para que yo continuase disfrutando, de lo que el chico y yo estábamos haciendo.
Afortunadamente vivimos bastante retirados de los vecinos ya que mis gritos de seguro se debían escuchar con claridad fuera de la casa. El muchacho, por lo que pude comprobar, era todo un experto en la materia y tras estar acostada boca arriba y con las piernas bien abiertas, disfrutando de sus fuertes penetraciones, me hizo cambiar de posición.
Mi marido nos miraba con una cara de alegría y felicidad que hacía mucho tiempo que no le veía. Conociéndolo como lo conozco, sé que no era por lo que estaba viendo, sino por lo que yo estaba disfrutando.
De pronto el chico me puso recostada boca abajo sobre el sofá y penetró mi caliente coño, con su gran verga.
Al rato me lo sacó y estando de pie, me levantó y así de pie lo estuvimos haciendo por largo rato. Me sentía como una niña con un juguete nuevo y a cada momento, con cada penetración, aunque parezca una exageración de mi parte, yo alcanzaba un delicioso orgasmo, cada uno más profundo y fuerte que el anterior. Hasta que él me dejó sobre el sofá y llevando su enorme verga directo a mi boca, terminé mamándosela hasta que se corrió en ella.
Después de eso me quedé completamente exhausta, tanto que hasta me dormí en el sofá. Cuando me desperté, estaba desnuda y apenas cubierta por una de nuestras sabanas, también estaba muy conciente de casi todo lo que había pasado en aquella noche. Al poco rato, sentí el olor a café que, en la cocina, preparaba mi marido. Al levantarme fui a la cocina y me encontré con la sorpresa de que su ahijado se estaba sentado a la mesa de la cocina, listo para desayunar. Mi marido notó mi presencia y por suerte agarré la sábana y me enrollé en ella. Por todo lo que había pasado la noche anterior no sabía que hacer o decir, hasta que mi marido dijo:
– Espero te haya agradado la fiesta y el regalo de cumpleaños que te hice.
Hubiera querido decirle que no, por eso de ser pudorosa, pero no era cierto, lo disfruté y no saben de que manera. Su supuesto ahijado, resultó ser un joven actor porno.
Mi estado de ánimo cambió del todo desde esa noche, dejé de comportarme como una vieja amargada y malcriada.
Ahora cuando mi marido me propone que me acueste con otros hombres, ya realmente no veo nada malo en ello y acepto gustosa. Incluso en ocasiones me ha presentado algunas variantes, las cuales de igual forma disfruto al máximo. Al fin yo lo sigo amando y él a mí, de no ser así creo que me hubiera vuelto loca.
Besos cariñosos, querida Charo.