Relato erótico
Pillados infraganti
Tiene un rollete con una de las secretaria de la empresa, lo que nunca se hubiera imaginado es que, acabaría montándose un trío con la nueva jefa.
Luis Ángel – Barcelona
Hola Charo, te quiero contar a ti a todos los lectores, lo que me pasó hace un tiempo cuando estaba en el trabajo. Soy un empleado administrativo de una empresa textil muy grande y hace muy poco cambiamos los jefes de mi sector. Mi nueva jefa, Mercedes, una abogada dos años menor que yo, que tengo 25, es una morenaza muy excitante pero su carácter hizo que de inmediato sus secretarios, Marga, una chica con quien a veces salgo, y yo nos pusiéramos en su contra enseguida.
Marga tiene 31 y está casada hace 6 años, sin embargo su marido viaja seguido y con ella ya prácticamente tenemos un pacto perfecto en el que gozamos de un sexo espectacular cuando podemos, pero nunca mezclamos el placer ni con el trabajo ni con su matrimonio. Es una situación rara pero la llevamos muy bien, o mejor dicho la llevábamos hasta que Mercedes apareció en nuestras vidas.
Pasó que un día nos quedamos supuestamente a realizar horas extras por la tarde y cuando todos se fueron Marga y yo nos comenzamos a comérnoslo todo, como siempre hacíamos. Era algo muy excitante que habíamos puesto a prueba hacía unos meses y no podíamos parar. Cerramos la puerta de la oficina, en el piso en el que trabajamos ya no queda nadie a esas horas, y la subí a la mesa escritorio para chuparle ese coñito tan espectacular.
Marga era una putita en la cama y le gustaba experimentar cosas que con su marido no se animaba. Por eso, y por la bronca que le teníamos a la nueva jefa, ella me dijo que quería que se la metiera en el despacho de Mercedes.
Entramos, le levanté la falda, bajé su tanga su y se la empecé a meter por el culo hasta el fondo como a ella le encanta. Pero de repente, la puerta se abrió y era Mercedes. Nos miró, yo metiendo mi polla por el culo de Marga cuyas tetas descansaban sobre su propio escritorio. Entró en la oficina y cerró mientras nosotros nos ruborizamos sin decir palabra y nos empezamos a vestir. Mercedes no dijo nada por unos segundos y cuando yo comencé a ayudar a Marga a ponerse el sujetador nos detuvo diciéndonos:
– Ya sabéis que por eso puedo despediros y si no queréis que eso pase debéis seguir pero ahora frente a mis ojos.
La verdad es que a mi la erección se me había ido con el susto pero Mercedes se sentó en una silla frente a nosotros y preguntó:
– ¿Para cuando?
Yo dudé dos segundos pero Marga enseguida se sacó la braguita nuevamente y me dijo:
– ¡Métemela bien!
Parecía disfrutar toda esa situación, cosa que volvió a excitarme y sin muchos titubeos saqué mi pene, nuevamente erecto, mientras miraba como Mercedes le clavaba la vista a Marga y se relamía de placer al verla. Me la sacudí un poco frente a sus ojos y de un saque se la metí a Marga por el culito.
Ella pegó un grito de dolor pero yo estaba tan caliente que quería enterrársela hasta el fondo y entonces Marga me dijo que fuera más despacio pero en seguida Mercedes, con voz de mando, exclamó:
– ¡No, métesela bien fuerte a esa guarra!
Y estaba que me moría y tras empujar a fondo en el culo de Marga, Mercedes volvió a decirle:
– ¿Eso es lo que querías?
Marga la miró mientras yo se la metía una y otra vez y le dijo:
– Sí, me encanta ser muy putita – como si le gustara el jueguito propuesto por la jefa.
De pronto Mercedes se levantó y le agarró el pelo a Marga mirándola a los ojos fijamente mientras yo la hacía gritar de dolor y placer. Parecía que eso era lo que más la excitaba. Entonces yo solté a Marga y fui hacia Mercedes que al verme venir me dijo:
– ¡Aparta, no quiero nada contigo!
Estaba como loco y no me importó nada, agarré a Mercedes, le subí la falda, arranqué su tanga y mientras ella decía “¡vete, vete!”, se la metí. Tenía una coño muy húmedo y estrecho, que me hizo querer meterla más y más, Le intenté levantar sus piernas a la altura de mis hombros pero como ella se negaba, Marga la agarró de las manos con sus rodillas, apoyando su vagina bien húmeda en su boca mientras yo alcé sus piernas y se la metí con todas mis fuerzas, mientras Marga me decía:
– ¡Dale, dale! – pero cuando de pronto Mercedes dejó de negarse Marga cambió de gritos para decirle – ¡Sí, chúpame… chúpame!
Entonces me di cuenta que mientras yo me tiraba a Mercedes ella chupaba el coño de Marga. Cuando estuve a punto de orgasmar, me aparté para buscar un preservativo y en ese momento Marga, que sostenía la cabeza de Mercedes porque esta se la estaba chupando increíblemente, se dio la vuelta acostándose en la alfombra para que se la chupara mejor. Fue entonces cuando vi ese culo tan redondo, firme y virgen de Mercedes y no pude evitar querer metérsela por allí.
Solté el preservativo, levanté la cintura de Mercedes para que quedase a la altura exacta y se la metí sintiendo como forzaba ese culo. Mercedes pegó un grito y se inclinó hacia mí, entonces le metí una mano en las tetas y con la otra metía todo lo que podía en su coño, que estaba chorreada por todos lados. Marga se puso frente a ella y también le hacía una paja hasta que no aguanté más y llené ese culo con mi leche, eyaculando tanto que al sacarla aún cayeron unas gotas que chorrearon por ese culo espectacular.
Aunque me hubiera encantado hacer que Mercedes me la chupase hasta el fondo porque tenía unos labios súper carnosos, pero yo ya estaba más que satisfecho por lo que me quedé mirando como las chicas se llenaron de pajas entre ellas un rato más.
Hoy con Marga y Mercedes siempre nos juntamos a hacer alguna travesurita aunque me enteré que Mercedes es lesbiana y nunca había hecho el amor con un hombre, pero después de unas copas siempre me dice que mi polla en su culo mientras chupa un coño, es lo mejor que le puede pasar.
Bueno esta es una historia real, espero que os haya gustado.