Relato erótico

Pillado “in fraganti”

Charo
13 de diciembre del 2018

Fue a casa de su novia. Habían quedado para cenar los dos y una amiga de su madre que conoció en el gimnasio. Su novia había ido a comprar unas cosas que le faltaban para la cena y…

José Luís – VALENCIA
Amigos de Clima, os voy a contar una historia que me pasó un día de verano con mi novia y su amiga, bueno, mas bien era amiga de su madre. Seguro que a más de uno le haya pasado lo mismo, pero como me gusta compartir mis historias con los demás, voy a detallar lo sucedido.
Como dije anteriormente, era una calurosa tarde de agosto, yo me dirigía a casa de mi novia Sonia como casi siempre era habitual, y tras subir las escaleras toqué el timbre para que me abriesen la puerta y poder entrar en el piso. Una vez abierta la puerta me llevé la grata sorpresa. Tras ella se hallaba Victoria, una cuarentona buenísima que mi novia había conocido en el gimnasio a través de su madre.
Con el tiempo, la relación entre ellas era buenísima, quedaban para tomar café juntas e incluso iban de compras, una amistad rarísima ya que Victoria tenía 45 y pico años y Sonia 30, pero bueno, cosas peores se vieron ¿no?
Ese día habíamos quedado los tres para cenar juntos, para después salir a tomar unas copas, con la intención de animar a su amiga, después de su reciente separación con su marido, un gilipollas engreído que siempre fardaba de lo que no tenía.
– ¿Y Sonia? – le pregunté.
– Fue al súper a comprar unas cosas que le hacían falta para la cena, pero no tardará mucho en volver, eso creo – respondió.
– ¿No crees que es un poco temprano? La verdad no te hacía tan pronto aquí, mejor así tengo con quien charlar.
– Estaba un poco aburrida en casa y decidí pasar aquí la tarde, y de paso quedar para la cena – respondió.
¡Que calor hacía! Me levanté y fui hasta la cocina a coger una birra, y le pregunté si le apetecía beber algo, ella me respondió que con un vaso de agua con hielo era más que suficiente, me acerqué con el agua y la cerveza hasta la sala y me senté en el sillón más grande que había, cerca del ventilador.
– ¿Te importa que me quite la camisa? – dije – Con tanto calor me voy a pringar la ropa de sudor y me siento incómodo.
Ella se rió, me dijo si estaba de coña y respondió que podía quitarme la ropa que quisiera, que para eso era la casa de mi novia. Victoria miró para mí, echándome una ligera sonrisa, se abanicaba con su mano, mientras clavaba sus ojos en mi pecho desnudo.
– Creo que tienes razón, hace demasiado calor, te importa si me quito el top? – dijo ella mientras bebía un trago de agua fría.

Yo contesté que no me importaba en absoluto, y que a Sonia, tampoco le importaría demasiado. Victoria empezó a quitarse la parte de arriba, quedando con un precioso sujetador blanco y transparente, que cubría sus diminutas tetitas, a mí me hizo un poco de gracia, porque en ese momento pensé de lo bien dotada que estaba mi novia, con sus enormes tetas de la talla 100.
– ¿Qué es lo que te hace tanta gracia? – me preguntó.
Yo respondí que eran cosas mías, pero después de tanto insistirme, tuve que decirle que mis pectorales eran mucho más grandes que los de ella. Eso le jodió un montón y me respondió que me gustaría tener su par de tetitas en mi boca. Yo le dije que no era para tanto, y que no tenía lo que había que tener para enseñármelas.
Victoria con una velocidad endiablada se llevó las manos a la espalda y se sacó el bonito sujetador que llevaba puesto, y yo quedé pálido por un instante al ver aquel par de tetitas bien firmes. Mis manos empezaban a descontrolarse, solo pensar que Sonia podía llegar por la puerta, hacía que mis dedos no agarrasen con fuerza aquellas dos aceitunitas negras y erguidas.
Victoria con un ligero meneo de caderas, con aquel hermoso cuerpazo maduro que tenía, se acercó a mí, me hizo meter sus tetitas en mi boca y yo empecé a chuparlas con total frenesí. Nunca pensé que podía ser tan divertido chupar unas tetas tan pequeñas, ya que cabían con facilidad en mi boca, y solo estaba acostumbrado a comer tetas enormes que eran como siempre me habían gustado.
Después de recorrer con mi lengua la parte superior de su cuerpo, le dije que me gustaría hacerle una cosa y le supliqué que me dejara, ya que nunca lo había hecho antes. Se trataba de meterle un hielo en el interior de su chochito.
Ella respondió que estaba loco, que Sonia podía llegar de un momento a otro y que una cosa era chupar tetas y otra ser follada. Yo insistí constantemente, hasta que al fin lo conseguí, aunque me dijo que solo dejaba hacérselo por un poco tiempo, así que con toda rapidez ella se quitó la minifalda negra que llevaba y yo le quité el tanga blanco transparente, que tapaba su depilado coñito negro. Cogí un hielo del agua que había traído anteriormente y con mis dedos se lo introduje en el interior de su conejito experto. Ella comenzó a gemir, pues todo aquello le producía un placer inmenso, pidiéndome al fin que, que por favor, la penetrase.
Yo estaba calentísimo, bajé mis pantalones y le di mi polla para que jugase con ella. Victoria comenzó a comérmela con total lujuria.

Era una tragona que flipé, me la comía como si fuese la última cena de su vida, me dio una afilada y chupada de huevos, que ya no me importaba que nadie me viese en tal situación, solo pensaba en penetrarla, hasta que se me acabase el paquete de leche.
Comenzamos a follar y Victoria movía el culo como si fuese una perra en celo, pero lo que más me gustaba es que sabía lo que estaba haciendo, era toda una experta. Yo pensaba que se iba a agotar demasiado pronto, pero después de dos orgasmos que tuvo, aún pedía más, la muy viciosa. Yo quedaba asombrado, tan madura y tan guarra. Mi novia con dos así ya me pediría descanso, estoy seguro. Pero Victoria pedía más y quería que me corriese en su boca ya que lo estaba esperando desde hacía tiempo con paciencia, pero yo lo estaba pasando muy bien y controlaba mi corrida para no estropear el delicioso pastel que tenía ante mí.
– ¿Qué hacéis? – se oyó la voz de Sonia que había llegado a casa, sin oírla entrar con tanto jadeo – ¡Eres un cabrón y tú una puta de mierda! ¡Mira que venir a mi casa y joder con mi “ex-novio”! – gritó enojada – ¡Fuera de mi casa los dos! – seguía exclamando.
Me levanté en pelota picada, fui tras Sonia, que se había ido a su habitación y traté de convencerla que el calor había hecho que hiciésemos esa guarrada, pero que no volvería a suceder. Al rato ella me abrazó, se dirigió de nuevo a la sala, donde estaba Victoria poniéndose las braguitas y pidiéndole disculpas a Sonia.
Mi novia nos dijo que si queríamos ser perdonados, teníamos que hacer todo lo que ella ordenase y nosotros accedimos.
Hizo que cogiese el cinto de mi pantalón y golpeara en el culo maduro de Victoria. Del cabreo que había cogido, pasó a las risas, obligándonos a follar de miles de maneras. Yo aguantaba todo lo que podía, pero a la guarra de Victoria le parecía que tal situación le resultaba divertida y todo. Al final le ofrecimos a mi novia que se animase a participar, pero ella se negó rotundamente, diciendo que hacía mucho calor para hacerlo con dos hijos de puta de mierda, y se levantó un rato saliendo de la sala de estar. Yo estaba agotado y Victoria había llevado su ración de batido de leche en su boquita tragona, pareciendo quedar exhausta.
Al cabo de cinco minutos regresó Sonia desnuda, gritando:
– ¿Qué hacéis cabrones… por qué paráis, acaso os he ordenado eso?
Yo le contesté que estaba hecho polvo, dándole la idea de que ella follase con Victoria, pero ella me contestó que las tías no le iban y que ahora le tocaba a ella llevarse la ración guarra. Nos cogió a los dos de la mano y nos llevó al cuarto de baño donde nos esperaba la bañera llena de agua con un poco de espuma. Era buena idea para no pasar calor.

– ¿A qué estás esperando? ¡Fóllanos a las dos, mil hombres! – dijo Sonia.
Yo, para hacer tiempo e intentando que se izara de nuevo la vela, le dije que iba a tomar un zumo frío a la cocina para ver si recuperaba la energía perdida y cuando llegué de nuevo al cuarto de baño, vi a las dos bañándose, pero sin hacer nada. Eso me jodió un montón porque quería ver a Sonia haciendo cochinadas con Victoria.
– ¿Qué te pasa, no piensas follar conmigo, cariño? – me dijo Sonia.
– Sí – contesté – pero antes me gustaría verte hacer una cosa… ¿por qué no haces la tijera con Victoria?
A ella no le hizo mucha gracia, pero al final las dos se abrieron de piernas y se rozaban los coños para intentar coger el máximo gusto posible.
– ¿Esto es lo que te gusta ver, mamón? – me dijo Sonia cogiendo la cabeza de Victoria y haciendo que le comiese el conejito.
Al poco Sonia empezó a gemir como una loca y dijo que eso sí era placer y nada de tijeras. Yo empecé a calentarme al ver el placer que se daban mutuamente con sus lenguas y aprovechaba para meter mis dedos en sus deliciosos coños depilados y en sus culos, para hacerles luego sitio a mi hermoso nabo erecto. Me metí en la bañera con las dos y aunque no había mucho sitio, la verdad, me las arreglé como pude para follármelas por el culo y luego echarles mi cálida leche en sus lenguas enrolladas hasta quedarme seco del todo.
Era comprensible que Sonia pidiese más caña, pero lo de Victoria era espectacular pues aún se corrieron más veces las dos. Al final yo no tuve huevos para salir luego de marcha, y ellas tampoco.
Besos y hasta otra.

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