Relato erótico

Mi culo es vuestro

Charo
19 de febrero del 2018

Contactó con una pareja por mediación de la revista Clima. Intercambiaron emails, se llamaron y al final quedaron en encontrarse en una habitación de hotel. El trato era que el marido quería ver cómo le petaban el culo a su mujer.

José – MURCIA
Amigos de Clima, la historia que relataré me sucedió hace dos meses con una pareja que contactaron conmigo a través de un anuncio en la revista. Los nombres son ficticios pero los hechos verídicos.
Contacté con un marido que buscaba un hombre para acostarse con su mujer. Tenían esa fantasía y querían ver hasta donde la llevaban a cabo. Después de intercambiar varios emails y fotografías concretamos el día y las condiciones.
Eran una pareja de cuarenta y pocos años, de Valencia y físicamente bastante normales. Los llamaré Pedro y Susana. Ella era morena, algo rellenita y no muy alta.
Debía presentarse en mi habitación de hotel vestida como una prostituta para satisfacer mis antojos sexuales. El único hombre con el que había estado era su marido, nunca lo habían hecho por detrás y yo debía desvirgarle el culo delante de él. Ella quería sentirse como un juguete sexual, como una autentica zorra, quería abrirse de piernas para un extraño y que su marido viese lo perra que se podía volver su esposa con una polla metida en el culo.
Si alguno no se sentía cómodo, podíamos parar en cualquier momento, aunque de todas formas, quien tendría la última palabra era ella. La única condición es que no podía follarle el coño, pues para ellos era privado.
Llegaron puntuales, Susana iba vestida como una golfa: top muy ajustado, minifalda muy corta y botas por encima de las rodillas. Estábamos algo nerviosos, por lo que decidimos tomar una copa primero para romper el hielo, pero en lugar de una tomamos tres y Susana parecía cada vez mas desinhibida, así que empezamos con las bromas picantes y algún que otro roce inocente, hasta que, finalmente, decidimos pasar a la acción. Pedro y yo tomamos asiento y Susana se quedo de pie, enfrente de nosotros.
– Bien, veamos qué tipo de zorrita eres. A ver ese culo – le dijo su marido y no hizo falta decirle más.
Con movimientos muy lentos fue girándose para que pudiésemos ver bien todo su cuerpo.
– Levántate la falda para que podamos verte mejor – ordenó el marido.
Poco a poco se subió la mini, dejando ver una fina línea de vello. No se había puesto ropa interior y eso no me lo esperaba, y por la cara de su marido, él tampoco.
– Menuda guarrilla está hecha tu mujercita, ¿eh?
Sin decir nada, con una tímida sonrisa y mirada pícara, Susana fue separando las piernas poco a poco, facilitándonos la visión.
– Vaya, vaya…Te gusta enseñar el coño, ¿eh, putita?
– Sí…
– Acércate, vamos a ver esta preciosidad de cerca…
Sin bajarse la falda, se acercó sonriendo hasta ponérmelo a un palmo de la cara. Creo que el alcohol hacia sus efectos. Puse una mano en la parte interior de su muslo y fui subiendo muy despacio bajo la atenta mirada de Pedro. Al llegar al coño me demoré un poco, disfrutando del momento que se avecinaba.
– Uy, ya lo tiene húmedo… ¿te gusta?
– Sí…
– ¿Te gusta que te toquen el coño?

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– Sí…- repitió mientras yo empezaba a frotarle el clítoris suavemente.
– ¿Has oído Pedro? A tu mujer le gusta que le toquen el coño…- dije mientras seguía masturbándola.
Pedro miraba a su mujer como si fuese la primera vez que la veía, de arriba abajo con los ojos muy abiertos y tocándose el paquete por encima del pantalón, mientras, decía:
– Hay que ver cómo te dejas meter mano por un tío que acabas de conocer, como una cualquiera delante de mí y si encima te abres de piernas para que pueda sobarte bien… eres una guarra.
– Sí, soy un poco guarrilla.
– ¿Un poco? Seguro que ya lo tienes mojado. Detrás de esa apariencia de mojigata eres una golfa de campeonato.
Yo seguía metiéndole mano a Susana por debajo de la falda, notando como cada vez tenía el chocho más mojado. Le excitaba sentir la mano de un desconocido manoseándola, saber que esa noche, su marido la vería aguantando las embestidas de un desconocido, gimiendo como una perra en celo mientras un chulo le daba por el culo, saber que le había dado el culo a un desconocido que la trataba como una perra, cuando a él siempre se lo había negado.
Cuando tuvo el coñito bien mojado, le metí un dedo sin miramientos, arrancándole un gemido. Seguí metiéndole y sacando el dedo cada vez más rápido, tenía el conejo tan mojado que se oía un suave chof chof cada vez más fuerte. Entonces, cogiéndose las tetas y pasándose la lengua por los labios, Susana se giró hacia su marido, levantó una pierna y la apoyó en el sillón, eso me permitió meterle dos dedos y mostrarle una buena vista a Pedro. Estuvimos así un par de minutos, metiéndole los dedos. Yo tenía la polla durísima y Pedro creo que también. Susana no paraba de gemir y sobarse las tetas. Con las caras que ponía parecía una actriz porno.
– José, ¿le habías metido alguna vez los dedos a una tía tan caliente como esta?
– Si que es bastante guarrilla, pero un autentico putón se distingue por cómo se come las pollas. Susana, ¿quieres comer polla? – le pregunté.
– Sí, quiero comerme una buena polla.
– ¿Ves como eres una zorra? Te mueres de ganas de mamársela a José, desde que lo has visto no dejas de mirarle el paquete. Siempre has querido comerte una polla grande pues… ¡trágatela!
Susana se puso de rodillas y empezó a bajarme los pantalones, se notaba que lo que su marido le decía la ponía cachonda y estaba ansiosa por chupar. Al bajarme los calzoncillos mi polla saltó como un resorte y nos quedamos todos parados, como esperando el momento de verdad en que por fin Susana cataría otra verga. Mirando primero a Pedro y después a Susana, de rodillas entre mis piernas, la miré fijamente a los ojos y dije lo que todos queríamos oír:
– ¡Cómeme la polla, guarra!
Fue como dar el tiro de salida. Susana se abalanzó como una loca metiéndosela hasta la campanilla. Pedro se bajó los pantalones y empezó a masturbarse como un mono y yo apoyé las manos en la cabeza de Susana para acompasarla en su mamada. Estuvimos así unos 5 minutos con un ritmo cada vez más rápido.
– Te gusta cómo te la chupa mi mujer, ¿eh? ¿Te gusta? – me preguntó él.
– Sí, es una buena comepollas. Me gustan las mamadas muy salivadas y profundas y esta zorra sabe más de lo que parece. ¡Cómeme los huevos, que tu marido vea la cara de viciosa que tienes!
– ¡Sí, soy una comepollas! ¡Me encanta tragar! ¡Mira cariño, como tu mujer le chupa los huevos a José! ¡Esto es una polla y quiero que veas cómo se corre en mi cara! ¡Quiero que veas como a la cerda de tu mujer le llenan la cara de leche!

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Susana estaba con la cara metida entre mis huevos, haciéndome una paja, mientras ella misma se metía los dedos. Seguía de rodillas, pero con el culo cada vez más en pompa, contorneándose como una gata en celo. Creo que para Pedro ver así a su mujer fue demasiado y se corrió como un loco con un grito que debió oírse por todo el hotel.
Date la vuelta, que quiero darte por el culo – dije yo al fin.
– Sí, soy tu perra, dame por el culo. ¡Quiero que el cornudo de mi marido vea como me follas!
Se puso a cuatro patas de cara a Pedro, con el culo en pompa y apoyando la cara en la alfombra. Yo empecé a chuparle el agujero del culo mientras le pasaba un pequeño consolador por el chocho. Notaba como sus agujeros palpitaban, su culo estaba ansioso por tragar un buen trozo de carne y tenía el coño empapado. Lubriqué mis dedos con sus jugos y empecé a dilatarle el ano, metiendo mis dedos mojados con los jugos de sus corridas.
Cuando estaba tan cachondo que no podía más, lubriqué mi polla con un poco de vaselina, se la froté un poco por su raja y la encaré hacia su ano.
– ¡Sí, fóllame! ¡Pétame el culo!
Se la metí muy despacio y cuando pasó el capullo el resto entro con más facilidad. Cuando ya tenía la mitad dentro paré para dejar que su culo se acostumbrase, pero fue Susana la que de un solo empujón se la acabó de meter hasta el fondo.
– ¡Soy tu perra! – Casi me gritó – ¡Fóllame duro! ¡Mi culo quiere polla!
La agarré por la cintura y la penetré sin contemplaciones, Susana soltaba unos gemidos ahogados. Cuanto más fuerte me la follaba más fácil entraba. Pedro estaba desnudo sin dar crédito a lo que veía.
– Nunca imaginé que fueras tan putón…
Susana no respondió, solo lo miraba sin decir nada, con unos gemidos flojitos, como si se estuviese controlando para no gritar demasiado.
– A tu marido lo engañaras, pero esté culo está muy dado, no es la primera vez que te pones a cuatro patas y te petan el culo – dije.

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Se hizo un silencio que a mí me pareció eterno, solo se oían mis huevos rebotando en el culo de Susana mientras ellos se miraban sin decir nada
– Lo siento… – dijo ella al fin y en voz muy baja.
La polla de Pedro, que un momento antes estaba flácida, empezó a crecer por segundos.
– ¡Eres una puta completa! Una zorra comepollas!‘¡Eres una guarra que se dejar follar por el culo! ¡Y yo un cornudo!
Se empezó a hacer una paja como un loco mientras yo no paraba de follarle el culo a su mujer
– ¡Siiií… soy un putón y tu un cornudo!
– ¿Cuantas veces te han dado por el culo? ¿Cuantas pollas te has comido, guarra?
– ¡Muchas! ¡Me encanta comer pollas! ¡Mira como me folla este macho, mira cabrón! ¡Córrete José… lléname de leche!
No pude más y me corrí como un loco, llenándole el culo de semen caliente hasta el fondo. Luego, poco a poco, retiré mi polla del culo de Susana y al salir del todo, un chorro de semen salió del culo resbalando por su coño. Susana lo recogió rápidamente con su mano y se lo esparció por el chocho sin cambiar de postura.
– Pedro, ¿quieres follarte un coño de zorra usado? – le preguntó a su marido.
– Sí, mientras te follo quiero ver como se te sale la leche que te han metido en culo y la que gotee te la meteré con mi polla en coño, para que lo tengas bien pringado y lubricado.
Fue lo último que oí. Me vestí y me fui. Un trato es un trato.
Saludos a todos.

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