Relato erótico
Pasión liberada
Hacía mucho tiempo que no se veían y estaba ansioso por tenerla en sus brazos. En cuanto la vio supo que sería una velada inolvidable.
Mario – Navarra
El encuentro estaba cerca, hacía casi un año ya de la última vez que nos habíamos visto y deleitado. Ella me llamó por teléfono para avisarme que estaba lista y esperándome, yo le confirme que estaba cerca y que pronto nos encontraríamos. Por fin. Pronto estuve en el lugar indicado. Ella me esperaba, la vi desde lejos y sentí un estremecimiento de placer. Llegué hasta donde estaba, estacioné el coche y me bajé, ella me recibió bajando de su coche, nos saludamos con un beso y nos estrechamos en un abrazo, y así nos besamos varias veces, en silencio, con gusto, con deseo. Yo abrazaba su cuerpo que se pegaba contra mí, podía sentir su pecho contra mí, sus piernas contra las mías, la excitación.
Entonces nos separamos un poco para mirarnos y decirnos lo contentos que estábamos de encontrarnos otra vez. Le pregunté entonces donde iríamos y me contestó que sabía de un lugar donde podríamos estar con tranquilidad. Fue a buscar su bolso y subió conmigo al coche, y partimos hacia nuestro lugar. Acarició mi pecho y pierna, mientras que yo tomé la suya, acariciándola desde la rodilla hasta el muslo, tocando el vértice entre ellas, lo que disfrutó tan excitada como yo. Así llegamos hasta una amplia cabaña que sería escenario para nuestro acto de amor.
Entramos, la cama se mostraba elevada sobre el suelo, a un costado un espejo reflejaba toda la extensión, donde nuestros cuerpos se reflejarían unidos. Juntos llegamos hasta el borde de la cama y abrazándonos comenzamos a besarnos. La recosté sobre la cama y aún vestidos comenzamos a acariciarnos y besarnos, yo sobre ella, con gusto, con ganas, con que deseos por fin cumplidos otra vez de estar juntos, así. Acariciaba su cuerpo, sus pechos, piernas, su cabeza… Nuestras bocas unidas por las lenguas se besaban una y otra vez. Entonces comencé, a desnudarla, la deseaba.
Primero quité su blusa, una liviana tela y dejé expuestos los pechos cubiertos por el sostén. Mis manos los atraparon de inmediato, acariciándolos, mientras sus manos acariciaban mi espalda y su boca se deleitaba en besos. A continuación la levanté un poco para quitar el broche del sujetador y así gozarme de sacarlo y ver la piel desnuda de sus senos. Enseguida los tomé con mis manos para comenzar a chuparlos y besarlos, como me gustan… Ella me los sujetaba para que yo los comiera mejor.
Comencé a bajar pronto partiendo de la unión de sus pechos y besando su piel hasta su vientre, allí me detuve mientras mis manos quitaban su falda, sus piernas quedaron descubiertas ahora y su pubis y sexo tapados por sus braguitas.
Unos besos sobre la tela y percibir su aroma fue lo necesario para cogerlo y deslizarlo por sus piernas, quitándolo y así desnudándola completamente. Su sexo quedó expuesto a mi vista, rápidamente subí y le besé en la boca, con lenguas unidas nos deleitábamos, me separé deslizándome hacia abajo otra vez y ubicándome entre sus piernas, acaricié los labios vaginales para luego besarlos, entonces mi lengua asomó para saborear su miel y separando sus pliegues llegar al botón de placer para acariciarlo y chuparlo suavemente. Su sexo se lubricó en buena respuesta a lo recibido.
Luego cambiamos de posición, ella completamente desnuda se subió sobre mí, que estaba vestido, rápidamente comenzó a desabotonar mi camisa hasta quitarla, acarició mi pecho y lo besó , luego se deslizó entre mis piernas para comenzar a desabrochar mi cinturón y luego el pantalón, tan pronto estuvo suelto lo quitó, dejándome solo en slip, acarició mis piernas diciendo que le gustaban mucho, se acercó a mí, me besó en los labios, sonriendo retrocedió hasta quedar frente al sexo, tapado aún, y tomando el slip con sus manos lo descubrió. Su cara se maravilló y quitando rápidamente el slip tomó mi pene en sus manos y comenzó a besarlo y luego a chuparlo.
– ¡Que bueno!- decía ella y decía yo…
Su lengua me acariciaba deliciosamente y su mano masajeaba mi polla. Como el gusto era tremendo, quise ya follarla, y volviendo a cambiar de posición, la deslicé a un costado de la cama y me subí sobre ella, esta vez besé sus labios y acaricié sus pechos, al tiempo que me subía, ella separaba sus piernas preparándose para recibirme. Ya estaba entre sus piernas, le pedí que me guiara y con su mano tomó mi polla y la llevó hasta la entrada de su chocho, clavándolo levemente recibiendo el beso húmedo de sus labios sobre mi glande, lo soltó y llevó sus manos una sobre mi trasero y la otra en mi cintura, la miré y suavemente la penetré un poco más, sus ojos brillaron y suspiros de placer comenzaron a salir de su boca.
Me detuve conteniendo el deseo y ella rodeaba mis caderas con sus piernas para atraparme ya dentro de ella, yo me deje llevar y penetré de una sola vez, dio un grito ahogado y abrió los ojos grandemente, yo sentí puro placer en todo el largo de mi pene que rodeado de las paredes húmedas de su vagina se fundía en ese calor delicioso. Cerro los ojos y yo me retiré apoyándome solo de la punta en ella, cuando abría los ojos y antes que de su boca saliera una palabra de reproche pidiendo más, la volví a penetrar, logrando otra vez los mismos efectos, y una tercera vez lo repetimos igual.
El placer era delicioso y ambos lo disfrutábamos, jugamos así y comencé a penetrarla y salir de ella suavemente, mientras la besaba y comía de sus pechos. Sus caderas se movían al ritmo de mis penetraciones y las caricias mutuas nos llevaron al deseo de acabar.
Unidos por nuestros sexos iniciamos una batalla de placer y moviéndonos y refregándonos uno a otro los espasmos del orgasmo comenzaron a notarse, su vagina se contrajo presionando mi pene y yo comencé a expulsar mi placer que en forma de semen inundó su cuerpo, dándonos placer hasta fundirnos en un beso y abrazados nos quedamos disfrutando del cansancio del sexo delicioso que ambos sabíamos disfrutar. Quedamos así rendidos unos instantes, con suaves besos hasta que el fuego se calmó. Nos separamos y nos aseamos para luego descansar, aprovechamos ese momento para conversar y contarnos uno del otro. Saber como habían sido nuestros días, en tanto tiempo sin vernos. Así pudimos disfrutar de otra faceta de nuestro amor. Nos refrescamos tomando unas bebidas. Conversamos largamente, hasta que los deseos se avivaron.
Comenzamos a besarnos otra vez y las caricias aparecieron para dar cuerda a otra sesión de amor, cuando ya el gusto se notaba, me pidió que esperara un poco y se fue al baño, llevándose su bolso. Poco antes de salir me pidió que me pusiera boca abajo en la cama y que no mirara, obedecí y la sentí entonces salir del baño y acercarse a la cama. Rápidamente se subió sobre mí y se acostó en mi espalda, boca abajo también. Algo sentí sobre mi piel y riéndose me preguntó si notaba algo, yo mirando de reojo hacia el espejo pude ver su cuerpo, estaba vestido con algo negro, me imaginé un bodi, entonces me giré, la coloqué a un costado y pude ver que se había puesto un conjunto de una pieza, sus pechos eran cubiertos por la tela pero al mismo tiempo un circulo se abría entre ellos, dejando verlos en su redondez, deliciosamente, enseguida la abracé y besé los contornos de sus pechos que se ofrecían a mi vista y gusto.
Hacia abajo la tela ceñía su cintura y ampliaba la vista de sus piernas en ambos costados, debido a lo rebajado, que de igual forma se perdía en un triángulo que cubría su pubis y sexo. Suavemente le di la vuelta para apreciar la parte trasera, que dejaba su espalda descubierta y la tela cubría la redondez de su trasero que se me antojó de inmediato. Fue una sorpresa y así nos abrazamos y besamos, y ella me permitía acariciarla a placer, entregándose una vez más a mí. Me puse por detrás de sus piernas y abriéndolas ligeramente, moví la tela que cubría su sexo y abriendo los pliegues de su vagina, metí suavemente mi pene, y así, mi carne penetraba su carne, lo que le provocaba un gusto que no disimulaba. Así, de lado, la penetré muchas veces, mientras acariciaba su cuerpo. Ya sin poder resistirlo más, se dio la vuelta para besarme deliciosamente y así hacer el amor.
Como la tela estorbaba, lo desabrochamos y así todo su sexo quedó libre para ser amado y ubicándome sobre ella, la penetré deliciosamente, al tiempo que nos amábamos sexualmente, con mis manos desabroché en la parte superior del bodi que llevaba la unión de los pechos.
Deslicé los tirantes sobre los brazos hasta quitarlos y así dejar sus pechos descubiertos, los que le pedí me dieras a comer, y ella los cogió con su mano y me los ofreció en la boca. Yo los acepté con besos y chupadas, ambos fueron un rico postre para disfrutar. Así, poco a poco, quité totalmente su tela negra y ya totalmente desnudos, nos dimos al gusto de amarnos y hacernos el amor. No restringimos nuestros deseos y cada cual a su ritmo buscó la culminación en orgasmos que atraparon el placer en nuestros sexos unidos. Un beso fundió nuestros cuerpos y un descanso al placer nos dejó aletargados por unos instantes. A través de este momento de intenso encuentro de amor, sexo y amistad, pudimos compartir nuestros deseos mutuos del uno al otro y poder así hacer realidad un poco más, cada vez, de nuestros apetitos íntimos.
Poco después de nuestro descanso, la miraba desnuda, sobre la cama estaba tendida boca abajo, mi vista se paseo por espalda, la cintura y caderas, sus piernas y acabó en su trasero, contemplaba la piel más clara, las curvas naturales, la redondez, la línea que separaba sus glúteos, y el rincón oscuro que se escondía entre ellos. Aprovechando un momento que acaricié sus glúteos y metí mis dedos hasta tocar su ano, me miró y me invitó a tomarlo y penetrarlo, para ello me acomodó de tal manera de ponernos de lado, yo entre sus piernas y ella como sentada en mí, con mi mano acaricié la zona anal y pude notar lo expuesta que estaba para mí, acarició mi pene duro y lo llevó hasta tocar su ano. La besé y con suavidad empujé penetrando con la punta mi pene, se sobresaltó, me pidió que esperara un poco y luego me animó a seguir.
Esta vez la tomé de las caderas y penetré un poco más, a pesar de lo suave, comenzó a sentir dolor, por lo que me detuvo, yo hice otro intento pero me pidió que parara y esperáramos un poco más. La besé y saqué mi pene de su ano, que se cerró una vez libre, la acaricié y nos relajamos para descansar. Ambos aprovechamos la pausa para asearnos en el baño y refrescarnos. Mientras descansábamos, uno al lado del otro, en la cama, desnudos, hablábamos de todo, escuchábamos música que inundaba el ambiente. Siempre ha sido una dulce compañera y ha sido una amiga. Su mano acariciaba mi pecho y luego se acercó para besarme. En tanto, su mano se deslizó por mi cuerpo hasta toparse con mi pene, que estaba reposado, pero al contacto con su mano, reaccionó comenzado una erección de inmediato.
Se deslizó para ubicarse primero a un costado mío, a la altura de mi sexo y ya habiendo alcanzado la erección, levantó mi polla y con suaves besos y una rica chupada, terminó de acomodarse entre mis piernas, de frente a mí, estaba sentada de lado y su mano comenzó a hacer correr la piel de mi pene, lo aferró con firmeza y comenzó a hacerlo penetrar y salir por entre sus dedos, entre medio unos ligeros besos y preguntándome como me sentía. Yo le respondía que era delicioso lo que hacía y que me encantaba. Además recordé que me había dicho que bebería todo mi placer y me imaginé en el momento de estallar y que su boca se empapara de mi semen. Sus ojos me miraban y luego miraba la tarea, la masturbación regalada por sus manos comenzó a hacer el efecto natural. Le dije que estaba sintiendo el deseo de acabar, a lo cual su respuesta fue que lo disfrutara todo y no me detuviera. Su mano pareció tomar una nueva fuerza y comenzó a masturbarme rápidamente y con firmeza, en su rostro había ansiedad y expectación por lo que venía. Sin poderme controlar le dije que ya iba a acabar y solo dijo:
– Hazlo mi amor.
El orgasmo lo sentí nacer en mi cabeza y pude sentir como bajó por el resto de mi cuerpo hasta envolver mi sexo en una corriente que quemaba placenteramente. Su mano aferraba firme mi pene, que en espasmos comenzó a eyacular el semen del placer, con su otra mano recibió toda la carga de mi semen, que se derramó en tres ó cuatro sacudidas de placer. El placer fue exquisito y ella la primera en dármelo de esa manera. Su cara roja miraba tanto mi pene como la mano que contenía mi semen, una suave sonrisa se dibujo en sus labios, mientras yo me rendía al gusto del cansancio. Luego un beso suyo acabó ese momento de placer delicioso.
Después de recordar este momento y escribirlo, tuve que saciar la excitación que me provocó el revivir una experiencia tan nuestra. Al derramar mi semen te lo dediqué a ti.
Saludos y besos para todos.