Pareja de 3

Estaba viuda desde hacía un tiempo, se acercaba su cumpleaños y sus vecinos y amigos, algo más jóvenes que ella, le montaron una fiesta. La invitaron el fin de semana a una casa que tenían en las afueras.

María del Mar – Toledo
Me casé con 25 años con un hombre viudo mayor que yo y hace diez años que me quedé viuda por culpa de un trágico accidente. Lo que voy a contar empezó como consecuencia de mí 47 cumpleaños. Teníamos unos vecinos algo más jóvenes que nosotros que se relacionaban mucho con nosotros y decidieron montarme una fiesta. Me invitaron a pasarlo con ella y su marido en una preciosa casa con piscina y grandes jardines. Después de una agradable cena nos fuimos a la cama y aunque me costó dormirme, a eso de las dos de la madrugada me desperté sudando pues hacía mucho calor. Me levanté para tomar un vaso de agua y cuando pasé por la habitación de Olga, que así se llamaba ella, oí el clásico ruido de una pareja haciendo el amor.
Me acerqué, miré por la puerta y lo que vi me dejó paralizada. Olga estaba desnuda y a cuatro patas sobre la cama y su marido la tenía penetrada mientras le cogía los pechos follándola a gran velocidad. Me imaginé el placer que debían estar sintiendo, algo que yo nunca sentí en mi cuerpo. Me cogieron unos celos terribles de verlos gozar. Ella le pedía que le diese más fuerte y más rápido, que se corría y no tardó en soltar un grito de placer. Luego su marido le dio la vuelta y poniendo sus piernas en los hombros, la penetró otra vez con su enorme polla follándosela hasta que los dos se corrieron llenándole el coño de leche.
Esa noche no pude dormir, no me podía quitar de la mente la imagen de Olga y su marido follando como animales y por primera vez en mi vida llevé mi mano a mi coño y empecé a masturbarme metiendo dos dedos en la vagina mientras con la otra mano me pellizcaba los pezones hasta que me corrí.
La noche siguiente, nada más acostarme, me masturbé nuevamente recordando la follada de la noche anterior pero como seguía caliente, salí para ver si los sorprendía otra vez. Oí gemidos pero no venían de su habitación sino del salón, que está en la primera planta. Me acerqué, me situé en la escalera y de nuevo otra escena me dejó asombrada.
Luis, su marido, estaba sentado en el sillón con las piernas abiertas y Olga, arrodillada tenía toda la enorme polla en la boca. Se la metía hasta el fondo, se la sacaba y le pasaba la lengua por toda el capullo hasta que su marido no tardó en decirle que se corría. Ella aceleró la mamada y segundos después él soltó un rugido y de su polla salieron grandes chorros de semen que llenaron la boca de Olga, pero que no pudo tragarla toda y se le escapó por la comisura de los labios, pero lo recogía con los dedos y se los metía en la boca. Ahora fue ella la que se sentó y abierta de piernas, le dijo:
– Ahora te toca a ti, ven cabrón, cómeme el coño y hazme correr.

Luis se arrodilló y metió la cabeza entre las piernas de su mujer, pasándole la lengua por toda la raja.
– ¡Dentro! – le gritó- ¡Métela dentro, cómeme el clítoris, que me corro!
En el acto le soltó todos los jugos en la boca y como él tenía de nuevo la polla dura, en esa misma posición la penetró y le llenó otra vez el coño de leche.
Al día siguiente Luis me pidió opinión sobre la decoración de su nuevo local y le acompañé a la oficina. Nada más llegar me ofreció una copa no tardando en sentir unos fuertes sudores. Luis dijo que hacía mucho calor y se quitó la camisa diciendo:
– Tú podrías hacer lo mismo con tu blusa.
Quería hacerlo pero sentía vergüenza pues yo no uso sujetador ya que mis pechos están duros y firmes, pero era tanto el calor que cuando él se me acercó y me desabrochó la blusa, no dije nada.
Mis pechos quedaron a su vista y muy cerca de sus manos, los acarició, mis pezones se pusieron duros y cuando puso sus labios en ellos sentí un escalofrío por todo mi cuerpo y como se me mojaban las bragas. Me hizo sentar en un sillón y terminó de desnudarme, se puso a mi lado, recorrió mi cuerpo con su boca y cuando llegó a mi entrepierna se encontró con mi coño empapado donde metió la lengua. Sentí un placer desconocido. Nunca me habían comido el coño y sintiendo la necesidad de ser montada, busqué con mis manos su pollón y lo atraje a la entrada de mi vagina.
– Por favor, métemela, penétrame, necesito sentirte dentro de mí, quiero sentirme llena de macho – le supliqué.
Me penetró con firmeza sintiendo como su polla se abría paso en mi cuerpo. Me ardía el coño de tan majestuoso visitante y cuando sus huevos quedaron pegados a mis nalgas me vino el primer orgasmo y después otro y otro mientras recibía dentro de mi todo el semen de mi macho. Me besó en la boca y me dijo que era la mejor hembra que había montado, que me deseaba desde que me vio en la escalera haciéndome una paja mientras miraba como se follaba a su mujer.
Salí como una mujer nueva, me sentía satisfecha y más mujer, aunque con el remordimiento de haber sido follada por el marido de mi amiga. Cuando llegué a casa era muy tarde y me metí en mi habitación. Me sentía culpable. A los pocos minutos entró Olga con una bandeja de comida, se sentó a mi lado y me dijo que comiese algo, charlamos y se me pasaron los nervios.

Con su dulce voz me dijo que su marido le había contado lo sucedió en la oficina y que ella fue la que le pidió a su esposo que me diese placer, añadiendo:
-Mira, sé que querías a tu marido, pero me consta que no te hizo gozar como mujer así que nosotros queremos ofrecerte el placer que te faltó, eres una mujer joven y con un cuerpo deseable, ven, deja que te desnude y date una ducha. Verás que somos un matrimonio muy liberal.
Mientras lo hacía sentía sus finas manos sobre mi piel, acariciándomela, y nuevamente me entraron los calores. Diciéndome que tenía un cuerpo precioso, me recostó en la cama y puso su boca en mis pechos lamiendo mis pezones. Me sentí caliente y se me mojó la entrepierna. Ella no tardó en desnudarse y pegar su cuerpo joven al mío. Me lamió desde la boca, pasando por los pechos y al llegar a mi coño me introdujo la lengua. Si con su marido había sido bueno, con ella fue maravilloso. Nadie come un coño como una mujer. De pronto vi que Luis estaba muy cerca, mirándonos, desnudo y luciendo una tremenda erección.
– Ven, mi amor – le dije – quiero saber cómo sabe una polla.
Le pasé la lengua por todo lo largo y me la metí en la boca mientras la lengua de su mujer seguía dentro de mi coño, hasta que ella le dijo al marido:
– Métesela, está preparada y deseando tenerte dentro, fóllala como nadie lo hizo, quiero que goce con un buen macho entre sus piernas.
Me penetró con su enorme polla y me folló con sus movimientos de mete y saca hasta que se vació dentro de mí. Esa y las demás noches, dormí en su cama y desperté cuando sentí la polla de mi macho entre mis nalgas y como su mujer, frente a mí, me comía los pechos y me decía:
– Ya la tienes dentro… no, aún no, pero no creo que tarde, la tienes en la entrada, goza de la primera follada del día.

Así, mientras el macho me follaba por detrás la hembra me comía los pechos. Les regalé una fabulosa corrida. Me siento la mujer más feliz del mundo, hacemos el amor todas las noches y compartimos la misma cama. Somos un matrimonio a tres.
Besos.