Relato erótico

Orgia playera

Charo
23 de septiembre del 2019

Aquel verano querían hacer algo diferente y, junto a sus amigos, alquilaron una casa en la playa. El grupo se fue ampliando, invitaron a algunas amigas y todo acabó como era de esperar.

Daniel – Gerona
Era verano cuando junto a un grupo de amigos, decidimos alquilar una casa en un pueblecito de playa. La casa era preciosa, tipo tailandesa, con excelentes comodidades, para hasta 18 personas. Nuestra idea fue desde el principio usarla como recurso para numerosas fiestas, pero ninguno se imaginó lo que vendría.
El primer fin de semana que nos juntamos, convocamos a distintos amigos y amigas. Nosotros, los anfitriones, éramos cuatro, Sebas, Alberto, Manuel y yo. A eso sumamos a Nando que llegó con su novia Susana; Lucas, un amigo de Alberto; Aina y Luisa, dos amigas de Susana; y por último Mari, Natalia y Laura, tres amigas mías de la universidad, que hacía tiempo no veía. Nosotros nos encontrábamos allí desde el jueves, los demás llegaron durante la mañana del sábado, que transcurrieron entre excursiones, mucho sol y prolongados baños. Ya sobre las tres de la tarde nos decidimos ir a comer una exquisita barbacoa, preparado magníficamente por Andrés, el casero del lugar, que valga comentar, en los días anteriores no había aparecido para nada, pero ante la exultante presencia de los voluptuosos cuerpos de la mayoría de las chicas, no se nos despegaba, seguramente para no perder detalle.
Sin duda, la que más llamaba la atención era Aina, una hermosa mulatita de 28 años, con hermosos ojos verdes, unas piernas largas que terminaban en un hermoso culo en forma de corazón, sus pechos eran de la medida justa, con dos frescos pezones que permanecían erizados todo el día, virtud de salir y entrar del agua constantemente y que se dejaban ver a través de su pequeñísimo bikini blanco. Luisa, su inseparable amiga, era rubia, también de 28 primaveras, con cara de muñequita, quizá con unos kilos de más pero bien distribuidos, y unas enormes tetas. Susana, la última de este grupo, también rubia, la más pequeña, con 26 años y muy bonita, de cuerpo normal.
Quizá yo la veía con otros ojos por tratarse de la novia de un amigo, pero es de esas mujeres que cualquiera se gira a mirar, sobre todo por ese andar sensual que las mujeres altas saben tener. El otro grupo femenino estaba compuesto por tres amigas mías de la facultad, Mari una ex amiga/novia mía, de hermoso físico, a pesar de ser la veteranita del grupo, con 31 años; ella es personal trainer y se mantiene de primera, con un culo firme y bien formado, y unos pechos no muy grandes, pero de gran redondez y firmeza.

Nati, con 29 años, castaña, tengo que admitir que los años de seguro le fueron sentando más que bien, ya que yo la recordaba medio gordita, pero gracias a interminables sesiones de gimnasia junto a Juli, se había convertido en un gran ejemplar de mujer, con grandes atributos, pero muy bien puestos y de gran firmeza; y por ultimo Laura, castaña, 1’70m, largas y hermosas piernas, 30 años, con el culo bien puesto, hermosos pechos aunque no muy grandes, y unas facciones muy sensuales, extremadamente atractiva.
Como imaginaréis, estábamos más que bien acompañados. Nosotros éramos asiduos deportistas, por lo que nos encontrábamos en buena forma. Sebas es alto y robusto; Alberto es flaco, pura fibra, 1’75m, Manuel era el más resultón, un ganador nato en cuanto a mujeres se refiere, su pasión por el golf lo mostraba bronceado todo el año, su rostro mostraba arrugas, pero de esas que tienen los deportistas, ojos celestes y un físico escultural en su metro ochenta; Nando, mi otro amigo es un perfecto ejemplar de lo que uno puede llamar flaco, casi sin un gramo de grasa en su cuerpo, alto y rubio; Lucas, al que yo no conocía, era normal y corriente, 1’75m, castaño, físico normal y por lo que me había comentado Alberto guardaba una gran sorpresa entre sus piernas.
Por último, yo, mido 1’78m, buen físico, castaño, ojos marrones, también muy curtido por el sol, producto de la constante vida al aire libre. Bueno, nos encontrábamos de sobremesa sobre las cinco de la tarde, contando diferentes historias y chistes, algo subidos de tono producto de la ingesta de un exquisito vino tinto, cuando Alberto sorprendió a todos con la propuesta de fumar un porro. No sorprendió por la propuesta, sino por la forma en que lo dijo, con algo de timidez dijo:
– ¿Os molesta si me tomo una birra?
Todos estallamos en risas y Susana le contestó que de la única manera que molestaba era si no invitaba, así fue que bebiendo y riendo, se nos presentó la noche. Andrés el casero, un hombre flaco, de larga cabellera, en sus cuarenta y tantos, nos ofreció calentar la carne sobrante para comer unos bocatas, cosa que aceptamos de inmediato. En ese momento nos encontrábamos echados por toda la casa, algunos en el sofá, otros sobre cojines y otros, como Susana y Nando, acurrucados sobre una toalla grande en el césped, más que mimosos por cierto. En un momento Mari, mi ex, se me acercó con la excusa de ofrecerme algo de beber y se recostó conmigo, lo que produjo todo tipo de exclamaciones por parte de los demás, comentarios que lejos de amedrentarla, la impulsaron a coger mi cara y propinarme un apasionado beso, para luego y haciendo una pausa en su arremetida, mirar desafiantemente a los demás y decir:
– No he venido hasta aquí a perder el tiempo como vosotros, que morís de ganas, pero no os atrevéis…
Y luego continúo incrustando su lengua en mi boca, fundiéndonos ambos en un apasionado beso que rápidamente me electrificó el cuerpo y dio paso a distintas caricias. Sebas atónito, no emitía palabra, Alberto que charlaba amigablemente con Aina, reacciono dándole un sorpresivo beso a esta que sorprendida, pero agradecida a la vez, respondió acostándose en el almohadón que compartían e invitándolo a continuar; Manuel definitivamente lanzado se levantó de la silla que ocupaba y dirigiéndose a Luisa, mientras le comentaba que podían pasar de miraditas insinuantes a la acción, prácticamente se le abalanzó encima; Lucas reaccionó y cogió a Nati por las manos invitándola a sentarse sobre él, cosa a la que ella accedió gustosa; por último, Sebas que seguía petrificado, víctima de una increíble timidez, no pudo casi reaccionar cuando Laura se le acercó y comenzó a besarlo. En un instante todo había mutado de una charla entre amigos, a una muy caliente situación en la que cada pareja avanzaba sin prejuicios a un festín sexual.

Era increíble mirar de reojo mientras me ocupaba de besar los firmes pechos de Juli, como Manuel masturbaba a Luisa corriéndole el tanga del bikini; o como Sebas ya definitivamente embalado, lamía suavemente los pezones de Laura; más avanzados aún se encontraban Alberto y Aina ya que este, con los ojos en blanco y la cabeza hacia atrás, disfrutaba de una espectacular mamada. En ese momento escuché a Susana y Nando emitir sendos sollozos de sorpresa, cuando por fin se percataban de lo que sucedía a su alrededor, mientras ellos acurrucados y tapados se disfrutaban el uno al otro como dos enamorados.
Girando rápidamente pude ver en los labios de Susana un pequeño hilito de líquido blanco, evidentemente ellos si no habían perdido el tiempo. En ese mismo momento se apareció ante nosotros Andrés, en cuestión de segundos algo creció en sus pantalones, un bulto fenomenal; él no sabía a donde enfocar su vista, sus ojos no podían estar más abiertos. Fue en ese momento cuando escuché lo más sorprendente de todo este evento y fue a Nando diciéndole a Andrés:
– Ven campeón, que aquí te van a atender como necesitas.
Susana, aun más sorprendida, miró a su pareja con una expresión de entre sorpresa y excitación extrema. Andrés no perdió el tiempo y se puso al lado de ella y bajó su pantalón dejando al descubierto una enorme polla, extremadamente gorda. Susana, arrodillada junto a Nando, aun bloqueada por la situación, miraba intermitentemente a Nando y al aparato del casero, al tiempo que Nando le decía:
– ¿Me vas a decir que no tienes ganas de clavarte eso?
Sin pensarlo más, Susana lo agarró entre sus manos, levantó la vista, miró a Andrés a los ojos, le sonrió y comenzó a tragarse cuanto podía de aquel ejemplar de verga. Lo que sucedió luego, me explicó completamente la actitud de mi amigo Nando. Se levantó y a veloz paso se situó a un lado de donde Aina cabalgaba a Alberto con frenesí, esta con los ojos cerrados no lo vio venir, pero reaccionó al sentir como Nando le situaba la polla entre sus labios. Primero cuando lo miró a los ojos, parecía algo asustada, luego se dio la vuelta, y con una inequívoca mueca de sorpresa, vio cómo su amiga deglutía la humanidad del casero, por lo que en un segundo volvió hacia el aparato de Nando y lo tragó golosamente.
Evidentemente ahí había cuentas pendientes. Yo me encontraba a mil, siendo cabalgado por ese perfecto físico de Juli, era increíble ver una mujer moverse tanto, pero que sus pechos a pura firmeza resistieran el propio balanceó de su cuerpo, por mi falta de concentración, en mi propio polvo, al estar mirando a todos los demás no conseguía correrme. Cosa que mi pareja debía haber logrado 2 ó 3 veces, así que la paré, ella abrió los ojos sorprendida y me miro.
– Date la vuelta y ponte a cuatro patas, que te voy a romper el culo -le dije.
Ella sonrió maliciosamente y arqueó su espalda, acomodé mi polla encharcada en sus flujos, entre sus deliciosas nalgas y comencé a presionar, al principio costó, aunque fue solo al entrar la cabeza, pues Juli era una veterana en estos quehaceres y tardó poco en dilatarse. Mi brillante aparato era devorado por ese hermoso culo, al tiempo que nuestros gemidos componían una dulce sinfonía de placer. Nosotros continuábamos en nuestro lugar original, en un cojín enorme, allí mismo y ante mi inicial sorpresa se situó Sebas, una rápida mirada a lo que sucedía a nuestro alrededor me puso a tono con los cambios de escenario, Nando que parecía no querer perder esta oportunidad de hacer suyas a las amigas de su novia, le daba violentamente por el culo a Luisa, mientras esta degustaba la polla de Lucas, que por cierto era de grandes dimensiones, tanto que ella parecía no poder introducir más en su boca y sin embargo debía quedar más de la mitad fuera.
Nati casi desaparecía debajo de Manuel mientras este la penetraba hasta el fondo; Susana, encariñada con Andrés, lo recibía por atrás mientras gemía a gritos de puro placer; Laura y Aina recibían alternativamente a Alberto en sus bocas; Sebas me pidió penetrar a Juli, así que saliendo de su culo, ella solo inclinándose hacia delante recibió en su húmedo coño la estaca de Sebas, que agarrándola de las axilas, comenzó un mete y saca de película.

Yo, con mi polla en la mano busqué mi próximo destino, crucé mi mirada con Aina y no hicieron falta palabras ni gestos, ella se incorporó, se dirigió hacia mí y arrodillándose nuevamente, tragó toda mi verga, no por mucho tiempo ya que le pedí penetrarla por detrás a lo cual me contestó:
– Es que nunca lo hice.
Esto me puso a mil, le dije que estuviera tranquila, la di la vuelta suavemente, se acostó boca abajo y hundí mi cara en sus nalgas para lamer su inexplorado orificio a conciencia, a la vez que poco a poco introducía un dedo con un masaje circular para dilatarla lo suficiente. Después de unos 10 minutos de masajes, tanto con mi lengua como con mis dedos, logré introducir dos dedos en su culo y decidí emprender la conquista de ese delicioso orificio. Al incorporarme, pude ver que Nati y Manuel compartían un cigarrillo mientras observaban como Susana cabalgaba a Lucas, al tiempo que mamaba la polla de Sebas que había abandonado a Juli en manos de Nando y Andrés que como íntimos amigos sonreían mientras la penetraban doblemente Nando por delante y Andrés por detrás, Laura recibía ahora a Alberto por detrás.
Poco a poco comencé a entrar en Aina, concentrado ahora en mi tarea no me percaté de que tanto Manuel y Nati, como Laura y Alberto, se colocaron a mi lado y comenzaron a alentar a Aina, que con muecas de dolor poco a poco iba tragándome todo en su ano. Por fin mis huevos chocaron con sus nalgas, esto fue recibido con aplausos por los demás, lentamente me retiré de ella para volver hasta el fondo, a las pocas embestidas ya no recibía resistencia y los quejidos eran ahora gemidos.
– ¡Por favor, no pares!
Esto pareció excitar sobre manera a Manuel, ya que su miembro volvió a crecer. Aina al ver esto lo tomó en su mano y lo llevó a su boca inmediatamente, Laura se agachá a su lado y entrelazando su boca con la de Manuel comenzó a chupar también, Nati se colocó al lado de Manuel y en la misma posición rogó a Alberto que ella también quería de aquello, este no tardó ni un segundo en empalmarse a pleno y sodomizarla, no aguanté más, me corrí entre gritos en el culo de Aina. Al salir y mientras Aina aún se recuperaba, apareció Nando y la clavo nuevamente, lo mismo paso con Nati, fue bañada de esperma en su interior rápidamente por Alberto, pero Andrés tomó su lugar inmediatamente. Tanto Alberto como yo recibimos una limpieza exhaustiva por parte de Laura, y poco a poco nos fuimos sentando junto a Juli que fue la primera en decir basta, le siguió Susana que yacía a su lado, ahí fuimos a parar Alberto y Yo, compartimos un cigarrillo.

Andrés y Nati se acercaron en seguida junto a Laura, Manuel dormitaba en una colchoneta a nuestro lado, todos ahí, fumando juntos y satisfechos reíamos y comentábamos lo increíble de lo que habíamos realizado, mientras Nando, debo decir la estrella de la fiesta por resistencia y perseverancia, continuaba taladrando el culito de Aina, hasta que por fin acabó en ella y ambos cayeron rendidos en el suelo entre interminables gemidos, riendo y con una gran cara de satisfacción se aproximaron a nosotros. Uno a uno nos fuimos retirando a las habitaciones a descansar, había sido una noche seguramente inolvidable para todos…
Saludos

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