Relato erótico
Ojos que no ven
Está casado, pero se considera un hombre liberal y el sexo lo vuelve loco. Aunque le ha propuesto a su mujer hacer algún trío o un intercambio de pareja, ella siempre decía que no. Al final llegaron a un acuerdo, podía hacer lo que quisiera, pero sin que ella se enterara.
Toni – Madrid
Me presentaré, resido en Madrid, soy alto, treinta y poco años, constitución normal, casado y bien dotado busco mujer o pareja liberal para contacto real, con total discreción, más o menos puse un anuncio así, en vuestra revista.
Yo siempre he sido liberal en el sexo y así lo sabe mi mujer, la verdad que no tengo queja de ella, me quiere y me hace disfrutar, pero a mí me gusta variar y ya la he propuesto varias veces intercambios y cosas parecidas, pero ella no se anima y hay que respetarlo. Por lo que, llegamos a un acuerdo, ella me dijo, que podía hacer lo que quisiese de vez en cuando, mientras que no se enterase. Así lo hice, me quitó el remordimiento de conciencia y me dejó total libertad de movimiento.
Recibí varias respuestas a mi anuncio y después de varios emails para ver que no era un engaño, quedamos. Ellos, ya tenían experiencia en el tema de los contactos, me citaron en un Pub de intercambios un viernes por la noche, que salió mi mujer. A mí, la verdad, me va mejor durante el día, pero me intento adaptar, si se puede.
Llegue allí, me pedí una copa, había varias parejas y chicos solo, cuando llegue, le dije al dueño del local, que había quedado con Marisa y José, los llamare así, el dueño me dijo que no tardarían en llegar.
Me senté a ver una peli porno, había tres hombres más mirando la tele, empezamos a hablar de gilipolleces, mientras nos tomábamos unas copas. De repente, entro una mujer, era Marisa, el dueño del local se acercó para decirnos a los cuatro, que ya había llegado Marisa. Yo alucine, había quedado con los cuatro a la vez.
Nos fuimos a la barra, donde estaba ella, nos presentamos, yo le pregunté donde estaba su marido y me dijo, vendría un poco más tarde, y que nos podíamos ir conociendo. Le dije que de acuerdo, pero me di cuenta, que algunos se quedaron un poco cortados, no era lo que buscaban.
Llevábamos media hora, hablando y le volví a preguntar por su marido, y dijo que estaba a punto de llegar. Nos preguntó si queríamos bailar con ella en el cuarto oscuro y le dije que sí.
En cuanto entramos, reconozco que no me corté, empecé a acariciarla, ella me beso, yo bajé mi mano a sus tetas y después a su entrepierna. Entonces dijo que mejor que fuésemos a la habitación.
Uno de los chicos entró con nosotros y Marisa le agarró la polla y empezó a chupársela, mientras yo la acariciaba. Entonces me di cuenta que había un tío mirando y que era su marido. Le gustaba ver como se follaban a su mujer. Mientras, Marisa, se la chupaba al compañero, yo la acariciaba a ella y ella me acariciaba el rabo, la verdad es que estaba muy cachondo, la estaba metiendo dos dedos dentro de su rajita, se la notaba excitada.
De pronto, se volvió, se puso a cuatro patas y me dijo:
-¡Fóllame!
No me hice esperar, me puse un preservativo y se la metí sin ninguna dificultad de lo mojada que estaba, mientras tanto, no paraba de chupar el rabo del compañero. La estuve bombeando durante unos minutos, se le escapaban unos gemidos de placer que me indicaban que se iba a correr. Así fue, nos corrimos los dos a la vez.
Cuando me aparté, se puso encima del chico al que se la estaba chupando y su marido se puso detrás de ella, metiéndole un dedo en el culo, mientras ella se follaba al otro, yo me retire a descansar.
Marisa, se puso a cuatro patas, estaba muy cachonda, se la estaban follando dos tíos y se había vuelto a correr. Cuando acabaron, Marisa y José, salieron fuera, yo me quede dentro, al lado de una pareja que estaban hablando con un chico. Les salude y me dijeron que habían visto la escena y que les había gustado, yo por lo que vi, ellos también habían tenido sexo, pues al entrar los vi liados.
La mujer, me miro y me empezó a acariciar, su marido y el otro hombre solo miraban, yo la empecé a acariciar a ella también, primero por las piernas, luego por sus pechos y al final le acariciaba el chocho, y ella, me acaricio el rabo semi flacido.
Otra vez, me estaba excitando, me giré y le empecé a comer el chocho, lo tenía totalmente depilado, ella me la empezó a chupar, lo hacía con muchas ganas, me la chupaba muy bien y por lo visto yo también le comía bien el chocho, porque se corrió en mi boca.
Después de correrse, me dijo túmbate, me puso un preservativo y se puso encima de mí, literalmente me folló, estaba cachondísimo se movía de maravilla, ella no hacía nada más que decirme, que le había encantado como le había comido el coño y que ahora tendría mi premio. Los otros dos, su marido y el otro, solo miraban.
Me corrí y cuando acabé, me quitó el preservativo y me limpio la polla a lengüetazos hasta que quedo brillante. Después se acercó a su marido y le dio un morreo. Su marido lo aceptó encantado, mientras me miraba y me dijo, has hecho muy feliz a mi mujer. Estuvimos hablando cinco minutos, yo tenía ganas de ir al servicio y aproveché para pedirme una copa, José y Marisa, ya se iban, me despedí de ellos y dijimos que ya nos veríamos.
Ya no quedaba mucha gente, después de hablar un rato con la gente de allí, me duche y me fui para casa.
Nos hemos vuelto a ver, pero esto os lo contaré en otra ocasión.
Un saludo para todos.