Relato erótico
Ocurrió sin proponérselo
Fantaseaban continuamente con montarse un trío con un hombre o con alguna mujer, pero nunca llegaba ni el momento, ni la persona adecuada. Sin proponérselo, aquel fin de semana hicieron realidad sus sueños. Un buen amigo les llamó para saber si podía estar un par de días en su casa.
Lidia – Cádiz
Desde que nos conocimos su fantasía era un menage a trois, quizás una de las tantas asignaturas pendientes que quedan por cumplir. La idea revoloteaba nuestras cabecitas perversas en cada encuentro, cuando nos masturbábamos, cuando hacíamos el amor, siempre un tercero o una tercera estaban presentes en nuestro intercambio de quimeras. Los lugares que ocuparíamos, como lo haríamos, me gusta imaginarme verlo introducir su polla erecta en el ano de otro hombre, mientras yo me deleito con el sexo erguido de su “víctima”, a él le gusta fantasear con que ambos compartimos el tieso miembro de nuestro “objeto sexual”, pues así solemos llamarlo.
La imaginación fluye, al igual que la sangre en nuestras venas y nuestra cabeza va a mil y el tan ansiado y esperado encuentro nunca llegaba, no se daba la ocasión, no encontrábamos quién podría ser ese tercero/a, cómo buscarla.
Las cosas se dan a veces sin planearlas, un amigo en común venía a visitarnos y me pidió para quedarse unos días en mi casa, cuando se lo comenté a Ángel, sin pensarlo me dijo que sí, si bien se lo dije por teléfono, pude hacerme una idea de lo que estaba especulando y ambos nos reímos sin mediar palabra.
Llamé por teléfono a Miguel y le dije que no había ningún inconveniente para que se quedase a dormir, Ángel estaba de acuerdo y lo esperábamos el fin de semana. Miguel llegaba por la mañana, a una hora en la cual ninguno de los dos nos encontrábamos en casa, por tanto quedo Ángel en pasar a recogerlo por la terminal, llevarlo hasta casa y encontrarnos por la noche al regresar de nuestros trabajos.
Llegué primero yo y ahí estaba Miguel, sentado mirando la tele y con su buena onda que lo caracteriza, charlamos un rato y fui al baño a darme una ducha para sacarme el cansancio del día. No teníamos aún muchos planes, así que esperé que llegase Ángel, para decidir entre los tres que haríamos esa noche.
Hacía poco tiempo me había comprado una faldita de cuero negra y me pareció buena ocasión para estrenarla, así que me puse medias negras con portaligas, tacones altos, la falda de cuero ajustada al cuerpo y con un corte sobre la pierna izquierda que llega hasta la mitad de mis muslos, un top blanco, con un insinuante escote que muestra el inicio de mis pequeños, pero levantados y duros pechos. Me maquillé con discreción, pero resaltando mis ojos y mis labios.
Cuando llegó Ángel, al verme me dijo, estas hecha una Diosa como siempre, besándome la comisura de los labios. Decidimos ir a cenar y tomar algo con nuestro amigo. Fuimos a un pub en la zona, cenamos, bebimos, escuchamos algo de música y ya entrada la noche decidimos volver.
Como no teníamos sueño, nos quedamos en el salón conversando y seguimos bebiendo un poco más. Intercambiamos vivencias, risas, la velada estaba muy entretenida y ninguno de los tres estaba dispuesto a irse a dormir, por lo menos solo.
Pusimos música suave y le pedimos a Miguel, ya que le gusta divertir a la gente, que nos hiciera un striptease, como el vino ya estaba haciendo efecto, al instante se puso de pie y al ritmo de la música fue bailando, contorneándose como una serpiente y quitándose una a una sus prendas de vestir, al tiempo que Ángel y yo lo incentivábamos con nuestras exclamaciones y aplausos.
Se quedó de pie frente a nosotros con un diminuto slip negro que sugería un prominente bulto que ya comenzaba a ponerse tieso. Le regalamos un aplauso por su brillante representación y luego me pidieron que yo hiciera lo mismo, ya que no valía que él solo se quedara desnudo. Me subí sobre la mesa y al igual que en la película Nueve semanas y media. Me fui despojando de mi ropa, primero me quité un zapato y se lo tiré a Ángel, quién lo cogió hábilmente en el aire, luego el otro que fue a parar a los pies de Miguel. Luego me saqué la falda, quedándome sólo con el sostén de encaje negro que marcaba mis pezones ligeramente erectos, las exclamaciones de los chicos me incitaban a continuar con el show, bajé el cierre de la falda y de un solo tirón la dejé caer, de espalda a ellos, mostrándoles la redondez de mis nalgas, ya que el diminuto tanga que vestía las dejaba prácticamente expuestas.
Continué bailando sobre la mesa, solamente con el sostén, el portaligas, la tanga y las medias de lycra negras, extendí mi brazo e invite a Ángel a que hiciera su demostración. Lentamente se fue desnudando quedando sólo con su bóxer negro, ajustado, que marcaban aún más su musculado trasero, al verlo así desnudo no pude contenerme y de un salto bajé de la mesa, puse mi mano en su entrepierna y lo besé ávidamente. Mientras nuestras lenguas jugaban en nuestras bocas, los dedos suaves de Miguel acariciaban mi trasero, el cual comencé a mover suavemente para disfrutar de sus manos.
Ángel comenzó a acariciarme los pechos, quitándome el sostén y dejándolos libres para ser lamidos por su lengua. Solamente me dejé llevar por esas deliciosas manos que hábilmente sabían cómo acariciar mi cuerpo, poco a poco fueron quitándome lo poco de ropa que me quedaba y así desnuda entre los dos, continuamos acariciándonos y besándonos. Miguel se arrodilló e introdujo su lengua en mi ano, al tiempo que Ángel metía sus dedos en mi húmeda y jugosa vagina.
Mis gemidos de placer invadían el salón, al igual que el olor que emanaban nuestros cuerpos. Ángel sabía que una de mis fantasías era verlo mamar la verga de otro hombre, así que me hice a un lado para permitirle gozar del erecto miembro de Miguel. Se lo metió todo dentro de su boca y comenzó a succionarlo, solo de verlo me dieron ganas de compartir semejante manjar, así que nuestras lenguas jugaban a lo largo y a lo ancho de esa verga erecta. Miguel empujaba nuestras cabezas para introducir su pija más profundamente dentro de nuestras bocas, parecíamos dos animales hambrientos devorándonos a nuestra presa. Dejé a Ángel que continuase con su tarea y me fui a “trabajar” el culo de Miguel, en cuanto sintió mi lengua en su orificio, éste se abrió como una flor lo cual me permitió gozarlo aún más, al cabo de unos minutos mis dedos también jugaban en su ano junto con mi lengua.
Miguel me acostó en el suelo, abrió mis piernas y me arremetió con su lengua, mi boca se sintió invadida por la polla carnosa y mojada de Ángel. Yo sentía que deliraba de placer, mientras chupaba la deliciosa verga de Ángel, la lengua y los dedos de Miguel se recreaban en mi coño y mi culo.
Después de tanto tiempo de fantasear con Ángel, una sola mirada nos bastaba para saber que queríamos, le pedimos a Miguel que se acostará en la alfombra, primero le lubrique bien su polla, a la vez que Ángel hacía lo mismo con mi culo y sin previo aviso me senté encima de ella, dejando todo mi trasero a disposición de Ángel. Al tiempo que mi cuerpo subía y bajaba, los dedos de Ángel iban preparando mi culito para ser penetrado por su tiesa verga. Su lengua entró y salió de mi orificio tantas veces como él quiso, las manos de Miguel acariciaban mis pechos y sus dedos pellizcaban mis pezones, de pronto noté todo el miembro de Ángel colmando mi culo, podía sentir como entraba y salía y en cada movimiento una ola de placer invadía todo mi cuerpo.
Me sentía en las nubes, nuestros movimientos estaban sincronizados, al igual que nuestras mentes y no podían dejar de jadear de placer. No podía creer todo lo que estaba sintiendo, mis orificios sellados por dos hermosas vergas que solo me provocaban deleite. Sin darme cuenta la leche de ambos, bañaban mi cuerpo y mi boca ávida relamía ambas vergas dejándolas sin vestigios del placer que exhalaron.
Así acostados en la alfombra, riéndonos de nuestra travesura nos quedamos dormidos, esperando que se produzca un nuevo encuentro.
Esperamos que nuestro relato os haya calentado tanto como a nosotros.
Un beso.