Nuevas amistades

Tenía un amigo bisexual y gracias a él vivió muchas cosas del sexo. Quedaban con parejas para montar un trío de “cuatro”. Su amigo follaba con el marido y el con la mujer. Conoció a su actual pareja, con la que lleva diez años y, por motivos laborales tuvieron que trasladarse dejando atrás a muchos amigos.

Toni – TARRAGONA
Querida Charo, ante todo darte las gracias por tus maravillosas revistas que sin ellas, la gente que nos gusta el sexo, creo que encontraríamos algo a faltar.
La historia que os cuento ocurrió hace mucho tiempo, cuando conocí a aquel bisexual que, con el tiempo, me introdujo en el mundo de los tríos y los cambios de pareja. Los hombres nunca me han gustado y por eso, cuando este amigo quedaba en su casa con alguna pareja, él se enrollaba con el hombre y yo acababa con la mujer. Gracias a estos encuentros conocí todos los secretos del sexo convirtiéndome en un buen follador.
La vida transcurría así, entre polvo y polvo hasta el día en que el destino hizo que conociese a mi actual pareja, hace de eso diez años. Empezamos como amigos, compartiendo piso pero al final, como es lógico, acabamos en la cama.
Poco a poco nos fuimos confesando nuestros secretos más íntimos. Le conté todo sobre mí y ella hizo lo mismo. Al final me di cuenta de que era la chica que yo estaba buscando, liberal, caliente y amante del sexo, lo que yo necesitaba.
Al poco tiempo empezamos a hablar de los intercambios y de los tríos y, con alegría por mi parte, me comentó que le gustaría practicarlos. Nos leímos con calma tus revistas y al final nos decidimos por un anuncio, escribimos, nos conocimos pero no hubo suerte.
Tiempo después y por motivos laborales, nos trasladamos a la provincia de Tarragona, donde vivimos. Fue bastante duro, no conocíamos a nadie y tuvimos que empezar de nuevo, con referencia a las amistades, hasta que la casualidad hizo que nos fijásemos en nuestros vecinos, Roger y María que estaban, como quien dice, recién casados.
Yo me había fijado en María, una chica de 21 años, y cada día la amistad se hacía más fuerte entre nosotros, nos visitaban, los visitábamos y jugábamos a las cartas hasta que un día Carmen, mi compañera, me comentó:
– ¿Sabes que Roger me echa unas miradas que me come?
– Síguele el juego, quizá tengamos suerte y hacemos un cambio de parejas – le contesté.
La cosa siguió su curso natural, Roger mirando a Carmen cada vez con más descaro y haciendo algún comentario picante, lo mismo que yo con María.

Una noche, después de la partida de cartas, salió el tema del sexo y poco a poco la charla fue subiendo de tono hasta tocar el tema de los cambios de pareja. Roger no lo tenía muy claro pero en cambio María dijo:
– Yo, si la otra pareja es de confianza, no me importaría.
Carmen y yo nos miramos, nos hicimos un guiño de complicidad y por la noche, le dije a mi compañera:
– Me gustaría comerle el coño a María.
– Ve con cuidado – me contestó ella – Roger no lo tiene claro, somos amigos y no me gustaría perder su amistad.
– Tranquila, pero sé tú quien lleve la iniciativa – le dije.
Acabamos follando como locos pensando, supongo, con los vecinos.
Todo seguía normal hasta que un día Carmen, volvía de casa de los vecinos, y al llegar a la nuestra me dijo:
– He estado en casa de los vecinos, estaba Roger solo, me ha dicho que estaba muy buena y que quería follarme.
– ¿Y tú que le has contestado? – pregunté.
– Que no me importa, siempre que tú y María estéis presentes.
– ¿Cual ha sido su respuesta? – volví a preguntar intrigado.
– Que no, que María no lo aceptaría y que tú delante le daría corte, pero como él estaba con pantalón corto, le he dicho que me enseñase la polla.
– ¿Qué tal la tiene? – inquirí.
– No está mal, además una polla es una polla – me soltó Carmen.
La cosa quedó así hasta que un día, a la salida del trabajo, encontramos a Roger que nos dijo:
– Hemos de intentar convencer a María y ver si por fin tenemos algo.
– ¿Estás dispuesto a ver como tu mujer folla con otro? – le pregunté.
– Supongo que sí, siempre que yo tenga algo con Carmen – contestó, añadiendo – ¿No te enfadarás, verdad?
– Tranquilo, nosotros lo tenemos asumido, sabemos diferenciar el amor del sexo – repliqué – Tú déjalo en nuestras manos que nosotros lo arreglaremos todo, vosotros, después de cenar, venid a casa a tomar café y echaremos una partida como cada noche.
Cenamos y después de arreglarlo todo Carmen se puso una mini, súper mini, que parecía un cinturón y yo me quité el pantalón y el slip y me puse un short y una camiseta de básquet.

A la hora convenida llegaron los invitados, nos saludamos, hicimos alguna broma y nos pusimos a jugar, Carmen al lado de Roger y yo al de María. La partida se fue calentando poco a poco. Carmen, sin mucho disimulo, le metía mano a Roger y María me miraba pero luego bajaba la vista hasta que yo decidí pasar también al ataque.
En un momento, y con la excusa de un picor en la rodilla, deposité mi mano en el muslo de María. Ella me miró y sonrió. Seguí acariciándole el muslo, subiendo cada vez más hacia su chocho y cuando llegué, le bajé la cremallera del pantalón, metí la mano, le aparté el tanga y toqué su coño mojado. Acabamos la partida y sin pensármelo, le dije a Roger:
– Tengo ganas de follarme a María, ¿te importa?
– Si ella quiere, adelante – me contestó él.
María se levantó de la silla, se me colgó al cuello dándome un morreo de película, metiéndome toda la lengua en la boca, y yo hacía lo mismo mientras Roger no se lo creía.
Entonces me la llevé al sofá, le quité toda la ropa y ella a mí el pantalón y cuando salió mi polla al descubierto, se la tragó entera dándome unos chupetones de muerte o pasando la lengua por el capullo. Así estuvo un buen rato hasta que la separé, la besé, la senté en el sofá con las piernas abiertas y empecé a comerle el coño, dándole un gusto tremendo a juzgar por como se reía y chillaba. Me agarró la cabeza, apretándomela contra su coño, y pegando un alarido bestial soltó una cantidad inmensa de jugos en mi boca.
Me los comí todos pero seguí lamiéndole el coño y se lo hice tan bien que al cabo de poco tiempo empezó a gemir de nuevo por lo que le chupé el clítoris aunque, cuando noté que se iba a correr, paré.
– ¡Cabrón, no te pares ahora, que me estás matando! – me gritó.
– Tranquila – le dije – te voy a matar pero de gusto, esta noche te vas a correr como una vaca, y esto solo es el principio.
Empecé a comerle las tetas, chupando sus pezones, tiesos y duros, y luego la senté frente a mí empezando de nuevo los morreos en los que ella me mordía la lengua y los labios pero mientras yo le iba metiendo un dedo en el agujero del culo, dio un salto y exclamó:
– ¡Por el culo ni se te ocurra!
– Vale – le contesté – como tú quieras.
Se volvió a sentar frente a mí y empecé a pasarle el capullo de mi polla, que estaba a reventar, por su raja, totalmente mojada y así seguíamos con nuestros juegos cuando vi que Roger y Carmen, sentados, nos miraban. Roger estaba atónito, no se lo creía. Entonces, jugando con un poco de malicia, decidí aumentar aún más la excitación y en el acto se la metí en el coño lanzando ella un suspiro. No poseo una polla larga pero sí es súper gorda.

– Ten cuidado – me dijo de pronto María – No tomo nada.
– Tranquilízate, si quieres me la chupas y me corro en tu boca – propuse.
– De eso nada – volvió a exclamar – Te la chupo pero de correrte en mi boca ni se te ocurra, no lo ha conseguido el cornudo ese, que está ahí sentado y lo vas a conseguir tú…
Diciéndole que no se preocupara, la puse a cuatro patas y se la metí en el coño, ahora por detrás y aguanté todo lo que pude sin correrme hasta que ella se corrió, entonces se la saqué y me corrí encima de su culo.
Descansamos un rato tomando algo y ella le dijo a su marido:
– Espero que aprendas a follar, este – señalándome a mí – sí que es un tío, me ha hecho correr dos veces, cosa que tú nunca has logrado, eres como los conejos, cuando la metes te corres.
Carmen entró en el diálogo diciendo:
– Eso es verdad, no me ha durado nada, se ha corrido como un bendito – y dirigiéndose también a mí, añadió – Esta noche tendrás que hacer horas extras conmigo.
Quedamos para repetirlo otro día pero cual sería nuestra sorpresa cuando, a la mañana siguiente llamaron a la puerta. Yo estaba en la cama y quien abrió fue Carmen. Era María que le dijo:
– No lo vamos a repetir más pues Roger ha tenido un ataque de cuernos y me ha pedido que os diga que yo tampoco gocé con Toni, cosa que es mentira pues me lo pasé muy bien.
Desde mi habitación, donde yo estaba en pelotas y con la polla tiesa, la llamé y le dije:
– Si te gustó, repite que nadie se va enterar.
Rápidamente se desnudó y metiéndose en la cama, follamos como locos.

Desde este día, cuando el cornudo no estaba en casa, yo me iba a la suya y me la mamaba, pero eso es otra historia que ya os contaré más adelante. Ahora se traga mi leche y su culo es mío cada vez que quiero. Dentro de poco pondremos un anuncio en tu revista pues quiero que se la follen las pollas más gordas que existan.
Un saludo.