Nos faltaba pimienta

Es normal que con el paso del tiempo las relaciones sexuales se vuelvan un poco “sosas”. En este caso, gracias a nuestra Revista Clima, pudieron poner sal, pimienta y morbo a sus encuentros sexuales.

Eduardo – CÓRDOBA
Estimada y admirada Charo, somos un matrimonio de 37 años ella y 44 yo, que llevamos casados 19 años. Pero nos faltaba la pimienta que nos diera ese punto excitante y morboso que todo matrimonio necesita.
Pero todo empezó a cambiar el día en que mi mujer me sorprendió diciéndome que se había hecho una gran paja al ponerse muy excitada al leer CLIMA. Para muchos lectores eso les parecerá normal pero para ella era su primera paja sin mí. Mi mujer, al contármelo, tenía la cara brillante, no sé si por la vergüenza o por recordar el enorme gusto que había tenido haciéndosela una hora antes. El caso es que, según me lo contaba, mi polla empezó a babear de la excitación y mirándola a la cara, le dije:
– La próxima vez me llames al móvil me gustaría oír como gozas y poder disfrutar de tu placer.
Una semana después, charlando de sexo, yo le dije que por qué no poníamos un poco de pimienta y morbo a nuestra vida sexual pero ella, mirándome fijamente, me preguntó:
– ¿Es que ya no te atraigo sexualmente, no te excito?
Yo le dije que sí y mucho, pero que lo que quería decir era tener aún más placer en nuestra relación, y que por tener más placer yo nunca la dejaría de amar. ¿Como dejar de amarla si es mi vida? Añadí que por probar no perdíamos nada, podríamos ganar placer, que si no le gustaba nos retirábamos y no había pasado nada, pero que por lo menos probaríamos para ver qué pasaba.
– Vale – me dijo al fin, mirándome a los ojos – pero si no me gusta, el tema se acaba aquí.
– ¿Qué prefieres, un hombre o una mujer? – le dije animado.
– Me da igual, siempre que sea sano, discreto y limpio.
Echando un gran polvo, nos dormimos. Y yo, al levantarme al día siguiente, solo pensaba en quien podía ser nuestro o nuestra acompañante y como explicarle lo que me gustaría. Así pasaron los días hasta que un lunes, en el trabajo, vino una clienta de unos 35 años, casada y con tres hijos con la que yo charlaba siempre con ella, algún chiste, algunas risas aunque de ahí no pasaba, pero ese lunes tenía otra cara, como enfadada, y yo, que soy un cachondo, la empecé a tirar de la lengua diciéndole que mala cara tenía, que ni que hubiera estado toda la noche dándole marcha al cuerpo y cosas así hasta que ella, mirándome muy seria, me soltó:
– ¡Que más quisiera yo, ojalá me dieran caña de vez en cuando y alegría para el cuerpo! Es que desde que nació el pequeño, mi vida sexual ha bajado mucho y no por ganas mías, que aunque tengo un vibrador y unas bolas chinas, me relajan pero no me quitan la tensión ni las ganas de unos besos y unas caricias.
– ¿Por qué no te buscas un amante? – le dije yo entonces.

– Es muy complicado, tengo poco tiempo y ¿dónde puedo encontrar yo un amante discreto, sano y de confianza? No quiero amor, solo un poco de “salsa” en mi vida, morbo, emociones y fantasías con mucha discreción, para el amor ya tengo a mi familia y a mi marido.
Yo, recordando la charla con mi mujer me decía ¿y por qué no Carmela? Ella tiene todo lo que buscamos y nosotros tenemos lo que ella busca y además está muy buena, es guapa, simpática y sana. Entonces, echándole morro, le dije:
– Cuéntame alguna de tus fantasías.
– Pues mira – me dijo – Hace unos años una amiga me tiró los tejos y yo la rechacé, pero llevo varios años teniendo deseos de estar con otra mujer – y mirándome, añadió – Pero no soy lesbiana, solo es un deseo y una experiencia nueva que me gustaría realizar.
– ¿Y con un hombre y una mujer a la vez? – le solté yo.
– ¿Por qué no? Claro que sí – respondió.
– ¿Te gustaría que fuese mi mujer, tú y yo, los tres? -añadí- Seria nuestra primera vez para todos.
– ¿Y tu mujer qué dice de esto? – me preguntó a su vez.
Por toda respuesta le conté la charla que tuve con mi mujer y cuando acabé de explicárselo todo me dijo que de acuerdo. Yo, más contento que unas castañuelas, cuando llegué a casa besé a mi mujer con pasión y le conté lo que habíamos hablado con Carmela y estando de acuerdo en probar, quedamos un viernes los tres y ver lo que pasaba. Nos fuimos a cenar y la velada transcurrió muy amena y divertida. Ellas estaban súper sexis y muy guapas y entre el vino de la cena y una copita en el café, el ambiente se iba caldeando cada vez más hasta que, al terminar la cena les pregunté qué hacíamos ahora y ellas, riéndose, me dijeron que nos fuéramos a casa para ver qué pasaba.
Al llegar puse música lenta y unas copas y sacando a mi mujer a bailar empecé a besarla mientras Carmela, acercándose a nosotros, empezó a acariciarnos a los dos, acercando su boca a nuestras bocas y besándonos mientras nuestras manos no paraban de acariciar nuestros cuerpos. En un momento dado, mientras yo besaba a Carmela y le chupaba la lengua, mi mujer se agachó y desabrochando mi pantalón, me sacó le polla, dura y babosa del deseo, se la metió en la boca y empezó a chupar y a mamar con ganas, pero entonces Carmela también se agachó y se puso a lamer el trozo de polla que dejaba mi mujer sin chupar hasta que ésta se la sacó de la boca y se la dio a Carmela a chupar. Así las dos chupaban, se besaban y jugaban con sus lenguas sobre mi polla.

Al rato, levantándolas, las volví a besar a las dos y mientras ellas también se besaban, yo las fui desnudando. Las dos tenían unas tetas preciosas y acercando mi boca, se las lamía y les chupaba los duros pezones. Entonces les quité las faldas y les acaricié el coño sobre la tela de las bragas, que estaba empapadas. Cuando las tuve a las dos desnudas acerqué mi boca a un coño y besando, lamiendo y chupando estuve un rato saboreando ese manjar de una almeja caliente y luego repetí la operación en el otro coño. La dos iban depiladas y era una gozada chupar aquellas rajas.
Entonces me levanté y les dije queme gustaría ver como hacían su primer 69 y echándose Carmela de espaldas en el suelo mi mujer le cubrió de besos, lamidas y chupadas todo el cuerpo hasta llegar a su jugoso coño donde, posando su boca, empezó a lamer y a chupar al tiempo que ponía su chocho en la boca de nuestra amiga empezando el 69 más excitante que mis ojos hagan visto y mi polla goteaba de la excitación.
Al rato y de rodillas, acerqué mi polla a mi mujer la cual, soltando el coño de Carmela, empezó a chuparme el capullo hasta que se la sacó y la colocó en el coño de Carmela empezando a follármela aunque de vez en cuando se la sacaba del coño empapada de jugos y se la metía en la boca a mi mujer y así, de la boca de mi mujer al coño de Carmela pero como no quería correrme todavía, dándome la vuelta hice lo mismo pero cambiando la boca y el coño. Ahora era el coño de mi mujer el que me follaba y la boca de Carmela la que me la mamaba.
Así estuve hasta que no pude más y solté una gran corrida en el coño de mi mujer al tiempo que ella tenía un gran orgasmo. Entonces Carmela me la cogió y se la metió en la boca dejándomela bien limpia de jugos al tiempo que empezaba a correrse como una perra de la chupada de coño que le estaba haciendo mi mujer y que no apartó la boca de su chocho hasta que se cansó de beber jugos.
Ya más calmados, nos sentamos en el sofá, nos terminamos las copas y diciendo que había sido genial, comentamos lo que habíamos disfrutado los tres, pero mi polla, ante la imagen de esos pedazos de mujeres desnudas, empezó a ponerse dura y mirándolas les dije que me encantaría darles por el culo. Mi mujer, a la que no le gusta mucho que l< encule, me dijo que no le apetecía pero Carmela dijo que a ella le encantaría así que situando a mi mujer en el centro del salón, bien abierta de piernas, le dije a Carmela: - Chúpale el coño mientras yo te enculo.

Carmela, poniéndose de rodillas, puso la boca en el coño de mi mujer mientras yo acercándome a Carmela por detrás, le metí en dedo en el jugoso coño y luego se lo metí por el culo hasta que a los pocos segundos metí ahora mi polla en el coño de Carmela y sacándola toda jugosa empecé a encularla mientras ella, con una mano, se pajeaba el coño.
Así estuvimos hasta que mi mujer tuvo una gran corrida en la boca de Carmela y esta, con su paja y mi polla en su trasero también se corrió como una perra y yo lo hice en el soberbio culo de nuestra amiga con gran placer, quedando los tres agotados pero muy satisfechos.
Ahora ellas son muy amigas, juegan mucho solas y ahora nuestra vida sexual tiene pimienta, sal, morbo y mucho amor.
Besos de los tres.