Relato erótico
Nos convenia un cambio
Hace algún tiempo que hablaron de hacer un cambio en su vida sexual. Decidieron regalarse un fin de semana en una playa nudista y dar rienda suelta a sus instintos.
Antonio – Sevilla
Querida Charo, me llamo Antonio y mi mujer Macarena, tenemos 45 y 40 años respectivamente y 15 años de casados. Ambos nos conservamos bien pero debo reconocer que mi mujer está para hacer locuras aunque Macarena nunca había sido muy abierta en los temas de sexo y por más que insistía no conseguía que aceptase la posibilidad de tener nuevas experiencias o se vistiese de una forma un poco más provocativa.
En este punto lo mejor será describir un poco a mi mujer. Es una morena de ojos verdes con una boca sensual y labios carnosos, usa una 100 de sujetador por lo que sus tetas son enormes aunque firmes, pues se las operó hace dos años, su tripa es lisa y posee un culo que invita a la locura junto con un coño que reclama todo tipo de atenciones y dedicaciones.
Hace un año y tras una discusión, le dije que lo único que deseaba cambiar y que nos hacia falta era intensificar y experimentar en nuestra vida sexual. Poco a poco fuimos compartiendo fantasías e incluíamos estas en nuestros juegos de sexo, pero lo que más nos excitaba era la idea de meter otro hombre en la cama y hacer un trío con ella.
Hace dos semanas nos auto regalamos un fin de semana en la playa. Decidimos ir a la zona de Vera en Almería para poder probar la experiencia del nudismo juntos. Llegamos un viernes por la noche y esa noche me pareció que algo podía cambiar en nuestras vidas. Para salir a cenar Macarena se puso una micro minifalda porque sabe que me vuelven loco y lo mejor y que más me excita, no se puso bragas. Arriba se puso un top blanco de lino muy transparente que dejaba ver casi todo y lo que no se veía por la tela se mostraba por el escote y los laterales.
Durante la cena nos excitamos viendo como se la comían con los ojos todos los hombres y muy especialmente un hombre maduro de unos 60 años que cenaba solo frente a ella. Macarena no quiso dejarlo sin un regalo y en un descuido abrió lo suficiente las piernas para que aquel hombre pudiese ver su coño, casi completamente depilado, sin problemas.
Esa noche follamos como locos recordando la situación y a la mañana siguiente nos fuimos a la playa. Al principio había poca gente así que nos pusimos en una zona más bien solitaria y desde el primer momento nos despelotamos del todo. Macarena estaba para comérsela mostrando todo su esplendor al natural.
Pasado un rato había mas gente y entre ellos el señor que cenó a nuestro lado la noche anterior. Bien conservado, pelo canoso y una polla de buen ver en estado de reposo.
Diez minutos después el hombre se acerco para pedir fuego y con esa disculpa se puso a charlar con nosotros sin dejar de mirar a mi mujer en ningún momento.
En esta situación Macarena se incorporó para buscar en la bolsa de playa su tabaco y su postura a cuatro patas nos regaló una perfecta visión de su coño abierto y de su tremendo culo.
En ese momento Carlos, que así se llama este hombre maduro, tuvo una inmediata erección y no sabía como pedirnos disculpas por la reacción, pero le dijimos que no tenía importancia y que era normal.
Como disculpa por su estado nos propuso invitarnos a comer en su hotel, aceptamos y decidimos pedir la comida en su habitación que tenía una amplia terraza. Una vez en el hotel y tras terminar una agradable comida Macarena dijo que quería darse una ducha para quitarse la arena. Así lo hizo y cuando salio desnuda del baño, completamente mojada, dibujo una sonrisa picara diciendo que era como en la playa. Carlos se levantó para servir los cafés sin poder disimular su excitación y tampoco trató de ocultarlo. En ese momento pregunté a mi mujer qué como estaba y me dijo:
– Caliente y dispuesta a satisfacer tus fantasías.
Esa respuesta me calentó de forma inmediata. Me levanté y empecé a besar a Macarena mientras la acariciaba la espalda, el culo y todo lo que podía. Carlos volvió con una bandeja y los tres cafés y se nos quedó mirando sin pestañear. Inmediatamente su polla reaccionó y parecía querer salir de su bañador cosa que no tardó en pasar mientras se acariciaba. Entonces Macarena me quitó el bañador mientras yo seguía metiendo mano por todos los rincones, de pie y abrazados con una terrible excitación y mi polla apoyada en su coño mientras manoseaba su culo. Carlos se acercó despacio y me miró como pidiendo permiso. Susurrando le dije a Macarena:
– ¿Te apetece que Carlos te acaricie?
– Hoy el límite solo lo pones tú y quiero hacer lo que siempre me dices, dejarme llevar por los sentidos – me contestó.
Con los ojos indiqué a Carlos que había vía libre y este, despacio, se acercó por detrás de Macarena y acomodó la polla en su culo mientras empezaba a sobar sus tetas. Macarena gimió bajito y con una mano acarició la verga de Carlos, que estaba en todo su esplendor. Carlos la tenía más o menos como la mía, 19 cm, pero un poco más gorda.
Bajé una de mis manos para seguir acariciando el esplendido culo de mi mujer y tropecé con la polla de Carlos que estaba literalmente encajada. Sin pensarlo se la cogí y la restregué contra el agujero del culo de mi mujer, que no dejaba de gemir.
Hace algún tiempo que hablaron de hacer un cambio en su vida sexual. Decidieron regalarse un fin de semana en una playa nudista y dar rienda suelta a sus instintos.