Relato erótico
Noches locas
Habían montado varios tríos, pero lo que a él le daba morbo era ver a su mujer con otra mujer. Lo consiguió el día que fueron a un club de intercambio. Allí vivieron historias muy calientes y viciosas.
Julián – Zaragoza
Os conté en mi anterior relato, que hasta ahora Isabel, mi mujer, solo había ido con hombres y me empezaba andar por la cabeza que ocurriría si una mujer quería acostarse con ella. Eso me ponía cachondo, pero hasta ahora no me atrevía a decírselo y seguía disfrutando igual viéndola hacerlo con otro y como estaba gozando. Eso ya me bastaba. También te dije que habíamos quedado ir un viernes por la noche a un nuevo club de intercambio y terminaba diciendo que, tras ligar con un matrimonio, yo me follaba a la mujer de la pareja que se estaba follando a mi esposa.
Su caliente coño tenía una lubricación diferente a la de mi mujer, era más espeso y su entrada era algo más abierta, su coño parecía que le ardía, en el interior notaba todo su calor y en la cabeza de mi polla notaba ese ardor tan delicioso cada vez que se la metía. Mis embestidas eran fuertes como si quisiera tirarla de la cama tratando ella varias veces de apoyarse con sus manos, pero yo no le daba tiempo de recuperarse, las tetas le iban de un lado a otro, se movían con fuerza e independientes cada una para una dirección distinta y yo la golpeaba con tanta fuerza que le era difícil el aguantar terminando por apoyar el cuerpo en la cama y dejarse llevar.
– ¡Aaaah… cariño…! – decía en voz baja a cada embestida mía – ¡Cariño, un poco más despacito por favor… aaaah… me haces daño!
Su cara, más que de placer parecía de dolor mientras miraba hacía su marido de reojo esperando una ayuda y ella aguantaba esperando a que me corriera de una vez y poder descansar su coño dolorido. Pedro y mi mujer estaban en pleno juego sexual y solo eso les importaba a ellos en ese momento.
Los quejidos de dolor de Lola se fueron transformando en placer, sus caderas fueron acompañando mis embestidas ayudando a clavársela, le estaba empezando a gustar, sus tetas estaban completamente hundidas en la cama y sus manos fueron a sujetar mis muslos, apretándolos contra ella y clavándome sus uñas.
– ¡Aaah… aaah… cariño, eres un salvaje, pero sigue así que me esta gustando… que gusto…oooh… asiií… asiií…! – exclamaba.
Unas gotas de sudor empezaban a caer de mi frente y notaba la espalda húmeda. Entonces Pedro se puso de rodillas y giró a Isabel mirando hacia nosotros por lo que tenía una perfecta vista de nosotros y viceversa. Isabel nos miraba como una gata en celo, su lengua no paraba de moverse por sus labios con una sonrisa muy provocadora hacia nosotros, mi mujer estaba completamente caliente, se había desinhibido por completo y eso me gustaba.
Pedro le besaba y recorría con su lengua todo su cuerpo llegando a sus piernas que fue levantando hasta ponerlas encima de sus hombros y tanto Lola como yo quedamos viendo el precioso espectáculo. La polla tiesa de Pedro apuntando hacía ese bonito coño las piernas de Isabel quedaron completamente abiertas mostrando en todo su esplendor un pubis rapado y abultado separado en dos y en medio abierto por completo un surco rosado y brillante, una pequeña montañita aparentemente dura surgía apenas asomándose, todo su sexo quedo completamente abierto a nuestros ojos y a merced de Pedro.
Seguíamos follando y al mismo tiempo mirábamos la escena al igual que mi mujer dirigía la vista hacia nosotros y hacia Pedro. La mano de mi mujer le acariciaba los muslos hasta que le agarró la polla, recorriéndola toda, le apretó los huevos, se los masajeo y con la otra mano se fue hacia su coño empezando a tocárselo con muchas suavidad mientras su lengua giraba entre la comisura de sus labios. Unas pequeñas gotas traslucidas asomaba por la cabeza de la polla de Pedro y mi mujer la llevó hacia su conejo quedando la cabeza justo tocando la entrada de su preciosa y húmeda cueva.
– ¿A qué esperas? – le dijo – ¡Métemela ya por favor, necesito que me penetres de una vez!
Pedro empujó hacia delante y vimos como la polla se abría camino y se clavaba dentro de mi mujer hasta quedar completamente hundida haciendo que ella exclamara:
– ¡Aaah… cariño, que gusto… aaaah…!
Sus ojos se entornaron, su lengua recorrió sus labios con un movimiento muy sensual, abriéndolos hacía nosotros con una sonrisa maliciosa que parecía más una invitación. Pedro empezó a bombear con fuerza, su verga salía y entraba en Isabel y podíamos oír como la penetraba cada vez que entraba en su coño haciéndola gritar:
– ¡Asiiií… asiiií… cabrón, fóllame más… dámelo todo… oooh… que gusto…!
El empezó a bombear con más fuerza, las tetas de mi mujer se movían hacia todos los lados, su cuerpo temblaba, parecía que la quería sacar de la cama con sus envestidas, hasta que ella dijo:
– ¡Cariño, me corro… me corrooooo… sí, cabrón, córrete dentro de mí, lléname de leche…!
Nosotros, más que follar, estábamos atentos a lo que estaba pasando y nos encantaba. El hundió su polla con fuerza diciéndole:
– ¡Me corro zorra cachonda, toma toda mi leche dentro de ti!
– ¡Oooh… sí, o que caliente la noto dentro de mí… aaaah… me corro, me corro yo también… dale, dale fuerte…! – respondía ella.
Él, se empezó a mover más rápidamente corriéndose los dos casi a la vez. Las manos de mi mujer acariciaban los huevos de él, luego se besaron y se dejaron caer en la cama mientras de su coño caía un pequeño reguerillo de esperma. Entonces Lola me dijo en voz alta para que Isabel la oyera:
– Me quiero follar a tu mujer, es una preciosidad y sensual como pocas.
Isabel no dijo nada pero se quedó mirando a Lola y sonriendo mientras le estaba masajeando los testículos a su marido y gemía al tiempo que Pedro, acostado, le estaba comiendo las tetas y acariciando. Yo me separé un poco para dejar espacio a Lola y ella se fue a cuatro patas por la cama hacía mi mujer Yo no sabía en ese momento la reacción que ella podría tener ya que nunca la había tocado ninguna mujer y no sabía si le gustaría eso, aunque yo estaba deseando ver a mi mujer como se comportaba con otra. Cuando llegó a su lado, se miraron las dos a los ojos, Lola le acaricio un pecho y su dedo índice le recorrió en círculos el pezón
– ¡Que buenas estás, cielo tienes unas tetas hermosísimas, te las voy a comer todas! – le dijo.
Isabel respondió poniendo su mano encima de la de ella siguiendo sus movimientos, se dieron un beso en la boca y sus lenguas se enlazaron se escuchan los chasquidos mientras Pedro se separaba también un poco. Las manos de Isabel rodeaban la cabeza de la mujer acariciándola su boca la abría todo lo que podía para que su amante se metiera dentro de ella como si quisiera tragarla entera hasta que Pedro se bajó y metió su boca en el coño lleno de esperma. Las caderas se arquearon y empezó a moverlas en dirección de Pedro mientras él metía y sacaba su lengua y su boca impregnada de semen.
Pedro se retiró del coño de mi mujer y quedamos los dos viendo la escena. Lola la puso de espaldas encima de la cama. La que mandaba era ella y se puso encima pecho contra pecho, y se besaban con ganas hasta que Isabel abrió las piernas y Lola quedo en medio y pasando una de sus piernas por encima de la cadera de su amante, empujó hacia delante y quedo coño con coño
– Eres preciosa y muy caliente cariño, me encantas, te voy a comer toda como nadie te comió hasta ahora – dijo Lola a Isabel.
Dos ojos se hundieron en los suyos y acariciando su pelo, le dio un beso en los labios muy suavemente y con un susurro, le contestó:
– ¡Ah… aaah… sí, cielo, hazme lo que quieras, esta es la primera vez que lo hago con una tía, pero me está gustando, eres tan suave y delicada! – Dijo Isabel depositando un dulce beso en su boca, y luego mirando hacía mí, añadió – ¿No te importa, verdad cielo?
– Que va, me gusta verte disfrutar – dije.
Isabel se retorcía mientras sus manos recorrían el cuerpo de Lola apretando sus nalgas con fuerza y esta, con su lengua, empezó a recorrer la piel de mi mujer hasta llegar a sus duros pezones que sus dientes mordisqueaba, sus manos apretaban esas bonitas tetas para hundir su boca en ellas, mientras su mano no dejaba de masajear su coño. Estuvo bastante tiempo entre sus tetas mientras mi mujer se retorcía en la cama, y luego siguió hacia abajo hasta llegar a su coño que su lengua empezó a recorrer.
– ¡Aaah… aaah… cielo… oooh… que gusto me estás dando cariño! – gemía una y otra vez pero más cuando un dedo se lo metió en el culo mientras le comía el coño.
Se veía a Lola como disfrutaba con mi mujer, hasta que se giro, subió y se pudo a horcajadas encima de la cara de Isabel. Sin darnos cuenta estábamos los dos pegados a esas dos mujeres fijándonos en el más mínimo detalle. La lengua de Isabel fue hacia el coño de Lola, sus manos separaron sus labios vaginales para entrar mejor con la lengua su boca y su nariz quedo hundida en el sexo de su amante por completo.
– ¡Así, asiiií… cómemelo cielo, mete tu lengua… que gusto! – gemía mientras ella misma se acariciaba sus bonitas tetas, se las aplastaba y se acariciaba todo el cuerpo mientras se dejaba comer el coño.
A continuación se bajó de la cara, se dio la vuelta quedando su boca frente al coño de Isabel al mismo tiempo que su sexo también lo dejaba frente la cara de Isabel haciendo un 69 y así empezó a comérselo con avidez. Su lengua se revolvía por dentro de ella, entraba en su raja y volvía a salir, sus manos y sus dedos acompañaban a su lengua en el coño de Isabel y sus dientes mordisqueaban muy suavemente sus labios vaginales. Las dos ser retorcían de gusto y entonces Juan tomó la iniciativa poniéndose detrás del culo de su mujer, ella levantó las caderas un poquito solo para dejar mejor entrada pero sin abandonar la lengua de Isabel, él puso la polla en la entrada y como sus huevos estaban encima de la cara de Isabel, ella se los chupó, se los metió dentro de su boca y sus dedos fueron al coño de de Lola. Entonces Pedro empezó a empujar y entró la cabeza
– ¡Aaah… cariño… métela un poquito más! – dijo ella y al hacerlo añadió – ¡Que bien… asiiií… sigue…!
Empezó a moverse mientras mi polla entraba y salía de su culo al tiempo que mi mujer pasaba del coño de su amiga a los huevos de Pedro, esos huevos que golpeaban una y otra vez la cara de mi mujer. Al poco rato yo ya o pude aguantar más y estuve a punto de hacerme una paja viendo a los tres pero decidí entrar en el juego aunque no sabía por donde ni de que forma
Me acerque a la cara de Lola y le puse la polla para que la chupara dejo el coño de mi mujer y empezó a lamérmelo como una glotona mi mano se fue al coño de mi mujer, y sus mulos y su coño estaban completamente mojados. Entonces empezamos los cuatro a gemir.
– Dame por detrás, cielo – me dijo Lola.
En el acto me puse al lado de Pedro, el cual apartó su polla y lo más sorprendente es que me sujetó la mía y me la puso con sus propias manos en el culo de su mujer. Me la estaba sujetando mientras yo trataba de metérsela. Al principio me dio un poco de reparo que un hombre me agarrara la polla, pero tengo que decir que me gustó la forma de sujetármela y metérmela en el culo de su mujer
– Métesela dentro – me dijo, poniendo una mano en mi culo.
Entonces empujó hacia delante, como queriendo ayudarme a clavarla. Nunca había sentido una sensación semejante y me encantaba.
– Así, dale, métesela bien adentro… fóllatela, fóllale el culo que le encanta – me animaba él.
Se la metí toda dentro mientras Pedro no apartaba la mano de mi culo y a cada empuje mío el empujaba mis nalgas con su mano
– ¡Que bien te la estás follando! – decía él.
Yo empezaba a gemir y le di varios azotes a Lola mientras la penetraba
Y que me decía:
– ¡Ay, cariño, rómpemelo, rómpeme el culo… oooh… que gusto!
Isabel sujetó la polla de Pedro y lo hizo ponerse detrás de mí, los huevos caían en su cara y se metió la polla en la boca mientras yo, en mis nalgas, notaba las caderas de Pedro y sus movimientos.
– ¡Aaay… que polla más rica! – decía mientras Lola le comía el coño,
Sé que las dos se corrieron antes que yo y empezaron a moverse y a gritar de gusto
– ¡Aaaah… aaah… más… más…! – decían las dos a la vez mientras se corrían.
– ¡Me corrooo…¡ – dijo de pronto Pedro.
Isabel quitó la polla de su boca, me abrió el culo y me la puso en mis nalgas justo en el orificio, haciéndome notar un bulto duro en medio y empujando hacia dentro, tratando de metérmela, pero yo me fui hacia delante, clavando más la polla en Lola y de repente noté como un chorretón fuerte, pegajoso y caliente me salpicaba y empezaba a bajar por la raja de mi culo. Si no llega a ser porque estaba ya corriéndose, mi mujer me hubiera metido la polla de Pedro dentro de mi culo. Fue una sensación rarísima que me hizo correr casi al instante dentro del culo de Lola.
Tengo que decir que no me gustan para nada los hombres, es más jamás me acostaría con ninguno, pero esa sensación fue algo que no había experimentado nunca y me gustó.
Besos.