Relato erótico
Noche perfecta
Su amigo la había invitado a cenar. La recogió con el coche y cuando ella le preguntó a donde iban y él le dijo que era una sorpresa. Salieron de la ciudad y llegaron a un pueblecito con una casa de campo. Era un lugar perfecto y todo estaba preparado hasta el último detalle. Estaba nerviosa, pero reconoce que la noche, no podía haber resultado mejor.
Eva – Barcelona
Habíamos quedado para cenar, nos encontramos a las ocho en el centro de Barcelona.
Ibas vestido con un traje negro, una camisa azul de seda y una corbata del mismo tono. Subimos al coche, solo con tenerte al lado me dan escalofríos, mi libido empieza a crecer por momentos (pienso tranquila Eva, sólo es una cena). Te pregunto dónde vamos a cenar y me contestas que es un secreto. Salimos de la ciudad, cogemos la carretera de montaña; cada vez estoy más intrigada, insisto pero te niegas a revelarme nada. Llegamos a un pueblecito muy pequeño (se llama Castellvell del Camp y es realmente bonito, está perdido en la montaña, no hay edificios, todo son casas y chalets). Hace frío, viento y está empezando a llover. Paramos delante de una casita rodeada de árboles. Me abres la puerta del coche y me dices:
-Ya hemos llegado. Aquí está nuestra cena.
Estoy un poco sorprendida, pero me gusta lo que veo. También estoy algo nerviosa, pero intento disimularlo.
Entramos, es pequeña pero acogedora. Todo está preparado, el fuego encendido, la mesa puesta, flores e incluso cava. Te acercas por detrás, me das un ligero beso en el cuello y me preguntas qué me parece.
Me ayudas a quitarme el abrigo, te siento cerca, muy cerca. Son las nueve pasadas. Te acercas a la mesa y coges dos copas de cristal, sirves el cava y me lo acercas. En un principio lo rechazo pero me dices que confíe en ti.
Nos sentamos a la mesa, música de fondo, el fuego de la chimenea, un ambiente ideal. Mientras ceno pienso en lo que puede ocurrir después, no estoy muy segura, sigo nerviosa, temerosa, llena de complejos. Toda va bien, muy bien.
Terminamos de cenar, te acercas a mí, me acaricias la mejilla y me preguntas qué me apetece hacer, yo me quedo un poco parada, no sé a qué te refieres. Me miras y dices:
-¿Qué tipo de película de apetece ver?
-Ah, no sé, cualquiera.
No era lo que yo esperaba -si es que esperaba algo-. Nos sentamos en el sofá, la chimenea está enfrente, es la única iluminación. Empieza la película, estamos cerca, muy cerca, casi puedo notar tu respiración. Estoy confusa, siento una especie de desilusión mezclada con un poco de alivio. Estamos viendo la película, la verdad no estoy demasiado concentrada, veo tu perfil a la luz del fuego. Pasas un brazo por encima de mis hombros, empiezas a tocarme el pelo, un escalofrío recorre mi espalda. Tus manos están calientes. Me acaricias el cuello, empiezo a estar muy, muy nerviosa. Quitas el brazo. Te incorporas un poco, giras mi cara y me besas levemente en los labios. Me miras, estás esperando mi reacción, o quizás mi autorización. Vuelves a besarme, tus ojos preguntan y yo asiento. Tus dedos se enredan en mi pelo. Estoy temblando. De nuevo tus labios se acercan a los míos. Esta vez respondo al beso, poco a poco vas abriendo mis labios con los tuyos. Noto tu lengua buscando la mía. Se rozan, se unen, juegan, se entrelazan. Tus manos recorren mi espalda, las mías te acarician la nuca. Siento fuego dentro de mí. Me besas en el cuello, con pasión. Empiezas a desabrocharme los botones de la camisa, te paro, acercas tus labios a mi oído y susurras:
-No tengas miedo, no haré nada que no quieras, confía en mí.
Sigues desabrochando, ya no queda ningún botón, la camisa se desliza por mis hombros, siento vergüenza pero sólo un minuto. Me miras, bajas los tirantes del sujetador, me besas en un hombro, después en el otro, en el nacimiento de mis senos. Ya no estoy nerviosa, mis complejos ya no existen.
Quiero hacerlo, estoy haciéndolo. Me siento segura y confío en ti.
Saco tu camisa del pantalón, te aflojo la corbata, desabrocho despacio los botones, uno a uno. Te la quito, mis manos recorren tu pecho fuerte y mis dedos se enredan en tu vello. Te beso por todo el pecho mientras tú acaricias mi espalda. El ritmo sube. Te quito el cinturón, desabrocho los botones del pantalón. Tu erección es visible, muy visible. Te acaricio por encima del slip, está dura, muy dura y puedo notar lo caliente que está. Sigo acariciándote mientras me besas. Tu lengua es rápida pero segura. Te miro a los ojos, sé lo que ambos queremos en este momento. Bajo los pantalones, también los slips (bueno, bóxers). Tu polla surge con todo su poder. Me arrodillo delante de ti, el fuego calienta mi espalda. La cojo, la acaricio, está caliente, dura y roja. Paso la lengua por la punta y noto como te contraes. Estiro un poco la piel y vuelvo a pasar la lengua. Levanto la cabeza y mis ojos te interrogan. Tú me dices:
-Por favor, hazlo.
Paso la lengua por un lateral, después por el otro, finalmente la introduzco en la boca. Cada vez está más caliente. Empiezo a meterla y sacarla, primero despacio, muy despacio, voy aumentando el ritmo poco a poco. Chupo y succiono. Mientras tus manos recorren mi pelo, hacen que mi cabeza suba y baje. De repente me paras. Haces que me incorpore, estoy delante de ti. Desabrochas mi sujetador, lo tiras a un lado. Coges mis pechos, los presionas; acercas tu boca, buscas mis pezones, solo con la punta de la lengua, los muerdes, siento un ligero dolor pero me encanta. Desabrochas mis pantalones, me los quitas, al igual que las bragas. Estoy totalmente desnuda delante de ti y no siento vergüenza, al contrario. Me tumbas en el sofá, me besas en el cuello, después en los labios, en los pechos, en la barriga. Tus manos recorren mis costados haciéndome agitar de placer. Sigues bajando, tus dedos suben y bajan por mis muslos. Me levantas una pierna y tu cabeza se sumerge en mi sexo. Estoy húmeda, muy húmeda. Empiezas a acariciarme el clítoris (ohhhh, el placer es muy intenso), primero con un dedo, después con la lengua. Te acaricio el pelo. Introduces un dedo, lo sacas, lo vuelves a introducir. Subes de nuevo, metes tu dedo dentro de mi boca, está salado, me encanta. Te pido que me penetres, no creo que aguante mucho más y me contestas:
-Tranquila, no tengas prisa, tenemos toda la noche por delante.
Me coges de la mano, subimos las escaleras, vamos al dormitorio; la cama es enorme y la temperatura ideal. Estoy ansiosa, me tumbas en la cama, me besas en el cuello mientras tus manos acarician mis pechos. De debajo de la almohada sacas dos pañuelos de seda, me los enseñas, son de color rojo. Levantas mis manos, primero la derecha y la atas con un pañuelo a la cama, después la izquierda. Acercas tus labios a mi oído y murmuras:
-Chist, tranquila, te gustará.
Estoy un poco inquieta, pero la verdad es que me gusta mucho lo que estás haciendo.
No puedo mover las manos, están fuertemente atadas pero sin hacerme daño. Me besas por todo el cuerpo, arqueo la espalda, siento un placer inmenso. Encima de la mesita, al lado de la lámpara hay otra botella de cava. Yo sigo atada a la cama; te levantas, descorchas la botella y llenas una copa. Mojas un dedo en el líquido y los pasa por mis labios, está frío, siento escalofríos. Vuelcas un poco la copa y unas gotas resbalan por mis senos. Pasas la lengua en la dirección contraria a la que baja el líquido.
Es difícil describir lo que siento en estos momentos.
Intento mover las manos pero no puedo, sigo atada. El cava sigue bajando, sigues su camino. Introduces la cabeza entre mis piernas, las abres un poco, empiezas a pasar tu lengua por mi sexo. Sigues jugando por unos minutos, estás estimulando el clítoris. Mi placer va en aumento, casi pienso que no es real lo que estoy sintiendo. Cada vez es más intenso, más intenso, hasta que al fin llega el clímax. Subes, me besas, me preguntas qué tal estoy, intento recuperarme, tiemblo. Me desatas, mientras lo haces pasas la lengua por mi cuello. Siento como tu polla se aprieta contra mí. Te miro a los ojos, sé perfectamente lo que estás sintiendo en este momento. Ahora me toca a mí, eres mío, totalmente mío. Cambiamos de posición, ahora tú estás tumbado en la cama y yo me he incorporado.
Te beso, primero suave, después con más fuerza. Mis manos recorren tu pecho. Mis besos van bajando. Mi cabeza está a la altura de tu verga. La cojo con la mano derecha, está dura, caliente. La acaricio con mi lengua, despacio, la meto en la boca y succiono. Lo hago durante unos minutos. Me levanto y vuelvo a besarte. Me siento encima de ti y noto como poco a poco me vas penetrando, hasta el fondo. Empiezo a moverme, primero despacio, voy incrementando el ritmo. Veo en tu cara el placer, nuestros gemidos se entremezclan.
Cuando estás a punto de conseguir el orgasmo me separo, la acaricio de nuevo con la mano. Me la meto en la boca y empiezo a jugar con ella hasta que por fin eyaculas. Noto como el semen sale, como llena mi boca, como baja por mi garganta, amargo y a la misma vez tan dulce, muy dulce.
Me incorporo y te beso, tú también notas el sabor amargo en mis labios.
Apoyo mi cabeza en tu pecho, ha sido genial, pero aún queremos más, mucho más. Descansamos unos minutos, me acaricias el pelo mientras me preguntas cómo me siento.
Te miro, sabes perfectamente como me siento y lo que va a pasar una y otra vez. Lo que los dos queremos que pase, el placer, la intimidad y complicidad que eso significa.
Nos besamos, ya estoy pensando en la próxima vez.
Pero eso te lo contaré más adelante…