Noche loca con una casada

Aquel viernes por la noche se presentaba aburrido. Mis amigos no querían salir y me fui a un bar de un centro de ocio que hay en mi ciudad. Nunca me hubiera imaginado que todo terminaría tan bien y tan “satisfactoriamente.

Dani – Barcelona

Les relataré como unas copas nos ayudan a desinhibirnos. Bueno amigos, quien no se ha sentido triste y aburrido en una noche de viernes, y no consigues tu grupo de amigos para saciar el aburrimiento, en fin esto fue lo que me sucedió a mí un día de estos, en los cuales me hubiera gustado tener mucha diversión.
Salí para el centro comercial, un centro de ocio, donde van tías de todas las edades, me senté en un bar a degustar unas cervezas, y de pronto, apareció ella, una rubia de 1.70 de estatura, grandes ojos azules, y unos labios de melocotón que daban ganas de chuparlos de una manera especial. Ahí estaba solita, sin más compañía que una cerveza.
Aunque no lo parezco soy muy tímido, y durante una hora, solo jugué con la mirada de aquella rubia hermosa. Le pedí a la chica que ponía copas en la barra, que por favor le enviara una cerveza, y que me pusiera una canción especial.
Ella gustosa recibió mi cerveza, y alzó su botella, y brindó por mí en la lejanía de las dos mesas que nos separaban, no lo podía creer, esa diosa, aceptaba mi invitación y parecía que iba a empezar una noche inolvidable. Sin más temores me acerqué, y al ritmo de la canción, me presente:
-Hola, soy Dani, ¿me puedo sentar a tu lado?
-Ella con un leve suspiró, asintió con la cabeza y extendiendo su mano me dijo:
-Hola, soy Claudia, y puedes sentarte.
Qué momento señor, quien no ha sentido la magia de las palabras de una mujer al aceptar, una invitación, aunque sea para solamente para charlar. En fin, empezamos a hablar y descubrí que aquella bella dama estaba casada, tenia 32, yo 23, pero mentí en la edad, ya que me veo un poco mayor, en fin al calor de las copas la noche fue pasando, y el acercamiento fue más intenso, ella con problemas en su matrimonio, me decía según ella que nunca ha sido infiel, aunque les juro que yo sentí que esa frase, me estaba invitando a ser mas lanzado, para probar, la delicia de la infidelidad.
Eran ya las dos de la madrugada, y ella con algunas copas de más, empezó a ser mas cariñosa y a acercarse más, en un instante sentí su respiración tan cerca de mi cara, que no dude en fundir mis labios con ese manjar dulce y carnoso que eran los suyos, quien lo iba a creer, estaba besando esa mujer, que poco a poco hacia que mi polla estuviera a punto de reventar mi pantalón.
Me dijo textualmente:
-Quiero que me secuestres y me lleves lejos a un lugar donde pueda desinhibirme….

Ni corto ni perezoso, accedí, subimos a mi moto y la “secuestré”. Fuimos las afueras de la ciudad, a un motel, especial, con piscina, jacuzzi y sauna, imaginando aquella rubia encima de mí haciéndome suyo, porque ella, estaba ansiosa de sexo, y durante el trayecto acariciaba mi polla por encima del pantalón.
Llegamos al motel, y antes de entrar en la habitación, se quitó la blusa, y dejó al descubierto unas hermosas tetas con unos pezones tiesos que pedían ser chupados y lamidos.
Desnuda, con tan solo un tanga, se metió en el jacuzzi, y al ver esa sirena hermosa me desnudé y me metí con ella en aquella agua burbujeante.
Al ver mi polla tiesa como un palo, la empezó a acariciar, y me hizo salir del agua, nos fuimos a la cama y empezó a mamármela. Era una experta, mientras la chupaba gemía y me decía que tenía una polla muy gorda y que le encantaba tenerla en la boca. Estaba a punto de correrme, pero no quería que se acabara tan pronto.
La paré y la coloqué en posición del 69 para poder comerle el chochito. Llevaba el coño depilado y tenía unos labios regordetes y el clítoris hinchado y grande.
En cuanto sintió mi lengua lamiendo y chupando su raja empezó a gritar y a gemir como una loca. Me chupaba la polla, me lamia los huevos e incluso llego a comerme el ojete. De pronto dejo de chupar y gritó diciendo que se corría. Me lleno la boca con su corrida y en cuanto la saboree, me corrí. En cuanto se dio cuenta se metió el capullo en la boca y no se apartó hasta que mis huevos quedaban secos.
Quedamos agotados, pero cuando vio la hora que era, me dijo que la acompañara al bar donde nos habíamos conocido a buscar el coche. Me dio su número de móvil y quedé en llamarla.
El jueves siguiente, la llamé. Me dijo que su marido estaba de viaje y me invitó a cenar. Vivía en un piso situado en la zona alta de la ciudad y estaba montado a todo lujo. Me contó que su marido era médico y que había ido a un congreso.
Cenamos y cuanto acabamos nos fuimos a su habitación. No perdimos el tiempo, nos desnudamos, me dijo que me sentara en la cama y se arrodillo para chupármela. Cuando consideró que ya estaba lo suficiente empalmada, me tumbó en la cama y se subió encima de mí. Cogió mi rabo, se lo colocó en la entrada de su chocho y se dejó caer. Pegó un grito y empezó a cabalgar sobre mí con una rapidez y unos meneos que me daban un gustazo tremendo. Por mi cara debió notar que estaba a punto de correrme y me dijo:

-Cariño, me voy a beber tu lechita y espero que te repongas pronto, porque la noche, acaba de empezar.
Me agarró la polla y empezó a mamarla de tal forma que a los pocos segundos le llenaba la boca de leche. Se la tragaba con placer y cuando acabé, dejó mi polla reluciente y limpia.
Se tumbó a mi lado y empezó a besarme, mientras que su mano pajeaba delicadamente mi verga. Nunca había vivido una situación como aquella, pero al cabo de algunos minutos, volvía a tenerla dura.
Entonces se colocó a cuatro patas y dijo:
-Fóllame y si me haces correr, te permitiré que me des por el culo.
¡Joder! Nunca había enculado a ninguna mujer y solo de imaginármelo, mi polla se puso a reventar.
Me la follé con fuerza y al final de la noche conseguí mi “premio”, pero esto os lo contaré otro día.
Un beso a todos y hasta la próxima.