Noche de San Juan “mágica”

Dicen que la noche de San Juan es mágica, y en este caso, lo fue. Estaba un poco deprimido porque su mejor amiga salía con otro, pero al final, siguió el consejo de sus amigos y lo pasó “más que bien”.

Carlos – Asturias
Noche de San Juan: amigos, amigas, bebida, fiesta al aire libre y todo el verano por delante; creo que todo se presenta bien para pasarlo en grande. Esto es lo que me decía a mi mismo mientras esperaba en un banco de mi calle a que vinieran a buscarme.
Lo cierto es que no sólo pensaba en lo bien que podía pasármelo, quizá lo que hacía era convencerme de que tenía que hacerlo, di una última calada a mi cigarro y lo tiré al suelo mientras pensaba que como siguiese dándole tantas vueltas al asunto no me lo pasaría nada bien. Unos pitidos me despertaron de mis pensamientos: por fin habían venido a recogerme, subí al coche intentando que no me notasen el pequeño bajón pero mi conductor y mejor amigo sabía perfectamente a que podía deberse.
Esquivé todas las preguntas que pude sobre mi estado hasta que llegamos al sitio donde se realiza todos los años la fiesta de San Juan. Una zona típica asturiana, un prado muy extenso, barras de bar, verbena y una hoguera presidiendo a toda esa gente dispuesta a pasárselo de vicio, sabíamos exactamente en qué zona del ‘prao’ ponernos, así que unos cuantos se adelantaron; pero mi conductor se quedó unos pasos atrás conmigo.
-Marcos tío, ¿se puede saber qué te pasa?, mira la cara que tienes, ¡que es San Juan!, anímate, ¿no?, ¡¡tenemos un fiestón por delante y en menos de 1 semana haces 21!!
-Ya lo sé Enrique…pero me da cosa ver a…
Sin que pueda terminar la frase, Enrique me coge de los hombros, me mira muy serio, dice:
-¿A quién? A la parejita feliz, supongo, ¿verdad?, ¡olvídate de eso!, ¿Qué importa ahora que tu mejor amiga esté con un amigo tuyo?, no vas a cambiar eso por estar así, sólo vas a amargarte. Desconecta ya ¿ok?
-Pero tú sabes cuánto me gustaba ella y…
-Y nada tío, sabes que seguramente los vas a ver por aquí, y si ellos van a pasárselo bien, haz tú lo propio, no te amargues cuando ellos no van a hacerlo porque tú estés mal; ya sé lo que has pasado por su culpa, es una putada…pero no piensas en ello ahora: solo disfruta.

Enrique consigue contagiarme su energía y nos acercamos buscando al resto del grupo, que mientras hablábamos no han perdido el tiempo, pues no paran de servirse copas y escanciar sidras.
Después de saludar a algunos conocidos veo a uno de mi grupo, Manuel, sentado al lado de una de nuestras cajas de bebida. Me hace una seña y me siento a su lado, no es que él tenga el mismo efecto en mí que Enrique, y aunque no me conozca tanto, intenta que se me pase el mal rollo a su manera. Entonces me comenta:
-Te hice la seña porque sé muy bien de lo que estabas hablando con Enrique antes y eso que “temías” está a nuestra izquierda a unos cuantos metros, así que tendremos que dedicarnos a otras labores antes de que tú mismo hubieras visto a la parejita, de este modo no te da tiempo a quedarte mal.
Miro a Manuel un rato intentando no girarme para no ver a la dichosa pareja, me jode bastante saber que están ahí. Que uno de mis mejores amigos ahora sea un extraño y la chica de la que estaba enamorado esté viviendo una historia con él. Enciendo un cigarrillo, me levanto y les hago señas a todos de que voy a dar una vuelta.
Al rato vuelvo sobre mis pasos, me acerco a la zona en la que estamos, pero no queda casi nadie, por suerte tampoco está ‘la parejita’.
Alzo la vista y veo a Manuel y Enrique subiendo una pequeña ladera con dos chicas; me suenan de algo pero no consigo saber de qué, les alcanzo e intento que vuelvan a bajar, por los gestos que Enrique me hace me doy cuenta de que son amigas de la prima de Manuel: recuerdo que la rubita le gusta algo, la morena que va con ella nunca la había visto, pero también parece bastante interesada en seguir subiendo.
Continúan subiendo, cuando me doy cuenta de que no conseguiré bajar, aprovecho para que Enrique me dé más información sobre nuestras nuevas compañeras, mientras me voy fijando un poco mejor en ellas.
Esther, la morena, debe rondar los 1.65, lleva un top que más que tapar sus grandes pechos los muestra, su minifalda vaquera no parece quedarse atrás y deja ver unas hermosas piernas que empiezan a coger un tono tostado por el inicio del verano que terminan en un bonito culo; su pelo negro golpea en los hombros mientras camina, se gira mientras habla con Manuel, sonríe y miro sus labios, parecen muy carnosos, sin duda una chica que no está nada mal.
Su amiga Marta no tiene nada que envidiar de ella, es algo más alta, con buen tipo. Preciosa melena rubia brillante, pechos algo más pequeños que los de Esther pero muy bien puestos, una niña muy guapa sin duda

Subimos toda la ladera, la fiesta parece quedar ahora muy abajo, aquí arriba sólo hay unas cuantas personas bastante alejadas de nosotros, las chicas se alejan un poco, suponemos para hacer pis. Enrique y yo nos sentamos mientras Manuel vuelve con ellas. Los cinco nos acomodamos en la hierba, la verdad es que a mí tampoco me apetece bajar ahora, pero creo saber porque ellas tenían tanta insistencia en subir, parecen algo borrachas, aunque no menos que nosotros. Manuel está algo apartado de nosotros, Enrique se tumba mientras Marta y Esther lo hacen con él.
Por unos momentos observo la escena, pero no la entiendo, mis ojos deben de engañarme, los 20 años de estas muchachas parecen estar llenos de picardía, pero Enrique me mira con la misma cara haciéndome gestos para que también me tumbe. Las dos chicas están acostadas una a cada lado.
Enrique consigue tumbarme, las chicas empiezan a moverse por encima de él, de buena gana haría algo con ellas pero por muy poca vergüenza que tenga, sabe que su novia está en la zona baja del prao, en su cara se nota que en el fondo lo está pasando mal; intenta parar las manos de Esther que ya no intenta ni disimular para sobarle. Marta es más recatada en sus toqueteos, pero comienza a proponerle algo al oído.
Enrique intenta meter mis manos en medio de todo el jaleo, Esther comienza a acariciarme pensando quién no soy, todos soltamos una carcajada.
Marta parece darse cuenta de que Manuel no está, ante las negativas de Enrique se levanta e intenta hablar con él, Esther piensa que tiene el camino libre pero entonces él también se mueve a un lado, se incorpora de un salto y me deja al lado de ella mientras dice que le están llamando por teléfono.
La chica no se lo traga demasiado y se queda algo triste, después de ese momento tan surrealista yo vuelvo a mis pensamientos, pero ella me hace despertar de nuevo
-Vaya, pues no sé, ¿bajaremos?, tengo algo de frío -dice dolida por la huida de Enrique.
Nos sentamos al lado de Manuel y Marta, mientras le paso el brazo a Esther por encima:
-¿Mejor así? -le digo mientras ella se mueve hacia atrás haciéndome abrir las piernas y colocando su culito cerca de mi paquete.
– Si, así mejor.
Mi boca se abre pero no digo nada. Esther se mueve como queriendo encontrar su sitio y roza sus pechos contra mi mano, mi cuerpo reacciona antes que mi mente, la cual parece estancada todavía en ‘la parejita feliz’, vuelvo a la realidad y comprendo que si no llego a desistir en mi intento de bajar antes, ahora no tendría ésta oportunidad con éste bombón: por fin rompo mis cadenas y actúo.

Mi mano acaricia su teta mientras giro mi cara hacia ella y antes de que ninguno de los demás se dé cuenta, comenzamos un beso lento y húmedo; cuando se da cuenta de que llevo un piercing en la lengua me besa de una forma que me pone muy caliente, ella lo nota enseguida en su faldita, me muerde suavemente el cuello y me dice si subimos un poco más arriba.
Sin decir nada a los demás nos levantamos y vamos hacia una zona algo más apartada, con algunos arbustos que nos tapan en semicírculo, nos tumbamos de lado y Esther vuelve a besarme de esa forma que me pone tan caliente mientras mis manos juegan con sus pezones por encima del top; parece darse cuenta de cómo me ha puesto y acaricia mi paquete, ella continua explorando mi boca mientras baja mi cremallera. Deja de besarme e intenta incorporarse un poco, mientras lo hace, bajo uno de sus y no llevaba sujetador, miro un momento su preciosa teta y juego con mi lengua en su pezón moreno, durito; Esther suelta un suspiro y saca mi polla de las bermudas vaqueras, quitándomelas.
Se queda un rato mirando mis 17cms, sus labios brillan, pasa su lengua por ellos mientras me mira el aparato y empieza a bajar su cabeza despacio: me besa el capullo, gordito, muy suave y me sube a la boca un gemido; la miro y ella sonríe con cara de vicio pasando la lengua por el tronco de mi polla.
Esther comienza a subir y bajar su cabeza, dándome un baño de saliva que me vuelve loco, tan despacio que, como siga así va a hacerme explotar; parece que se da cuenta y para, tiene otros planes para mí.
Me acerca la mano hasta su entrepierna, esta empapada; tiro de su tanga hacia abajo mientras veo su coñito rosado, ella termina de quitarse la minifalda, me pone muy cachondo verla así, sólo con el top con las tetas fuera, recuerdo dónde estamos y me excita aun más que alguien nos vea, pero no es así.
Me tumba en la hierba y se sienta encima de mí, se agacha hacia adelante, rozándome la cara con esas bonitas tetas, intento alcanzar sus pezones con mi lengua pero ella se incorpora todavía sentada en mi vientre, se mueve un poco hacia atrás y con la mano empieza a meter mi polla en su dulce coño; con mi actitud pasiva no me he dado cuenta del condón que tenía en mi cartera, pero se me olvida pronto al disfrutar del sexo más puro.
Esther empieza a moverse haciendo círculos, muy despacio y pronto más deprisa; al momento me noto a cien, con mi polla tiesa rozando el interior de su vagina, penetrándola hasta el fondo. Parece como si todo me diese vueltas cada vez que noto como entra y sale de su coño y el bamboleo de sus tetas perfectas me hipnotiza
-Joder tía…sigue así -le digo jadeando de placer-

Cada vez gemimos más rápido, creo que no podré aguantar su ritmo mucho más, al poco rato Esther clava sus uñas en mis hombros, lanza un fuerte gemido, saco mi polla de su coñito, no puedo más: mientras jadeo mi semen sale disparado salpicándole el vientre -menuda corrida, pienso mientras le acaricio las tetas-
Durante un rato nos quedamos allí sentados, protegidos por los arbustos que nos han visto follar, nos limpiamos, nos vestimos y volvemos a donde estábamos con Enrique, Marta y Manuel
-¿Volvemos? -me pregunta Esther refiriéndose claramente a que bajemos a buscarlos
Mientras me lo pregunta, no puedo evitar recordar que si no hubiese visto a ‘la parejita’ quizás no habría tenido ese encuentro con Esther, ella me mira esperando mi respuesta; asiento con la cabeza.
Comenzamos a bajar, y me doy cuenta por fin de que puse en práctica lo que Enrique me había dicho al principio de la noche, de pronto caigo de nuevo en la cuenta de la frase de Esther: “volvemos’ sonrío y pienso una vez más que el verano acaba de empezar.
Miro a Esther, que me devuelve la sonrisa y me digo a mi mismo: ya lo creo que volveremos a pasárnoslo tan bien como hoy.
Un saludo.