Noche de alto voltaje

El marido nos cuenta una “noche loca” que han vivido recientemente. Su mujer es muy golfa y lo que vivieron es de alto voltaje.

Alejandro – BARCELONA

Me llamo Alejandro, soy de Barcelona, tengo 40 años y estoy casado con una golfa muy viciosa y guarra. Mi mujer se llama Magda, tiene 38 años, morena, guapa, 1,60, buen cuerpo, 90 de tetas duras, con unos pezones grandes, un culo impresionante y un coño precioso con poco pelo y unos labios gruesos con un clítoris gordo y salido.
Yo soy representante, me paso algún tiempo fuera y cuando regreso me quedo unas dos semanas en casa y follamos como locos. Desde que nos casamos, a Magda le encanta vestir de forma muy sexy y provocativa, con minis muy cortas y ropa ceñidísima, cosa que a mí me encanta y a ella le gusta que la miren y le digan guarradas.
Nos encanta follar en el coche, que nos vean y que nos pillen follando en lugares públicos, pero nunca habíamos hecho un trío, aunque habíamos fantaseado con ello.
Una tarde yo regresaba, de la zona de Andalucía y Magda me iba a buscar al parking con el coche y tras esperar un rato, apareció y bien valió la pena el retraso ya que cuando la vi tuve una gran erección. Llevaba una gabardina beige y al salir del coche, y tras un primer morreo, se la abrió y vi que llevaba una braga de encaje negro, liguero, medias y botas de tacón. Al verla así, hice que pasara al coche y sin más, me la follé como un loco sin importar que nos viesen.
Luego cogí el coche y de camino a casa, Magda se masturbó con la gabardina abierta y se corrió como una guarra mientras adelantábamos tranquilamente a un camión cuyo conductor pudo verle todo, ya que encendimos la luz interior del coche.
Llegamos a casa y nos pasamos un par de horas follando sin salir para nada, insistiéndole en hacer un trío, y por fin pareció que estaba interesada. Lo hablamos y quedamos en hacerlo al día siguiente donde ella dijese, pues quería hacerlo en un pueblo cercano que estaban en fiestas y donde no nos conocían. Aceptamos las condiciones que nos pusimos ambos y quedamos en que ninguno de los dos podíamos echarnos atrás bajo ningún concepto, cosa que me extrañó que dijese Magda.
Al día siguiente nos vestimos para irnos a cenar por ahí y al ver a mi mujer casi me da un desmayo. Magda iba impresionante, bien maquillada, con labios y uñas rojo intenso, cabello húmedo y una vestimenta digna de la mayor de las putas exhibicionistas y golfas. Llevaba una minifalda de piel negra súper ajustadísima y extraordinariamente corta que continuamente tenía que tirar hacia abajo porque se le subía enseñando los enganches de un liguero negro unido a unas medias de seda preciosas. Además a poco esfuerzo que hiciese, podía verle el nacimiento de las nalgas lo que hizo que tuviese una erección de caballo. También llevaba un top blanco muy ceñido que mostraba sus tetas sin sujetador y como los pezones se marcaban en la tela transparentándose bastante porque sus aureolas son grandes y muy oscuras. Por último, unas botas negras por encima de la rodilla, con un tacón metálico de unos 10 cm, remataba su vestuario.
Salimos en coche y nos fuimos a un pueblo donde creí que no nos conocería nadie, cenamos en un restaurante donde solo había ojos para Magda y ella se encargó de jugar con los camareros, exhibiéndose como una zorra poniéndolos muy cachondos. Magda había bebido demasiado y estaba un poco mareada así que nos fuimos al pueblo de la fiesta, que era pequeño y estaba muy animado. Allí había una carpa donde se desarrollaba la fiesta y cuando Magda se bajó del coche, tras besarme, me dijo:
-¡Tú aparca, entra dentro de 15 minutos y verás que bien lo pasamos hoy, cornudo mío!
La vi alejarse, tambaleándose un poco por el alcohol que llevaba, aparqué cerca, esperé unos 20 minutos, y entré empezando a buscar a Magda, pero no la encontraba. De pronto vi un grupito de chicos alrededor de una tía y al acercarme vi que era mi mujer que bailaba con todos y ellos no paraban de sobarle lo que podían. Los chicos se apretaban contra ella, refregándole el paquete, y ella se dejaba. De pronto, uno de los chicos agarró a mi mujer y casi arrastrándola, la sacó a un lateral de la carpa y comenzó a morrearla mientras el resto de chicos esperaban su turno en la entrada. Yo veía un total de ocho chicos frotándose las manos por cómo iban a follarse a mi mujer y a pesar de que me dio mucho miedo, no sabía qué hacer.
Entonces mi mujer se arrodilló frente al chico, le abrió la bragueta y su pollón quedó a la altura de la boca de Magda que, sin pensárselo, se la tragó comenzando una buena mamada, de lo que ella es una experta.

De pronto, el grupo de los chicos fue hacia allí y comenzaron a sobarla por todas partes y a pajearse a su alrededor hasta que un mar de semen comenzó a salir de aquellas pollas golpeando el rostro de Magda. Tras correrse todos, mi mujer se levantó y se fue, yo fui a por ella y nos metimos en el coche. La muy zorra iba llena de semen, que se limpiaba con un pañuelo cuando me dijo de ir a tomar algo.
Fuimos a un bar cercano y nos fuimos a un reservado para meternos mano. Al rato Magda fue al baño y al volver me dijo que tenía una sorpresa preparada para mí, pero que para que saliera bien tenía que hacerme el borracho perdido y hacer como que no me tenía en pie. Acepté sin saber qué iba a pasar y me hice el dormido borracho en el reservado. Magda salió rápidamente y al rato volvió con cinco tíos de unos 25 años, y que yo conocía de verlos por mi portal en alguna ocasión.
Magda me señaló y dos de ellos me cogieron y me llevaron, casi en volandas, a la salida mientras los otros hablaban con mi mujer, que caminaba delante de mí. Uno de ellos la agarró de la cintura y comenzó a jugar con ella, atrayéndola hacia él, y ya fuera del local vi que tenía la mano en el culo de Magda y ella no decía nada. Entonces otro le imitó y vi a mi mujer agarrada a dos tíos que le sobaban el culo a placer, mientras los dos que me llevaban a mí, hacían comentarios muy subidos de tono sobre mi mujer y el polvo que tenía, la muy golfa.
Llegamos a su coche y vimos que había un problema, ya que éramos 7 personas para un coche normal de 5 plazas, por lo que tras mucho dar vueltas al asunto, mi mujer lo zanjó diciendo que no había ningún problema ya que yo iría delante y ella sobre las piernas de los cuatro que irían detrás. A mí me sentaron delante y discutieron quien conduciría mientras yo, con disimulo, colocaba el retrovisor interior para ver lo que pasaba atrás. Se colocaron los cuatro atrás, me mujer se sentó sobre uno de ellos y nos fuimos.
Yo miraba por el retrovisor y veía como comenzaban a jugar con Magda y como iban sobándola, al principio con disimulo, pero viendo como aquellos toqueteos eran cada vez más atrevidos.
De pronto solo se oían chupeteos de los morreos y el chapoteo de los dedos del chico entrando y saliendo del coño de mi mujer y así ella comenzaba a gemir de nuevo. También se oía el ruido de bajarse una cremallera y una exclamación de asombro de mi mujer al ver una polla tiesa al aire. Ella se levantó un poquito, se quitó la braga, agarró aquella polla con una mano, se la colocó a la entrada del coño y muy despacio se fue bajando hasta tenerla toda dentro. Magda se colocó inclinada hacia adelante, entre los dos asientos delanteros, y comenzó a moverse follando aquel rabo que le comenzaba a dar placer. Entonces el que conducía, echó la mano hacia atrás y le sobaba las tetas mientras le decía lo puta y guarra que era al tiempo que los otros le sobaban muslos y culo. En ese momento, mi mujer comenzó a tener un orgasmo fuertísimo y la muy puta chillaba como loca, saltando sobre aquella polla mientras ocho manos la sobaban entera.
-¡Me corro… me corro… oooh… sí, sí… más polla… quiero más polla…. oooh… esto sí que es una polla… siiií… fóllame fuerte, cabrón…. dadme lo que se merece una guarra como yo…. más… más… matadme de placer… – gritaba ella.
De pronto el coche se paró y vi que estábamos aparcados en frente de mi portal, así que Magda se levantó y salimos del coche, ella se arregló la ropa y entramos en el portal. En el ascensor, me dejaron en una esquina mientras volvían a darle un buen repaso a mi mujer. Llegamos al piso, Magda no llevaba puesto el top y caminó hasta casa morreándose con todos mientras yo iba ayudado por alguno, pues se turnaban.

Al entrar en casa me dejaron en un sofá del salón y sin más se fueron a por mi esposa que, sonriente y muy cachonda, los esperaba sentada en el tresillo, con el liguero, las medias y las botas, mientras con sus manos se abría los labios del coño y con un dedo se frotaba el clítoris.
Los chicos se desnudaron y vi las pollas más grandes y gordas que jamás había visto y si la mía mide 17 cm las de ellos eran muchísimo más grandes. Me imagino que todo va acorde con lo que miden ellos de altura y por ser deportistas.
Uno de los chicos se lanzó a por mi mujer y arrodillándose entre sus piernas, le comenzó a comer el coño mientras Magda chillaba y gemía como una loca. Así se volvió a correr chillando y gritando como una loca, como yo nunca lo había visto. El chico siguió lamiéndole el coño y ella se convulsionaba que parecía le iba a dar un ataque, así que la dejaron descansar un rato y luego los chicos la agarraron y comenzaron a besarla y a meterle mano haciendo que ella pareciese una muñeca frágil y tierna entre aquello tiarrones de casi dos metros, que la movían y la manejaban sin descanso.
Yo los miraba y tenía la polla a punto de reventar sin que ellos se acordasen de que yo estaba allí. Los cinco le hicieron de todo a mi mujer, la abrazaban, la morreaban, mordían con fuerza sus tetas, le chupeteaban el cuello, le metían dedos en el coño y en el culo, le pegaban en el trasero y la insultaban mientras se reían. Yo veía a mi mujer como un pelele de mano en mano y como siempre tenía una lengua en la boca y varias pollas en sus manos.
Un chico se tumbó en el suelo con el rabo muy tieso y agarrando a Magda entre varios, la colocaron encima clavándosela en el coño. Un segundo chico le lamió el culo y al poco apoyó su rabo en el ojete y ella, al notarlo, quiso quitarse, pero la agarraron con fuerza y el chico se la clavó en el culo hasta el fondo. Mi mujer chilló de dolor pero el chico no le hizo caso y siguió follándole el culo y el otro el coño. Dos chicos más se colocaron delante y se masturbaron frente a ella mientras el otro se la metía en la boca.
Enseguida mi mujer se olvidó del dolor y comenzó a gemir de nuevo.

El que le follaba el culo comenzó a correrse en su recto y el que follaba su coño también, y en ese momento Magda se corrió de nuevo entre gritos. Los chicos se fueron turnando y los tres que quedaban le follaron el culo con fuerza a la muy guarra, que mamaba las otras pollas para limpiarlas y ponerlas duras otra vez.
Pero, perdonad, me he extendido mucho así que continuaré con mi relato en una próxima carta,
Salu