Relato erótico

Noche con sorpresa

Charo
27 de mayo del 2019

Aquella noche su mujer le dijo que saldría con su compañera de trabajo. Irían a cenar y después querían ir a bailar. Por un lado no le hacía gracia que fuera de bailoteo, pero pensó que aprovecharía para acostarse pronto. Lo que no se esperaba es que llegara a altas horas de la madrugada y que le hubiese preparado una sorpresita.

Jorge – Barcelona
Todo ocurrió un sábado por la noche… Pero voy a empezar por el principio. Ese sábado mi mujer había planeado una salida nocturna con una compañera de trabajo con la que de vez en cuando salían de marcha. Yo ese día aproveché para ir a nadar un poco, ya que me relaja muchísimo y así aprovechar para ir a dormir pronto, ya que llevaba una semana con bastante trabajo. Cuando llegué a casa, por ahí las nueve de la tarde, vi que mi mujer se estaba preparando para salir y me preguntaba qué ropa iba a ponerse. Le encanta provocarme, porque sabe que no me gusta mucho que cuando sale sin mí se ponga muy provocativa, ya que me imagino a todos los tíos babeando detrás de ella, y ella no hacía más que probarse minifaldas y tops ajustadísimos. Pero lo que estaba logrando era ponerme cachondo.
Estaba terminando de arreglarse en el baño y me acerqué por detrás levantándole la minifalda y restregándome contra su culito, ya que sé que le encanta, esperando que ella me diese lo que tanto me apetecía en ese momento; pero al contrario que en otras ocasiones, me dijo que me estuviese quieto, que ahora no era el momento, que iba a llegar su amiga; pero además me advirtió que ni se me ocurriese masturbarme cuando ellas se fuesen, que quería que estuviese disponible para esta noche cuando llegase. Y es que le encanta follarme cuando llega a casa después de una noche de juerga con sus amigas.
Al poco llamaron al timbre, era su compañera, a la que yo conocía de vista de alguna ocasión en la que había ido a recoger a mi mujer al trabajo y vino con nosotros. Montse es de la misma edad que mi mujer, entonces tenía 27 años. Su cuerpo, aunque era un poco más baja que mi mujer, guardaba unas proporciones envidiables, también tenía unos pechos generosos y una figura del estilo a mi mujer, su pelo era rizado y castaño, con mechas rubias, pero no muy largo. En alguna ocasión mi mujer me comentaba que en los vestuarios se había fijado en que tenía un cuerpo como a mí me gustan, es decir, de parecida figura al suyo, y que alguna vez habían comentado sobre los sujetadores que usaban para mantener esas tetas firmes. Cuando le abrí la puerta apareció dándome un beso en la mejilla, como siempre hacía cuando nos veíamos. Vestía de una manera menos provocativa que mi mujer, llevaba unos vaqueros algo ajustados y una blusa con un jersey por encima.
En eso salió mi mujer con una de sus minifaldas y una cazadora con un top por debajo. Además llevaba sus zapatos preferidos para bailar, así que supuse que esta noche iba a aprovechar para darse unos buenos bailes.

Me despedí de ellas y mi mujer me recordó que me reservase para la noche y me dio un morreo fabuloso, lo que me extrañó, porque delante de la gente no se suele mostrar excesivamente efusiva, a pesar de que es muy cariñosa. Cuando se fueron me quedé algo intranquilo, pensando en los bailes que se iba a marcar y en lo caliente que iba a poner al personal. El caso es que cené algo y después de leer un rato me fui a la cama a dormir.
Debían ser las cinco de la mañana cuando noté que se abría la puerta de casa, así que sabiendo que estaba en casa me di media vuelta y seguí durmiendo, ya que le cuesta bastante desmaquillarse, etc. La puerta de la habitación estaba cerrada y noté que se abría, pero yo estaba somnoliento; hacía poco más de tres horas desde que me había acostado, así que casi ni noté el beso que me dio en los labios cuando entró. El caso es que pude notar como me quitaba de encima el edredón con el que dormíamos y sentí algo de frío, pues suelo dormir tanto en verano como en invierno desnudo. Me incorporé para echarme encima el edredón, pero me agarró por los hombros y me dijo que ella se iba a encargar de darme calor. Entonces me tumbó de nuevo sobre la cama y me dijo que no me moviese, que estaba medio dormido todavía y que ella me iba a despertar poco a poco. Se levantó de la cama y al poco volvió con un pañuelo con el que me vendó los ojos y me dijo que íbamos a jugar un rato; eso me encantaba, pues cuando se pone en plan perversa es muy buena en la cama.
Me hizo prometerle que no me iba a mover bajo ningún concepto y que mantuviese mis manos bajo mi cabeza y bajo la almohada, así que me puse en esa posición y esperé a que ella me hiciese lo que quisiese (ya lo había hecho en alguna ocasión, llegando en una de ellas a derramar cera sobre mi cuerpo), algo que no me disgustaba para nada, que llevase la iniciativa. Entonces me dijo que iba a salir de la habitación y que ahora volvía. Al rato se abrió de nuevo la puerta y noté dos piernas alrededor de mi cintura, me imaginé que se había sentado encima de mí pero lo que nunca sospeché era que en la habitación había dos personas. El caso es que noté como unas tetas, con sus pezones bien tiesos empezaban a rozar mi pecho. Es algo que me encanta, e hice un amago de sacar mis brazos de debajo de la almohada para agarrarlos, pero recibí una orden de no hacerlo por parte de mi mujer. Lo que me extrañó es que su voz se oía a un lado de la cama, mientras que yo notaba otro cuerpo encima de mí así que deduje que esas tetas no eran las de mi mujer, pero enseguida me di cuenta que su tamaño no desmerecían las suyas; así que me imaginé que eran las de su amiga.

En ese momento mi polla ya marcaba una erección tremenda y tocaba el sexo de la que imaginé su amiga por encima de su ropa interior. En ese instante noté los labios y la lengua de mi mujer en mi boca y seguro que era ella porque nadie con quien haya estado yo antes tiene ese sabor tan dulce. Ella me besaba con mucha pasión, enredando mi lengua con la suya y recorriendo todos los rincones de mi boca. Al poco paró y se acercó a mi oído para susurrarme que esa noche tenía una sorpresa para mí. Entonces noté como su amiga que estaba todavía encima mío restregando su sexo contra el mío se levantó un poco y alguien cogía mi polla con la mano masajeándomela para ponerla todavía más dura si podía ser. Mi mujer me dijo que iba a contarme lo que iba pasando, sin que yo pudiese verlo, ella pensaba que así me iba a excitar más, y ya creo que lo consiguió. Me agarró con fuerza la polla por la base y me dijo que estaba apartando la braguita de su amiga para que pudiese meter mi polla en su coño.
Eso me puso a cien, pero más me excitó cuando me contó como había surgido el tema entre ellas esa noche de poder follarme las dos y es que para provocar al personal en la disco se habían puesto a bailar juntas y con el roce y las copas pues habían empezado a besarse y su amiga le dijo que hacía tiempo que no follaba y que no le apetecía irse con un desconocido, a lo que mi mujer le propuso que me follase a mí y así hacer realidad mi fantasía. De repente noté como la punta de mi polla rozaba unos labios muy húmedos y pude sentir como entraba la cabeza de mi polla en el coñito de su amiga; la verdad es que casi me corro en ese momento de la excitación que tenía encima, pero mi mujer me dijo que si me corría se acababa el tema, así que agarró mi polla más fuerte y sentí como pasaba sus dedos por el coño de su amiga según iba entrando mi verga. Me empezó a contar como le gustaba notar mi polla entrando en ese coñito y como estaba a la vez masajeando el clítoris y los labios de su amiga. Yo ya no podía aguantar más y le dije que quería meterla dentro del todo, así que me complacieron y Montse empezó a bajar su cuerpo sobre el mío, hundiendo mi polla en su coño.
La verdad es que tenía un coño fabuloso, bastante más estrecho que el de mi mujer y me estaba dando un placer fantástico. Ella siguió meneándose encima mío mientras notaba su vello púbico rozar contra el mío. Hacía tiempo que no notaba el vello púbico de una mujer, ya que mi mujer tiene la costumbre de depilarse totalmente. Eso me puso muy caliente y entonces noté como iba a correrme, entonces se me pasó por la cabeza que no me habían puesto ningún preservativo a lo que mi mujer me dijo que no me preocupase, que no había problema por eso, ya que ambas tomaban la píldora y lo habían hablado antes. Esas palabras bastaron para que diese rienda suelta a mi pasión y me dejé ir en el coño de su amiga, la cual al notar el semen caliente dentro de su coño empezó a gemir más fuerte mientras yo notaba como se le contraía el coño cuando llegaba al orgasmo.
Entonces mi mujer que había estado simplemente disfrutando de como me follaba a la amiga, me dijo que ahora le tocaba a ella.

Entonces me quité la venda y le dije que me dejase recuperarme un poco y ella me contestó que le tocaba a ella, pero no conmigo, sino con su amiga. A mí me dejó algo perplejo, primero, no pensaba que en la fantasía que tenía yo de estar con dos mujeres, ella incluyera tener sexo con la otra mujer, y segundo, porque no me imaginaba a su amiga, ni manteniendo un trío y menos teniendo relaciones lésbicas. Pero esa sorpresa fue toda una satisfacción, porque lo que tuve la oportunidad de ver me encantó y me puso a tono inmediatamente. Ver como mi mujer se ponía de rodillas delante de su amiga y se abrazaban uniendo sus bocas apasionadamente, como se besaban los pechos, a cual más increíble de precioso, y como se tocaban sus coños metiéndose los dedos y rozando sus clítoris. Me puso a mil. Pero ellas parecía que se habían olvidado de mí y se dedicaban a jugar entre ellas.
Mi mujer, que ya había tenido antes alguna experiencia lésbica, fue la más lanzada de las dos. Mientras Montse se acostó boca arriba, ella se dirigió directamente a su entrepierna, acariciándola, besándola y metiéndole la lengua en su coño con verdadera ansia. Pude notar como su amiga estaba disfrutando de lo lindo y yo, que estaba ya muy caliente y con la verga preparada de nuevo, no lo dudé y se la acerqué a la boca, a lo que ella respondió inmediatamente cogiéndola entre sus labios y comenzando una mamada que me puso a tono completamente. Aunque he de reconocer que mi mujer la chupaba como los dioses, Montse tampoco lo hacía mal. En un momento dado dejó de chupármela y pude notar que estaba teniendo un orgasmo mayor que el que había experimentado anteriormente conmigo, lo que me dejó algo celoso de la capacidad de provocar orgasmos de mi mujer. En ese instante y después de que se hubiese corrido, mi mujer le dijo que le tocaba ahora a ella comerle el coño, a lo que contestó que esperaba hacerlo tan bien como ella, porque era la primera vez que iba a chupar un coñito.
Yo estaba que me moría por follar y les comenté que quería meterla enseguida, a lo que mi mujer replicó diciendo que a la amiga ya me la había follado y que ahora le tocaba a ella metérsela, por lo que propuso que se amiga se tumbase boca arriba y ella se pusiese encima haciendo un 69, de esta manera podía su amiga comerle el coño y me sugirió que se la metiese por el culo a la vez ella le comía el coño. La escena no estaba mal, mientras mi mujer le comía el coño a Montse, que estaba tumbada boca arriba, esta se lo comía a mi mujer y yo, de rodillas en la cama, me acercaba al culo de mi mujer para penetrarla (y no era la primera vez que lo hacíamos, ya que a mi mujer la penetración anal siempre le ha provocado unos orgasmos muy intensos).
Al momento fui a coger la crema lubricante que teníamos en la mesilla y le unté el ano con ella, mientras había aplicado una buena dosis en mi verga. Casi sin preámbulos se la metí hasta dentro, mientras mi mujer solo pudo emitir un pequeño gemido de placer y dolor.

En ese momento yo empecé a culear con mi polla dentro de su estrecho culo, que me estaba volviendo loco y su amiga le estaba haciendo una comida de coño que hacía gemir a mi mujer tanto como la follada por detrás. En menos de cinco minutos mi mujer se estaba corriendo como una loca, temblando como no la había visto en tiempos, y su amiga empezó a chuparme los cojones mientras yo seguía penetrando el culo de mi mujer; eso me provocó una oleada de placer que se me hizo imposible de contener y me corrí en su culo. Cuando la saqué chorreaba semen toda mi polla y resbalaba por el ojete hasta su coño mientras Montse seguía lamiendo todo lo que caía. La verdad es que había estado fenomenal y nos quedamos un rato en la cama sin hablar, abrazados los tres. Era fenomenal sentir esos dos pares de tetas grandes aplastándose contra mí y sus piernas rodeando las mías.
Estaba en la gloria. Al poco rato Montse nos dijo si podíamos hacer algo más, era un pequeño favor hacia ella, y es que aunque en alguna ocasión había intentado tener sexo anal con su ex novio, al parecer este era muy brusco y no habían completado la penetración, únicamente le había metido la punta un poco y nada más, y pensaba que ya que estaba tan desinhibida, pues que no le importaría intentar que la penetrase por el culo. Entonces le pedí que se pusiese a cuatro patas y le dije a mi mujer que quería ver como le comía el culo a su amiga, pensé que no pondría reparos, ya que en alguna ocasión me lo había comido a mí, y así fue, sin dudarlo empezó a chuparle las nalgas, que por cierto se mostraban preciosas a cuatro patas, y siguió hasta el ano lamiéndolo y ensalivándolo para que estuviese bien lubricado. Mi polla para entonces ya estaba más que lubricada con los fluidos pre seminales que salían de ella con la excitación, pero mi mujer me dijo que me diese algo de lubricante para facilitar la maniobra y que iba a hacer lo mismo con el culo de su amiga. Montse estaba bastante tensa y no hacía más que hablar de que tuviese cuidado, que fuese con suavidad, y mi mujer mientras le estaba metiendo un dedo y dos para dilatar un poco su ojete.
Cuando me puse detrás de ella apuntando mi polla hacia su agujero, mi mujer me dijo que no quería perderse nada, así que cogió mi polla con su mano y la fue dirigiendo hacia el culo de su amiga. Cuando apoyé mi glande en la entrada de su ojete, pude notar que estaba muy tensa, por lo que le pedí que se relajara, que sino iba a ser más doloroso o no iba a poder penetrarla, así que mi mujer intentó excitarla un poco más y empezó a juguetear con su coño, le rozaba el clítoris y le metía uno o dos dedos hasta que empezó a gemir y entonces mi mujer sin dejar de masturbarla, me volvió a coger la polla y la acercó decidida a que la metiese. Yo no lo dudé y empecé a metérsela despacio, mientras ella contraía un poco su culo, pero dejaba que entrase poco a poco. Yo ya tenía metida parte de mi polla en el estrecho agujero y aproveché para sacarlo un poco y volverlo a meter un poquito más, hasta que finalmente pude meter toda la polla en su ojete.
Montse no paraba de dar pequeños gemidos que se oían ahogados porque tenía la cabeza contra la almohada. Mientras mi mujer tenía la mano puesta alrededor de mi polla y pegada al culo de Montse notando como estaba penetrando a su amiga; mi sensación era indescriptible, al notar no solo el culo, sino también la paja que me estaba obsequiando mi mujer mientras penetraba el culo. No tardé demasiado en correrme y Montse tampoco, aunque de eso me avisó mi mujer que le estaba metiendo los dedos en el coño.

Cuando la saqué del culo, mi mujer le dijo que ahora le tocaba a ella chupar el semen que estaba saliendo y eso hizo sin dejar de meterle la lengua en el culo a su amiga. Después de esto nos quedamos más que relajados y nos quedamos durmiendo abrazados en la cama.
Una de mis fantasías se había hecho realidad y fue gracias a un pequeño regalo de mi mujer y a una desinhibida amiga suya que se prestó a algo increíble. Aunque la verdad es que creo que mi mujer aprovechó muy bien la ocasión para disfrutar ella del cuerpo de otra mujer.
Besos.

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