Noche completa

Se había separado y gracias a una buena amiga, fue saliendo del bache. Salían juntas, iban al cine, a bailar… Su amiga conoció a un tío en un chat y según le contaba, era todo un semental.

Noelia F. – CÓRDOBA
Mi nombre es Noelia, tengo 34 años, radióloga y vivo en Córdoba. Hace un año me encontraba muy sola y triste después de haber pasado por la experiencia traumática de una separación. Con mi ex nos divorciamos cuando empezamos a tener problemas sin solución en nuestro matrimonio.
Una íntima amiga, Gloria, siempre fue mi cable salvavidas y me apoyó en todo momento para que pudiera superar el trance. Empezamos a salir juntas, íbamos a bailar, al cine, en fin, nos divertíamos. Ella me aconsejaba para que comenzara a salir con hombres, pero yo no tenía muchas ganas de tener relaciones ocasionales y mucho menos meterme en compromisos.
Me contó que estaba saliendo con un tío, Víctor con el que solo se veían cuando tenían ganas. Lo había conocido a través de un chat y lo pasaban muy bien. Ella me describía con todo lujo de detalles donde, cómo y cuando lo hacía. Es más, él la inició en el sexo anal, cosa que antes ella siempre había evitado. Se encontraban en sus apartamentos o sino en algún hotel.
Él estaba bien dotado por la naturaleza y lo que es mejor, tenía una excelente capacidad de erección, cosa que a Gloria la volvía loca porque podía disfrutar de largas sesiones de sexo. Además, era muy cariñoso y siempre se preocupaba de que ella lo pasara bien. A mí me alegraba que ella pudiera vivir esa experiencia, sobre todo porque se la veía muy contenta y radiante.
Un sábado por la noche, nos fuimos las dos a tomar algo a un bar. No podía quedarse mucho porque tenía que encontrarse con Víctor, pero cuando se estaba por irse me preguntó si quería acompañarla. Obviamente me negué, pero ante su insistencia, decidí que lo iba a hacer, con la condición de que me avisara cuándo llegara el momento de retirarme.
Llegamos, tocamos el timbre y apareció él. Moreno ojos verdes, buena figura y no muy simpático al comienzo. Puso cara de sorpresa cuando me vio, ya que no me esperaba, nos invitó a subir y enseguida nos pusimos todos a charlar. En todo momento me hicieron sentir muy cómoda. Pusimos música, comimos algo, bebimos cava, nos reíamos de los casos y cosas que comentábamos y consideré que ya era el momento de huir. Ya era casi medianoche y ellos ya habían empezado a intercambiar caricias más que sugerentes.
Cuando se lo dije, él me contestó que no hacía falta que me fuera, ya que tenía una habitación libre y que ellos se iban a encerrar en otra sin hacer mucho ruido. Cerré la puerta, me saqué la ropa y me acosté con la esperanza de dormirme porque algunas burbujitas estaban haciendo efecto.

Al rato se oyeron algunos ruiditos. Evidentemente había comenzado la función. A medida que pasaban los minutos yo me había empezado a calentar por lo que escuchaba. Me desnudé por completo y mis manos empezaron a hacer su trabajo con mi cuerpo, algo de lo que me había acostumbrado después de tanta sequía amatoria. Estaba realmente excitada y toda mojada, me mordía los labios para no gemir muy fuerte, pero necesitaba más, quería algo más. Tuve un buen orgasmo, me chupé los deditos, me levanté y abrí la puerta despacio.
Nunca fui voyeur, pero sentía muchas ganas de ver que ocurría en la otra habitación. Por suerte la puerta no estaba del todo cerrada y cuando me arrimé vi a Gloria a cuatro patas y a Víctor metiéndosela en el coño, le besaba la espalda y le masajeaba las tetas. Mi cabeza iba a mil por lo que veía y ahora sí estaba llegando al límite del éxtasis. Podía divisar los gestos de ella y la lujuria reflejada en su cara, pero cambiaron de posición y entonces mi amiga me vio. Tuve una sensación de terror terrible, pero me tranquilicé inmediatamente cuando Gloria me sonrió y me hizo saber que estaba todo bien. Ahora ya más suelta me manoseé nuevamente y sentí mi nuevo orgasmo cuando ella también lo alcanzó.
Tenía los ojos cerrados cuando una mano me hizo salir del letargo. Cuando los abrí, estaba él delante de mí, mirándome y sonriendo, observando mi desnudez. Cuando quise hacerme a un lado, me topé con Gloria que me abrazaba por la espalda. No sabía si correr, reírme o pedir perdón. Estaba muy confundida. Eran demasiadas cosas juntas, yo ahí cuando no lo había planeado y la situación era algo impensado. Fue ella la que abrió el juego.
– Traviesa, me parece que te voy a tener que prestar a mi macho.
No pude responder nada. No podía pensar nada. Él me abrazó y me hundió la lengua hasta la garganta. Parecía que no quería terminar nunca ese beso. Inmediatamente se lo devolví y lo rodeé con mis brazos.
Ella nos fue empujando despacio hasta que caímos los tres en la cama. Víctor se colocó encima de mí y seguía con su catarata de besos, bajando lentamente para situarse en mis tetas. Me las chupaba, las mordía y yo ya estaba fuera de mí. Luego siguió su camino, me abrió totalmente las piernas y hundió su cara en mi ávido coño. Me recorría todo con su lengua, me la metía y me daba unas estocadas que me hacían revolver sobre las sábanas. Gloria me miraba a los ojos, estaba muy excitada y ella fue quien se ocupaba ahora de mis tetas. Yo no lo podía creer. Nunca había estado con una mujer y tampoco sabía que ella hubiera tenido ese tipo de vivencias. Estaba experimentado un placer total y ya me animaba a todo, hasta para decir:

– ¡Por favor, folladme, que no puedo más!
Él no se hizo de rogar. Agarró su polla durísima y me la metió toda de una vez en el coño. A mí se me giraron los ojos porque estaba un poco estrecha, pero me encantó y me retorcía como una loca. Los tres nos besábamos en la boca y nos decíamos de todo y así alcancé un potente orgasmo que me dejó casi sin sentido.
Entonces Víctor salió de mí, todavía empalmadísimo y como a mí, también se la metió a Gloria de una vez cuando ella, solícitamente, se había puesto nuevamente a cuatro patas. No me había alcanzado a recuperar cuando sentí la lengua de mi amiga en el chocho. Era algo increíble, me sentía morir, pero feliz de la vida. Así acabamos las dos juntas, ella por los pollazos de Víctor y yo por sus lamidas pero cuando él salió de ella y todavía seguía con la verga tiesa, me agarró la cabeza y me hizo chupársela. Yo la recorría toda con mi lengua y la hacía aparecer y desaparecer en mi boca, probando su sabor y eso me animó a tomar mi primera iniciativa.
Tumbé a mi amiga en la cama y me dispuse a comerla toda. Estaba hecha toda una golosa y jugueteaba con mi lengua, tragándome todos sus jugos. Pero Víctor no perdió el tiempo y me la metió nuevamente en el coño hasta el fondo. Era un concierto de gemidos, estábamos todos bañados en sudor y en nuestros propios fluidos. Él estaba ya dando muestras de que quería acabar porque aumentaba sus movimientos, por lo que también yo azotaba con mi lengua el coño de Gloria.
Pronto sentí su leche cuando me inundaba las entrañas, y junto a ello sentí también mi quinto orgasmo y pude beberme el de mi amiga cuando me tiraba del pelo gritando como una posesa. Caímos los tres rendidos, pero pletóricos por la noche vivida. No hubo muchas palabras. No hacían falta, pero nos estábamos quedando dormidos cuando dije:
– Muchas gracias a los dos.
Les di un beso a cada uno y nos quedamos abrazados, fundiéndonos en un solo ser.
Besos de los tres, Charo.