Relato erótico
No todo vale
A su marido le gusta que folle con otros hombres pero con la condición de que se lo cuente. Le gusta tener sexo con ella cuando acaba de estar con otro hombre. Aquel día su amante hizo “algo” nuevo y a su marido no le convenció.
Nuria – Navarra
Todo lo que voy a relatar es absolutamente cierto. Mi marido me ha pedido que relate nuestras aventuras sexuales a lo largo de 16 años de casados y lo voy a complacer, pues me excita mucho que otras personas conozcan nuestra historia y como verán me parece importante darle gusto a sus peticiones para que siempre me de permiso de acostarme con otros hombres y disfrutar mis infidelidades consentidas.
No quiero gastar tiempo en las acostumbradas descripciones sobre mi figura. Basta con que sepan que los hombres me consideran muy atractiva, con buena figura y rostro muy seductor, según ellos.
Sin que mi marido sea un santo y fiel varón, pues sus escapaditas ha tenido, debo relatar que lo que a él realmente le gusta es que yo sea la de las aventuras sexuales extraconyugales, pues goza sabiendo que he sido penetrada por otros hombres y cuando llego a casa, se lo enseño y con su lengua me lo deja limpio de cualquier rastro de leche.
La última aventura ocurrió la semana pasada cuando llegó de visita a nuestra ciudad mi actual amante formal, que vive a una hora de vuelo de nuestra ciudad. Cuando mi amante, a quien llamaré Jorge me llamó al móvil diciéndome que había llegado, me pidió que lo visitara en el hotel donde estaba alojado. Se lo dije a mi marido e inmediatamente me dijo que acudiera a la cita. Él mismo me pidió que me arreglara muy sexy, escogiendo para la ocasión ropa interior muy atrevida y transparente con bragas tipo tanga, falda muy corta de color verde manzana y blusa blanca escotada. Me aplicó el perfume favorito, colocando unas gotas entre mis piernas para que cuando Jorge me las abriera y metiera su cabeza entre ellas, disfrutara mis fragancias mezcladas con el exquisito perfume.
Me dirigí al hotel y en cuanto Jorge abrió la puerta, se desbordó en piropos sobre mi apariencia e inmediatamente me tomó en sus brazos besándome apasionadamente. Hacía más de un mes que no me visitaba y me dijo que tenía unas ganas locas de follarme y hacerme gozar como una puta en celo. Nos sentamos uno frente al otro y Jorge se sacó la polla y me demostró que ya la tenía a punto, entonces empezó a acariciársela de arriba abajo, sabe que verlo tocándose me pone cachonda.
Me aparté las bragas, y empecé a masturbarme lentamente, me acariciaba el clítoris que ya se estaba poniendo duro y de vez en cuando, me metía un dedo en el chocho y se lo mostraba completamente húmedo, y después me lo chupaba.
Jorge estaba completamente empalmado y yo tenía ganas de saborear aquel trozo de carne que palpitaba, se levantó, se acercó a mí y me puso la polla en la boca. Siempre me ha gustado mamar pollas, especialmente la de Jorge. Era larga, gorda y me encantaba metérmela hasta el fondo de la garganta hasta que me daban arcadas. Se la mamaba sin parar, le chupaba los huevos, se los masajeaba, y poco a poco se fueron endureciendo. Era el anuncio de una larga y viciosa corrida, por lo tanto paré.
Jorge, se arrodilló, me colocó una pierna a cada lado del sillón y me comió el coño como solo él sabe hacerlo. Era el hombre que más gusto me daba, nunca tenía prisa, y no terminaba hasta que me había corrido por lo menos tres o cuatro veces y casi le pedía por favor que parara. Entonces, se levantó, nos fuimos hacia la cama y me colocó a cuatro patas, era una de nuestras posturas preferidas, pero aquel día me había preparado una sorpresa. Nunca le había permitido que me la metiera por el culo, la tenía muy gorda y no quería sentir dolor.
Yo estaba esperando que me la metiera en el chocho y de pronto noté que me estaba lubricando el culo con un gel, el muy cabrón me estaba haciendo una paja con una mano y con la otra me trabajaba el ano. Le dije que no quería que me enculara y me dijo que no lo haría, que había comprado un pequeño consolador, para que experimentara el placer de una buena enculada.
Cuando consideró que ya lo había dilatado bastante, me metió un consolador que vibraba y que se encajó perfectamente en mi culo, aquello, añadido a su pedazo de polla que me follaba el coño, me llevó a una cantidad incontable de orgasmos. Pero tenía ganas de polla, le dije que quería sentir su leche en mi culo, entonces, Jorge se levantó, volvió a ponerme a cuatro patas y me preparé para recibir aquel divino palo en el coño.
Me sacó el consolador del culo y sin mediar palabra y de un solo golpe, me metió todo su pollón por mi agujero negro. Pensaba que me iba a desmayar del dolor, le insulté, le dije que la sacara, pero él, no me hacia ni caso. Me había agarrado de las caderas y me estaba follando como un poseso, mientras me ordenaba que me frotara el clítoris y que disfrutara. El muy cerdo tenía razón, aquello me estaba gustando y sin darme cuenta acabe pidiéndole que no parara que me estaba volviendo loca de gusto.
En cuanto Jorge oyó estas palabras, se corrió llenándome el culo de leche. Me tumbé en la cama, y le dije que me dejara su pañuelo para limpiarme, me lo dio, pero me dijo que luego tirara el pañuelo pues mi marido podría descubrir mis infidelidades pero yo, riéndome, le dije que no se preocupara, que me cuidaría de lavarlo a escondidas cuando llegara a casa. Jorge no sabe que mi marido conoce todas mis escapadas y que ese pañuelo lo haría gozar mucho al tomarlo como prueba de lo que me habían metido entre las piernas.
Jorge me preguntó si quería darme un baño, pero le dije que no, que me gustaba cuando llegaba a casa y mi marido estaba durmiendo, oler y notar su leche, me miró y me dijo:
– Eres más putón de lo que pensaba. Espérame que ahora vengo.
Se dio un buen baño y cuando salió, me encontró con el consolador metido en el chocho y con un dedo restregándome el chocho. Estaba caliente como una gata en celo, sofocada, y con espasmos de placer. Fue ver este espectáculo y su polla se levantó como si tuviera un resorte.
Se acercó lentamente y le hice señas de que me la metiera en la boca, sabe que me encanta mamarle la polla.
La chupe durante bastante rato y cuando me pareció que estaba a punto de correrse, me tumbé y le dije que me la metiera en el chocho y que me lo llenara de leche, que quería irme a casa con el coño lleno de semen. Lo que no sabía él, es que el cabrón de mi marido me estaba esperando para limpiármelo y paladear los jugos de los dos. Esta vez no aguantó tanto a los pocos envites se corrió largamente. Era el momento de irme a casa, estaba deseando encontrarme con mi marido. Nos despedimos con un largo beso y me marche.
Cuando llegué a casa esa noche encontré a mi marido en nuestro estudio mirando una película de video y no me oyó llegar. Se sorprendió diciendo que me esperaba más tarde, pero le informé que ya era hora, pues si me hubiera quedado en el hotel más tiempo, no hubiera estado en condiciones de recibir la follada de la noche que más morbo me daba. Este comentario lo puso inmediatamente atento a mirar entre mis piernas, levantándome la falda. Tal como le había prometido, no me lavé en el hotel para traerle la prueba fresca del semen del amante. Cuando notó cómo estaba de mojado me chocho suspiró, pero cuando le dije que me tocara el culo, metió el dedo y lo saco lleno de semen, se levantó diciendo:
– Eres un putón, le has entregado el culo a ese tío, pero me alegro. Esta noche te vas a llevar una buena ración de enculadas. Pero ahora déjame hacer lo que más me gusta.
Me atrajo hacia él, que continuaba sentado en su sillón. Metió su cara entre mis piernas y con su lengua empezó a lamer el interior de mis muslos. Luego deslizó a un lado la braga y me lamió directamente en el coño metiendo su lengua. Cuando mi chocho estuvo sin rastro de leche, me dijo que me diera la vuelta y que me agachara para comerme el culo. De pronto, se levantó, me colocó a cuatro patas en el sillón y se preparó para follarme. De un solo puntazo me la clavo hasta el fondo de mi dolorido culo. Lancé un grito, pero no permitió que me separara, me follaba con furia mientras me decía:
– A partir de ahora, espero que tu amante no te la meta más por el culo. Tu culo es mío y lo comprobaré.
Siguió follándome sin parar hasta que se corrió. Descansamos unos minutos recuperando el aliento y luego me pidió que preparáramos algo de comer, pues tenía hambre.
Preparé con su ayuda unos bocaditos y mientras comíamos en el comedor le relaté los detalles de la noche. Por supuesto le dije que seguiría follando con Jorge, pero que nunca más volvería a metérmela por el culo, aquello estaba reservado para él. Y así fue, Jorge no entendía el por qué, pero respetó mi decisión.
Os mando muchos besos para todos.