Relato erótico
No pude evitarlo
Le fue infiel a su marido y dice que se arrepiente. Tenía necesidad de contárselo a alguien y pensó que podía enviar un relato. Vivió una buena y guarra experiencia.
Paula – Alicante
Hace seis meses ocurrió algo en mi vida que jamás lo he contado, no lo sabe ni mi marido ni mi mejor amiga, pero era algo que necesitaba contar, para poder desahogarme. Entonces la casualidad hizo que cayera una revista Clima en mis manos. Tras leer varios relatos opté por contar el mío, me sirvió como terapia y tratar de hacer comprender que lo que me ocurrió no fue buscado sólo pasó, me siento culpable, arrepentida y tremendamente decepcionada por mi forma de actuar.
Me llamo Paula y tengo 41 años, llevo casada 17 años con Miguel, es una persona cariñosa, me ama con locura y cualquier detalle suyo le parece poco hacia mí. Dicen que tengo un bonito cuerpo, soy alta y me considero atractiva. Vivimos en un pueblo pequeño de la zona de Alicante, que, por razones obvias, no voy a desvelar como se llama, pues aquí todos nos conocemos.
Todo ocurrió este verano, habíamos pensado ir de vacaciones, pero por problemas familiares debí quedarme en casa, Miguel no pensaba irse con los niños, pero ante mi insistencia y el tener pagado ya las vacaciones optó por ir, no sin mucho decirme que se aburriría sin mí, de nuevo insistí.
-Cariño, no vamos a perder el dinero, iros de verdad, son sólo 15 días-dije-
Los primeros días después de la partida fueron angustiosos, de casa de mis padres a la mía, era un total aburrimiento, día tras otro, cierto día mientras me dirigía a mi casa, oí a unos obreros que estaban trabajando en mi calle me dedicaron unos piropos, eso me alegró un poco la mañana, una vez dentro de mi casa miré por curiosidad por la ventana a los obreros, oí a uno de ellos soltar una grosería hablando de mi:
-Que polvazo le metía y tiene cara de gustarle un buen nabo -dijo-
Aquellas palabras me horrorizaron, pero a la vez sentí un escalofrío de placer al escuchar esa grosería.
Al día siguiente sobre las tres de la tarde, salí de casa a tirar la basura llevaba una camisa corta, transparente de llevar por casa, pensé que a esa hora y en pleno Agosto nadie estaría por la calle, además los contenedores estaban muy cerca, pero me equivocaba allí estaba él, era el obrero que el día anterior había hecho aquel comentario grosero, estaba sentado y al verme se puso de pie, no lo había visto hasta pasar cerca de su lado y ya era tarde para volverme atrás, al pasar a su lado silbó…
-Qué favor me harías si quisieras -dijo- Desde luego ver una cosita así, merece la pena pasar el calor que estoy pasando, que no daría yo para dormir una siestecita contigo, aunque creo que dormiríamos poco -volvió a decir.
-Grosero -dije- caminando rápido hacia casa. Al llegar a casa cerré la puerta rápida, pero sólo veinte segundos después oí llamar a la puerta, al abrir era él.
-Perdone señora si la he molestado, no era mi intención, me llamo Jaime. -Vale –contesté- no de forma amistosa.
-Veo que mis intentos por pedirle perdón no han valido, si puedo hacer algo por usted me serviría como pago a mi estupidez hacia usted.
Jaime era un hombre de unos 51 años, atractivo a pesar de su edad, rudo, por su forma de actuar debía de ser un mujeriego pues sabía hablar y actuar ante mujeres desconocidas como yo.
-¿Me podrías dar un poco de agua fresca?
-Pasa-dije-
Mientras caminaba hacia la cocina donde estaba el frigorífico no me quitaba ojo, me sentía avergonzada, con sólo una pequeña camisa transparente y en casa sola con un extraño, con mis manos trataba de bajar lo más que podía la camisa.
-No te la bajes, tienes unas piernas preciosas -dijo.
-Ten-ofreciéndole el vaso de agua.
-Hija que poca cuerda tienes.
-Lo siento –dije- si quieres te preparo un poco de café.
Mientras tomábamos café no quitaba los ojos de mi cuerpo y él sabía que me atraía, al terminar de tomar café fui hacia él para retirarle la taza de café, pero al estar junto a él puso sus manos sobre mi cuerpo.
-Estás buenísima-dijo-
Pegué un brinco y me retiré de su lado…
-Por favor vete -dije-
Volví a la cocina para limpiar las tazas, sentí de nuevo unas manos agarrando mi cintura por detrás, quedé completamente inmóvil, él siguió agarrado a mí, su boca beso mi cuello apartando el pelo hacia el lado…
-Por favor no -dije- sin volverme…
Pero él continuaba tocándome, ahora tocaba con una mano mi culo y con otra mis pechos.
-Tienes un culito y unas tetas divinas…
Mi cabeza intentaba separarse de ese hombre, pero mi cuerpo ardía de deseo, una de sus manos penetró por debajo de mi camiseta hasta llegar a mi coño, al principio lo tocaba a través de las bragas, pero con una destreza tremenda (se veía que tenía experiencia), apartó las bragas hasta llegar a mi raja.
-Que buena pelambrera tienes -dijo-
Tenía unas manos enormes, se metió un dedo en la boca, lo humedeció y lo introdujo en mi coño, lo movía con una gran delicadeza y destreza.
-Ahora vas a ver lo que es un hombre.
Me cogió por la cintura, quitándome las bragas y subiéndome a la encimera de la cocina, abrió mis piernas apoyándolas en sus hombros, con una mano apartó los pelos de mi coño dejándolo al descubierto, y pasó la lengua despacio sobre mi coño, mi cuerpo se retorcía de placer, al poco tiempo su lengua experta se introducía hasta el fondo. Ahora entraba y salía mucho más rápida, introdujo primero un dedo mientras, lo lamía frenéticamente, después dos hasta tres dedos dejó dentro mientras me mordisqueaba los labios de mi mojado coño, sus dedos penetraban en mi abierto coño mientras yo gemía de placer hasta llegar al orgasmo, grité de placer…
Nunca en mis 17 años de matrimonio había tenido un orgasmo así sin ser penetrada, poco después me dirigí hacia él, quitándole el mono de trabajo, llevaba un bóxer ajustado, de él sobresalía ese enorme bulto, cogiendo mi mano me la llevó hasta tomar ese colosal bulto…
-Ahora vas a ver una polla de verdad.
Ardía en deseo de quitárselo para ver su polla, al bajarle el slip, su polla saltó como si tuviera un muelle, estaba erguida, y era enorme, grande y gorda, con mis dos manos apenas tapaba media polla.
-¿Habías visto algo así?-dijo riendo…
Cogió mi cabeza hasta llevarla a la altura de su polla, intenté metérmela en la boca, pero era imposible, no cabía, con sus manos intentó metérmela, pero sólo me produjo una arqueada.
-No cabe -dije.
Besé su polla, hasta llegar a sus huevos, los mordisqueé, él gemía como un toro, me cogió en brazos hasta llevarme al sofá, abriéndome las piernas puso la punta de su polla en la entrada de mi coño. Poco a poco la iba introduciendo, mi coño totalmente húmedo y dilatado tragó la punta de su polla.
-Métemela entera -gritaba de placer.
De un golpe me la metió hasta los huevos, me corrí con la primera embestida, pero pedía más.
-Puta te has corrido con sólo metértela…
-Más, fóllame más-le pedía…
-Ahora verás…
Tomándome con las dos manos por mi cintura empezó a follarme con fuerza, su polla ahora entraba y salía de mi coño sin esfuerzo, yo gritaba de placer, de nuevo iba a tener otro orgasmo, él paró.
-No pares sígueme follando le suplicaba gritando…
De nuevo continuó follándome hasta correrme, fue impresionante, mi cuerpo estaba totalmente arqueado, ofreciéndole mi coño para que embistiera lo más fuerte posible, con sus manos agarrándome el culo embestía como un toro, gemía fuera de sí al igual que yo hasta corrernos, sacó su polla rápido de mi coño hasta ponerlo a la altura de mi boca para correrse, su esperma salió disparado de su polla hasta llenarme toda mi cara, con mi lengua fui limpiándole su polla hasta no dejar apenas restos de semen…
Quedamos exhaustos los dos, nunca había disfrutado tanto follando con un hombre, pero esa tarde no terminó ahí, continuó, pero ya os lo contaré otro día.
Besos para todos.