Relato erótico

No me lo esperaba

Charo
9 de abril del 2020

Estaba estudiando matemáticas en Valencia. Su novia seguía en el pueblo y cuando iba los fines de semana follaban como locos. Llegaron los exámenes y tenía que estudiar, por lo que, no podía ir a verla. Después de varios fines de semana sin “mojar” fue a verla pero sin avisarla.

Pedro – VALENCIA
Amiga Charo, todo comenzó hace mucho tiempo, cuando con 19 años me trasladé a Valencia para estudiar en la Facultad de Matemáticas. Hasta ese momento, la vida en el pueblo había sido de lo más sencilla, tenía novia desde hacía un año, Victoria, una chica preciosa, caliente y fogosa. Los meses fueron pasando y todo iba estupendamente hasta que llegó la época de exámenes y me tuve que quedar estudiando en Valencia varios fines de semana seguidos. No podía parar de pensar en mi novia y la llamaba continuamente. Victoria me decía que estudiase y que no fuese tonto que ya habría tiempo de recuperar lo perdido, que tenía que aprobarlo todo para así no tener que estudiar en verano y estar juntos.
Después de tres semanas de celibato, me encontraba desesperado, no paraba de pajearme pensando en ella y empezaba a desquiciarme con mis continuas ensoñaciones, así que decidí darle una sorpresa, el sábado cogí el tren y me fui al pueblo, llegando a media tarde. Ni siquiera dije nada a mis padres, el plan era sorprenderla y no salir de su habitación ni para comer, sin embargo en esta ocasión el sorprendido iba a ser yo.
Victoria vivía en una pequeña casa a las afueras del pueblo, una casa de dos pisos y su habitación estaba en el piso de arriba, así que me encaramé a un árbol y me asomé a su cuarto. Allí estaba ella, preciosa y en vez de llamar su atención me quedé observándola, había salido de la ducha y llevaba el albornoz, sobre la cama estaba la ropa que se iba a poner. Se quitó el albornoz y empezó a mirarse en el espejo de espaldas a la ventana, yo tenía una vista de su tremendo culito y el reflejo de su cuerpo aún húmedo en el espejo. Parecía una diosa emergiendo. Nunca la había visto tan hermosa. Allí en la soledad de su cuarto empezó a mirarse en el espejo en todos los ángulos pasando sus gráciles manos por su vientre liso, para después toquetearse el culo comprobando su firmeza y os puedo asegurar que su culo es una auténtica maravilla. Yo no podía dejar de mirarla embobado, notando como mi rabo crecía bajo mis pantalones. Se acercó a la cama y se enfundó el tanga, uno de hilo dental de esos que, inocente de mí, pensaba que solo usaba conmigo y un sujetador de los que levantan las tetas de forma que incrementaba su volumen de forma espectacular. Así ataviada parecía una auténtica zorra y no paraba de mirarse y ponerse en posiciones muy sexy delante del espejo. ¡Esa es la forma en que me guardas ausencias, guarra!, pensaba yo, preguntándome para que se vestía así si no había quedado conmigo.
Y aunque me moría por entrar en su habitación y poseerla en ese preciso momento guardé las formas y me dediqué a observar el show que me brindaba y a hacer de espía. Quería saber para quien se estaba tomando tantas molestias. Victoria se terminó de vestir con unos pantys, una falda corta negra que le sienta de muerte y hace que se remarque su culito y un top también negro de escote palabra de honor que deja entrever de forma poco discreta sus encantos. Después cogió su bolso y abriendo el cajoncito de los condones, así lo llamaba yo cuando estaba con ella, tomó una tira de ellos y los metió en el bolso.

La rabia me invadía. ¡Será zorra! La muy perra se dedica a ponerme los cuernos cuando no estoy con ella y encima tiene los ovarios de restregármelo a modo de fantasía cuando estamos follando. No podía creérmelo, mi amor, mi niña, cómo podía hacerme algo así.
Aguanté mi arrebato y vi como cogía su chaqueta y su bolso para salir de la habitación. A los pocos minutos apareció un chico en moto, le reconocí, era uno de los guaperas de un pueblo cercano, Xátiva, el típico niño bien que no ha pegado palo al agua en su vida y a lo único que se dedica es a ir al gimnasio y desarrollar mucho sus músculos y nada su cabeza. Pude ver con toda claridad, encaramado en el árbol, como al salir Victoria el muy cabrón la agarró por el culo acercándosela y le metió la lengua hasta el esófago. Eso no fue lo peor, sino que mi querida novia no solo no rechazó el abrazo sino que se arrimó a él pegándole su cuerpo y tocándole el culo al maldito cabrón.
– Déjame verte, ¡estás preciosa! voy a tener que ponerme serio para quitarte los moscones de encima – le dijo él.
– Gracias, pero no te preocupes por ellos, tú sabes que soy toda para ti.
Aquello fue demasiado, pero si ayer cuando hablábamos por teléfono, me decía que me quería y que no podía estar sin mi.
– ¡Adiós mamá! No me esperes levantada que llegaré tarde y David me trae a casa.
– Adiós cariño y portaros bien.
– No se preocupe señora, se la devolveré en buen estado – dijo el muy cerdo sonriendo.
La madre, Gloria, mi cómplice, lo sabía todo también, ¿como podía ser tan estúpido y haberme dejado engañar así? Allí estaba yo subido en un árbol viendo como a mi novia se la llevaba un niño rico y para más ironía mi polla seguía empalmada a pesar de todo. Vi como la moto se alejaba y bajé, no sabía que hacer, le di un puñetazo al árbol que hizo que casi me rompiese la mano, estaba nervioso, cabreado y excitado. Después de unos minutos de reconcomerme por dentro me acerqué a la puerta de la casa dispuesto a cantarle las cuarenta a la encubridora de su hija. Toqué el timbre y me abrió Gloria la puerta.
– Luis, ¿qué haces tú aquí? – dijo temblándole la voz.
Yo la miraba fijamente a los ojos si saber que decir y solo pude articular:
– ¿Está Victoria? He decidido darle una sorpresa.
– Pues no hijo – me dijo la madre sonrojada – ha salido hace un instante con sus amigas y no sé a que hora volverá, ¿quieres pasar a esperarla?
– No, no gracias, dígale que he pasado por aquí.
Me di la vuelta y me largué. Me fui al pueblo a buscar a los amigos para tomar unas copas y así poder olvidarme de la imagen de mi novia arreglándose para otro. Durante toda la tarde estuve bebiendo y diciendo barbaridades a las chicas que me encontraba por la calle, arropado por mis colegas que no entendían como es que estaba tan excitado y lo achacaban al stress de los exámenes.

La noche cayó y me encontró borracho de nuevo encaramado al árbol de la casa de Victoria esperando a que llegase. Hacía frío, pero el alcohol ingerido y la rabia me hacían seguir ahí arriba. Tras casi una hora de espera, me desperté del sopor al oír el ruido de la moto del chulo de David. Victoria bajó de la moto y David la cogió de la cintura diciéndole:
– ¿Dónde te crees que vas? Has estado calentándome toda la noche en la discoteca y ahora no te puedes ir así como si nada.
– ¡Venga, no seas malo! Mi madre puede oírnos.
David se bajó de la moto y sin discutir comenzó a besarla magreando su culo con fuerza.
– Que buena estas Victoria, no has visto como te miraban todos. Eres la chica más sexy que he conocido.
Victoria se dejaba hacer, hasta que le oyó ese comentario.
– ¡Así que te gusta que me miren otros, eh! No te importa que repasen con su mirada mi cuerpo como si fuese un trozo de carne.
– No te hagas ahora la estrecha, si no te gustase a ti no irías enseñando las tetas con este escote – dijo él mientras tiraba hacia abajo haciendo que sus dos tetas saltasen y quedasen expuestas y levantadas por la tela.
El muy canalla empezó a sobar y a chupar las tetas de mi novia, que se retorcía del gusto dejándose hacer.
– Y a ti te encanta que me miren tus amigos ¿verdad cabrón?
– Sí, seguro que más de uno se estará pajeando, pensando en ti.
– Más de uno, sí – dijo Victoria riéndose.
Noté como mis cuernos crecían sobre mi frente, estoy seguro que ese último comentario lo había hecho pensando en mí. Pero no era lo único que me crecía sino que mi polla estaba más dura que nunca mientras contemplaba como ese cabrón se dedicaba a chupar las tetas de mi chica y a meter sus manos bajo su falda. Victoria se retorcía entre sus manos, él la estaba follando con sus dedos con toda seguridad por que su cuerpo se movía con un vaivén periódico que no dejaba dudas.
– ¡Sigue, sí así… que bien lo haces!
Mi querida novia no solo es que se dejaba sino que le facilitaba el acceso abriendo más sus piernas.
– ¡Cabrón, méteme más tus dedos, estás haciendo que me derrita!
David se agachaba cada vez más y estaba ya casi de rodillas frente a Victoria que movía sus caderas al ritmo que entraban y salían.
– ¡Así, así, vas a hacer que me corra cabroncete, más deprisa! – gimoteaba mientras le cogía del pelo y le restregaba la cara entre sus tetas.

En ese momento David se incorporó.
– Te voy a follar, pero de verdad, zorra – dijo, separándose un poco y desabrochándose el cinturón.
– No, no, hoy no, otro día que tus padres no estén en casa lo haremos, por favor. Es una pena que este fin de semana se hayan quedado.
– No puedo aguantar, Victoria, mira como estoy – dijo llevando la mano de mi novia a su paquete.
– ¡Pobrecito! Bueno, por esta vez voy a hacer algo que te aliviará – comentó sonriéndole.
Victoria sacó la mano de David del interior de su chocho y le chupó los dedos impregnados por su flujo mirándole con esos ojos de deseo que yo tan bien conocía. Se acercó al porche de la casa y trajo un cojín, lo puso en el suelo y se arrodilló delante de él.
– Espero que esto te alivie – le dijo mientras desabrochaba los botones de su pantalón y lo retiraba.
Al momento la polla de David salió disparada. Era mucho más grande que la mía, como 4 ó 5 cm más larga y también más gruesa. Desde el árbol puede ver perfectamente como Victoria la cogía con las dos manos y empezaba a pajearla delante de su cara.
– Me encanta tu polla, es enorme y siempre dispuesta, mi coñito la va echar de menos esta noche.
– ¡Porque tú quieres! Me muero por metértela hasta el fondo – dijo intentando articular palabra, mientras mi novia arrodillada le pajeaba.
– No soy una zorra para que me folles en la calle, otro día recuperaremos el tiempo perdido.
Tras decir esto vi como acercaba los labios a su glande y la lengua de mi novia comenzaba a recorrer su capullo para después engullirlo como si fuese una piruleta. Su mano derecha le sobaba los huevos mientras que la izquierda seguía pajeándole y atrayéndole para que su polla entrase cada vez más en su boca. Yo, en el árbol, me moría de celos y sin embargo no podía evitar excitarme al ver a mi Victoria en plena acción, haciéndose la estrecha para usar su coño y devorando ese cipotón como toda una profesional. Yo, confuso, desde mi rama lo observaba todo. Mis sentimientos se confundían, por un lado la intensa rabia mezclada con los celos y por otro mi polla nunca había estado tan tiesa. David la cogía del pelo y movía la cadera follándose su boca. Victoria adaptaba su garganta para recibir casi de forma completa la polla de ese cabrón. Yo podía imaginar la sensación que debía estar sintiendo ya que había podido disfrutar en infinidad de veces los placeres que mi novia sabe brindar con su boca.
– ¡Muy bien, muy bien, sigue, sigue así, que me voy a correr!
Entonces Victoria desaceleró el ritmo de la mamada y empezó a jugar con su lengua hurgando con ella la punta de la polla de David.
– ¡Ah, zorra, que bien la sabes chupar, me vas a matar!
– ¿Serás bueno conmigo y me tratarás como a una princesita? – le decía ella manteniéndole al borde del orgasmo, repasando con la punta de su lengua cada centímetro de su glande.

Eso era algo que le encantaba, sentirse poderosa ante la necesidad de acabar de su pareja. Pero David no estaba para muchos juegos y cogiéndole del pelo se la metió de nuevo en la boca hasta que se corrió haciendo que Victoria se atragantase al tener que tragarse todo su semen. Mi novia lejos de asustarse o cabrearse relamía su polla para no desperdiciar ni gota de la leche que le había desbordado por los labios.
Pero la cosa no terminó ahí por lo que, en una próxima carta, te contaré el resto
Besos y hasta pronto.

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