Relato erótico

No me lo creia ni yo

Charo
15 de agosto del 2019

Era la primera vez que salía de viaje con sus amigas y tenían planeado disfrutar a tope. Se había propuesto ligar a algún tío y follar como una loca. A veces los planes cambian.

Sandra – Gerona
La noche empezaba… Era la primera vez que salía de viaje con mis amigas, sin los padres, tenía 19 años y era la más joven de todas. El plan era ir a bailar y ver que podíamos “pescar”. Acordamos que si nos separábamos y al llegar a la habitación del hotel veíamos colgado el letrero de “no molestar”, significaba que alguna de nosotras estaba con alguien y tendríamos que esperar a que terminaran para entrar.
Mi plan era encontrar un hombre atractivo, con buen cuerpo con el cual pasar la noche, mi cuerpo lo necesitaba, había terminado con mi novio hacía cuatro meses y desde aquel entonces lo único que había hecho era masturbarme sola en mi cama. Pero esa noche me desquitaría, así que me vestí muy sexy, con una minifalda tipo escocés roja, una blusa negra semitransparente, sin sujetador y unos tangas con encaje.
A la hora de decidir donde ir a bailar, no nos poníamos de acuerdo, por lo que nos separamos. Yo me dirigí a una que tenía un ventanal enorme, por el cual se veía el mar, con la luna reflejada en él.
Al inicio de la velada me sacaron a bailar un par de tipos no muy interesantes, aburridos y bastante feos. Rápidamente les dije que estaba cansada como excusa y quitármelos de encima. Transcurría la noche sin éxito.
Llevaba casi una hora sentada, casi me estaba durmiendo y ya pasaba por mi mente el hecho de terminar la noche sola y masturbándome de nuevo, aunque fuese en el salón del hotel, ya que seguramente la habitación estaría ocupada por alguna de mis amigas. El solo pensar que alguna de ellas estaría con un hombre musculoso y con un gran miembro teniendo una noche increíble, me comenzó a excitar. De pronto una voz me despertó:
– Perdona, te veo aburrida, ¿quieres bailar?
Era una chica rubia, de ojos azules, con muy buen cuerpo, grandes pechos, caderas redondas y unas piernas larguísimas, con un mini vestido blanco muy pegado a su cuerpo, lo que la hacía espectacular. Al principio me desconcerté tanto que no pude contestar nada. Durante unos segundos lo pensé pero llegué a la conclusión de que era una buena idea, los hombres pesados de alrededor me verían y ya no tendría que estar a la defensiva, además me quitaría de encima el estar pensando en mis amigas.

– Sí claro, ¿por qué no?- dije.
Bailamos durante un buen rato, ella era una gran bailarina y en algunas piezas de música bailamos increíble, ningún hombre me había llevado tan bien en un baile, asimismo ella me hacía comentarios de las personas que bailaban a nuestro alrededor que me hacían reír mucho. Claro que para hacerlo se me pegaba mucho para decírmelo al oído. Al principio no le di importancia pero poco a poco el roce de sus pechos me comenzó a excitar, lo cual me asustó un poco, ¿cómo era posible que me estuviera excitando una mujer? Sin embargo, después llegué a la conclusión de que era una mujer espectacular y que me divertía mucho, entonces fui dejando que cada vez se acercara más y opté por disfrutar del momento, sin ningún prejuicio, al fin y al cabo yo acepté bailar con ella y podía irme cuando quisiera. Al rato, cuando pusieron música romántica y el lugar se oscureció, mi intención fue la de caminar hacia la mesa, pero ella me tomó de la cintura con una mano y con la otra cogió mi mano acercándome hacia ella suavemente.
Mi única reacción fue poner mi mano en su hombro, empezó a moverse con el ritmo de la música y sin pensarlo más yo la seguí en el baile. La balada fue juntándonos más, acercó mi mano a su pecho y yo me pegué más a ella, la punta de sus senos tocaban mi pecho y sus piernas rozaban las mías.
En una reacción que todavía no entiendo por qué la hice, me acerqué para recargarme en su hombro, nuestros cuerpos se rozaban tanto que casi no podíamos movernos y era tan excitante que comencé a sentirme húmeda entre mis piernas. Al poco tiempo, ella me sugirió que fuéramos a retocarnos el maquillaje al baño y tras pasar a por su bolso y el mío, nos dirigimos al baño. Cuando entramos había unas chicas maquillándose, para vernos en el espejo tuvo que ponerse detrás de mí y como era un poco más alta, no tenía ningún problema.
Al fin quedamos solas en el baño, ella seguía detrás, yo estaba empeñada en corregirme el delineador cuando comencé a sentir su cuerpo rozar el mío por la espalda, su mano empezó a acariciar mis piernas muy suavemente, yo quedé inmóvil, no sabía lo que hacer, ella se acercó más por la parte de atrás, yo podía sentir sus tetas tocar mi espalda. Con su otra mano acariciaba mis pequeños pechos y mis pezones comenzaron a endurecerse, el asunto me excitaba mucho, la mano que tocaba mis piernas comenzó a subir hasta meterla debajo de mi falda y aprovechando que mis braguitas eran muy pequeñas, pudo meterla entre mis piernas y acariciarme el clítoris.

Quise darme la vuelta y protestar, pero lo único que salió de mi boca fue un gemido por la forma en que tocaba mis pechos y la entrepierna, y antes de que pudiera pronunciar alguna palabra, sus labios besaron los míos. Fue un pequeño toque, su lengua acarició la boca y antes de que pudiera ser más profundo el beso, alcanzamos a oír que alguien entraba al baño. De modo veloz, sacó su mano de debajo de mi falda.
– ¡Vámonos a seguir bailando!- me dijo con la intención de que las que entraban la oyeran.
– ¡Claro! Un segundo guardo mis cosas.
Metí todo en mi cartera, muy despacio porque estaba tan excitada que no podía ni caminar. Cuando me tranquilicé un poco, caminé hacia la puerta, ella me cogió del brazo y se acercó a mi oído:
– Si quieres nos vamos a algún lugar donde podamos estar a solas – me dijo con cara de niña traviesa.
Yo estaba tan excitada que seguramente con solo rozarme de nuevo un poco más, podía correrme.
– Sí, vamos a donde quieras.
– ¿Te parece bien ir a mi hotel?- dijo ella.
Por unos segundos pensé que estaba loca, ¿cómo pensaba en irme con una mujer a su habitación para estar a solas? Pero estaba muy caliente y las otras opciones eran hacérmelo sola o buscar a cualquier hombre para que me complaciera y en ese momento ambas me parecieron espantosas. Pagué rápido mi consumición y me dirigí a la puerta donde ella ya estaba lista con un taxi. No tardamos mucho en llegar al hotel. Al entrar a la habitación me sentí un poco incómoda, pero ella era muy amable conmigo.
– Ven, siéntate en la cama. No te preocupes que te voy a tratar como a una reina.
Se acercó a mí y me dio un beso suave, seguido por otros más profundos, mientras que me desabrochaba la blusa para acariciar mis pechos. Como veía que yo no me movía, se quitó el vestido y me acostó en la cama; antes de que me diera cuenta, ya estaba sin ropa, besaba todo mi cuerpo, mis pezones estaban durísimos.
Fue abriéndome las piernas, yo cerré los ojos para sentir y disfrutar de todas sus caricias. Me besó el cuello, el pecho, y al llegar al clítoris estaba ya a punto de tener un orgasmo. Su lengua empezó a acariciar mi clítoris y luego comenzó a jugar con mi ano.

Nunca nadie me había tocado por allí, era excitante. Antes de poder pensar en otra cosa, el clímax fue tanto que tuve un gran orgasmo. Ella levantó la cabeza para sonreírme, mientras yo gemía de placer.
Cuando me tranquilicé un poco, ella se acostó con las piernas abiertas junto a mí por lo que supuse que lo que quería era que ahora fuera yo la que actuara, así que puse mi cabeza entre sus piernas y la acaricié con mi lengua el clítoris. Primero pensé que me daría mucho asco, pero cuando comenzó a quejarse y a humedecerse, me gustó tanto que la hice correr tan bien que me dio un poco de envidia, ya que yo seguía muy excitada.
Con una de sus manos me cogió de la cabeza para que no pudiera separar mi boca de su clítoris, con la otra abrió el cajón de su mesa de noche y sacó un consolador muy grande.
– Mira lo que tengo para ti, estoy segura que te va a gustar, ven acuéstate aquí y abre tus piernas.
Así lo hice, y cuando tomé mi posición, ella lo fue metiendo en mi chocho. Era increíble, era del grosor exacto y me lo metió hasta el fondo, me sentía toda llena de aquello. Cuando lo vi bien, tenía metida la mitad y quedaba otra para ella. Se puso enfrente de mí y comenzó a metérselo hasta que su culo tocó con el mío. Yo no podía emitir ni media palabra, lo único que hacía era moverme para que se moviera el consolador dentro de mí. El roce de su culo con el mío era tan fuerte que las dos logramos corrernos en un gran orgasmo que nos dejó tendidas en la cama un buen rato. Cuando me pude recuperar, me saqué el consolador y me vestí.
– Me tengo que ir, mis amigas se pueden preocupar por mí- le dije.
– Bueno, ¿te puedo ver otro día?
Se levantó desnuda y me dio un beso en la boca, correspondí a su beso y salí de la habitación. Cuando estaba sola en el pasillo me sentía culpable por haber hecho el amor con una mujer, me preguntaba si eso significada que yo era lesbiana, la sola idea me asustaba, pues a siempre me habían gustado los hombres, pero por otro lado me había gustado mucho lo que había hecho.
Mientras esperaba el ascensor, llegaron dos hombres, de esos que ayudan con las maletas en el hotel, pero bien parecidos, creí que sería una buena prueba para resolver mis dudas el tener algo con ellos, podía sentir sus miradas sobre mi cuerpo, lo cual me excitaba. Cuando paró el ascensor, me dejaron pasar primero, yo les sonreí y volví a entrar. Uno de ellos me comenzó a acariciar por detrás, yo no decía nada, únicamente estiré mi brazo hasta alcanzar su polla para darle una pequeña caricia, los tres sonreímos. Uno detuvo el ascensor y el que me estaba acariciando me agarró de la mano y me sacó, los tres nos dirigimos a un pequeño cuarto donde guardaban las toallas y las cosas de limpieza.
Entramos rápidamente y mientras uno de ellos cerró la puerta, el otro metió mano por debajo de mi falda para quitarme las braguitas y acariciar mi coño. Se dio cuenta que estaba muy mojada, entonces me cogió por la cadera, me dio la vuelta y me agachó para metérmela por detrás. Su verga era muy gruesa y larga, yo creo que de no haber sido por que estaba tan húmeda me hubiera hecho más daño pero en lugar de eso sentí un placer indescriptible, me llenaba toda.
El otro tipo se puso enfrente sin saber que hacer, entonces lo acerqué hacia mí, le desabroché el pantalón, le saqué la polla y me la metí en la boca.

Su polla se fue poniendo más dura dentro de mi boca, mientras que por detrás su amigo me follaba cada vez más fuerte. Me sentía medio mal por hacer todo eso, pero era tanto placer el que sentía…
Al rato, los golpes de su cadera contra mis nalgas fueron tan rápidos y duros que me dio a entender que se iba a correr, por lo que les dije que cambiaran de posición. Sin decir nada más, se cambiaron de lugar y tan pronto me la metió el otro, comencé a mamársela muy fuerte hasta que se corrió dentro de mi boca. Al mismo tiempo, el que me la metía por detrás, aceleró la marcha y de golpe se salió, corriéndose encima de mis cachetes.
– Por favor, quiero correrme, necesito me la metáis de nuevo -dije muy excitada.
Pusieron unas toallas en el suelo, se acostó uno, me hizo poner encima, me la metí entera y mientras, el otro se puso detrás mía y me la metió por el culo, eran tan grandes que apenas podía moverme, los dos me la metían y me la sacaban muy fuerte, era increíble el placer que me estaban dando, hasta que llegué al orgasmo. Fue tan fuerte, que los dos me tuvieron que tapar la boca para que no nos oyeran los huéspedes. Cuando terminó todo, me quedé acostada en el suelo, extasiada, recuperándome de tanto placer y cuando me di cuenta me encontraba sola y mis braguitas estaban al lado con unos billetes.
Traté de levantarme y alcanzarlos para darles su dinero y decirles que yo no era de ese tipo de mujeres, pero mis piernas todavía no me respondían a causa del orgasmo que había tenido. Tuve que esperar un rato para descansar mientras me limpiaba toda la leche. Me puse la ropa y salí del hotel. Los hombres habían terminado su turno, así que no pude verlos.

Al llegar a la habitación del hotel estaban mis amigas contándose sus aventuras nocturnas y al verme me preguntaron como me había ido. Les dije que no había conseguido nada, nunca me hubieran creído. Ese día pude comprobar que me vuelven loca los hombres, pero también las mujeres…
Besos para todos y todas.

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