Relato erótico
No fue tan mal
Se ha decidido a contarnos lo que vivió durante unas vacaciones de hace unos años. Sus padres no quisieron dejarla sola en casa y tuvo que ir con ellos tanto si quería como no.
Marta – Bilbao
Hacía varios meses que me rondaba por la cabeza la idea de escribir esto, me había dado mucho corte pero se lo conté a varios amigos del chat y fueron ellos los que me animaron. Es un relato de lo que me sucedió el día que un chico se dio cuenta de lo que en realidad me gusta. Mi nombre es Sonia, tengo 19 años, soy una chica rubia, de pelo largo y rizado, ojos oscuros, 1’67m, delgada, mi cuerpo no está muy desarrollado, a pesar de que tengo un buen culito, respingón y duro, mis tetas son pequeñas y bien firmes, tanto que a menudo salgo a la calle sin sujetador. Del resto de mi fisonomía estoy muy orgullosa, tengo un rostro aniñado y tengo bastante éxito entre los chicos, aunque este mal decirlo.
Hasta que me sucedió esto, yo ya había tenido experiencias con chicos, no era una novata en el sexo, se puede decir que empecé muy pronto a interesarme por el tema, incluso había un chico que aunque no lo consideraba mi novio, había estado con él varias veces. Vivo en una localidad española, es una ciudad industrial bastante grande. Una vez al año viajo de vacaciones, no muy lejos, simplemente a la provincia de al lado, pero como dice mi padre, por lo menos viajamos. El año pasado yo había protestado mucho ya que quería quedarme en casa, ya que había iniciado una relación y me apetecía quedarme, pero como siempre pasa en estos casos, mis padres hicieron caso omiso y me llevaron con ellos; si llegan a saber lo que me iba a suceder y el giro que iba a dar mi vida, seguro que me habrían dejado en casa.
Una vez en la ciudad de veraneo, nos acomodamos en el piso y empezó mi aburrimiento. Mis padres se daban cuenta de ello, así que hablaron con la vecina del segundo que tenía una hija de mi edad, a ver si ella me animaba un poco. Así que salimos una noche, la verdad es que me sentía como una carga para mi vecina, ya que pensaba que la habían obligado a salir conmigo. Fuimos a tomar unas copas y me di cuenta de que mi vecina era una chica muy maja, además que no desentonaba conmigo, ya que también era bastante agraciada, de cara no era nada del otro mundo pero tenía un cuerpo de esos que hacen que los chicos ni siquiera te miren a la cara. Morena, media melena, su piel estaba muy morena ya que iba a la playa casi todos los días, su cuerpo era voluptuoso, de pechos grandes y caderas anchas, eso unido a que casi siempre iba con ropa elástica y muy ajustada, hacía imposible que pasase inadvertida entre las demás.
Ya bastante animadas las dos y bien avanzada la noche nos fuimos a una discoteca, fuimos a pedir a la barra y enseguida nos fijamos en tres chicos que nos miraban, nos reímos y comentamos que estaban muy bien, le dije el más bajo de los tres estaba muy bueno, que no me importaría conocerlo y ella ni corta ni perezosa dijo que porque no nos animábamos y nos presentábamos. Como yo había bebido bastante no me pareció mala idea, así que nos acercamos y nos presentamos. Aquí empezó todo, cuando mi vecina me presentó a Pedro, era un chico moreno, de mediana estatura y facciones muy marcadas. Vestía con elegancia, pantalón de traje y camiseta gris, ajustada, lo primero que me llamó la atención fueron sus pectorales, parecía que querían salirse de su camiseta, pensé que se tenía que pasar muchas horas en el gimnasio.
Bueno antes de nada decir que esa noche yo llevaba puesta una minifalda negra, muy ajustada, tanto que si me descuidaba se subía a la cintura, completando el conjunto llevaba un top negro corto, que dejaba muy poco a la imaginación y desnudaba también mi ombligo, mostrando un aro que lo perforaba. Cuando mi amiga me presento a Pedro, este descaradamente se quedó mirando mi escote, yo no llevaba sujetador y él se asomaba a mi escote como queriendo verlo todo, esto me debía de haber ofendido, sin embargo me hice la distraída y dejé que mirase cuanto quisiera. Después Pedro me presentó a sus dos amigos, pero yo ya no prestaba atención, solo tenía ojos para él.
Cuando me dio la mano y me dijo “vamos a bailar”, le dije que sí, pero me dio la impresión que habría sido inútil decir que no, puesto que él ya me arrastraba hacia la pista. Nos pusimos a bailar en un rincón de la pista, estaba llena, así que estábamos bailando bastante cerca el uno del otro. Empezamos a bailar de manera muy sensual, moviendo la cintura y sin dejar de mirarnos a los ojos, ya no seguíamos el ritmo de la música, teníamos nuestro propio ritmo, nos movíamos uno alrededor del otro dando círculos, meneando las caderas, parecía que un diablo se nos había metido en el cuerpo.
En un momento determinado me cogió por la cintura y me acercó a su cuerpo, seguimos moviéndonos, esta vez pegados, cuerpo con cuerpo a la vez que me susurraba al oído que llevaba una faldita demasiado corta, en ese momento me di cuenta de que tenia la falda muy arriba, con los movimientos que había hecho y estando descuidada como estaba, la falda se me había subido y dejaba ver parte de mi tanga negro de encaje, enseguida trate de bajármela pero él detuvo mi mano y me dijo que así estaba bien, le susurré que me daba mucha vergüenza, que mucha gente podía verme, a lo que Pedro respondió agarrando mis manos y llevándolas hacia arriba, de tal manera que rodearon su cuello y así seguimos bailando, dejando que mi mini se subiera cada vez más, enseñando casi todo mi culo, adornado con el tanga (seguro que alegré la noche a muchos chicos).
Algo había cambiado, yo me sentía desnuda ante Pedro y eso me gustaba, notaba como él también estaba excitado, ya que algo duro que surgía de su pantalón presionaba mi cintura y Pedro, lejos de querer disimularlo, me apretaba más contra él, frotándose contra mí, sus manos bajaban por mi espalda, bajando un poco mi falda, lo cual fue un alivio, pues ya estaba muy arriba y parecía que no llevaba nada puesto. Siguió bajando por mi espalda para acabar posándose en mi culo. Yo le besé el cuello mientras él jugaba con sus manos, amasando mi culo, tocándome, apretándolo. Me abracé más a él y noté como se empezaba a mojar mi tanguita, cuando juntaba mis piernas notaba como resbalaban por la humedad que había en mi interior, una de sus manos pasó entre los dos, al minuto había deslizado su mano por la cintura de mi minifalda y empezó a tocar mi coñito rasurado por encima de mi tanga, , mientras con la otra mano, la que estaba en mi trasero, se dedicaba a estirarme del tanga, de tal manera que se me metía en mi rajita, provocando que mis labios mayores se saliesen de mi ropa interior.
Cuando noté que su mano se deslizó por un lateral del tanga me creí morir, Pedro estaba tocando mi rajita directamente, y no solo eso, sino que se atrevió a meterme uno de sus dedos dentro, lo hizo despacio, al principio apreté mis piernas, no podía creer que me estaban metiendo un dedo en medio de una pista de baile, rodeada por un montón personas, yo ya estaba muy húmeda y su dedo entró casi sin oposición, empezó a moverlo dentro de mí, no a meterlo y a sacarlo, sino que una vez que su dedo estuvo dentro, lo movía en mi interior, explorándome entera. Me apreté contra su cuerpo y tuve un orgasmo de los más grandes de mi vida, allí delante de todos, en medio de la pista de baile estaba mojando mis braguitas con un desconocido.
Cuando me soltó, me bajé la falda y miré alrededor para ver cuantos se habían dado cuenta de mi aventura, entonces él cogiéndome por la cintura, me arrastró fuera de la pista y nos dirigimos a los baños. Yo estaba muerta de vergüenza, tanta gente mirando como un chico y una chica se metían en el baño de caballeros, pero me animó el hecho de estar fuera de mi casa y que por ello era improbable que alguien me conociese. Cuando entramos al baño nos metimos en uno de los departamentos y cerramos con pestillo. Casi sin mediar palabra, Pedro metió su mano entre mis piernas otra vez y acercándose me dijo:
– Ahora me la vas a chupar, golfa.
No me gustó que me llamara golfa, pero cuando iba a hablar noté como sus dedos trabajaban otra vez mi rajita y me quedé sin palabras. Entones llevé mis manos hacia su bragueta y noté lo dura que la tenía. Sin pensarlo más, baje su cremallera y aquella cosa salió sola de su pantalón y quedó apuntando al cielo. Pedro subió mi faldita hasta más arriba de mi cintura, subió mi top de un tirón, descubriendo mis tetas y viendo lo duros que estaban mis pezones, excitados como nunca, me los pellizcó, los chupó, yo no sabía qué hacer, me apoyé contra la pared y le dejé hacer, de pronto puso sus manos sobre mis hombros y de un empujón hizo que me arrodillase, agarró mi pelo y de un tirón hizo que mi cara quedase mirando la suya a la vez que me colocaba la punta de su polla en mis labios, yo notaba su olor y veía como salía algo de líquido de la punta, resbalando por toda ella, mojándola.
Su polla palpitaba en mis labios, me sentía humillada, pero no podía decir nada, simplemente me limité a abrir la boca, sacar mi lengua y obedecer cuando me dijo que lamiese su polla. Empecé a hacerlo con mi lengua, despacio, de arriba a abajo y al revés, parándome en sus pelotas y lamiéndolas también, metiéndolas en mi boca y una vez dentro jugando con ellas con mi lengua. De un tirón de pelo me apartó de su polla y me dijo que abriese bien mi boca, cosa que yo hice al instante, momento en el que agarró la cabeza con ambas manos y de un empujón me la metió entera en la boca. Yo había hecho mamadas antes, pero no a una polla tan grande, y mucho menos metiéndola hasta el fondo. Creí que me iba a ahogar, quería gritar pero no podía, la tenía en mi garganta, bien adentro, las lágrimas resbalaban por mis mejillas y no dejaba de mirarle suplicante, pidiendo por favor que acabase con aquello, mis manos se agarraron a sus piernas, apretándolas, él me sujetaba firmemente, yo no podía retirar mi cabeza y sacar su polla de mi boca, sin embargo mi cuerpo me traicionaba, ya que notaba como mi entrepierna se humedecía cada vez más y como mi coñito se contraía una y otra vez.
Entonces Pedro me dijo que no me la iba a sacar hasta que sacase mi lengua y lamiese sus bolas, todo ello con aquel mango enorme en la boca claro, al principio cada vez que lo intentaba me daban arcadas, al cabo de un rato que se me hizo eterno, lo conseguí por fin, saqué mi lengua y lamí lo mejor que pude sus bolas, noté como le gustaba esto, ya que su polla se hacía cada vez más grande dentro de mi boca.
Cuando su polla empezó a palpitar y yo pensé que iba a arrojar su leche al fondo de mi garganta, me la sacó, me dio un preservativo y me hizo ponérselo, me puso en pie, a la vez que se apoderaba de mis pechos para chuparlos como un niño pequeño, bajó mi tanga hasta las rodillas, metiendo sus manos entre la pared y mi culito hizo que adelantase mis caderas, dejando mi coñito expuesto, con su pie golpeó los míos por el interior, indicándome con ello que abriese mis piernas, cosa que hice. Después de esto acomodó la punta de su polla en la entrada de mi coño y comenzó a penetrarme, lo hizo muy despacio, de tal forma que cerré mis ojos y pensé que no iba a acabar nunca de entrar en mí, su enorme tranca resbalaba y se introducía en mi coño, por un momento pensé que me iba a traspasar.
Cuando acabó de metérmela, la dejó un rato dentro entera, enorme, dilatándome. Cuando estimó oportuno que ya estaba bien acomodada, empezó el movimiento inverso, durante el cual yo pensé que me estaba arrancando una parte de mi cuerpo, empezó a entrar y a salir con mucha rapidez, estiró mi tanga y lo sacó por una pierna, dejándomelo en el tobillo de la otra, agarró entonces una de mis piernas y la subió, quedando mi rodilla a la altura de sus caderas, entonces empezó a empujar fuerte, a aumentar el ritmo de sus embestidas. Yo solo tenía un pie apoyado en el suelo y cada vez que se metía dentro de mí me levantaba del suelo, para luego salir y posarme otra vez en él, el ritmo era muy rápido, él jadeaba, yo casi gritaba.
Pedro pasó una de sus manos atrás y humedeciendo sus dedos con nuestros jugos, metió uno de ellos en mi ano, moviéndolo como antes lo había hecho en mi coñito, lo que me provocó otro orgasmo; antes en la pista había tenido uno que me pareció maravilloso, pero el que tuve en el baño de caballeros fue el mejor de mi vida hasta ese momento. Creo que si no llega a estar Pedro aguantándome, habría caído al suelo desmayada. A la vez que yo estallaba en mi orgasmo, Pedro hacía lo mismo. La sacó, se quitó el preservativo y volvió a meterla y sacarla de mi rajita lubricada por mis flujos. Cuando su erección había desaparecido completamente me la sacó.
Mientras cubría mis pechos con el top y me besaba, agarró mi tanga sacándolo completamente, cuando lo tuvo en sus manos se apartó de mí y mientras yo bajaba mi falda, Pedro se limpiaba la polla con mis braguitas, después me miró sonriendo, metió una de sus manos entre mis muslos, recogiendo parte de los jugos que estaba derramando, se miró la mano y mientras me dijo que lo había pasado bien conmigo, me hizo limpiar sus dedos con mi boca.
Cuando sacó sus dedos, me hizo abrirme de piernas y él mismo me limpió con mis braguitas la entrepierna, rozando mi clítoris y provocando que me excitase otra vez. Cuando acabó de limpiarme, se guardó mi tanga en el bolsillo y me sonrió de nuevo, yo le devolví la sonrisa y nos besamos, me dio la mano y volvimos a la discoteca.
Pasó el resto de la noche conmigo y ni que decir tiene que mi vecinita (que también se había divertido con uno de los chicos) estuvo preguntándome que había pasado, cosa que yo le conté a mi manera, sin decirlo todo. Estos fueron las mejores vacaciones de mi vida, ya que quedé varias veces con Pedro. Ya nunca volveré a negarme a ir de vacaciones con mis padres.
Besos