Relato erótico
No era tan inocente
Fue A comprar el periódico y vio a una chica que parecía que estaba un poco despistada. Se acercó, le pregunto si le pasaba algo y a partir de este momento entró en su juego.
Pedro – LOGROÑO
Amigos de Clima, estaba de vacaciones y por la mañana, salí a comprar un periódico cuando vi a una chica que parecía que buscaba una dirección. La observé un momento, ya que tenía un cuerpo muy bien formado y se notaba que estaba algo despistada. Llevaba un vestido que le quedaba un poco más arriba de las rodillas, medias de nylon y unos zapatos negros.
Al verla desorientada le pregunté si podía ayudarla, respondiéndome con una sonrisa angelical, y mostrándome un papel donde le habían anotado una dirección. Vi que quedaba cerca aunque no recordaba que hubiese alguna empresa por allí. Caminamos un poco mientras ella me contaba que era de la zona de Levante y que había llegado a Logroño para trabajar de secretaria o recepcionista.
Al llegar a la dirección vimos que era un terreno baldío y que allí no funcionaba ninguna empresa. Ella me miraba como para que le diera una explicación, y al preguntarle donde le habían dado ese dato, me dijo que en una agencia de empleos de su ciudad. Allí caí en la cuenta que se debía tratar de una de una agencia ficticia, donde cobran por ofrecer colocar a los jóvenes en un empleo y luego los dejan a su suerte.
Le expliqué lo que sucedía y se puso a llorar diciéndome que hacía un mes había llegado de su tierra y que no conseguía empleo. Además el dinero que había traído se le había acabado y no tenía ni para el pasaje de autobús. Viendo la situación me compadecí, pero por otro lado pensé que podría sacar provecho de ella.
Le dije que se calmara y que si deseaba me acompañara a mi casa que quedaba cerca. Ella secó las lágrimas que caían de sus mejillas y accedió a seguirme. Se notaba que era inocente e incauta, ya que una chica de la ciudad nunca habría accedido a entrar a un apartamento con un hombre desconocido.
Llegamos al edificio donde vivo y le dije que teníamos que ir hasta el cuarto piso por las escaleras.
– Allí te puedes arreglar un poco el maquillaje – le sugerí.
Ella empezó a subir delante de mí y yo aproveché para tratar de mirar debajo de su vestido, ya que este era de vuelo y de vez en cuando me mostraba el encaje de sus medias de nylon color carne, dándome cuenta que tenia unas piernas muy hermosas.
Al llegar a mi apartamento, mi verga estaba tiesa de imaginar a esa chiquilla desnuda. Pero debía actuar bien y elaborar un plan para ver hasta donde podía llegar con ella. La invité a sentarse en la sala y para darle confianza le pedí que me contara un poco de ella.
Me comentó que había estudiado secretariado en su ciudad y que había venido a la capital para tentar suerte ya que por allá no había muchas oportunidades de éxito. Le serví una copa de crema de mandarina diciéndole que eso le ayudaría a relajarse. Ella la aceptó y bebió de un sorbo provocándole tos. Su rostro se puso colorado y se rió diciéndome que no pensaba que sería tan fuerte.
Le pregunté si quería más y me dijo que sí, ya que estaba muy bueno. A la tercera copa ya parecíamos amigos de tiempo y al reírse me mostraba unos dientes blancos y perfectos enmarcados por unos labios gordezuelos y sensuales. Para mis adentros yo pensaba qué se sentiría al colocar mi verga en su boca.
Luego su rostro cambio a serio nuevamente y me dijo que no sabía como conseguiría dinero para mantenerse. Mientras ella pensaba se me ocurrió proponerle algo y se lo dije así:
– Mira, aquí en la ciudad es muy difícil conseguir empleo, pero yo soy aficionado a la fotografía, y si tú aceptas, te podría hacer unas fotos a cambio de dinero, será casi como un trabajo extra que te permitirá subsistir mientras consigues el trabajo de secretaria que tanto deseas.
A ella se le iluminaron sus ojos y me cogió la mano para agradecerme el favor sin saber que clase de fotos quería tomarle y que luego quería comérmela desnuda. Al parecer cayó en cuenta que había aceptado muy rápido y me preguntó como serían las fotos. Le respondí que las fotos eran para mi archivo personal y que nadie las vería, y que me gustaría sacárselas posando en forma sensual. Mirándome a los ojos me preguntó:
– ¿Desnuda?
Muy tranquilamente le dije que sí. Ella estaba insegura, pero me dijo que lo haría aunque se moría de vergüenza. Le respondí que no debía tenerla, ya que a varias chicas les había hecho fotos y eso les había permitido ganarse un dinero. Le serví otra copa de crema para que se sintiera mas desinhibida y luego de beberla me respondió que lo haría.
Le pedí que me acompañara a mi habitación ya que allí serían las tomas. Saqué la cámara digital que tenia en una cómoda y le pedí que se sentara en la cama. Se sentó con las piernas cruzadas, y al mostrarme su mejor sonrisa di el primer click. Tomé varias fotos para que se sintiera cómoda, y parecía que lo disfrutaba ya que se colocaba de diferentes manera como se lo iba indicando. En cada foto yo le recordaba lo bonita que se veía. En un momento le dije que sentada como estaba separara las piernas. Ella se puso seria y poco a poco empezó a separarlas mostrándome una excitante braguita con blonditas. ¡Que placer sentí verla así! Luego me acerqué a ella para indicarle como debía ponerse, aprovechando para agarrar sus piernas mientras la situaba.
El rubor en su rostro se hacia manifiesto, pero no rechistaba cuando recibía mis indicaciones. Entonces le pedí que se echara en la cama con las piernas separadas y me acerqué para, según yo, ponerle bien la braga y pasé mis dedos por el centro para que se notara bien su rajita a través de la tela y mi dedo presionó en el centro para ello. Mi verga en este punto estaba como un poste, pero disfrutaba haciendo esto más lento.
– Ahora, mientras tomo las fotos, quiero que te vayas quitando el vestido – le pedí.
Ella se arrodilló encima de la cama y se fue bajando el cierre trasero del vestido hasta quedar sin él.
– Ahora el sujetador – dije.
Ella se lo desabrochó mostrándome las tetas más hermosas que había visto en mi vida. Estaban tiesas y con unas aureolas grandes, coronadas por unos pezones en punta.
– Ahora échate en la cama y sácate la braga – le dije.
– ¿La braga también? – me preguntó tímidamente.
– Sí – le respondí muy seguro.
Ella se echó y se la sacó dejándome ver un coño peludito.
Cogí la cámara y con una mano abría sus labios vaginales para poder apreciar a plenitud sus atributos. Ganas no me faltaban por lamerla pero me contuve sin saber como, pero le pedí que se pusiera boca abajo y de la misma forma separé sus nalgas para poder apreciar su ano.
Para que no se arrepintiera de lo que estaba haciendo, yo le decía que con ese dinero podría comprarse ropa muy bonita. Mis manos agarraban sus nalgas redondas y la tersura de su piel me hacían darme cuenta de lo jovencita que era. Ahora debía hacer algo para que aceptara que me revolcara con ella, así que le dije que la sesión de fotos había acabado y me senté a su lado en la cama. Le pregunté que le había parecido mostrarse desnuda y me respondió que todo el tiempo había estado nerviosa ya que nunca lo había hecho.
Mirándola a los ojos le dije que era muy bonita y que si podía besarla. Ella asintió con la cabeza y primero la besé tiernamente para luego chuparle los labios.
Ella suspiro por la intensidad de mi beso, y cuando separé mi boca de la de ella le dije que verla desnuda me había excitado terriblemente. Ella me dijo que se había dado cuenta ya que lo había notado a través del bulto de mi calzoncillo.
– ¿Quieres ver como me has puesto? – le pregunté, y sin esperar a que me respondiera salté de la cama y me bajé el calzoncillo, dejándole ver mi verga tiesa.
Ella se quedó mirándola y yo le pedí que me la agarrara. Estiró su brazo y con su mano la rodeó completamente.
– Está caliente – dijo.
Entonces cogí su mano e hice que me masturbara un poco, luego me acerqué a la altura de su cara y llevé mi verga hasta casi tocar su boca. Ella pasó la lengua por sus labios y yo empujé en su boca para que entrara. La chupaba muy despacio, haciéndome delirar de placer y con mis manos agarraba sus suaves tetas, amasándolas lentamente.
Al rato me terminé de sacar la ropa y así desnudo me acosté a su lado en la cama. Nos empezamos a besar y bajé hasta su coño para lamerla tal como lo había estado deseando desde que me la encontré. Ella abría sus piernas para sentirme más y al mismo tiempo que la lamía, con unos de mis dedos, le acariciaba el ano introduciéndoselo.
Ella jadeaba por el placer que sentía mientras yo le chupaba desde los dedos de los pies hasta llegar a sus tetas, pero había llegado el momento de que mi verga probase ese coño delicioso y se la enterré de un solo envite metiéndosela hasta los huevos, empezando a moverme metiendo y sacando hasta que eyaculé dentro de ella.
Descansamos un momento mientras nos besábamos para continuar follando toda la mañana. Le metí tres polvos hasta que quedé agotado. Nos bañamos juntos en medio de caricias y besos notando después las marcas que tenía en el cuerpo de lo que la había chupado. Me dijo que eso seria un recuerdo de lo que había pasado esa mañana.
Nos vestimos y le pagué con un billete de 100 euros, le di mi teléfono para que me llamase si necesitaba algo y nos despedimos con un beso.
Antes de bajar las escaleras, se dio la vuelta y me dijo:
-Quería aclararte algo, en cuanto te has acercado me he dado cuenta de lo que querías. Me llamo Ana y vivo cerca de aquí. Se me ocurrió contarte la historia de la chica de “pueblo” engañada. Hubiera follado contigo “gratis”, pero me divertía la situación. Con tus 100 euros me compraré algo sexy por si nos volvemos ver.
Sonrió, me dio un beso y se fue. Al cabo de unos días me llamó y nos volvimos a ver, pero esto es otra historia.
Un saludo para todos.