Relato erótico
No era el momento
Le gusta leer los relatos de la Revista Clima y reconoce que la ponen muy caliente. Sobre todo cuando se montan tríos o una mujer puede disfrutar de tres o más pollas. Su marido le insinuó que podrían probarlo, pero ella dijo que no.
Rosaura – TARRAGONA
Amiga Charo, me llamo Rosaura, tengo 29 años, con buen cuerpo, tetas grandes y redondas, cintura normal y buenas nalgas, que me hacen un culo gordo y respingón. Mi marido se llama Joan, tiene 31 años, es alto, de buen porte y con un miembro normal de 17 cm. Estamos casados hace dos años y vivimos en Tarragona.
Mi historia comienza hace dos años y medio mas o menos, cuando un día y después de haber tomado unas copas, mi marido me propuso hacer un trío con un amigo diciéndome que esa era su fantasía y que le gustaría que nuestra relación fuera así de abierta. En ese momento pensé en dejarlo, me negué a sus propuestas y me enojé, después pasó el tiempo, y el tema se olvidó, pero no para mí, pues un día encontré vuestra revista y me comenzaron a poner cachonda las historias de tríos y de orgías. A partir de esto cambió mi forma de pensar y de vestir, al principio a mi marido le pareció un poco extraño, pero al mismo tiempo le gustaba que me vistiera más sensual.
Hace cuatro meses se nos presentó la ocasión de pasar las vacaciones en una población de la costa gerundense y para este viaje me propuse cumplir la fantasía de mi marido y comportarme de manera más abierta. Me compré mucha ropa atrevida y dos bikinis tanga. Al llegar nos alojamos en un hotel y después de un descanso y de una buena ducha, salimos a dar un paseo, para lo cual me vestí de una manera muy sugestiva, me puse unos shorts vaqueros muy cortos, los cuales dejaban ver la parte baja de mis nalgas, y me puse una camiseta semi transparente sin sujetador, la cual dejaba ver un poco de mis grandes pechos.
Fuimos a la plaza principal del pueblo donde muchos hombres me miraron, vimos llegar ese día mucha gente, muchos veraneantes y de uno de los buses bajaron dos muchachos de aproximadamente 23 años, muy atractivos los cuales me repasaron con la mirada de arriba abajo. Esta situación puso a Joan de mal humor, pero no podía negar que la situación de que fuera yo la atención de tantos hombres lo excitara mucho.
Al volver al hotel tuve la gran sorpresa de ver a los dos muchachos que vi en la plaza alojarse en el mismo hotel donde estábamos nosotros. Por la tarde fuimos a la piscina y me puse uno de los biquinis que me había comprado. A Joan le impresionó mucho que me vistiera así pero no me dijo nada, al llegar a la zona de la piscina mi gordo y hermoso culo captaba las miradas de muchos hombres y los comentarios de muchas personas. Al cabo de un rato aparecieron en la piscina los dos muchachos que vi en la plaza del pueblo. Yo estaba boca abajo, con mis nalgas a la vista de todos y mi marido estaba en la piscina. Los chicos se sentaron frente a mí y no me dejaban de mirar, pero cuando yo estaba en la piscina ellos dos se acercaron y como sin querer, debajo del agua ocurrieron unos pequeños roces, los cuales Joan no llego a observar.
Ya casi al final de la tarde, Joan se fue a vestir y yo me quedé aprovechando los últimos rayos de sol, pero grande fue mi sorpresa cuando los dos muchachos se me acercaron para conversar. Uno se llamaba Daniel y el otro Enrique, los dos catalanes, eran estudiantes y muy buenos amigos.
Enrique era más abierto que Daniel, es decir hablaba más. Me preguntaron sobre Joan, les expliqué que era mi marido y me dijeron que lo envidiaban por la esposa que tenía.
Por la noche, al ir a cenar al restaurante, los volví a ver y se los presenté a mi marido, los dos estaban estudiando la misma profesión de mi marido así que se llevaron de maravilla, conversamos hasta muy tarde, bebimos unas copas y nos fuimos a dormir, mas o menos así transcurrieron los dos días siguientes. Día antes de volver de nuestro viaje fuimos como todas las tardes a la piscina, ya nos sentábamos junto a Daniel y Enrique y teníamos más confianza, esa tarde tomamos muchas cervezas y al final de la tarde Joan se fue a vestir y yo me quedé con Daniel y Enrique un momento más y entre risas Enrique me dijo:
– ¿Crees que tu marido se molestaría si le pedimos hacer el amor contigo?
Me sorprendí un poco de su propuesta pero le respondí que era una de sus fantasías y entonces Daniel me preguntó:
– Entonces ¿qué opinas tú?
Yo le dije que me daba un poco de miedo, pero que lo haría con gusto porque a mí también me gustaba la idea. Entonces me dijeron que no me creían y que para demostrarles que estaba dispuesta les dejase tocarme un poco. Nos alejamos un poco del lugar de la piscina, me eché sobre la hierba y ellos comenzaron a tocarme, a besar mis tetas, me metieron sus dedos en el coño, que estaba muy mojado, pero aunque yo estaba muy caliente, decidí parar e irme a nuestra habitación, quedando de vernos por la noche.
Esa noche decidimos tomar unas cuantas copas al borde de la piscina, y a altas horas de la noche Joan se fue un rato al aseo y Daniel y Enrique no esperaron ni un segundo para besarme y tocarme. Al poco rato volvió Joan y se sorprendió mucho al ver como me sobaban. Se molestó con Daniel y Enrique pero yo lo tranquilicé diciéndole que el quería ver esto hacía mucho tiempo. Se fue tranquilizando poco a poco, volvimos a conversar amenamente y nos retiramos todos a nuestra habitación, seguimos bebiendo y comenzamos a jugar con penitencias. Joan me miraba cada vez más caliente hasta que en una de sus penitencias me pidió que me desnudara. Yo hice un show completo para los tres y ya no me pude aguantar más, el estar desnuda ante tres machotes me excitó mucho, me puse a cuatro patas sobre la cama y empecé a lamer y chupar la enorme polla de Enrique, que era el más dotado, mas o menos 22 cm.
Daniel se recostó a su lado y también sacó su verga, que era como la de mi marido Joan, y empecé a comerme las dos tremendas pollas simultáneamente. Joan me miraba totalmente excitado mientras se masturbaba. Pasado un momento, me di la vuelta y empecé a chupar la polla de Joan, que estaba bien dura, mientras Daniel y Enrique se desvestían completamente y muy educados preguntaron a Joan si podían follarme. Él aceptó pero les pidió que usaran preservativos para la penetración. Ellos sacaron unos cuantos que habíamos traído nosotros y comenzó la fiesta.
Joan se echó en la cama, yo me puse de nuevo a cuatro patas y empecé a comerme su miembro mientras Enrique, que era el más lanzado, se puso el preservativo, puso dos dedos en mi coño, los sacó y me penetró de un golpe. Nunca había sentido un miembro tan grande así que grité como nunca, me envestía como un animal mientras que Daniel solo miraba, pero mi marido se excitó tan rápido que se corrió en mi cara a los pocos minutos. Entonces me puse a comerme el miembro de Daniel mientras que Enrique me seguía penetrando como si fuera una putita y me decía:
– ¿Te gusta putita, te gusta…?
Yo solo atinaba a decir que sí hasta que después de un momento Enrique sacó su miembro de mi coño, que estaba más abierto que nunca, se sacó el preservativo y eyaculó toda su leche en mi boca, que me trague toda sin decir nada. En eso Joan, recuperadas un poco las fuerzas, me dio la vuelta y me comenzó a penetrar el chocho como nunca lo había hecho y se corrió muy rápido, pero yo estaba muy feliz porque ya estaba sintiendo muchos orgasmos.
Daniel, que no me había follado aún, se acerco a Joan y le dijo algo al oído, él respondió:
– ¡Claro que sí!
Lo que le había dicho era si me podía follar por el culo. Ya antes Joan me penetró por el ano, pero las tres veces que lo habíamos hecho me dolió mucho, pero esa noche era tan puta que aguantaba todo. Se me acercó Daniel con una crema que Joan le había proporcionado, me puso con uno de sus dedos esta crema, me dolió mucho pero no dije nada y al poco rato me penetró lentamente. Me dolía mucho y gritaba como una cerda pero al mismo tiempo me encantaba. Poco a poco fue aumentando la velocidad de sus envestidas y me gustó sentir ese dolor placentero. En ese momento Joan se puso junto a mí y me comenzó a dar nalgadas muy fuertes diciéndome:
– ¿Así te gusta, puta? Desde ahora vas a ser eso siempre, una puta.
Sus palabras me causaban más excitación. Daniel se corrió muy rápido y mi ano quedó tan abierto que, sin dudarlo, Enrique que se había recuperado me penetró el culo. Eso me dolió mucho más porque el tamaño del miembro de Enrique era enorme, y me dio unas buenas envestidas mientras que Daniel y Joan me miraban. Al rato y Daniel y Joan se acercaron a Enrique y le dijeron algo al oído, él dijo lo mismo que antes:
– ¡Claro que sí!
Yo pregunté que era lo que planeaban y Joan me dijo:
– Eso a ti, puta, no te interesa.
Daniel se acostó en la cama y me pidió que pusiera mi coño en su miembro para que me penetrase, yo no sabía en ese momento de que se trataba, pero con su polla bien metida hasta los huevos empecé a moverme con mucho gusto, pero al poco tiempo Enrique me cogió por detrás y me penetró por el ano de un solo golpe. No puedo explicar la sensación que sentí en ese momento pero sentía que era toda una puta muy complacida.
Entonces Joan sacó la cámara y empezó a filmar la escena. Eso me excitó mucho así que empecé a moverme más rápido, sintiendo como esos dos machos me penetraban mis agujeros, hasta que Joan se arrodilló delante de mí y me ordenó que empezara a chupar su miembro, aunque no pude complacerlo totalmente porque solo me dedicaba a chillar de dolor y de placer.
Después de un rato de estar así, sacaron sus miembros de mi cuerpo, se arrodillaron en la cama y me obligaron a chupar uno por uno sus pollas hasta que explotasen de placer, mientras que Joan seguía filmando la escena. Así me tragué la leche de los tres y al final quedamos dormidos. Al día siguiente nos duchamos juntos mientras los tres me metían la mano donde querían y cuando querían, me daban nalgadas, metían sus dedos en mi coño, en mi ano, toda la mañana jugaron conmigo como si fuera su zorra, y yo me sentí excelente ese día.
Fuimos a comer juntos y por la tarde emprendimos el viaje de regreso, quedando en repetir un viaje así y que yo sería su puta nuevamente. Joan, al poco tiempo, les regaló una copia del video y nosotros fantaseamos viéndolo casi todas las noches.
Mi marido quedó muy feliz por haber cumplido su fantasía y para mi fue hasta hoy la mejor experiencia de mi vida, que no vemos el día en que la podamos repetir.
Gracias a todas las personas que escriben los relatos de esta revista, ayudaron a hacer realidad muchas fantasías y me ayudaron a tener una mejor relación con mi marido.
Besos.