Relato erótico
No debimos hacerlo pero…
Aquel fin de semana se alojaban en casa de su cuñada. Pudo comprobar que tenía un cuerpo bonito y como su marido estaba trabajando, fantaseo con liarse con ella.
Roberto – Badajoz
Amiga Charo, cuando llegamos a casa de mis suegros ese fin de semana habían venido también mis cuñados, que vienen poco ya que viven lejos, pero como nosotros no podíamos quedarnos a dormir, ya que se iban a quedar ellos, nos fuimos a casa de mi otra cuñada, que vive cerca. Estaba ella sola, ya que su marido tenía que trabajar.
Nuestro hijo y el hijo de mi cuñada se quedaron a dormir donde mis suegros, por lo que estábamos entonces mi mujer, mi cuñada y yo. En ese momento me puse caliente solo de pensarlo, pero las posibilidades que algo pasara con mi cuñada eran nulas.
Ya de noche me quedé con mi mujer en el sofá viendo la tele y mi cuñada se subió a duchar. En ese momento aproveché para empezar a meterle mano a mi mujer para masturbarla. A mi me encanta y a ella también. Estaba tumbada con las piernas encima de las mías y yo sentado, llevaba puesto ya el pijama, así que metí la mano dentro de su pantalón y como no llevaba nada debajo, empecé a acariciarle el coño. Cuando la toco empieza a mojarse enseguida y mis dedos entran y se deslizan con mucha facilidad.
En ese momento, llevaba ya un rato masturbándola, oí a mi cuñada que ya bajaba, así que tapé a mi mujer con una manta que estaba allí y seguí a lo mío. Ella llegó con el albornoz y dijo que se iba a poner a planchar allí, con nosotros, viendo la tele. Estaba poniéndome más cachondo si cabe la situación, mi cuñada solo con un albornoz delante de mi y mi mujer tumbada con el coño empapado. Yo la seguí masturbando hasta que se corrió y fue increíble que mi cuñada no se hubiera enterado de nada.
Así estuvimos sin hacer nada, viendo la tele y mi cuñada planchando. En un momento dado dejó la plancha, dijo que iba a preparar la cena y se fue a la cocina, yo me levanté y dije a mi mujer que iba a ayudarla. Me fui a la cocina, le pregunté que tenía que hacer y me dio unas patatas para pelar. Me puse a ello y cuando terminé las corté para fritas, mi cuñada se agachó para coger una sartén y se abrió algo el albornoz, pudiendo entrever desde arriba sus grandes y tiesos pechos, tan atractivos. Y me puse a mil.
Cuando se levantó, le dije que lo dejara, que iba a mancharse con el aceite y las patatas, que ya cocinaba yo. En ese momento, sin mirarme y como la cosa más natural del mundo, se desabrochó el albornoz y se lo quitó. Solo llevaba puesto un tanga, cogió un delantal y se lo puso. Me quedé embobado mirando su hermoso cuerpo desnudo.
– Cocino así muchas veces – me dijo por toda explicación.
Excitado, me puse detrás de ella mientras freía las patatas y no pude evitar tocarle el culo, empezando a acariciárselo pero me dijo sonriendo:
– Así da gusto cocinar, pero vete al salón.
La obedecí. Cenamos, ella con el albornoz puesto, y luego nos fuimos a la cama. Enseguida me puse a magrear a mi mujer, le chupaba las tetas, le besaba el cuello hasta que empecé a comer el coño como nunca, pero no paraba de pensar en el cuerpo de mi cuñada. Mi mujer estaba también muy cachonda, después de todo lo que le estaba haciendo y sin más me puse encima de ella y la empecé a follar como nunca. Parecía otro, la embestía con una fuerza y con una velocidad tremenda, parecía que estaba desesperado y sí, lo estaba, quería follarme a su hermana y no a ella. No paraba de pensar en las tetas de otra mujer, en cómo sería ese coño, en cómo me la chuparía y cómo sería abrir ese culito. Finalmente mi mujer se corrió, también como nunca lo había hecho, y le llené el coño con el semen que yo quería guardar para su hermana.
Terminamos reventados y nos dormimos. Me desperté un rato después. Era de madrugada y mujer dormía profundamente. Me levanté y me acerqué a la habitación de mi cuñada. Estaba encima de la cama, sin tapar, solo con el tanguita que me había enseñado y con sus gordas tetas a mi alcance. Se las toqué muy suavemente. Eran magníficas. Unos pezones grandes y oscuros, de tamaño eran como el doble de las de mi mujer, pero esos pezones me excitaban más.
Se movió, yo me aparté, se puso boca arriba, pero seguía dormida. Entonces me arriesgué y empecé a besarle los pezones, ella se movió un poco, pero no modificó su postura, quedándose con las piernas algo abiertas. Enseguida me fui a los pies de la cama, me puse entre sus piernas y empecé a besar muy suavemente su entrepierna. Ella no se movía, así que fui más allá, aparté un poco el tanga y dejé su coño a la vista. Era mejor de lo que me imaginaba. Empecé a besarlo, separé los labios y comencé a lamérselo, oyéndola gemir, así que imaginé que se estaba despertando. Estuve un rato largo lamiéndole y ella gemía cada vez más hasta que me agarró la cabeza. Estaba despierta y me dijo que no parara. Sabía que era yo, pues me llamó por mi nombre.
Empecé a lamerle el coño cada vez con más ganas, estaba empapada, le empecé a meter los dedos dentro, con mi lengua acariciándole el clítoris y dos dedos entrando y saliendo sin parar de dentro de su vagina mojada, hasta que se corrió. Entonces me tumbé a su lado, ella se bajó y empezó a comerme la polla. ¡Que bien lo hacía! Me masajeaba los huevos mientras me la comía y después empezó a chuparme los huevos mientras me masturbaba. Al rato me levantó las piernas y yo las dejé hacia arriba mientras me seguía chupando los huevos pero entonces empezó a lamerme el ano. Pasaba la punta de su lengua por todo mi culo y se concentraba justo en el esfínter. Me estaba encantando. Después de un rato, empezó a meter la lengua dentro y a follar mi culo.
Al rato me metió un dedo diciendo que bajara las piernas y mientras me follaba el culo con un dedo me siguió chupando la polla. Al rato le avisé que me iba a correr, y en lugar de quitarse, empezó a chupar con más ganas y me metió otro dedo por el culo hasta que me corrí. Le llené la boca de semen, quitó los dedos de mi culo abierto, se puso encima de mí y empezó a besarme con la boca llena de mi semen. Nos pasábamos mi semen de su boca a la mía, hasta que ella se lo quedó todo y se lo tragó. A continuación me dijo que me fuera a mi cama y que volviera a la noche siguiente. Así lo hice y comprobé que mi mujer seguía dormida.
A la mañana siguiente todo estaba como siempre, pero no tuve que esperar hasta la noche para que mi polla probara el coño de mi cuñada.
Saludos y ya contaré lo que pasó aquella tarde.