Relato erótico
No debi hacerlo, pero…
Había roto con su novio, o mejor dicho, su novio había roto con ella. Se sentía sola y abandonada e hizo algo que no debía, fantasear con el novio de su amiga.
Noelia – ESTEPONA
Me llamo Noelia y quiero contaros algo que, por ser una infidelidad, tengo que guardarme muy bien de delatar quien realmente soy. Tengo un círculo de amigas muy cercano y seguramente ninguna de ellas aprobaría lo que me pasó, así que me saco el gusto de contarlo, aunque sea por medio de vuestra revista.
La historia es así, yo acabo de terminar hace unos meses una relación de noviazgo que era de lo peor, muy aburrida y sobre todo poco satisfactoria para mí en la cama. Por otro lado mi amiga Isabel tiene un hombre a su lado que es un bombón, se llama Gerardo, mide más o menos 1,80 metros. Tiene unos ojos preciosos y una boca grande, muy sensual que siempre me quitó el aliento. Para colmo mi amiga siempre me contó con detalles lo bien que lo pasaban en la cama, así que con mi aburrida y recientemente nula vida sexual, tengo que admitir que me gustaba fantasear con Gerardo.
En una de las charlas con Isabel, ella hizo un chiste sobre que a todos los hombres les gustaría estar con dos chicas y me dijo que un día podríamos probar. Cuando le pregunté si no le daba celos pensar algo así, naturalmente yo estaba más que dispuesta a decir que sí, pero no quería quedar en evidencia antes de tiempo, pero Isabel me contestó que no lo haría ni loca, que no lo compartiría de ningún modo. Debería haberme ganado un Oscar por evitar mostrar mi desilusión abiertamente, pero desde ese día las imágenes de hacer un trío no se salieron nunca de mi cabecita. En realidad, yo quería estar sola con Gerardo, pero si para tenerlo debía estar Isabel no me molestaba para nada.
Un sábado que estaba sola, pasaron por la noche a visitarme, ante la duda de adonde podríamos salir al final sugerí quedarnos en mi casa, ya que a mi madre, que es médico, le tocaba estar de guardia y no vendría hasta el mediodía siguiente. Después de tomar varias cervezas, la charla derivó al terreno sexual. Yo quería que fuese como la ultima que había tenido con Isabel y que habláramos de sexo en grupo, y finalmente se dio pero de manera muy superficial. Ya muy entrada la madrugada Isabel y Gerardo se fueron.
Yo me quedé con muchas ganas pensando que si Gerardo fuera mi pareja en ese mismo momento estaríamos haciendo el amor. Ya me había cambiado para acostarme cuando oí el timbre y por el portero escuche la voz de Gerardo que me decía que no encontraba sus llaves y me preguntaba si habían quedado en mi casa. Me sobresalté y sin saber por qué mi corazón empezó a latir muy fuerte, le dije que subiera, que las buscaríamos. Como he dicho, yo ya estaba lista para ir a la cama, tenía puesto un picardías muy corto y una braguita. Decidí recibirlo as y le abrí la puerta mientras él se excusaba:
– Perdona la hora, es que llevé a Isabel a casa y cuando volví a la mía no encontré mis…
No terminó la frase de corrido por que se sorprendió al verme, intentó disimular y yo me puse contenta por su reacción. Yo no lo pensaba muy conscientemente pero la verdad era que tenía la firme intención de seducirlo, quería tener al novio de mi amiga y no sabía bien que hacer. Tenía ganas de darle la espalda y que me saltase encima, que me hiciera el amor apasionadamente.
Pero eso no pasó, solo se fue a buscar las llaves a la cocina donde pensaba que las había dejado, mientras yo me iba a mi cuarto y me sentaba en la cama. Cuando apareció en la puerta de mi habitación me puse como si estuviera muy triste y enseguida me preguntó que me pasaba mientras se sentaba a mi lado. Empecé a decirle que estaba triste y que me sentía muy sola y un montón de mentiras así hasta que, fingiendo necesitarlo, lo abracé mientras él me consolaba, luego me separé un poco y sin dejar de rodear su cuello con mis brazos y mirándolo con cara casi de por favor, le dije:
– Ya quisiera tener a un hombre como tú.
Hubo un segundo de silencio y entonces lo besé. Gerardo intentó parar la situación, pero yo estaba lanzada y seguí adelante.
– No te voy a traer problemas, solo por hoy… te necesito, no me digas que no.
Gerardo se entregó y dejó de lado sus dudas, nos besamos como había imaginado muchas veces, le quité la camisa y acaricié su torso sin que nuestras bocas se separaran. Besaba muy bien y a mi me encantaba. Me puso de espaldas en la cama y recostado sobre mí recorrió mi cuerpo acariciándome, me besaba el cuello, me mordía apenas mis hombros y me hacía arder de ganas. Sus manos alcanzaron mis tetas por debajo del picardías, las abarcaban y masajeaban muy suavemente primero y con más fuerza después, después levanté mi picardías y empezó a besarlas, luego las lamió. La punta de su lengua jugaba con mis pezones y no pude contener algunos suspiros, mis dedos se mezclaban en su pelo indicándole que siguiera en ese lugar, y después de un rato sus besos empezaron a bajar, su lengua rozó mi ombligo y un estremecimiento me recorrió.
Sentí que me besaba por encima de la braga en mi lugar más sensible y yo no podía mantener más tiempo las piernas cerradas. Me sacó la braguita mientras yo levantaba mis caderas permitiéndoselo. Sus labios se encontraron con mi humedad y dieron paso a su maravillosa lengua, que recorrió toda mi vagina mezclando mis fluidos y su saliva. Creo que nunca me habían brindado una sensación así y cuando empezó a estimular mi clítoris con su lengua sobre él, ya no podía mantenerme quieta, arrancaba mis gemidos y sentí que iba a terminar por lo que quise separarlo de mí pero no me dejó. Tuve un orgasmo muy intenso mientras él seguía lamiéndome.
Gerardo se quitó los pantalones y mientras me besaba podía sentir mis propios líquidos en la boca. Mis manos lo recorrieron hasta alcanzar sus genitales, tomé sus testículos suavemente y luego subí reconociendo su polla mojada que empecé a masturbar. Debía medir unos 22 cm, era precioso tenerlo en mis manos, era tremendamente excitante la aventura que estábamos viviendo, Nuestros cuerpos se juntaron y sentí como Gerardo empezaba a rozarme con su glande. Entraba en mí muy suavemente y haciéndome sentirlo a pleno, no habían pasado unos segundos cuando sentí que tendría otro orgasmo.
Entonces me moví rápido y Gerardo debió haberse dado cuenta por mis gemidos ya que me tomó fuertemente de mis caderas metiéndomela hasta el fondo, ahogando mis gritos.
Nos besamos profundamente y después de varios minutos de hacer el amor me corrí una tercera vez. Gerardo era como Isabel me había contado, me trató muy dulcemente en todo momento haciéndome sentir bien y preocupándose por darme placer. Ahora quería devolverle algo por lo satisfecha que estaba. Isabel me había contado todo lo que hacían, así que sabía lo que le gustaba. Cuando nos separamos Gerardo quedó de rodillas entre mis piernas, yo me di vuelta en la cama y quedé boca abajo. El novio de mi amiga entendió y se recostó sobre mí, empezando a besar mi oreja y mi cuello mientras me levantaba el picardías descubriendo mi espalda y sentí en mi culo la cabeza mojada de su verga resbalando contra mí.
Mi ex novio me daba por el culo, por lo que, estaba acostumbrada, pero esta vez era distinto, quería que Gerardo me poseyera totalmente, tenía ganas de ser suya de todas las formas y sabía por Isabel que por atrás le gustaba particularmente. Con sus dedos me preparó, después de meter dos empezó a intentar con su pene. Poco a poco introdujo la puntita y cuando lo hizo no pude contener un quejido pero lo dejé seguir, sentí como resbalaba un poco hacia el interior de mi culo hasta entrar por completo. Gerardo me acariciaba y besaba dulcemente y en poco tiempo sentí que mi culo estaba preparado y con un movimiento hacia arriba se lo hice saber. Gerardo empezó a moverse y a aumentar el ritmo, tenía sus manos sobre las mías y eso me hacía sentir que era completamente suya hasta que, en unos pocos segundos, sentí como se preparaba para eyacular.
– ¡Voy a correrme! – me dijo.
– Hazlo dentro de mi – le contesté yo, que quería darle el gusto completo.
Su semen brotó caliente en el interior de mi culo, fueron varios los disparos que sentí salir de él, y cuando se relajó volvió a besarme la mejilla y el cuello y yo solo sentía satisfacción. Había sido una experiencia sexual hermosa.
Ahora siento muchas cosas contradictorias, yo sé que no está bien haberme acostado con el novio de mi amiga, pero lo hice y la verdad es que lo disfruté mucho, siento algo de culpa y encima no se lo puedo contar a mis otras amigas, pues pienso que ya no confiarían en mí. Pero al menos me queda la experiencia y por que no, la fantasía de repetirla.
Besos, querida amiga y hasta otra.