Necesito sexo… y mucho

Se considera adicta al sexo, su cuerpo necesita sexo al menos tres veces al día. Está estudiando en un internado, no es muy buena estudiante y ha repetido. Cada noche se escapa y va en busca de algún hombre que quiera “hacerla feliz”

Sofía – Madrid
Querida Charo, mi nombre es Sofía y os voy a contar mi última aventura confesando ya que soy una adicta al sexo. Siempre debo follar por lo menos tres veces en el día. Tengo 20 años y estudio interna en un colegio cosa que es, eso de estar interna, algo frustrante porque todas las noches debo escaparme para poder disfrutar de unas buenas vergas.
En el internado de monjas, es aburridísimo ya que solo hay un profesor y estoy cansada de follar con él. Tiene eyaculación precoz y cuando estoy más caliente él ya ha terminado, así es que decidí buscar en otros lados. Como el internado está cerca de la ciudad y allí sí que hay machos de verdad que hacen que una goce, decidí ir una noche para disfrutar como una loca.
Ante todo diré que soy rubia, delgada, con unas buenas tetas y un buen culo, he estado varías veces en orgías y varias veces me he tirado a uno que otro negro pero nunca había estado en una orgía con varios negros, cada vez que me acuerdo tengo que ir donde mi gran compañero aquí en el internado, mi consolador, sin él ya estaría loca.
La semana pasada me escapé para ir a la ciudad, iba tan desesperada que no me cambié, llevaba el uniforme del colegio, me subí la falda, me desabroché dos botones de la camisa y me solté el cabello. Iba tan apurada que se me olvidó la cartera, donde tenía el dinero para coger el autobús y cuando quise regresar el colegio ya estaba cerrado y sabía que no lo abrían hasta las 5.
Esperé un rato al lado de la carretera pero no pasaba ningún coche por allí y mis ganas de follar eran terribles. Empecé a caminar. Debía llegar a la ciudad y follarme al primer hombre que me encontrará y me encontré a cinco machos negros, de unos 30 a 40 años. Iban en una roulotte y estaban jugando al póker en la parte delantera del vehículo. Me emocioné, fue directamente hacia ellos y al verme a uno de ellos se le querían salir los ojos y exclamó:
– ¿Estoy teniendo una visión?
– La que tiene la visión soy yo -contesté – Que suerte haberos encontrado, me he escapado del internado e iba directamente a la ciudad, tal vez vosotros podáis ayudarme.
Uno de ellos pensativo, contestó:
– No queremos meternos en problemas con las monjas, es un favor muy grande y algo te costará.
– ¿Costarme? -pregunté- Lo siento, no he traído dinero, pero os puedo pagar de una manera más placentera.

Afortunadamente entendieron el mensaje y dijeron que debía pagarles a todos. No podía creer lo afortunada que era.
– ¿Por qué no entras en el vehículo y comienzas pagarme a mí? – dijo uno de ellos.
– ¿Por qué no entramos todos y disfrutamos a la vez? -dije yo.
– Eres una chica bastante zorra… ¿lo sabías? – exclamó uno de ellos.
-Sí, lo sé.
– ¿Podrás con todos?
– ¿Podréis conmigo? Soy bastante exigente.
– Eso tenemos que verlo.
Entré en el amplio vehículo, estaba lleno de cervezas, humo y colillas de cigarrillos, al fondo había un colchón y no había cama, el colchón era redondo y bastante amplio. Cuando entré, uno de los hombres, me cogió por la cintura, empezó a besarme el cuello, tocarme las tetas y a subirme la falda. Luego me tocó el coño y se dio cuenta que lo tenía bastante mojadito. Afuera seguían los otros cuatro hombres, no entendí lo que decían, apagaron la fogata, entraron y encendieron las luces, dijeron que iban a tener verdadera acción y tenían que verla con claridad.
Cuando entraron los cuatro, yo estaba devorándole la verga a su amigo y a la vez me estaba masturbándome. Ellos rieron y dijeron:
– De ahora en adelante no tendrás que hacerte nada.
Uno de ellos añadió que tenían que echarme una buena follada ya que no lo habían hecho nunca con una jovencita rubia y calentona. A mí esas palabras me excitaban mucho más.
Entonces empezaron a desnudarme y cuando los vi desnudos casi me desmayo, tenían unas enormes vergas. Nos colocamos todos en el colchón, yo en el centro, uno de ellos se echó y puse mi coño en su cara empezando a hacerme una comida de campeonato, así es que yo empecé a mamar por turnos las cuatro vergas. Mientras mamaba una, masturbaba otra. Era delicioso, no paraba de gemir con fuerza pues sabía que no me escuchaba nadie, era una zona despoblada y yo tenía una orgía con cinco hombres con grandes pollas. El que la tenía más pequeña tendría unos 15 cms y el que la tenía más grande unos 22 cms y todas eran gruesas. Eran deliciosas, era como tener barras de chocolate en mi boca.
El que me lo estaba chupando empezó a hacerlo con fuerza y yo a gemir como loca. De pronto, uno de ellos se corrió en mi boca y a mí no me gusta desperdiciar esa rica leche por lo que no dejé escapar nada. Este, entonces, se hizo a un lado y empecé a mamar otro y a masturbar a los demás. Que escena. Uno debajo devorándome el coño y metiéndome los dedos, y yo mamando por turnos a otros tres.

El que se había corrido no tardó mucho en volver a tenerla dura ya que con tanto gemido y con la tremenda escena se excitó rápido empezando a lamerme el ano. Nunca me lo habían hecho y era delicioso.
Se corrió el segundo, después el tercero, por lo tanto solo faltaba uno al que se la estaba mamando y el que me estaba comiendo el coño, que además era el que la tenía más gorda. El muy guarro me había hecho correr un montón de veces, era un verdadero maestro. Era la mejor orgía que había tenido hasta el momento. Al que se la estaba mamando empezó con un ritmo bastante rápido y empezó a follarme la boca, hasta que se corrió y era tanta su leche que buena parte se deslizo alrededor de mi boca por lo que me puse a recogerla con la lengua para que no se escapara nada.
Cuando terminé de limpiarle la verga de esa rica leche, tenía a cuatro hombres mirando a una rubia con grandes tetas y devoradora de pollas. Yo simplemente decía que por favor no terminara todo aquí.
– Quiero que me folléis como queráis, la noche es joven.
– Eres una gran golfa -me contestó uno de ellos- y no tendremos ninguna
compasión de ti.
Yo por dentro me moría de felicidad de solo pensar en lo que me harían.
Cambiamos de posición, me pusieron a cuatro patas, mi postura favorita. Uno de ellos se puso debajo de mí y con su polla en mi coño empezó a bombearme y yo a moverme con frenesí.
Entraba con fuerza, me la sacaba toda y volvía a metérmela entera. Era fantástico. Otro de ellos dijo a su amigo que se detuviera un momento para poder metérmela por el culo.
Entró con facilidad y empezamos el vaivén. El que me estaba dando por el culo lo hacía con fuerza y yo simplemente gritaba como perra en celo. Entonces el de la polla más grande, el que me regaló la estupenda comida de coño, me la metió de un golpe en la boca y empecé a mamársela con mucho empeño. Si él me había hecho disfrutar yo haría lo mismo. De pronto me la saqué de la boca y grité:
– ¡Decidme cochinadas, eso me reanima mucho!
Entonces uno de ellos empezó a decir:
– Muchachos, ¿quien iba a decir que nos íbamos a encontrar a esta puta?
– Tiene un culo de ensueño, entra y sale con una facilidad, cuantos rabos habrán pasado por aquí. ¿Te gusta, puta, como te la meto? ¡Te partiré ese
culo en dos y no podrás sentarte en días!
– Tiene un coño enorme, parece un pozo sin fondo.

Uno me estaba bombeando el coño, otro, me enculaba, yo le estaba mamando la verga al que la tenía más grande, mientras, el cuarto me mordía y lamía los pezones y para rematar le hacia la paja al último. En total lo estaba haciendo con cinco a la vez. Yo gemía cada vez con más fuerza y ellos también mientras decían cochinadas, excitándome cada vez más, tenía orgasmos múltiples y no pensaba parar, cuanto más me follaban más polla quería.
– ¿Te gusta cómo te la meto, putita? Este culo es de ensueño.
Al que le estaba haciendo la mamada se corrió diciendo:
– ¡Tómatelo todo que eso te hace bien, la leche es un gran alimento!
Los otros reían y asentían con la cabeza mientras yo chupaba y lamía toda esa rica leche. Cuando terminé, al que le estaba haciendo la paja empecé a mamársela con rapidez hasta que se corrió también y se la limpié hasta que no le quedaba un solo hilito de deliciosa leche pero como al final no tenía nada en mi boca, empecé a jadear y a decir:
– ¡Dadme más duro, partirme… oooooh… sí, así, más rápido…!. ¿Eso es todo lo único que podéis darme? ¡El que me está enculando que lo haga con más fuerza, que me rompa el culo… eso es, sí… así… así, que gusto!
El que estaba debajo estaba a punto de correrse así que le dije que quería que lo hiciera en mi boca. Me la sacó del coño y me la metió en la boca, corriéndose con gran fuerza, le limpie le verga, dejándosela reluciente y entonces vi que el de la verga más grande la tenía de nuevo como un martillo y tomando su lugar en mi coño y empezó a bombearme con más fuerza. Daba un gusto terrible, tenía la verga más grande y más gruesa, y yo decía:
– ¡Que gusto… más, quiero más!
El que me enculaba se corrió dentro de mí. Era fantástico sentir ese chorro en mi culo. Los demás salieron a tomar aire y yo me quedé con dos de ellos, uno por el culo y otro en el coño. Jadeada y jadeaba pero cuando uno terminaba lo reemplazaba el otro e incluso había veces en que estaban los cinco como la primera vez. Luego me quedaba con tres o dos. Lo cierto es que estuvimos así unas cuatro horas en las cuales los cinco me habían dado por los tres agujeros unas tres veces cada uno.
Al amanecer estaba llena de semen por todas partes y se habían ido dos de mis queridos amantes pero yo, al despertar, tenía unas ganas de tener nuevamente sexo y cuando vino uno de ellos y me preguntó que si quería desayunar, lo único que dije era que quería leche y empecé comerme su verga nuevamente mientras él simplemente gritó:
– ¡La perra ya se ha despertado y quiere acción!

En el acto uno me la clavó por el culo y otro por mi coño. Estaba llena por mis tres agujeros y me sentía muy feliz y porque cuando terminaba uno en mi culo al que le mamaba ocupaba el lugar y yo levantaba otra vez la verga con una mamada. Estuve así esa mañana unas dos horas más.
Después me duché y me despedí diciéndome ellos que el próximo mes volvían y que tal vez traerían otro amigo más. Yo asentí diciendo que cuantos más seremos, más nos divertiremos.
Había pasado una noche del sábado fantástica, llegué al colegio, me volví a duchar, me masturbé pensando en lo que había sucedido la noche anterior y me dormí.
De ahora en adelante cuando busque con quien follar una de mis prioridades será un macho negro que me parta el coño y el culo ya que me volví adicta a las “barras de chocolate”.
Besos muy calientes.