Relato erótico
Necesito una polla, cada día
Dice que es una golfa caliente y que necesita follar cada día. Se ha follado a casi toda la autoescuela. Una noche, cuando su marido la fue a buscar, se la chupó en el coche y de pronto, se dieron cuenta de que no estaban solos.
Rebeca S. -MADRID
Soy una mujer de 41 años y estoy casada. Últimamente, mi marido anda un poco celoso porque voy cada día a la autoescuela y como allí, entre los profesores y los alumnos hay mucho tío suelto, está que no vive.
Sabe que soy una mujer muy caliente y que necesito follar cada día, por eso, para evitarme tentaciones, me viene a buscar cuando acabo las clases.
A pesar de mi edad tengo un cuerpo muy bien cuidado, muy juvenil y sobre todo, como ya he dicho, soy muy sensual cosa que a mi marido le preocupa, aunque, en el fondo le gusta que sea así y que los hombres me admiren siempre. Ya soy famosa en la escuela entre los compañeros, pues saben que me gusta follar a dos o tres por noche en el baño de los hombres, incluso hasta algunos profesores ya han ido al baño conmigo.
Una noche, al salir de clase, un compañero me dijo que si podía hablar conmigo un momento. Aquel día iba vestida muy sensual, llevaba un top ajustado de color negro, unos vaqueros blancos que marcaban mi culazo y unas sandalias negras.
Cuando me acerqué a mi compañero este me saludó con un beso en la mejilla diciéndome lo guapa que estaba y añadiendo:
– Ven, que unos amigos quieren conocerte
Nos dirigimos al baño y cuando entré habían tres chicos súper guapos con cuerpos muy atléticos, altos, pero me llamó mucho la atención sobre todo uno que tenía unos brazos muy musculosos y llevaba pantalón corto. Sus piernas eran gruesas. Cuando me vieron, los tres chicos me miraron de arriba abajo y uno de ellos exclamó:
– ¡Oye, que buena estás, nuestro amigo no exageró cuando te describió! ¿Por qué no te das la vuelta? Queremos verte toda.
Obedecí, moviendo las nalgas y uno de ellos me dijo:
– ¡Vaya culo tienes, tía!
Esto me puso a mil revoluciones, pues mi punto débil es el culo, me muero por que admiren mi culo pues es la parte del cuerpo que más cuido.
– Bien, pero ahora quiero ver lo que me espera, quiero que todos os saquéis las pollas para ver cual me voy a comer primero, la que esté más tiesa esa va hacer la primera que me voy a meter en el culo.
Yo esperaba que la del chico que más me llamó la atención fuera la más gruesa y la más grande. Cuando se quitaron los pantalones ya estaban como unos bates de béisbol y efectivamente, la del chico que me llamó la atención era la más hermosa. Pasé por delante de cada uno de ellos y acaricié sus rabos y sus huevos. “Revisaba” lo que me iba a comer, y ellos me dijeron que me quitara el top, pues querían ver mis tetas.
– Quiero que me chupéis las tetas y me digáis como queréis que os mame las vergas.
Uno a uno chuparon mis tetas con fuerza, y mientras las chupaban acariciaban mis nalgas. Me bajé el pantalón y solo quedé con las sandalias. Mi coño estaba muy bien afeitado. Entonces me apoyaron en el lavabo, uno de ellos me agarró las nalgas y las abrió. Cuando sentí su lengua perforándome el ano, miré por el espejo y tenía toda la cara clavada en mi culo. Empecé a gemir de placer mientras otro se subía al lavabo y cogiéndome del cabello, me obligó a mamarle la polla, lo cual hice encantada, mientras seguían chupándome el culo. El otro chico solo miraba la escenita y se la meneaba.
Me bajé y chupé la verga del chico que me había chupado el culo, los otros dos se colocaron a mi lado y me brindaron sus pollas para que las chupara, y yo lo hacía alternándome y a veces me metía las dos en la boca al tiempo, y como mi culo estaba ofrecido, aprovechaban para meter sus dedos en mi ano, y otro de los chicos lamía mi clítoris. Era algo fantástico sentir casi una mano entera dentro de mi culo y el chico que manejaba muy bien su lengua en mi coño.
Uno de ellos se situó detrás de mí y aprovechando mi postura, me la metió de un empujón en el culo, mientras tanto el otro se tendió en el suelo con la polla apuntando hacia mi coño, muy mojado, y yo cogiéndole la polla, para que la otra no se saliera de mi culo, me la enterré en el coño. Los tres nos movíamos rítmicamente para evitar que las pollas se salieran de los agujeros. Mis movimientos eran casi salvajes.
De pronto sentí que mi garganta se llenaba de leche, mientras los otros dos chicos seguían en su faena y yo para entonces ya me había corrido dos veces hasta que, el que me estaba dando por el culo, sacó su verga y lanzó todo su semen en mis nalgas, y el otro que me estaba dando por el coño, me dijo:
– Zorra, yo quiero dejarte mi leche en tu coño – diciendo esto me apretó más contra él y sentí como mi chocho se llenaba de lechita caliente.
Cuando terminaron todos me lavé y me vestí, pues ya era hora se salir y mi marido me esperaba a la salida. Cuando me subí al coche, le di un gran beso y le dije:
– Tengo ganas de una polla como la tuya – y tocándosela por encima del pantalón empecé a calentarlo.
Mientras mi marido conducía, yo acariciaba su verga y sus huevos, pues la experiencia con esos chicos me dejó más ardiente que nunca y al final le hice una mamada soberbia. Mi marido estaba igual de caliente, al parecer el olor a semen lo excitaba, paramos en un sitio un poco solitario y oscuro y corriendo el asiento hacia atrás empezó a clavarme la verga por el culo sin importar que de un edificio cercano un hombre nos estaba observando, era tanta la excitación que teníamos que poco nos importó.
De pronto oímos que un coche estacionaba a nuestro lado y de él se bajó un negro corpulento y alto, nos asustamos, pues no sabíamos quien era ni que quería, y no nos dio tiempo de sacar la polla de mi culo, pero él nos dijo:
– Amigos estáis disfrutando de la noche – y luego dirigiéndose a mi marido. Añadió – Oye, tienes una hembra muy buena, mira esas tetorras que tiene, ¿por qué no me dejas ver que más tiene tu mujer?
Yo miré a mi marido, me preguntó que si quería y al decirle yo que sí, bajé del coche y me exhibí como si fuera una perra en celo. Entonces el negro llamó a dos amigos suyos que estaban en el coche, bajaron y exclamaron:
– ¡Vaya culo tiene esta tía! y mira como se le marca el coño en el pantalón!
Cuando oí esto me calenté más de lo que estaba y entonces el negro le dijo a mi marido:
– Oye, ¿cuanto nos cobras por prestarnos a tu mujer esta noche? Mañana te la devolvemos con fajo de billetes, queremos pasarlo bien esta noche y tu mujer es perfecta para nuestros planes.
Mi marido me miró y volvió a preguntarme que si quería y de nuevo le dije que sí.
– Entonces tú pones el precio – terminó él.
Despidiéndome de mi marido con un beso en la boca le dije que lo amaba y mañana nos veríamos, me monté en el coche en la parte de atrás con dos de los negros, el otro condujo y al preguntarme que qué me gustaba hacer, les respondí:
– Todo lo que hace una gran puta excitada.
Al oír eso, se encendieron y sus vergas empezaron a crecer hasta el punto que tuvieron que bajarse los pantalones. Al ver esas pollas negras, gruesas y súper largas, sin exagerar lo de súper largas, no resistí las ganas de hacerles unas buenas mamadas. El negro que iba conduciendo miraba por el retrovisor y estirando la mano pellizcaba mis tetas. Al rato llegamos a una casa de campo fuera de la ciudad, era una casa grande y bonita con piscina, nos bajamos del coche casi desnudos. Yo iba sin blusa, con las tetas descubiertas y los negros iban sin pantalones con las vergas apuntando al cielo. Cuando entramos en la casa, me ofrecieron una copa y empecé a bailar en mitad de la sala, luego me subí a una mesa de centro y con movimientos muy sensuales empecé a quitarme el pantalón y mi culo fue quedando al descubierto. Ellos también se movían al ritmo de la música meneando sus vergas y diciéndome toda clase de vulgaridades. Al final quedé completamente desnuda encima de la mesa solo con los zapatos, jugaba con mi cabello y acariciaba mis tetas, también les mostraba mis nalgas y las abría para que vieran mi ano, que aún estaba un poco dilatado por todo el trajín que había tenido esa noche.
Uno de ellos se acercó y con su lengua, igual de tiesa que su verga, empezó a hacer movimientos circulares en mi coño hasta que yo cogí su cabeza y casi que lo metí todo en mi chocho, pues su lengua estaba deliciosa. Sacaba la lengua de mi coño y luego la metía en mi boca yo la mojaba con mi saliva y luego volvía a metérmela, hasta que le dije a otro negro que hiciera lo mismo con mi culo, y situándose frente a mis nalgas, las abrió y metió su lengua igual que el otro.
Cuando me bajaron de la mesa y me sentaron en un sofá, cada uno me pasó su verga para que se las mamara, y lo hice como nunca antes había mamado una polla, estaba feliz de tener tres vergas negras para mí, pues ese siempre había sido mi sueño, tener vergas negras, ya que entre mis compañeros no había negros, y cuando se las mamé un buen rato me dijeron que fuéramos a la alcoba, pero querían que fuera gateando para ver como se me abría el culo. La habitación estaba en el segundo piso y subí los escalones gateando, ellos iban atrás mirando como movía el culo y me daban nalgadas y me mordían las nalgas.
Cuando llegamos a la habitación me hicieron subir a la cama y abriendo mis nalgas chorreaban licor en mi ano y con sus lenguas lamían el licor, hasta que yo les dije:
– Quiero hacer lo mismo con vosotros.
Cambiamos de posición y chorreaba el licor en los tres culos negros y redondos y con mi lengua abrí sus anos y empecé a introducir la punta de la lengua en ellos y a moverla, ellos movían sus culos de la manera más deliciosa, y yo mamaba tanto sus culos como sus vergas y alternábamos tomando el licor que ellos mismos habían preparado, luego nos besamos los cuatros en la boca mientras el licor corría por mis tetas y ellos, con su lengua, recorrían todo mi cuerpo. En pocas palabras, parecían perros lamiéndome por todas partes hasta que yo les pregunté que quien iba a probar mi culo, uno de ellos me colocó contra la pared y haciéndome subir la pierna a un asiento, cogió su verga y con la punta sobaba mi culo mientras magreaba mis tetas, pero yo le dije que me la metiera toda, no aguantaba las ganas de tener esa polla en mi culo, quería que me lo abrieran rápido esas tres vergas.
De un solo empujón me la metió y sentí como sus huevos golpeaban mis nalgas, otro se acercó, se sentó en la cama y me hizo sentar en su verga clavándomela en el coño. Mis tetas quedaban justo en su boca y empezó a chupándomelas mientras yo hacia movimientos circulares encima de su verga. Al rato, el otro negro se acercó a mí, me dio su verga para que se la mamara y mientras mamaba esa verga le hacía la paja al otro.
Después de un rato me acostaron boca arriba y abriendo mis piernas como un compás, colocaron una almohada debajo de mi cadera y así, en esta posición, empezaron a meter las vergas en mi culo. Frente a la cama había un espejo y yo podía ver el tremendo hueco que quedaba en mi culo después de que cada negro sacaba su verga. Yo me acariciaba el clítoris mientras ellos me seguían clavando hasta que me giraron quedando encima de uno de ellos y casi automáticamente mi coño quedó clavado por una de las pollas mientras uno de ellos follaba mi culo. Me sentía la puta más afortunada por tener dos vergas follándome y estar mamando otra.
Los tres terminamos al tiempo. Y lanzaron todo el semen en mi cuerpo y cuando escurrieron sus últimas gotas de semen, me dijeron que fuéramos al baño y haciéndome arrodillar en la ducha los tres apuntaron sus vergas hacia mí y sentí como tres chorros de agua caliente me caían en la cara. Los tres se estaban meando en la cara.
Cansados, o decidimos volver a la ciudad, me llevaron al apartamento y cuando llegamos me dieron un fajo grande de billetes diciéndome que me pagaban más de lo que acostumbraban pagar a las putas, porque había sido una experiencia nueva para ellos, y si podían volver a llamarme. Les contesté que sí, pero sin que mi marido se diera cuenta. Ahora estos encuentros lo hacemos cada quince días, pero le digo a mi marido que tengo que estudiar en casa de algunas compañeras y así vivo cada quince días una experiencia más que agradable con los tres negros.
Besos a todos.