Relato erótico
Nadar es un placer
Dice que tiene buen cuerpo, hace natación y se cuida, pero se considera un tio feo y es muy tímido. Nunca se hubiera imaginado que su deporte favorito le traería tan buenos momentos
Oscar – VALENCIA
Estimada Charo, te escribo para contarte como me han desvirgado sexualmente. Tengo 18 años, me llamo Oscar, moreno y con un cuerpo atractivo y poderoso, pues lo cultivo practicando duramente natación, pero soy feo de cara y muy tímido.
Como he dicho, practico natación en mi instituto y siempre he puesto un gran empeño en mejorar mis tiempos porque mi deseo es participar en competiciones nacionales, sin embargo veía que mis tiempos habían alcanzado su máximo desarrollo aún me faltaban algunas décimas para conseguir entrar en la lista de nadadores de mi edad en competiciones nacionales.
Me puse a pensar en mi forma de entrenar, en mis técnicas, pero no encontraba ninguna solución, por ello le pregunté a mi entrenadora, Begoña y ella me dijo que en nadadores de mi edad era normal, pero que luego, cuando los nadadores se hacían un poco mayores tomaban la decisión de hacerlo. Se refería a que yo tenía una gran cantidad y muy tupido vello por el pecho, abdomen y espalda. Yo le expliqué que había pensado en ello, pero que si el afeitarme todos los días con la maquinilla por la zona de la yugular y me hacía daño, por el pecho tenía cortarme y hacerme cortes serios.
Begoña entendió mis explicaciones y se ofreció a ayudarme, para lo cual me citó a las seis de la tarde del día siguiente en la sala de masajes y me indicó que tenía un jabón especial para tal fin.
Acudí a la cita con la mayor puntualidad y la señorita Begoña me aconsejó que me diera una ducha de agua caliente totalmente desnudo. Yo le pregunté que porque no podía hacerlo con el bañador, pero me respondió que toda mi piel y todo mi vello tenían que estar calientes y relajados. Me quité el bañador de espaldas a ella, pues me moría de vergüenza y porque mi pequeña polla, de 14 cm, estaba totalmente tiesa. Me eché al agua de pie, pero de espaldas a mi entrenadora para que no viera mi polla tiesa.
Mientras yo nadaba me fijé más atentamente en su cuerpo que otras veces, no es que antes no lo hubiera hecho pero me consideraba muy tímido y feo y solo me masturbaba viendo las mujeres tan bellas de tus revistas y leyendo sus testimonios, y no en mujeres de alrededor de mi vida, como mi entrenadora, compañeras de instituto, vecinas, profesoras, madres o hermanas de compañeras, no me masturbo pensado en ellas, pues pienso que ni en el más lejano de mis sueños o fantasías podré conseguir satisfacer mis deseos sexuales con ellas.
Mi entrenadora tiene 30 años, de carácter serio pero agradable, es de estatura media entre las mujeres, cabello moreno, ojos profundos y muy negros, unas tetas pequeñas pero muy tiesas, como se comprueba cuando se pone su bañador de color verde o negro, y un culo pequeñito pero muy respingón.
Después de 20 minutos de darme un baño, me dijo que saliera y antes de subir por el borde, me entregó una toalla muy pequeña que, después de secarme, solo tapaba mi polla, mis huevos y mi culo, pero la toalla, a pesar de mi pequeña polla, era una tienda de campaña. Entonces ella me dijo, mirando la tienda campaña, que me tumbara boca abajo en la camilla de masajes.
En las manos, llevaba una jarra grande y transparente de agua y un jabón negro. Con el jabón me cubrió la espalda y con una maquinilla de afeitar empezó su trabajo y seguidamente empleó un paño húmedo para aplicarme unas fricciones, luego me pidió que me diera la vuelta y si antes de tumbarme estaba excitado por estar desnudo ante mi entrenadora y solos, con el masaje y las fricciones que me había dado mi polla me dolía mucho por lo tiesa que estaba.
Cuando me di la vuelta mi capullo topaba con la liviana pero dura toalla pero ella no se inmutó y seguidamente empleó otro paño húmedo y metódicamente, como si lo hiciera a diario, me enjabonó el pecho hasta llenarlo de espuma, y repitió el proceso de afeitado. Minutos más tarde todo mi pecho, abdomen, hombros y espalda, estaban lisos como el culo de un recién nacido.
Sin embargo, ella seguía pasando sus sedosas pero fuertes manos por mi pecho a la búsqueda, creía yo, de algunos pelos sueltos, pero lo que conseguía con dicho masaje era calentarme más todavía y mi polla salió de la prisión de la toalla, alzada, orgullosa de haber salido al aire. Me cubrí de rubor, asustado y avergonzado, pero ella no dijo nada aunque sí actuó con mucha rapidez. Ni siquiera la vi agacharse, no obstante sentí que mi polla era abarcada con su boca y que su lengua me la envolvía por completo.
Me noté tan caliente con dicho acto que me corrí enseguida, pero me sentí tan asustado por lo que iba a suceder, correrme en la boca de mi entrenadora, pues pensé que o le iba a gustar que mi leche inundara su garganta, que quise retirar mi polla de su boca, pero ella soltó un grito de negación y aferró aún más si cabe con los labios de su boca mi pequeño glande para chupar desde más cerca la salida de mi leche y así solté varios chorros que mi entrenadora se bebió con delicia.
Poco después, me miró fijamente a los ojos, sonrió y volvió a meterse mi polla en la boca para limpiarla de los restos de leche que quedaban y nada más aplicarme unas lamidas, su experta mano diestra empezó a darme nuevos masajes y su boca golosa hizo desaparecer mi polla que, al poco rato, ya estaba de nuevo más tiesa y dura que la primera vez, entonces tan maravillosa mujer, se incorporó, se quitó el bañador, dejándome ver un cuerpo de diosa de la belleza y se dobló sobre la mesa cercana a la camilla, cubierta por un delgado colchón y me ofreció la entrada de su culo, en una invitación sin palabras.
Dudé un poco, pero al final hundí toda mi polla en su ano. Ella sabía como mover su cuerpo. Fue algo delicioso y al cabo de un cuarto de hora me volví a correr en el culo de mi entrenadora. Y justo cuando me corrí ella, con gritos de placer, se corrió por segunda vez.
Al secarnos mutuamente y vestirnos, mi entrenadora me dijo:
– Si mantienes este encuentro con discreción podrá ser, si así lo deseas, uno de mis amantes y me podrás follar cuando quieras y yo requerir tu persona cuando mi cuerpo me pida guerra.
– Estaré encantado – le respondí – ¿Pero por qué has tenido relaciones sexuales conmigo, si soy feo, tímido y nada dotado?
– Porque me gustas – y añadió – Me gustan los chicos tímidos, feos y jóvenes, porque, exceptuando las mujeres como yo, nadie se beneficia de vuestra calentura y vitalidad.
Por mi sonrisa, supo que me había convencido. Intercambiamos nuestros números de móvil y cada día, sea por mi parte o por la de mi entrenadora, siempre tenemos encuentros sexuales pero, a pesar de haber depilado la parte superior de mi cuerpo, pues la inferior no la tengo muy velluda, no conseguí subir mis tiempos en natación, pues mi entrenadora cada día me deja los huevos secos y hasta mi mente, con su calentura e incluso he bajado mis tiempos de natación.
Charo, besos muy cariñosos en todo tu cuerpo, que nunca he visto, pero debe ser precioso.