Relato erótico

Mis tres follamigas

Charo
12 de junio del 2019

Estaba con unos amigos en un pub y se encontró a tres compañeras de trabajo. Una de ellas le dijo que no se encontraba bien salieron fuera, Se puso a llorar y le dijo que su marido, por motivos de trabajo, cada vez viajaba más y se sentía sola, la beso, le metió mano y… pero la cosa no acabó ahí.

Manu – Palma de Mallorca
Soy un chico que a sus casi 24 años, sin ser nada del otro mundo, he tenido varias experiencias que creo dignas de ser contadas. Mis amigos me llaman Manu, soy de Palma de Mallorca, mido 1,80, soy moreno, ojos claros, físicamente normal, del montón pero, eso sí, tengo una polla de 23 cm. Cuando ocurrió lo que voy a contar, yo trabajaba de vigilante en una empresa muy importante que aquí, en Mallorca, tiene varias sucursales. Faltaban un par de días para Reyes y me encontraba con unos amigos en un pub. Yo había intentado enrollarme con una chica pero, aunque no hubo manera, me dejó más caliente que horno por lo que me fui a la barra para enfriarme un poco y allí me encontré con tres compañeras de trabajo. Sonia, Silvia y Vanesa.
Sonia y Vanesa son morenas y físicamente se parecen bastante. En cambio Silvia era rubia, un poco más baja que las otras dos pero con los pechos mucho más grandes. A pesar de todo, las tres estaban buenísimas. Estuvimos hablando y bailando un rato hasta que Vanesa dijo que no se encontraba muy bien. La saqué fuera, para que le diera un poco el aire y estuvimos dando una vuelta por un parque que hay al lado. Nos sentamos en un banco, hablamos un poco y de repente, se puso a llorar. Le pregunté porque lloraba. Me contestó que su marido, debido a su trabajo, viajaba mucho por toda España y que se había ido a Bilbao hacía diez días y que no volvería hasta después de Reyes.
La consolé diciendo que las cosas ya se arreglarían, pero mientras le limpiaba los ojos con mi pañuelo, no pude resistir la tentación de darle un beso en los labios. Al ver que ella no decía nada ni se apartaba, la besé de nuevo, pero esta vez me respondió apasionadamente, entremezclando nuestras lenguas mientras, con una mano, le acariciaba los pechos y con la otra, bajo su falda, el coño que tenía empapado. Al poco tiempo, ella se corrió, llenándome la mano de jugos pero yo, entonces, bajé mi cabeza hasta su coño, aparté la braga y comencé chupar mientras ella no paraba de suspirar y gemir diciendo:
– ¡No debemos… no está bien… quiero a mi marido… no puede ser… pero… oooh… me corro de nuevo… sí, sí… aaah…!.
Se corrió llenándome, esta vez la boca. Me incorporé, le di un beso y mientras la besaba, le puse una de sus manos en mi entrepierna para que comprobara que yo estaba completamente empalmado. Al notar la dureza de mi entrepierna, retiró la mano y se largó corriendo, diciendo que no podía. Me quedé allí sentado, pensando en cómo podía ser que en menos de una hora, dos tías me hubiesen dejado tirado y más caliente que una moto. Estaba realmente mosqueado cuando, de pronto, vi venir a Sonia hacia mí y cuando llegó a mi altura, me dijo:

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– Vanesa me ha dicho que estabas aquí… ¿Se puede saber que le has hecho, que ha pasado? Está toda alterada.
Me levanté y se lo expliqué sin omitir nada. Luego, poniéndome frente a ella, que estaba sentada, con mi entrepierna a la altura de su boca, me saqué la polla del pantalón y le dije:
– No es justo que me tenga que quedar hoy, por segunda vez, así.
Al contrario de lo que yo esperaba, Sonia me cogió la polla y metiéndosela en la boca, empezó a comérmela mientras, sacándosela de vez en cuando, me decía:
– ¡Mi amiga ha sido una estúpida por no aceptar esta preciosidad!
Me estaba dando un gusto increíble y al poco tiempo me corrí en su boca, tragando ella toda mi leche con glotonería. Me agaché y nos comimos la boca mientras yo le acariciaba los pechos y el coño sin que ella me soltara la polla. A continuación le bajé los tirantes del vestido, dejando sus pechos al aire. Empecé a comérselos, haciéndola gemir y luego bajé por su cuerpo hasta llegar a sus bragas. Se las quité y comencé a comerle el coño hasta que se corrió pero yo seguí con mi comida mientras ella me decía:
-¡Sí, sigue así… así… que gusto me das… oooh… me voy a correr de nuevo… aaah… sigue, sigue… me corroooo…!.
Me incorporé y apuntando mi polla a su coño, empecé a restregarle el capullo por la peluda raja haciéndola suplicar que se la metiera.
La cogí y se la enchufé en el coño, follándomela con fuerza.
-¡Cabrón, me estás destrozando pero que gusto… oooh… me corro… me corrooo…!
Cuando se corrió, cambiamos de posición, sentándome yo en el banco y ella cabalgándome, comiéndonos la boca y acariciándole yo las tetas.
– ¡Me corro de nuevo… sí… sí… que gustooo…!
Se corrió dos veces más llenándole yo, después, el coño de leche. Nos quedamos un rato sentados, besándonos. Después nos arreglamos y volvimos al pub.
-Empezábamos a preocuparnos – dijo Silvia al vernos llegar.
Le dijimos que habíamos estado hablando. Bailamos y mientras lo hacíamos pensé que si me había ido bien con Sonia y casi con Vanesa, ¿por qué no intentarlo con Silvia? Cuando se fue al baño, la seguí y al entrar en él, vigilando que no me viera nadie, entré tras ella y cogiéndola del brazo, la metí en un reservado.

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-¿Se puede saber que estás haciendo… estás loco o qué? – exclamó.
La apreté contra mí y le di un morreo. Ella, al principio, intentó separarse pero al poco tiempo, dejó de resistirse, devolviéndome el morreo. Le desabroché la blusa y el sujetador, dejando al aire esos dos pedazos de tetas. Eran grandes, duras y con dos pezones tiesos y también duros como el hierro, que yo empecé a besar, lamer y mordisquear mientras le acariciaba el coño por debajo de la braga.
Al poco tiempo se corrió, llenándome la mano de jugos. Entonces le desabroché los pantalones y dejándola completamente desnuda me senté en el wáter. Acercándola a mí, empecé a comerle el coño mientras le metía un par de dedos en la raja y uno en el culo. Silvia no paraba de gemir. Aumenté el número de dedos, tres en el coño y dos en el culo. Se la metí en el coño y cuando se corrió, la apoyé con las manos en la taza del wáter dejándole el culo en pompa en cuyo agujero se le metí de golpe.
-¡Cabrón, me has hecho daño, eres un bestia pero… no pares…. que gusto… me siento llena de polla… qué grande es!
Al poco rato nos corrimos los dos llenándole yo el culo de leche. Cuando se la saqué, se la metí en la boca para que me la limpiara. Nos arreglamos y al salir de los lavabos oímos a Sonia que, sonriente, decía:
– Ya decía yo que tardabais, así que tú también has caído, ¿verdad Silvia?
Silvia, extrañada, me miró a los ojos y le dije:
¿Qué os parece si mañana quedamos los tres en mi trabajo? Ya que habéis follado las dos conmigo, podemos montarnos un trió. Mañana tengo turno de noche en la sucursal de la calle Mayor – les dije – y como estaré solo toda la noche, quiero que vengáis con Vanesa procurando que no sospeche nada y también traeros dos penes con correa, uno para cada una de vosotras. Ellas aceptaron, salimos y guiñándoles un ojo, me fui a casa.
Al día siguiente, según lo acordado y dos horas después de entrar yo a trabajar, llegaron las tres chicas, las hice pasar a la oficina y les pregunté si querían tomar algo. Me acerqué a ella, la cogí del brazo, la atraje hacia mi y le comí la boca. Ella empezó a resistirse pero yo hice una seña a mis dos amigas para que se desnudasen y se pusieran los penes con correas. Poniéndose cada una a mi lado, Vanesa las vio y mirándonos con sorpresa, preguntó que pasaba allí.

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-Vamos a continuar lo que no acabó el otro día – le dije – pero con la diferencia de que en vez de follar solo conmigo, lo vas a hacer con los tres. Volví a besarla en la boca. Ella se resistía pero enseguida nos siguió el rollo. Mientras yo la besaba, entre los tres la acariciábamos por todo el cuerpo al tiempo que la desnudábamos. Cuando le toqué el coño, lo tenía empapado así que le dije que se pusiera de rodillas y empezara a chupar y lamer las tres pollas para que las lubricase bien ya que la íbamos a follar hasta hacerla reventar. Empezó a chupar las tres pollas alternativamente, luego la puse de pie, Sonia se sentó en una silla e hicimos que Vanesa se sentara encima de ella metiéndose su polla en el coño mientras comía la mía y la de Silvia.
-¡No lo puedo creer! – exclamó de pronto – ¡Me estoy corriendo… sí, me corro… oooh… que gusto…!
Cuando noté que me iba a correr, puse a Silvia tumbada en el suelo, a Vanesa cabalgándola, con su polla en el coño y Sonia metiéndosela en la boca. Me puse detrás de Vanesa, con la polla apuntando a su culo. Ella, al notarla, se giró y me pidió que por el culo no, que era virgen de ahí, pero Sonia, la cual empezaba a disfrutar dando órdenes, le dijo:
– ¡Calla y chupa!
En el acto, se la metió en la boca y empezó a follar la cara de Vanesa mientras Silvia la atraía hacia ella y yo se le empezaba a meter en el culo. Vanesa lanzó un grito de dolor pero Sonia no dejaba de follarle la boca.
Al poco rato parece que el tener una polla en la boca, otra en el coño, una tercera en el culo y las caricias que le propinábamos los tres en el cuerpo, empezaban a hacerle efecto. Empezó a gemir y al poco rato tenía un orgasmo brutal.
Desde aquel día hemos repetido la experiencia y sobre todo Vanesa es la que más ha disfrutado.
Un beso para todos de parte de este grupo de cachondos.

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