Relato erótico
Mis dos “follamigas”
Era sábado y todavía no había planeado lo que haría. Sonó el teléfono y era su follamiga Carmen. Acababan de darle un trabajo de secretaria y quería celebrarlo, una buena comida y un buen polvo. Carmen compartía piso con una amiga y…
Daniel – Vitoria
Eran las 10 de la mañana de un sábado. Sonó el teléfono. Una de mis follamigas, Carmen, me llamaba, eufórica, diciéndome que había conseguido un trabajo como secretaría en una gestoría cerca de casa. Además de decirme una y otra vez lo contenta que estaba, me comentó que fuera ese mismo día a comer a su casa para celebrarlo. Yo dije que iría con mucho gusto y le recordé lo bien que me lo había pasado dos noches antes en su casa. Nos despedimos. Conocía a Carmen desde hace mucho tiempo, ya que vivíamos cerca uno del otro, pero llevábamos follando unos meses.
Es espectacular, rubia, ojos marrones, con unas tetas grandes con los pezones grandes y mirando hacia arriba, caderas anchas con un culete redondito. Es algo más joven que yo; tiene 26 años. Tardé casi un mes en convencerla de que follásemos, pero desde que la convencí lo hemos estado haciendo cada vez que nos vemos. Al principio pensé que era un poco tímida, pero me ha demostrado que es una verdadera putita: le encanta comerme la polla mientras ella se pajea con los dedos, por ejemplo, un día, mientras yo conducía, se subió la faldita, retirándose un poco el tanga comenzó a masturbarse, otro día me la comió en las escaleras de la comunidad donde vivo, etc.
Llegué a su casa a las dos de la tarde. Me abrió la puerta Rosa, su compañera de piso. Tiene unos 27 años y también está buenísima; de hecho, me he hecho más de una paja pensando en ella. A veces nos cruzábamos en calle, nos saludábamos, y cuando llegaba a casa me masturbaba como una bestia. Desde que follo con Carmen se me ha pasado un poco esa fiebre, aunque no del todo. Rosa es más morena que Carmen, siempre está perfectamente bronceada y tiene un cuerpo increíble: tetas más grandes que las de Carmen, curvas de escándalo y una boca enorme con labios muy sensuales que parecen pedir una polla para chupar. Lleva tiempo sin novio y en el barrio siempre ha tenido fama de algo putilla. Me dio dos besos y me mandó pasar. Llevaba un vestido de verano con gran escote y tirantes. Pasé al comedor, donde estaba Carmen.
Ella se levantó del sofá y me besó en los labios. Nos pusimos a comer; siempre que iba a su casa me sorprendía la naturalidad con que hablaban de cualquier tema, cosa que no me pasa con otras follamigas: si salía algún tío bueno en la tele, Rosa comentaba sin reparos, ” a ese le haría yo un buen trabajito” y después se reía.
A las cinco de la tarde, Carmen me dijo que había quedado con Marta, una amiga suya inaguantable, para comentarle lo del nuevo trabajo. Yo dije que me iba a casa a echar la siesta, pero en ese momento Rosa intervino diciendo que me quedase allí, que a ella no le molestaba. Miré a Carmen y asintió, así que acepté.
Me tumbé en la cama, con bastante sueño y un poco excitado por quedarme solo con Rosa. Unos minutos más tarde me desperté. Se oían en el comedor un montón de gemidos. Me levanté, con la polla totalmente tiesa. Me asomé sigilosamente al comedor y vi que Rosa estaba viendo una película porno en la que un negro con una polla enorme se la metía a una tía negra con unas tetas enormes y unos labios (superiores e inferiores) muy carnosos.
Rosa estaba con el vestido levantado hasta la cintura, bragas negras bajadas y con un vibrador metido en el coño. Movía las caderas ligeramente y con una mano se sobaba las tetas por debajo del vestido. Tenía el coño afeitadito, dejándose sólo unos pelitos en la zona central de su monte de Venus. Gemía, aunque mucho menos que los que estaban en pantalla. Unos segundos más tarde, se sacó el vibrador negro de la vagina y se lo metió en la boca, lamiéndolo completamente. Yo me había sacado la polla del chándal que llevaba y me la estaba meneando; estaba a punto de correrme. En ese momento supuse que lo estaba haciendo adrede sabiendo que yo estaba en su casa y estábamos solos. Así que me lancé. Me subí el chándal, pero se notaba un bulto impresionante en mi paquete y entré en el comedor. Nada más entrar, ella me miró sin hacer más.
-¿Qué tienes ahí escondido?- dijo señalándome el bulto.
-¿Qué haces tú con el coño al aire y chupando ese consolador?- le respondí.
-Hace mucho que no me echan un buen polvo, y hoy que tengo un macho en casa no lo pienso desaprovechar. Carmen llega siempre muy contenta a casa después de estar contigo, así que también me deberías contentar.
Yo le dije que lo haría con mucho gusto. Me bajé el chándal y le mostré mi polla, no tan larga como los de la peli porno, pero bastante gruesa. Ella sonrió y me dijo que me acercara al sofá. Agarró mi polla por la base y le dio un lengüetazo. Estaba a mil. Se la metió en su gran boca y la succionaba, moviendo continuamente la lengua y exprimiéndome los huevos con la otra mano. Yo bajé las manos y empecé a sobarle las tetas; le bajé los tirantes y ella, moviéndose un poco en el sofá, se quitó el vestido por abajo. Saqué mi polla de su boca contra su voluntad para contemplar el espectáculo.
Estaba ahí tumbada en el sofá completamente desnuda, con el coño y las tetas al aire; tenía unos pezones enormes, las tetas, muy bronceadas y aunque un poco caídas pero con ese tamaño es bastante normal, pero totalmente excitantes.
Me acerqué otra vez a ella y volví a meter mi polla en su boca. Su excitante boca con gruesos labios la volvió a chupar; me masajeaba constantemente los cojones con su mano izquierda. Estaba a punto de correrme. Me sacó la polla de la boca, me la acarició con una mano mientras con la otra me pajeaba frenéticamente, hasta que me corrí en su cara, descargue una lefada que le cubrió toda la cara, llegándole la leche a la frente y al pelo. Me sonrió y siguió machacándomela hasta que se puso otra vez dura.
Comentó que “ahora quería gozar de verdad”. Me pidió que cogiera una loción solar que tenía allí al lado y que se la diera en su culito. Le abrí las nalgas lo que pude, dejándome ver su agujerito totalmente. Le aplique la crema en círculos; su agujero se fue dilatando y le metí un dedo; ella gimió de gusto. Saqué el dedo y le metí mi polla exultante. Me dijo que le dolía un poco y que hacía mucho tiempo que no se la metían por el culo. Me puse muy burro y empecé a encularla lo más fuerte que pude. Ella gritaba y echaba las manos hacía atrás agarrándome del cuello. Se corrió rápidamente y poco después lo hice yo, notando como mi esperma salía a borbotones de su culo, bañándola entera por dentro hasta los intestinos. Nos quedamos en esa situación unos minutos, recuperándonos.
Cuando nos recuperamos me propuso un juego que no pude rechazar. Me dijo que le encantaría que la follase mientras le metía el vibrador en culo. Estaba tan excitado que no me lo pensé ni un segundo. Le puse crema en el culo, le metí primero uno y luego dos dedos mientras gemía; retire los dedos y metí el consolador. Me sentía como en medio de una peli porno. Ella lo puso a funcionar y empezó a moverse en su interior. Estaba súper empalmado; Rosa me puso un condón con la boca, lo que todavía me excitó más. Se sentó encima de mí y empezó a moverse arriba-abajo.
Gemía cada vez más alto y sus tetas se bamboleaban de forma increíble; cogí una con mi mano y me metí el pezón en la boca. Lo lamía sin cesar. Ella dijo que se corría y metió un grito enorme. Al momento me corrí yo. Nos quedamos tumbados en el sofá con mi polla aun dentro de su coñito y el vibrador en su culo. Se sacó el vibrador y me conseguí levantar aunque me temblaban las piernas, me quité el condón y eché toda la leche que tenía por sus tetas. Ella se la restregó por todo el cuerpo. Nos vestimos. Eran las nueve y medía de la noche. La besé en los labios y le metí la lengua. Me despedí de ella hasta la próxima. Me dijo que lo repitiera cuando quisiera aunque Carmen jamás debería enterarse, que también me follaba a su compañera de piso.
Por supuesto mantuvimos el secreto y las satisfactorias folladas. Ahora tengo dos follamigas para mi solito.
Un saludo a todos.