Relato erótico
Mis dos ex se ponen de acuerdo
Una de sus fantasías era ser poseída por dos hombres, pero el tiempo pasaba y no ocurría nada. Había tenido dos novios, había roto con ellos, pero de vez en cuando, los veía y echaban un polvo. Con un intervalo de pocos días, recibió un mensaje de cada uno de ellos diciendo que querían volver. Aquella tarde, estaba despidiéndose muy cariñosamente de uno de ellos, y apareció el otro…
Belén – Alicante
Siempre había soñado con ser poseída por dos hombres, pero nunca pensé que ese sueño se cumpliera. Hasta el día en que me pillaron mis ex-novios saliendo con ambos simultáneamente.
Conocí a Iván cuando estábamos estudiando y de inmediato, supimos que íbamos a ser algo más que amigos. Con él perdí mi virginidad y exploré toda mi sexualidad y mi cuerpo. Follábamos como locos y de verdad creo que tenemos algo especial. Después de terminar nuestra relación seguimos viéndonos y teniendo sexo, pero conocí a Mario. Mario era muy diferente a Iván, más amable, educado, romántico… En fin, era el prototipo de mi hombre ideal. Tuvimos una relación muy plena, pero terminamos después de casi tres años (igual que con Iván).
Seguí viéndolos a los dos y teniendo relaciones con los dos, a pesar de ver a otras personas y tener romances cortos.
Un día recibí un mensaje de texto de Iván, diciéndome que aún me amaba y deseaba verme para hablar y tratar de reanudar nuestra relación. Días después Mario me llamó y me dijo casi lo mismo. Yo no me tomé en serio a ninguno de los dos y les di a entender a ambos por separado que me interesaban y que tenía intenciones de arreglar las cosas con ellos.
Sin darme cuenta, cada vez mis excusas fueron menos creíbles hasta el día en que Iván se enteró de todo por parte de una supuesta amiga mía. Me fue a buscar a mi casa, pero yo estaba en el portal muy acaramelada con Mario, cosa que no le sorprendió para nada. Se acercó hasta nosotros sin que yo me diera cuenta y dijo:
-No me habías dicho que tenías novio. De haberlo sabido, ni te molesto pidiéndote que nos veamos.
Creo que me puse de todos los colores, porque Mario se me quedó mirando sin dar crédito a lo que oía y dio un paso hacia atrás. Hablaron entre ellos, se presentaron y cada uno se explicó lo que estaba pasando hasta que se pusieron al tanto de la situación. Ninguno de los dos me dirigió la palabra cuando terminaron de hablar y la situación era tan incómoda para mí que me di la media vuelta con la intención de meterme a mi casa.
Cuando abrí la puerta, Iván me empujó hacia adentro y me llevó del brazo hasta mi habitación. Mario se quedó atrás para cerrar la puerta, pero rápido nos alcanzó.
Iván se abalanzó sobre mí acariciándome y quitándome la ropa, mientras Mario se quitaba la suya hasta quedar en calzoncillos. Iván hizo lo mismo, dándole oportunidad a Mario de acariciarme, besarme y quitarme lo que quedaba de mi ropa. Mis pezones estaba durísimos y mi coño estaba muy mojado.
-A las golfas no se las besa – le dijo Iván a Mario, quien se movió a un lado dejándole libre el paso para que me empujara sobre la cama y me abriera las piernas. -Mira, está bien mojada.
Mario se terminó de desvestir y empezó a masturbarse mientras Iván me tocaba. Sus dedos acariciaban mi clítoris, mis labios y se introducían un poco en mi chocho para hacer el recorrido de regreso hasta mi clítoris. Cada vez estaba más mojada. Empecé a jadear un poco y le pedí a Mario que se acercara, pero no lo hizo. De ahí en adelante ninguno de los dos me dirigió la palabra.
Iván se acostó en la cama, ya sin ropa, y con la polla durísima y palpitante. Me hizo una seña para que me subiera encima. Masajeó su pollón y, sin esperar más, me lo ensarté de un solo movimiento. Como yo estaba demasiado mojada, entró sin problemas. Lo noté caliente dentro de mí. Me empecé a mover en círculos y cuando ya no aguantaba más me moví de arriba a abajo. Mis pechos rebotaban y se oía el sonido de nuestros cuerpos golpeando uno con otro. Estaba a punto de alcanzar mi primer orgasmo cuando escuché a Iván gemir y casi en seguida note como palpitaba su polla. En cuanto noté su leche, me corrí como una cerda, entre gritos y gemidos.
Me quité de encima de Iván acostándome boca arriba, entonces se acercó Mario. Se masturbó hasta que me lleno las tetas de leche. Acarició mis pezones con la punta de la polla y luego se acomodó entre mis piernas, me las levantó para apoyarlas en sus hombros y empezó a tocarme el coño. Me metía tres dedos y yo me retorcía de placer, aún estaba deseosa de más. Vi su cara mientras me masturbaba y conocí una expresión que jamás había visto antes, se parecía mucho a la de Iván cuando me follaba. Por alguna razón eso me calentó más.
Iván ya la tenía dura otra vez y me la metió en la boca. Empecé a mamarla, primero saboree su capullo, pero poco a poco fui metiéndomela hasta la garganta. Me la metía todo y la sacaba para chupar la punta y lamerla desde la base hasta la parte donde empezaba el glande.
Mario terminó de jugar con mi chocho y metió el capullo en mi chocho. Yo me abracé a su cuerpo con las piernas para atraerlo más hacia mí y poder hacer que me penetrara más profundamente, pero sólo me embistió un par de veces y me hizo poner a cuatro patas sobre la cama. Iván no me permitió desatender su verga ni un segundo, aunque estuviera cambiando de posición.
Con el culo en el aire, Mario separó mis nalgas y empezó a meterme la punta de su dedo en el culo. Yo me sentía incómoda, era una sensación rara. Y después lo fue más porque metió dos dedos dentro de mí, al mismo tiempo que me lamía el agujero. Supongo que se desesperó porque embistió mi coño, que aún escurría un poco de semen y flujo, para luego escupir en mi culo y empezar a penetrarme.
Yo estaba a punto de gritar, pero Iván no me lo permitió. Acarició mi cabeza y luego mis pechos, los masajeaba para hacerme sentir mejor. Pellizcaba mis pezones, los acariciaba y jugaba con ellos. Eso me ponía caliente y me distraía un poco de la sensación tan extraña y dolorosa de tener a Mario abriéndose paso en mi culo. No sé cuánto tiempo le tomó estar completamente dentro de mí, pero fue bastante largo para mi gusto, hubiera preferido que me la metiera de un solo golpe. Especialmente porque no sabía que me iba a encantar tanto que me dieran por detrás.
Cuando me acostumbré a tenerla dentro, empezó a moverse sin piedad. La sacaba toda y la volvía a meter de golpe, la sacaba toda y la metía de nuevo. De vez en cuando se detenía para ver mi ano dilatado y escupir en él. Incluso tener la verga de Iván hasta la garganta no era suficiente para acallar mis gemidos. Me la saqué de la boca para apoyarme con una mano sobre la cama y masturbarme con la otra, en unos momentos más estaba gimiendo por mi segundo orgasmo. No me esperé a recuperar el aliento, seguí con la mamada que había dejado. Esta vez no jugué tanto, chupaba muy rápido y con muchas ganas e Iván no tardó en llenarme la boca de leche.
Me estaba corriendo por tercera vez cuando Mario sacó la polla y me la ensartó de una sola embestida otra vez. Así como con Iván, sentí su verga palpitar y luego llenarme de leche caliente. Tuve otro orgasmo enorme porque mis piernas temblaron y me quedé sin aliento.
Dejé que Mario saliera de mi cuerpo y me eché de lado, notaba la leche escurrirse por mis nalgas y el jugo de mi coño mojándome los muslos. Había sido demasiado, pero ellos aún no estaban satisfechos. Me dejaron descansar un rato y, en esa misma posición que estaba, volvieron a follarme, pero esta vez los dos al mismo tiempo. Pensé que me iba a volver loca de tanto placer, gritaba como una posesa y sentía que en cualquier momento me desmayaría. Mario me follaba el chocho, mientras Iván me penetraba el culo. Me sentía “llena”, era una locura ser poseída por dos hombres.
A veces parecían turnarse para estar dentro de mí y otras estaban los dos al mismo tiempo, de cualquier forma me encantaba. Perdí la cuenta de las veces que llegué a correrme. Estaba exhausta, no podía ni moverme.
Iván se vistió y se fue sin decir nada, Mario se quedó sentado al borde de la cama mirándome. Tardé un tiempo considerable en componerme, nos pusimos de pie y fuimos a la ducha. Nos acariciamos y besamos, pero no pasó de ahí. Cuando salimos de ducharnos, Mario se vistió y estuvo acostado conmigo casi toda la tarde. No mencionamos nada de lo ocurrido, aunque estuve tentada a hacerlo varias veces. Me había encantado lo sucedido, pero estaba segura que nunca más se repetiría y preferí no tentar mi suerte arruinando las cosas al preguntar por el trío que hicimos.
Un fuerte beso para todos.