Relato erótico
Mis amigas con derecho a “roce”
Aunque Marisa había sido su novia, seguían siendo amigos. Solían salir de marcha con una amiga de ella y la relación era muy buena, hasta que de pronto, pasó a ser una buenísima relación a “tres bandas”.
Roberto – SANTANDER
El relato que a continuación te envío, amiga Charo, sucedió hace dos meses. Fue la experiencia más exquisita de mi vida y la pasé con dos chicas que siempre me gustaron, una se llama Tere y la otra Marisa.
Marisa había sido mi novieta, pero no habíamos tenido sexo, eran amores de adolescencia y Tere era una de sus mejores amigas.
Las dos son muy guapas y tienen buenos cuerpo, pero Tere es un poco más voluptuosa, grandes tetas y un buen culo.
Siempre mantuve una relación amistosa con ellas, incluso después de terminar con Marisa, y no tenía problemas para que fuera mi amiga después de haber sido novios y solíamos salir de marcha los tres.
Un martes por la tarde recibí una llamada de Marisa invitándome a ver una nueva película, en su casa. Su madre es profesora de escuela y su padre trabaja de un banco, se quedaría sola y por supuesto también iría Tere.
Empezamos a ver la película, nos sentamos en el sofá y me coloque entre las dos, cuando sin venir a cuento, Marisa me dijo al oído.
– Reconozco que fue un verdadero error dejarte ir y estoy muy arrepentida por haber dejado que nuestra relación terminara.
Yo, algo desconcertado y sorprendido no supe decirle nada, solo mirarla y abrazarla. Luego pensé un poco y le dije:
– Yo aún te quiero mucho.
Me sonrió y continuamos con la película hasta que hicimos un intermedio, para hacer palomitas de maíz. Marisa fue a compra unos refrescos y Tere y yo fuimos a por las palomitas. En eso estábamos cuando Tere se me acercó, me miró a los ojos y me dio un gran beso con el que pude sentir sus labios y su lengua algo agitados. Era un beso rápido, pero apasionado. Cuando terminó de besarme me dijo:
– Ya no aguantaba más, era algo que quería hacer desde hace mucho tiempo.
Era una confesión, que a mí me encantó, mucho más de lo que me sorprendió y sin más cogí a Tere de la cintura e hice que me besara de nuevo pero esta vez fue un beso apasionado, lento y mientras lo hacíamos, acariciaba su espalda con una de mis manos y la otra la desplacé hacia abajo, hasta su hermoso trasero, pero como con una mano no podía abarcar semejante cuerpo, empecé a acariciarla con las dos manos y a restregar mi cuerpo contra el suyo.
Le besé el cuello, acaricié sus tetas, y procuré que se diera cuenta de que tenía la polla empalmada.
No nos dimos ni cuenta de que llegaba Marisa. Fue directamente a la cocina para dejar las bebidas y quedó paralizada en la entrada, mirándonos con cara de no estar muy contenta por lo que veía. Cuando se fue, no supe qué hacer, lo único que vi fue a Tere yendo tras ella. No sabía lo que pensaría Marisa de mí después de que me confesó que todavía me quería.
Cuando pasó un rato, fui a buscarlas por la casa pero no las encontraba por ninguna parte hasta que vi la habitación de Marisa con la puerta cerrada. Traté de abrirla pero estaba con el seguro, traté de escuchar, pero solo oí que hablaban sin entender nada de lo que pudieran estar hablando, y que era precisamente lo que más me inquietaba.
De pronto se abrió la puerta y apareció Tere, que me dijo que entrara. Tenía los pechos desnudos pues se había dejado en la cocina la camiseta. Marisa estaba dentro, pero no parecía enfadada. Detrás de mí, Tere me cogió por la espalda y empezó a darme deliciosos lametazos en el cuello, mientras Marisa, se levantó, y se acercó hacia mi totalmente desnuda. No hace falta que os diga que estaba completamente paralizado y sorprendido, pero por supuesto, les dejaría hacer lo que quisieran conmigo.
Marisa frente a mí, se acercó y lo primero que hizo fue darme un beso como nunca me lo había dado, y poco a poco me quitó la camisa. Tere por su parte desde atrás, hizo lo mismo con mi pantalón.
Estábamos desnudos los tres, y sin más ni más, Tere se abrió camino entre mis piernas, para meterse debajo de ellas y coger mis huevos, y empezó a chuparme la polla. Marisa, no quería desprenderse de mi boca y tomando mis manos las puso en sus pechos que, inmediatamente, empecé a acariciarlos, pequeños, pero totalmente tiesos y con los pezones tiesos por la excitación.
Les dije que se tumbaran en la cama y mientras yo le comía en chocho a Marisa, Tere me comía la polla. En pocos minutos, Marisa me llenaba la boca con su orgasmo y yo le llenaba la boca de leche a Tere.
Aquello nos calmó un poco, pero no sé cómo explicarlo. Aunque acababa de correrme tenía unas ganas locas de sexo, o sea que le dije a Tere que ahora le tocaba a ella y me dispuse a comerle el coñito.
Empecé a lamerle la rajita y noté que gemía y se removía de placer, pero en una de las ocasiones que levanté la cabeza, me quedé con la boca abierta, y nunca mejor dicho, Marisa estaba casi sentada en la cara de Tere para que le lamiera el chocho. Cuando la miré, Marisa me sonrió y me dijo entre gemidos:
-Ya sabes que siempre hemos sido amigas muy “intimas”, lo que no sabias era el grado de intimidad que teníamos.
Sonreí y seguí lamiendo y chupando hasta que Tere se corrió en mi boca.
Tengo que reconocer que cuando a veces veía alguna película de lesbianas, se me había pasado por la cabeza que me gustaría estar con dos mujeres a la vez y ver como se devoran entre ellas, pero por supuesto, que también me las pudiera follar a las dos, y sin proponérmelo aquella tarde mi fantasía se haría realidad.
Estaba tan caliente, que le dije a Marisa que se pusiera a cuatro patas y sin decir ni media palabra le metí la polla hasta el fondo de su húmedo y recién orgasmado coño. Me la follé con fuertes embestidas. Ella gritaba y decía que era muy bueno. Entonces le dije a Tere que su colocara delante de su amiga para que esta pudiera comerle el chocho. A los pocos segundos habíamos creado una “cadena de placer”. Los tres gritábamos de gusto.
Cuando Marisa se corrió, cambiamos de posición, me follé a Tere y ella se “trabajaba” a Marisa. Al final, volvimos a corrernos los tres y quedamos agotados.
Se hacía tarde y el padre de Marisa llamó para decirle que iría a recoger a su madre y que irían al cine. Por lo tanto, no llegarían antes de las 12 o la 1 de la madrugada.
Cuando nos lo contó, nos miramos sonriendo y Marisa dijo:
-¿Qué os parece si pedimos unas pizzas y seguimos con lo que estábamos haciendo?
Como os podéis imaginar nos pusimos todos de acuerdo. Fue una tarde-noche inolvidable.
Desde aquel día, hemos organizado muchas veladas como estas, e incluso llegamos al acuerdo de que podíamos follar los tres, o por parejas, ya que nadie era el novio ni la novia de nadie.
Para mí, fue un “pacto” ideal”, ya que sin proponérmelo ahora tengo dos amigas con derecho a roce y algo más.
Muchos besitos para todos los lectores.