Relato erótico
Mi vida cambió… y de que forma
Era verano pero le había tocado quedarse en Madrid porque había suspendido unas asignaturas. Una tarde, se encontró con una chica muy guapa que llegaba cargada de cajas de mudanza. Se ofreció a ayudarla y… desde aquel día su vida cambio y de qué forma.
Rosana – Madrid
Hola, me llamo Rosana y cuando esto ocurrió tenía 19 años. Ese verano yo lo estaba pasando en Madrid porque había suspendido tres asignaturas de 3º de B.U.P. y me tocaba estudiar, mis padres y mis hermanas pequeñas estaban de vacaciones en la playa y yo, que era el primer verano que pasaba sola estaba muy aburrida, mis amigos estaban también todos de vacaciones y los días pasaban muy lentamente.
Todo comenzó una mañana cuando venía de la academia donde recibía clases de apoyo para intentar superar en Septiembre las asignaturas suspensas, cuando llegué al portal de mi casa vi a una chica que intentaba entrar llevando dos grandes cajas de cartón, me ofrecí a ayudarla y ella con una gran sonrisa la aceptó encantada, cogí una de las cajas y subimos a su apartamento.
Por el ascensor me fue contando que era nueva en la ciudad, venía de Argentina, estaba empleada como ejecutiva en una multinacional y estaba todavía organizando la vivienda que la empresa le había proporcionado.
Cuando entramos en su casa, que era el ático del edificio, dejamos las cajas que contenían documentos de trabajo y me ofreció un refresco que fuimos a tomar a la gran terraza que tenía el apartamento.
Desde el primer momento que la vi no pude dejar de notar lo bella que era Sofía, que así se llamaba mi nueva vecina, era alta y delgada con una gran melena morena y rizada, sus facciones eran suaves con unos grandes ojos verdes y unos labios carnosos y sensuales además de una dentadura perfecta, llevaba una blusa blanca y por el escote se adivinaban dos hermosos y erguidos pechos, la minifalda negra la marcaba su perfecto trasero y dejaba ver unas piernas perfectas, morenas y bien torneadas. Su voz dulce conjugada con su acento argentino terminaba de convertirla en una mujer espectacular.
Comenzamos a hablar como si fuéramos viejas amigas, me contó que en un mundo dominado por los hombres una chica tenía que trabajar el doble para hacerse respetar profesionalmente y que a muchos hombres les molestaba tener que obedecer órdenes de una mujer.
– Muchos hombres son incapaces de ver más allá de los pechos de una mujer. – Comentó sonriendo- Bueno, y tú cuéntame algo de ti.
Le expliqué el porqué de mi estancia en Madrid en pleno mes de Agosto a lo que ella preguntó:
– Ni siquiera tu novio se ha quedado a hacerte compañía.
A lo que yo respondí que no tenía novio, que tenía muchos amigos pues me gustaba hacer mucho deporte y a las chicas de mi edad no les gustaba mucho jugar al baloncesto o al voleibol por lo que mis compañeros de equipo eran todo chicos.
– Es raro que no se acerquen a una chica tan guapa como tu – Dijo sonriendo y con una mirada muy especial que no supe interpretar en aquel momento.
De repente me cogió de la mano y me dijo: – Ven quiero enseñarte algo. Y me condujo al baño del apartamento, que tenía un gran jacuzzi.
– ¿Lo has probado alguna vez? – Me preguntó, a lo que yo contesté que no.
-Pues entonces vamos a probarlo. Y empezó a desnudarse, yo estaba un poco cortada y aún no había empezado cuando ella ya estaba completamente desnuda, yo estaba muda de emoción al contemplar aquel cuerpo de infarto y más aún cuando vi que tenía el coño totalmente rasurado.
-Espera, te ayudaré – me dijo, y cuando yo protestaba balbuceando, ella puso un dedo en mis labios y susurro en mi oído.
-Tranquila, relájate y déjame a mi – y comenzó a desabrocharme la blusa, cuando terminó la dejo en una silla y admiró mis pechos pues no suelo usar sostén aunque son de un buen tamaño pues el deporte los mantiene erguidos, a continuación se arrodillo y me quitó el pantalón de lino blanco y el tanga del mismo color que llevaba en ese momento y se acercó para ver mi coño cuyo vello es rubio casi blanco como en el resto del cuerpo, yo notaba su aliento caliente cerca y sin darme cuenta empecé a sentir una gran excitación que comenzó a lubricar mi sexo con dulces y viscosos fluidos, ella se levanto y dijo:
-Ven, vamos al agua.
Una vez en el jacuzzi ella se recostó debajo de mí y apoyando mi nuca en su brazo derecho, con el otro no dejaba de acariciarme por todo el cuerpo, cuando llegó a mi pubis abrió mis labios e introdujo dos dedos en mi coño y con el pulgar me castigaba el clítoris, yo estaba a punto de tener mi primer orgasmo cuando ella me besó en la boca, fue un beso largo, en el cual nuestras lenguas exploraron ansiosas la boca de la otra, después ella me preguntó:
-¿Te gusta?- a lo que yo casi en trance respondí que sí, que la amaba más que a nadie, a continuación ella aumentó la velocidad de sus dedos y yo creí morirme cuando alcancé el orgasmo.
Nos quedamos un buen rato allí, en el agua caliente, disfrutando del masaje de las burbujas y después nos secamos y envueltas en sendos albornoces salimos de nuevo a la terraza, allí fue donde ella me explicó que se había enamorado nada más verme:
-Para mí el amor es un acto de entrega total – me explicó- si tú me amas verdaderamente, me obedecerás en todo momento, tu voluntad consistirá en hacer lo que a mí me dé placer, tu libertad se recortará a lo que a mí se me antoje, y sólo si tu obedeces sin titubear sabré que me amas y que eres feliz porque yo lo seré con tu total sumisión, piensa en esto y si estás de acuerdo ven esta noche a cenar conmigo y empezaré a adiestrarte para convertirte en una esclava perfecta.
Mi cerebro estaba nublado con todo lo que me dijo, y tras vestirme bajé a mi casa a pensar en todo ello.
A la hora señalada llamé a la puerta de su apartamento.
-Hola, ¿has pensado en lo que te dije? -preguntó.
– Si, te amo y haré todo lo necesario para que tú me ames.
-Ya veremos, entra.
Nada más cerrar la puerta, Sofía me ordenó que me arrodillara y que la siguiera a cuatro patas hasta su cuarto.
– Desnúdate y ponte lo que hay encima de la cama, cuando acabes ven a servirme la cena- ; me puse el liguero con las medias y el corpiño que ella me dijo, todo de color negro y los zapatos de tacón nuevos que me venían perfectos de talla, encima de todo esto me puse el delantal de doncella de color blanco y fui hacia el comedor muy despacio pues no estaba acostumbrada a los zapatos con tacones tan altos. Cuando Sofía me vio, sonrió y me hizo ir hacia ella y dar una vuelta sobre mí misma.
-Que culo tan bonito tienes, creo que voy a azotarte un poco antes de cenar, como aperitivo, ven, colócate así.
Me puso tumbada boca abajo encima de sus muslos y comenzó a pegarme en las nalgas con sus propias manos
– No grites -me advirtió – o me enfadaré y será mucho peor.
Me mordí los dientes y aguanté la azotaina, cuando acabó me pregunto:
-¿Te ha gustado? A lo que yo respondí que si mirándola a los ojos, ella me besó y me dijo:
-Pobrecita en poco tiempo suplicarás que te azote para complacer a tu ama, ve a la cocina y tráeme la comida.
Yo la serví lo mejor que pude y comí a cuatro patas de un plato que había en el suelo donde ella arrojaba algunas sobras, cuando acabó me ordenó recoger todo y volver al comedor.
– Ven, acércate, cuando te hable responderás si señora o no señora ¿comprendes?
– Si señora.
– No hablarás a menos que yo te pregunte algo, y no me mirarás fijamente a no ser que te lo ordene.
– Si señora.
– Si obedeces en todo, estaré orgullosa de ti y te amaré cada día más.
– Si señora.
– Ahora arrodíllate y acércate, primero lamerás mis pies a conciencia y después irás subiendo muy lentamente hasta llegar a mi coño.
Comencé a hacerlo, primero besé y lamí sus zapatos, luego sus tobillos y poco a poco fui ascendiendo por sus piernas, llegue al borde de las medias y metí la cabeza bajo su vestido, por fin llegué a su sexo que estaba muy mojado y comencé a lamerlo por encima de la fina tela de la braga, cuando ésta estaba totalmente empapada me ordenó que se la quitase, lo que yo hice al momento y que le lamiera el ano a lo que me dediqué a conciencia y con bastante pericia creo a juzgar por sus suspiros y gemidos, en este momento me ordenó que trajese un pequeño maletín de cuero de su cuarto, así lo hice y al abrirlo contemplé diversos objetos que yo nunca había visto, saco unos pequeños colgantes de pinza parecidos a unos pendientes que colocó en mis pezones y que aumentaban mi excitación con cada movimiento, también un vibrador que me ordeno introdujera por su ano, lo hice con facilidad ya que estaba muy lubricado por mi saliva y a continuación empecé a usar mi lengua para darle placer en el coño, comencé con largos y lentos lengüetazos en la vagina evitando el contacto con el clítoris y cuando su excitación era muy fuerte, me concentré en su pequeño órgano de placer que a estas alturas estaba erecto y del tamaño de una judía, en ese momento empezó a masturbarme con su pie y minutos después estábamos las dos teniendo a la vez un gran orgasmo, ella me besó en la boca y me dijo:
-Mi preciosa esclavita estoy segura de que me vas a hacer muy feliz.
-Haré lo que desee mi ama.
Después nos fuimos a dormir, yo la acaricie y bese hasta que se quedó dormida y después me dormí yo en una alfombra en el suelo a su lado. En estos momentos sigo con mi adiestramiento y con mi completa sumisión a mi ama y espero que sea por mucho tiempo.